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Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
PREGUNTANDO SE VA A ROMA
(Arriba, Madrid, 10 -XI- 1948)
El último año, y más concretamente ahora, en los coloquios del reciente Congreso Internacional de Filosofía, nos ha dado la sorpresa de la aparición casi simultánea de distintas manifestaciones de un pensamiento filosófico español. Cabe, sin embargo, preguntarse: ¿La Filosofía tiene actualidad en un mundo que sufre de tanto desquiciamiento? ¿Qué piensan de ello nuestros filósofos y hombres de ciencia? Les hemos planteado esta pregunta concreta: "¿Cree usted que renace en el mundo actual la vocación por el pensamiento filosófico?"

La contestación podía darse desde distintos puntos de vista: el de la filofofía pura, el de la ciencia y el de la religión. Y he aquí lo que los más caracterizados representantes de cada una de estas tendencias nos han dicho:

Un filósofo puro: Eugenio d'Ors.

— Es imposible contestar sin tener presente en primer término el conocimiento científico. El problema de las relaciones entre la Filosofía y la Ciencia renace hoy con un inusitado apremio.

Hace un siglo pudo el positivismo juzgarlo resuelto para siempre. Al sacrificar a la metafísica, que frente a la ciencia pasaba a ser pura palabrería y engaño, la ciencia no conservaba del conocimiento filosófico más que lo necesario para hacer una síntesis, más o menos hipotética, entre las especialidades del saber científico.

Algo más adelante había de aparecer la crítica de las ciencias y sacudir la fe ingenua de este limitado punto de vista. Armado por esta crítica, el pragmatismo vino a considerar a la ciencia como un puro formulario práctico y convencional, a cuyo lado la realidad verdadera debía captarse por la intuición. Así la Filosofía quedaba suelta y capaz de aspirar nuevamente a una metafísica, a condición de que ésta fuera todo lo contrario que racional. Es decir, que lo arruinado aquí era la objetividad de la ciencia.

Lo más característico del pensamiento de hoy consiste en que desde el campo mismo de la ciencia, que por lo visto tenía la vida tenaz, pues no la arruinaban ni bergsonismo ni pragmatismo (como antes tampoco el positivismo había arruinado a la Filosofía), empiezan a salir las voces que reclaman nueva alianza entre la metafísica y la ciencia. Nada más acorde que la física del indeterminismo (o, por otra parte, que la biología del vitalismo) con un remozamiento de la metafísica, bien se haga en un sentido existencial, bien en un sentido dialéctico.

Este último es el que nuestra "doctrina de la inteligencia" está intentando llevar a buen puerto. Un puerto desde donde le sonríe la esperanza de una filosofía de la serenidad, que tanta falta nos hace, lejos de la "filosofía de la angustia", tan divulgada últimamente en los medios germánicos o germanizantes, y de la "filosofía de la locura", a que se reduce la dialéctica del neomarxismo.

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Última actualización: 3 de abril de 2006