TEXTOS FILOSÓFICOS
AQUEL DIÁLOGO
(Ateneo, Madrid, núm. 32, 11-IV-1953, p. 10)
Yo no he conocido, por culpa de una anecdótica falta de coincidencia, al Morente converso; pero tengo, del precedente, el recuerdo más vivo. Tan vivo, que —efectos de la parusía— lo que llaman su muerte no me ha curado de los deseos de proseguir el diálogo con él.
Nuestro diálogo había dejado muchas veces abierta una discusión. En la introducción crítica, que él escribiera para la selección que en 1914 titulamos «La filosofía del hombre que trabaja y que juega», decía: «El positivismo está exhausto y declinante. Mas lo que viene a sustituirlo no será, sin duda, una filosofía de la indeterminación: será una filosofía con otro género de determinación. ¿Cuál?». Yo hubiera querido comunicarle cuál y cómo podía ser, a mi juicio, ese género.
No me dejaron. No le dejaron a él, que me escuchara. No dejaron que el diálogo prosiguiese… Pero, hoy, lo mismo da. La respuesta, él ya la sabe. Y —así lo espero— él, en la paz, la goza.
Nuestro diálogo había dejado muchas veces abierta una discusión. En la introducción crítica, que él escribiera para la selección que en 1914 titulamos «La filosofía del hombre que trabaja y que juega», decía: «El positivismo está exhausto y declinante. Mas lo que viene a sustituirlo no será, sin duda, una filosofía de la indeterminación: será una filosofía con otro género de determinación. ¿Cuál?». Yo hubiera querido comunicarle cuál y cómo podía ser, a mi juicio, ese género.
No me dejaron. No le dejaron a él, que me escuchara. No dejaron que el diálogo prosiguiese… Pero, hoy, lo mismo da. La respuesta, él ya la sabe. Y —así lo espero— él, en la paz, la goza.