"LA
QUINIELA DE... EUGENIO D’ORS"
(Arriba,
Madrid, 16-III-1951)
El
ver a don Eugenio d'Ors para esta sección no ha sido una cosa improvisada.
Ya hace tiempo que estábamos amasando la entrevista. Tanto, que
don Eugenio debió ser el que "diese la cara" en esta
sección primero que nadie, firmando su boleto de "hombre incompetente
en el fútbol", como él mismo se llama. No fue así
porque estuvo enfermo. Una larga enfermedad de la que aún anda
convaleciente.
— …porque ha habido que comenzar de nuevo a vivir — nos dice.
En esa sala, medio museo, medio recibidor del Olimpo particular de don Eugenio, nos ponemos a hablar de fútbol.
—Es algo -comienza- de lo que sé muy poco, aunque en mi "Glosario" hay más de tres artículos dedicados al fútbol. Tres glosas con la explicación del partido, en término medio entre incompetente y adivinatorio.
—¿Pero no vio nunca un encuentro?
—Sí, eso sí. Y hasta creo que he sido el compañero del primer jugador de fútbol madrileño. Se llamaba Ortiz y estábamos juntos en una pensión cuando yo estudiaba Derecho en la Facultad de Barcelona. Eso debió ser por los principios de siglo...
Don Eugenio se calla para centrar bien el recuerdo.
—Luego —prosigue— me fui al extranjero. Aquellos años de viaje me alejaron del fútbol. Y un hecho casual, a mi regreso, me hizo volver a conocerlo. Verá usted: a Zamora le hicieron una entrevista, en la que dijo, no sé por qué, que el escritor que más le gustaba era Eugenio d'Ors. En justa reciprocidad me hice zamorista, en oposición a mis hijos, que eran samitieristas.
—¿Vio usted jugar a Zamora?
—Sí, en Granada. Tuve que ir a verle. Estaba yo allí para dar una conferencia, y mientras las fachadas de las casas aparecían casi cubiertas por enormes banderas con el anuncio de la actuación de Zamora, mi nombre no se veía por ningún lado.
Antes de que volvamos a la carga con una nueva pregunta añade:
—Pero mi verdadero instructor ha sido Samitier. Entonces este jugador estaba de dependiente en casa de un pariente mío, don Juan [d']Ors. Le mostraban gran simpatía y se encontraban muy contentos con tenerle en casa. Pero un día se fue para no volver más. Había dejado sus cosas de pequeño aprendiz de comercio por el fútbol.
—¿Cree usted que este deporte es una cosa importante?
—Al menos así se muestra. Algo parecido a lo que me sucedió en Granada ha pasado después. Tenía que ir este verano a Brasil a dar unas conferencias y hubo que dejarlo. La correspondencia, preocupados allí por su Campeonato, se hizo perezosa, y Brasil se quedó sin la victoria y sin las conferencias.
—¿Le parece justificada la enorme pasión que rodea al fútbol?
—Lo que hacen las grandes masas tiene siempre razón, en cierto sentido. Pero lo que le da interés es el juego, y lo que acabará con ello es también el juego.
—Nos dijo que había visto algunos partidos: ¿Qué impresión sacó? ¿Le gusta el fútbol como espectáculo?
—Me ocurre como con los toros. Lo encuentro demasiado largo para mantener mi interés.
Sacamos el boleto, punto final de la entrevista.
—Podríamos hacer la apuesta por un procedimiento alfabético —dice—. Aunque creo que será mejor seguir el sistema de Goethe, que encontraba placer en preguntar a los hombres de oficio por las cosas que ellos entendían. Entonces Goethe tomaba la actitud del discípulo y hasta firmaba en blanco lo que le decía el entendido. Llamaremos a mi mecánico, porque creo que toda jerarquía viene de la inteligencia y él —José Úbeda se llama— es mucho más entendido que yo en esto de la quiniela.
En efecto, José Úbeda, que rellenó un boleto recientemente con doce resultados en una jornada de trece partidos, da su opinión y los números se van apuntando con arreglo a su criterio. Sólo al llegar al partido Tarragona—Torrelavega duda, y entonces interviene don Eugenio:
—Ponga usted ganador al Tarragona...
Y luego, cuando tirábamos de lápiz para tomar el apunte para la caricatura:
—¿No sería mejor dar una autocaricatura?
A los pocos minutos la trae.
Está hecha con tinta china y todo...
— …porque ha habido que comenzar de nuevo a vivir — nos dice.
En esa sala, medio museo, medio recibidor del Olimpo particular de don Eugenio, nos ponemos a hablar de fútbol.
