Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 25-III-1924)
EL ENCUENTRO DE UNA NOCHE DE PRIMAVERA(1).—
"En Ecbatana fue una vez,
o más bien creo que en Bagdad…"
Fue en Munich, o bien en Weimar, acaso en Heidelberg. Cierta noche bastante clara de primavera, una luna romántica pudo ver cómo comparecían simultáneamente dos mozos, apresurado el andar, distinto el camino, ante el buzón para correspondencia extranjera, sito en el vestíbulo de la Casa de Correos de la ciudad. Cada uno de los llegados empuñaba un sobre, con honores de paquete. Uno de estos sobres decía: "Original para imprenta", y le dirigía a Barcelona. En el otro se podía leer “Bozze di stampa”, con unas señas de Milán. De los dos mozos, un español, un italiano… El italiano era Giuseppe Antonio Borgese.
Les juntó el azar. El azar(2) hizo también que se hablaran, en aquella noche, bastante clara, de primavera… Pero lo que, luego, en una conversación de tres horas, les obligaba a estar conformes en tantos juicios sobre hombres, ideas y acontecimientos, era seguramente algo distinto y superior al azar.
Ellos mismos inquirieron la causa… Y averiguaron que los dos habían nacido en el mismo año, cuando la penúltima década del siglo XIX.

"UN ENFANT DU SIECLE"(3).— De estas tres palabras: "correligionario", "compatriota", "contemporáneo", ¿cuál incluye mayor exponente de unidad? Me parece que la tercera…
Los que nacían en la penúltima década del Ochocientos realizaban, cuando el Novecientos alboreaba, sus primeras lecturas independientes. Dos, tres lustros después, empezaban a dictar, tras los años de aprendizaje y de viaje, sus primeras palabras independientes… Pero entonces sobrevino la guerra. Sobrevino el paréntesis en que, según la frase de Giuseppe Prezzolini, "no han pasado más que los años".
Ahora parece que el paréntesis va a cerrarse. Las palpitaciones del tiempo así lo anuncian. Por esto, los que nacieron en la penúltima década del XIX y realizaron, al amanecer el XX, sus primeras lecturas libres, y dictaron, cuando sobrevino la guerra, sus primeras palabras libres, se detienen hoy, se miran los unos a los otros, por encima de los destinos, por encima de las fronteras, y se reconocen en el signo unívoco de "contemporáneos".
…Y Borgese publica un libro, que se llama Tempo di edificare(4).

ESQUEMAS(5).— Prosigamos en breves esquemas secos, rápidos, la tentativa de caracterización de este capítulo de historia de la cultura.
Las primeras lecturas libres, realizadas al comienzo del nuevo siglo, por los hombres nacidos quince años antes, ¿qué lección les traían? Esquemáticamente, siempre: el Subjetivismo, el Impresionismo, la Anarquía… Era ésta la constelación que gobernaba todas las almas, cuando Europa vivía lo que se llamó en su hora —y debe seguir todavía llamándose— el "Fin de Siglo"… La misma que en España pudo brillar sobre las cabezas de la "generación del 98", imbuida de Nietzsche, contagiada de inconsciente y de música.
Por el contrario, ¿cuál era el sentido de las primeras palabras libres, que, quince años después, habían empezado a dictar los hombres de la nueva generación? Un sentido de contradicción profunda, que venía a abrir como un abismo entre el Ochocientos y el Novecientos. Contra Anarquía, Orden. Contra Impresionismo, Clasicismo. Contra Subjetivismo, Sistema… Vamos a decirlo más sintéticamente aún: la ambición de las primeras promociones novecentistas fue el reanudar —abominando de la corrupción de todo "modernismo"— la áurea cadena de las tradiciones seculares.
Ahora, terminada la guerra, liquidadas, por lo menos en lo cultural, sus consecuencias inmediatas, esta ambición vuelve a ser la de los novecentistas novísimos, la de los que vienen a la arena en 1923, en 1924… Pero antes el paréntesis ha durado mucho, ha podido turbar mucho.
Tomemos un ejemplo sencillo. La relación entre un joven pintor y los Museos. En el "Fin de Siglo", en 1898, los jóvenes pintores volvían la espalda a los Museos; hablaban de la Naturaleza, del aire libre… En 1910 iban regresando a ellos; acudían allí a buscar el secreto de las mejores disciplinas. En 1918, nuevo apartamiento; se llegó a escribir largo y tendido acerca de la urgente necesidad de quemarlos. En 1924, nuevo acercamiento, nuevo aprendizaje: "De Chirico y Carrá vuelven a Mantegna y a Giotto; Soffici a los venecianos —escribe Prezzolini—, como Papini, a la prosa regular; "La Ronda", a Leopardi; Govoni, a la novela; Palazzeschi, al Dante; y todos se encuentran de acuerdo, en un poco de reacción”.

LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO(6).— ¿Ninguna diferencia ideológica, pues, entre 1910 y 1924? Sí, una. Los que en 1924 sostienen la fe de 1910, la sostienen después de haber probado su integridad ante el embate de las peores tentaciones, alguno ante la experiencia del martirio…
Años de guerra y de trasguerra, años de paréntesis, años de recaída, han podido traer a muchas conciencias el cuadro de San Antonio tal como lo imaginara Flaubert y antes los pintores primitivos de los Países Bajos. ¡Qué microcosmos alucinado y grotesco, a la manera de Jerónimo Bosco, han encendido, por ejemplo, en la conciencia del artista honrado, los monstruos, las larvas, las contorsiones de tanto "fauvisme", de tanto futurismo, de tanto expresionismo y de los mil varios dadás! Había también que cerrar los ojos y apretarse el cordón de la túnica. Había que callar y esperar la aurora.
Pues bien, puede decirse que, a despecho de su caricatural exageración, ni uno solo de estos monstruos, ni una sola de estas larvas, eran inéditos. Todos procedían, en realidad, del "Fin de Siglo", de las descomposiciones del XIX. Habían nacido, como de un sucio "ménage a trois", de la unión del Subjetivismo, el Impresionismo y la Anarquía. Alejados un día por una obra de colectiva reforma, la guerra, al día siguiente, les había devuelto una actualidad, como a tantos otros fantasmas.
Muchas almas se perdieron en la hora de las tentaciones de San Antonio. Otras, caídas entre el desorden de ellas, vuelven ahora laboriosamente a levantarse… Hubo quien resistió(7). Borgese se presenta en "Tempo di edificare” orgulloso de haber resistido a la dura prueba. No fue Borgese el único.

EL NUEVO ENCUENTRO.— "Tempo di edificare…" Pero la víspera de darse a la nueva obra de edificación —que posiblemente puede separar—, sería buena ocasión para un nuevo encuentro, en la alta noche, en algún Heidelberg, o Weimar, o Munich; siquiera en algún simbólico Bagdad o Ecbatana.
También ahora la concordancia sería perfecta, estoy seguro… Voy a escribir algunas glosas aún, por el placer de adivinar hasta qué punto lo sería.

(1) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. I, pp. 889-890.
(2) El azar] om. Nuevo Glosario, vol. I
(2) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. I, p. 890.
(3) … Y Borgese…edificare.] om. Nuevo Glosario.
(4) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. I, pp. 891-892.
(5) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. I, pp. 892-893.
(7) ad. Así, Nuevo Glosario, vol. I.

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Última actualización: 30 de mayo de 2008