Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 28-II-1925)
EN ESPERA DE "EL ABENÁMAR"(1).— Feliz quien pudo, de las cosas, conocer las causas. Y de las instituciones u oficios, el origen.
¿Cuándo, cómo nació el de cicerone, provechoso al viajero en las ciudades admirables, en las veteranas repúblicas? Averígüelo el Averiguador Universal… Nosotros nos contentaremos ahora con aducir, en ilustración a la alcurnia de aquél, un venerable precedente.
Que es del Romancero, nada menos; donde no todo el monte es hazaña, sino, en buena parte, pacífica flor de cortesía. De la cual parece acabado espejo el moro de nombre Abenámar.
Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
tan servicial en lo de irle contando al forastero y Rey el pormenor de los monumentos granadinos.

El Alhambra era, señor,
y la otra, la Mezquita.
Los otros, los Alixares
labrados a maravilla

El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro, Torres Bermejas,
castillo de gran valía
.

En el claro aire(2), adelgazado por el aliento de la Sierra, nos parece ver, con el ápice de la uña larga y gris, el moreno índice señalador…
¡Qué bien, qué bien pondera el moro Abenámar, a fuer de experto cicerone! Ni falta, siquiera, en su ponderación, el detalle clásico, inevitable, de(3) algún precio en números redondos:
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día
y el día que no los labra
otras tantas se perdía…
Cosa corriente en edición y librería, convertir un nombre personal, bien de editor, bien de patronal figura, mítica o histórica, en símbolo y guarismo de la materia de un manual o tratado. Se habla del "Alcubilla" o del "Apolo". Se dice "un Fleury" o “un Juanito”… Pues bien, me parecería muy acertado, el día en que, por fin, pueda el viajero por tierras de España, contar con una Guía de redacción nacional en sustitución a las extranjeras, cuyas deficiencias y malicias han sido alguna vez denunciadas —en Italia, los jóvenes patriotas tienen emprendido un verdadero combate en este campo—; me parecería, digo, propio, lleno de gentileza y sabroso, que aquella Guía, como otras se llaman, por ejemplo, "el Baedecker", fuese bautizada de "el Abenámar".
Si; y ya me figuro verlo escrito en la cubierta. He aquí un título y un subtítulo que harían bien: Abenámar. Manual del Viajero por España y Portugal… Pronto habían de verse honrados por las gentes; sobre todo, si alcanzaba al libro la virtud de su patrón, rara virtud entre cicerones:
Moro que en tal signo nace
no debe decir mentira
.
EL PADRENUESTRO DEL INDIO QUICHUA(4).— De pronto, en el blando bocado de curiosidad, el pinchazo de una agudísíma espina de emoción, casi de angustia…
Leía con regalo unas notas monográficas, auténticas, breves, exactas —"voici des détails exacts": esto me gusta—, de Alberto Ostria Gutiérrez, acerca de El Indio Quichua, cuando de pronto salta, y se me clava, y me hace sangre esto, nada menos:
«La alimentación del indio se reduce a la lagua, al mote y al tostado».
«El indio no come pan. No se hizo para él la dulce plegaria del Padrenuestro: “el pan nuestro de cada día dánosle hoy”»
Parece ser que el pan no lo usa el indio, ni lo necesita, ni lo desea.
¿Y entonces? Cuando le han enseñado la oración, ¿vuelca este hombre en la oración suficiente verdad? Si no come pan, si no quiere comerlo, si sabe que no ha de catarlo, ¿para qué lo pide?
Claro, ya lo sé: el símbolo —como lo de "pagar diezmos y primicias", etc.— . ¡No es lo mismo, respondo; no es lo mismo…! No es lo mismo que un precepto, imposición de fuera a dentro, una oración —¡y qué oración!—, algo que ha de florecer de dentro a fuera… Parece que, dentro de una efusión así, no debiera hablarse de un alimento que no se conoce; del mismo modo que esto no se reza(5) en latín.
Pero, ¿qué hacer? ¿Sustituir, en el pasaje, el pan —este "pan" que se nos había antojado universal precisamente en razón a lo elemental y sencillo— por "la lagua" o "la coca", que parece ser todavía más esencial, más insustituible para el indio. (De la coca, sale la cocaína. ¡La cocaína metida en las peticiones del Padrenuestro…!) Pero antes que nada, ¿conviene adaptar el Padrenuestro? ¿Hay que darle —aparte de la estricta necesidad vehicular de un vernáculo— algún "sabor local"? ¿Podemos verle variando, según los manjares habituales de los pueblos y las regiones?
¡Turbación de turbaciones, y todo turbación!


SUPERACIÓN, UNIDAD(6).— No. La turbación, ya empiezo a vencerla.
No hay que adaptar el Padrenuestro. Es una redacción de una vez para siempre —sí; ya sé:(7) "et ne nos inducas…"(8); ¡no importa!—, un arquetipo eterno y universal. Como la Iglesia —como la Cultura, como Roma—, único. Traducido, no variado.
¡Perdón, quichua, indio mío, hermano mío, pobrecito mío, si te obligo a rezar un poco al margen de la verdad de tu vida! Pero hay que hablar del pan, porque el pan —y no la coca o la lagua— es lo que se come, a la vez, en Jerusalén y en Roma. Y cuando Roma ha admitido una vez a Jerusalén, ya ha hecho todo lo que podía.
Reza y espera. A fuerza de pedir, humildemente, para hoy, el pan que no conoces, mañana llegarán hasta ti a un tiempo mismo el conocimiento del pan —que es Roma— y el pan.
Si el Espíritu no trabajara constantemente en contra de los Dialectos, se hundiría el mundo.

PARÉNTESIS DE EXCUSA.— (Esto que acabo de escribir puede que resulte algo confuso. No está redactado lucidamente, como se debiera. Pero me estaba quemando dentro. Ardía y hervía… Ya confesé que se trataba de una hora de emoción, casi de angustia.
Prometo volver sobre ello para ordenarlo. Por de pronto, mis excusas. ¿A quién no se le escapa, en un momento dado, un grito o un ademán de profeta?).

(1) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 145-146.
(2) claro aire] aire claro Nuevo Glosario, vol. II.
(3) ad. soltar Nuevo Glosario, vol. II
(4) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 147-148.
(5) se reza] lo reza el fiel Nuevo Glosario.
(6) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, p. 148.
(7) ad. el Nuevo Glosario.
(8) ad. data de… Nuevo Glosario.

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 19 de junio de 2008