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Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
DON EUGENIO d’ORS
«Simpatías y antipatías»
(ABC, 7-XI-1948, pp. 8-9 [p. 9])
—Siempre me conturba sobremanera la obligación de contestar a cualquier interrogatorio sobre preferencias personales. Y la razón está en que yo me encuentro casi absolutamente desprovisto de preferencias personales. Ante cada pregunta, me siento llevado no a la autobiografía, sino a la filosofía, a la historia; no a exponer mi gusto, sino a interpretar una ley. Así, en mi ya divulgada oposición entre la nitidez del melocotón y la ambigüedad del albaricoque, no se trata de que el uno me sepa mejor que el otro, sino del descubrimiento de una verdad general, que clasifica las realidades todas en dos grandes grupos: lo «albaricoqueáceo» y lo «melocotoneáceo». Y cosa parecida ocurre cuando, puesto a establecer una jerarquía entre los grandes poetas —siempre entre los grandes, bien entendido—, antepongo, contra el parecer que, en la cena del Premio Janés propuso Somerset Maugham, Góngora a San Juan de la Cruz, y denuncio, al contrario —bien que sin salir de los grandes—, los rollos de gerundios de fray Luís de León. O cuando confieso que todos los animales me inspiran horror, y hasta una extraña sensación de remordimiento; o que, desde la infancia, he tenido por predilecto deporte el nadar, el dibujar y el hacer cuadros sinópticos; o que el mayor acontecimiento histórico es el proseguimiento del viaje de Colón, cuando se le embrolló la imagen del mundo, por la mudanza de las constelaciones. O cuando digo que el siglo XVIII es aquel en que, paradójicamente, la humanidad ha estado más lejos de la prehistoria. En cuanto al juicio sobre las máximas figuras del pasado, que he intentado alguna vez, en mi Valle de Josafat, por ejemplo, su conclusión ha sido elevar a lo arquetípico a Goethe, único objeto posible, quizá, de envidia. No quiere decir de mi ambición precisamente. Tal vez, para la simpatía ajena, mi defecto principal consista en que, entre mil devociones apasionadas y mil feroces aversiones, no tengo yo ni un solo capricho.

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Última actualización: 21 de julio de 2009