—Es algo -comienza- de lo que sé muy poco, aunque en mi "Glosario" hay más de tres artículos dedicados al fútbol. Tres glosas con la explicación del partido, en término medio entre incompetente y adivinatorio.
—¿Pero no vio nunca un encuentro?
—Sí, eso sí. Y hasta creo que he sido el compañero del primer jugador de fútbol madrileño. Se llamaba Ortiz y estábamos juntos en una pensión cuando yo estudiaba Derecho en la Facultad de Barcelona. Eso debió ser por los principios de siglo...
Don Eugenio se calla para centrar bien el recuerdo.
—Luego —prosigue— me fui al extranjero. Aquellos años de viaje me alejaron del fútbol. Y un hecho casual, a mi regreso, me hizo volver a conocerlo. Verá usted: a Zamora le hicieron una entrevista, en la que dijo, no sé por qué, que el escritor que más le gustaba era Eugenio d'Ors. En justa reciprocidad me hice zamorista, en oposición a mis hijos, que eran samitieristas.
—¿Vio usted jugar a Zamora?
—Sí, en Granada. Tuve que ir a verle. Estaba yo allí para dar una conferencia, y mientras las fachadas de las casas aparecían casi cubiertas por enormes banderas con el anuncio de la actuación de Zamora, mi nombre no se veía por ningún lado.
Antes de que volvamos a la carga con una nueva pregunta añade:
—Pero mi verdadero instructor ha sido Samitier. Entonces este jugador estaba de dependiente en casa de un pariente mío, don Juan [d']Ors. Le mostraban gran simpatía y se encontraban muy contentos con tenerle en casa. Pero un día se fue para no volver más. Había dejado sus cosas de pequeño aprendiz de comercio por el fútbol.
—¿Cree usted que este deporte es una cosa importante?
—Al menos así se muestra. Algo parecido a lo que me sucedió en Granada ha pasado después. Tenía que ir este verano a Brasil a dar unas conferencias y hubo que dejarlo. La correspondencia, preocupados allí por su Campeonato, se hizo perezosa, y Brasil se quedó sin la victoria y sin las conferencias.
—¿Le parece justificada la enorme pasión que rodea al fútbol?
—Lo que hacen las grandes masas tiene siempre razón, en cierto sentido. Pero lo que le da interés es el juego, y lo que acabará con ello es también el juego.
—Nos dijo que había visto algunos partidos: ¿Qué impresión sacó? ¿Le gusta el fútbol como espectáculo?
—Me ocurre como con los toros. Lo encuentro demasiado largo para mantener mi interés.
Sacamos el boleto, punto final de la entrevista.
—Podríamos hacer la apuesta por un procedimiento alfabético —dice—. Aunque creo que será mejor seguir el sistema de Goethe, que encontraba placer en preguntar a los hombres de oficio por las cosas que ellos entendían. Entonces Goethe tomaba la actitud del discípulo y hasta firmaba en blanco lo que le decía el entendido. Llamaremos a mi mecánico, porque creo que toda jerarquía viene de la inteligencia y él —José Úbeda se llama— es mucho más entendido que yo en esto de la quiniela.
En efecto, José Úbeda, que rellenó un boleto recientemente con doce resultados en una jornada de trece partidos, da su opinión y los números se van apuntando con arreglo a su criterio. Sólo al llegar al partido Tarragona—Torrelavega duda, y entonces interviene don Eugenio:
—Ponga usted ganador al Tarragona...
Y luego, cuando tirábamos de lápiz para tomar el apunte para la caricatura:
—¿No sería mejor dar una autocaricatura?
A los pocos minutos la trae.
Está hecha con tinta china y todo...
CRONOS
1ª
DIVISION
Barcelona—Celta 1
Santander—Málaga 1
Valladolid—Español X
Murcia—R. Sociedad 1
At. Madrid—R. Madrid 1
At. Bilbao—Valencia 1
Sevilla—Lérida 1
Coruña—Alcoyano 1
2ª DIVISION
Badalona—S. Andrés X
Huesca—Numancia 1
Logroñés—Gijón X
Osasuna—Gerona 1
Tarragona—Torrelavega 1
Zaragoza—Orensano 1
Barcelona—Celta 1
Santander—Málaga 1
Valladolid—Español X
Murcia—R. Sociedad 1
At. Madrid—R. Madrid 1
At. Bilbao—Valencia 1
Sevilla—Lérida 1
Coruña—Alcoyano 1
2ª DIVISION
Badalona—S. Andrés X
Huesca—Numancia 1
Logroñés—Gijón X
Osasuna—Gerona 1
Tarragona—Torrelavega 1
Zaragoza—Orensano 1