Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 20-VI-24)

PARA VER EL "ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ"(1)..— Cuando, por primera vez, y(2) siguiendo el itinerario toledano, se encare el peregrino con El entierro del conde de Orgaz, bien hará en agenciar a su alrededor algún silencio. Cualquier(3) precaución es poca para librarse de la(4) voz, necesariamente sacrílega, que animase(5) una voluntad de instruir. ¿Instrucción, erudición, información siquiera, en el minuto mismo en que va a sobrevenir la sacudida…? ¡Antes, enhorabuena! ¡Después, a maravilla! En el trance, y ante el estremecido secreto del trance, no.
Dulce parece, en la escena representada por las Nozze Aldobrandine, la presencia de las amigas junto a la novia. Lávanla, úngenla, sugiérenle tal vez suave consejo, a media palabra y a media voz… Pero reconozcamos que la sombra de algún pedagogo eugénico(6) o venéreo Tirteafura resultaría(7) aquí singularmente inoportuna.
Ten al lado a un amigo, peregrino sensible, cuando te encares por primera vez con El entierro del conde de Orgaz. No tengas a un cicerone.
Porque nunca se sabe lo que un momento así va a significar en la vida.

DE ATENAS A TOLEDO(8).— Hay que tener andados(9), por lo menos idealmente, los caminos que conducen a Roma y haber rezado, cada cual a su modo, la plegaria en la Acrópolis. Alma incompleta la que no haya cumplido con este deber. Alma que no está en paz con la Razón y con el Orden.
Pero conviene también haber conducido en alguna ocasión los devotos(10) pasos hasta el otro confín del continente del Espíritu, hasta el santuario más lejano, sede para la(11) religión adversa. Conviene, al que ha llegado a Atenas y ha orado en la Acrópolis, llegarse hasta Santo Tomé, de Toledo, y transirse en las esencias que fluyen de El entierro del conde de Orgaz, para sentir toda la soberanía del ímpetu y de la pasión.
Un cirio a Fidias y otro al Greco… No importa que la llama de este último cirio, más expuesta, por(12) ley de su posición, a los vientos agitados y volubles, oscile siempre y, de cuando en cuando, se apague.

EL GRECO Y PASCAL(13).— Francés, que ahora estás en Santo Tomé recogido, ante la maravillosa pintura, ¡no vayas a ceder a la tentación de ver en este confín del Espíritu, en este santuario opuesto a la Acrópolis, algo así como la revelación de un carácter local, de una nota específica en la sensibilidad española…! No; lo universal se traduce aquí. Una hora común de lo universal.
Francés, aquí tenemos(14), por derecho(15) de adopción, a Domenico Theotocópuli. Tú tienes, por derecho(16) de nacimiento, a Blas Pascal. Y Pascal y el Greco son dos signos que, en el alfabeto de la cultura, significan exactamente lo mismo. Son los dos primeros grandes barrocos. Son los primeros en quien el torrente del dinamismo rompe cualquiera canal clásico.
El uno, en el mundo de los conceptos; el otro, en el mundo de las formas… Pero, ¿qué digo: conceptos, formas? Para un francés, como para un español, a esta distinción de vocablos no puede corresponder una verdadera separación de sentidos. Los conceptos de Pascal son también formas. (Cuando nos habla del "abismo", ¿expresa un símbolo o una sensación?) Las formas de Theotocópuli son también conceptos. (Recordemos que al barroquismo poético, por ejemplo, al gongorismo, se le ha tachado frecuentemente de "conceptuoso").
Aquí arde un gran incendio. Aquí, otro incendio… En un haz de llamas, ¿quién dirá dónde empieza la materia, dónde acaba la forma?

MAURICE BARRÈS(17).— Era natural que Maurice Barrès se sintiera atraído por el Greco, puesto que Maurice Barrès procedía de Pascal.
También en Barrès la forma es concepto. Hay en su obra fragmentos —estaba por decir: doctrinas— que no significarían lo mismo si no estuviesen traducidas a cierta muy personal cadencia de prosa, a cierta cadencia altiva y nostálgica.
En él confluyen y se confunden las dos lecciones ancestrales, la del que dijo que el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce, y la del que demostró que la pasión tiene sus figuras, que no conoce la geometría.
No había manera de evocar en Toledo la sombra del jardinero de Berenice sin citar a esta sombra entre los muros humildes de Santo Tomé.

EL HIJO DE BARRÈS.— La curiosidad, tanto como la previa simpatía, nos empujaban hacia la figura juvenil de M. Philippe Barrès, venido a España para las recientes fiestas de Toledo.
Habíamos leído, hace tiempo, Les amities françaises. Este libro es el tratado de la pedagogía concreta de Philippe Barrès. Y ansiábamos conocer el resultado del experimento. ¡Son tan raras, en literatura, las ocasiones en que se puede seguir imparcialmente el hilo de las consecuencias de una tesis en la realidad de la vida!
Ahora hemos visto que el experimento había salido bien. El niño de Les amities françaises es hoy un cumplido ejemplar francés y humano. Hemos estrechado su mano con emoción… Un escritor, firmándole la primera página de un libro, en cuyo título figura la palabra Salón, ha puesto: "Philippe Barrès —par son nom, lourd de passé, —par son esprit, étincellant d'avenir, —dignum est intrari — dans le dernier Salón ou l'on choisit".
…Esto no quiere decir que aquella pedagogía barresiana sea la única, ni siquiera la mejor.


(1) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 115-116. ad. Precauciones Nuevo Glosario.
(2) y] om. Nuevo Glosario.
(3) Cualquier] Todo Nuevo Glosario, vol. II.
(4) la] cualquier Nuevo Glosario.
(5) animase] anime Nuevo Glosario.
(6) eugénico] eugenésico Nuevo Glosario.
(7) resultaría] resultará Nuevo Glosario, vol. II.
(8) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, p. 116.
(9) ad. en la vida Nuevo Glosario, vol. II.
(10) devotos] inquietos Nuevo Glosario, vol. II.
(11) sede para la] metrópoli de una Nuevo Glosario, vol. II.
(12) por] por la Nuevo Glosario.
(13) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 116-117.
(14) tenemos] poseemos Nuevo Glosario.
(15) derecho] razones Nuevo Glosario.
(16) derecho] razones Nuevo Glosario.
(17) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 117-118.


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Última actualización: 12 de junio de 2008