Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 7 -III-24)

UN LIBRO DE SÍNTESIS.— El libro reciente de Giuseppe Prezzolini sobre La cultura italiana me parece admirable en más de un sentido. Admirable, desde luego, como hallazgo, como ocurrencia. Diré, si se me apura, que me recuerda, en este respecto, el huevo de Colón. Reunir en un volumen el índice razonado de la actividad espiritual del país propio, en la hora presente, no es resolver la cuadratura del círculo, ni mucho menos el último enigma de la Esfinge… Había, de todos modos, que atinar.
Puesto un día en empeño que puede recordar a éste por su carácter —el de proporcionar una pequeña guía modesta y provechosa al visitante del Museo del Prado—, hube de decirme: Para todo saber, el dato, la noticia constituye la mitad; la otra, el orden, la distribución sinóptica o sucesiva. Incluyamos en este resumen cuantos datos, cuantas noticias nos quepan; pero démosle sobre todo, mucho orden, mucha claridad… Giuseppe Prezzolini ha acertado muy garbosamente en la manera y tono dados a su síntesis de la cultura italiana. Información y comentario guardan aquí una proporción acertada. Ni el libro se arrastra en los pedregales o en las areniscas del documento, ni se columpia —ni mucho menos se disipa— en las alturas vaporosas de la disertación.
Sobre la tradición de Italia; sobre sus elementos de unidad y regionalismo; sobre la actividad editorial y la universitaria; sobre el estado económico de los escritores; sobre la oposición y conflicto entre las generaciones sucesivas; sobre la crítica, las revistas, el periodismo; sobre el renacimiento idealista, la actividad religiosa, la lírica, los estudios clásicos, el derecho, la economía política, la historia, el teatro; sobre el cinematógrafo y las artes de vanguardia, y, en términos de apreciación moral, sobre los efectos que en el país ha tenido la guerra, estas vivaces, pero nobles páginas, nos instruyen lúcidamente. Más de quinientos nombres contemporáneos se reúnen en su tabla onomástica… Para nosotros, ninguno nuevo. Razón de más para que consideremos la nueva obra de Prezzolini, tanto como estudiosamente útil, cordialmente amiga.

AQUÍ NO HA PASADO MAS QUE LOS AÑOS.— Pero esta falta de nuevas revelaciones concretas algo quiere decir… La época de nuestro aprendizaje directo sobre la Italia contemporánea remóntase a los años anteriores a la gran guerra. ¿Acaso los últimos han sido estériles para el Espíritu, para Italia, como para el resto de Europa? Lo venimos nosotros sospechando hace tiempo; alguna vez hemos arriesgado la afirmación. Prezzolini así lo asegura. Cifra en ella la primera palabra de su resumen. Cierto —dice—, hay quién encuentra a faltar en Roma ciertas «osterie», transformadas en restaurantes, con los camareros vestidos de negro, y que, de cuando en cuando, se declaran en huelga. Pero esta impresión es superficial. Las almas han quedado las mismas. Las de estos camareros como las de los políticos. Las de los políticos, como las de los profesores y de los literatos. D'Annunzio tiene menos cabellos que antes. Papini ya tiene algunos grises. Pero el primero se ha limitado a unir algunas aventuras más a su colección de aventuras, y Papini, una verdad más, la cristiana, a su colección —un poco desordenada y tumultuosa— de verdades.
«No nacen ideas de los puños». Lo dijo proféticamente, en hora oportuna, nuestro Antonio Machado, cuando tantos andaban todavía preguntándose qué transformación ideológica iba a traer al mundo aquella desastrosa guerra, que, empezada tal vez como dramático conflicto entre dos concepciones de la existencia distintas, acabó sin otro carácter que el de una especie de cataclismo geológico… No nacen ideas de los puños. El siglo, según nuestra cuenta, tiene hoy quince años. La mente de la primera década del siglo es todavía la que dicta o impone sus normas a los mejores. Prezzolini lo advierte, mostrándonos con ejemplos varios cómo «el retorno a la tradición» y «al clasicismo» era ya, en las horas que precedieron al gran paréntesis, doctrina de los más avisados, de los que sintieron en su alma la luz y la responsabilidad del verbo nuevo. «Sono passati degli anni, ecco tutto», nos dice, en fórmula de laconismo muy vigoroso.

¿NOVEDADES?.— ¿Y Mussolini? —se nos objetará por ventura—. ¿No hay en la obra de Mussolini una novedad?
Contestamos: Ideológicamente, no. De vez en cuando, en el escaparate de una librería, en el sumario de una revista o periódico, aparece a nuestros ojos un rótulo de corte parecido a éste: «El ideario de Mussolini». ¿El ideario de Mussolini? ¡Pero si todos los principios puestos en juego por el movimiento fascista, aquellos en que «el Duce» ha podido inspirar, primero su revolución, luego su Gobierno, han sido, entre 1906 y el 1914, alimento cotidiano de los medios jóvenes, intelectuales o de acción en París o en Florencia! ¡Si han sido los de los discípulos de Sorel, los de los vindicadores de Proudhon, los de los primeros años de L'Action Française, los de los colaboradores de La Voce, los de cuantos ya en aquellas horas constituían un peligro que señalaban en defensivos estudios los defensores más advertidos de la Democracia!
Quienquiera haya frecuentado en aquella hora los medios en que penetran la influencia difusiva del pragmatismo filosófico, lo supo y puede recordarlo… No necesitaba, en verdad, Benedetto Croce venir a señalarnos en una entrevista reciente la inanidad teórica de la última etapa política italiana. Teóricamente, Mussolini es sólo un pragmatista más —un jamesiano más o un soreliano más—. Lo que William James aplicó <a> las variedades de la experiencia religiosa, él ha venido a aplicarlo a las variedades de la experiencia política. Ha logrado —con intensidad sugestiva admirable, esto sí— dotar al mito de la Patria de la fuerza transformadora que Georges Sorel atribuía al mito de la Huelga General.
La síntesis de «La Cultura italiana» puede hoy escribirse, sin hacer otra mención que alguna marginal a la grave experiencia nacional del fascismo… Una vez cerrado el ciclo de su intervención, completamente práctica, ¿qué se podrá considerar como verdaderamente traído por ésta? Acaso nada más que una manera de purgarse nolenter y un nuevo modelo de camisas.


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Última actualización: 15 de julio de 2008