Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
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DON EUGENIO D'ORS NOS HABLA DE SU ERMITA
(M. C., Insula, Madrid, 15-VIII-1946, p.1)
 
He cruzado la antigua calle del Sacramento en hora en que aún la altura del sol simulaba la quietud del tiempo. Me ha reconfortado la frescura de un portal. He llamado a una puerta, que se ha abierto: una criada primero; luego una señorita flaca y simpática —¿la secretaria?—, y finalmente una dama vestida de enfermera —¿me habré equivocado?—, que me dice rápida y con señalado gracejo andaluz, cuando pregunto por don Eugenio d'Ors:

—Yo soy de la Enciclopedia.

No bien repuesto de la sorpresa, estoy ya en un gran salón, frente al viejo y admirado maestro. Hay otras personas, y la conversación corre amena, delicadamente dirigida por don Eugenio.

[Anoto en mi memoria: está bien que don Eugenio viva en un viejo caserón de la calle del Sacramento. Esto compone su figura y la hace inteligible, según su propia filosofía. Y ese jardín que se ve por las ventanas del salón es testigo de tiempos de buen gusto, y aún, delicia de los sentidos. ¡Dure mucho! ¡Y que la plusvalía odiosa no lo haga desaparecer!]

Don Eugenio nos habla de su ermita. Es una auténtica ermita, no lejos de Sitges. La ha restaurado para el culto y para propia habitación. Y en las rocas sobre que se asienta ha plantado cuatro cipreses, con la esperanza de que aviándose por las rendijas en que se resquebraja la piedra, puedan perdurar.

—Sólo tiene una pensión o carga mi nueva propiedad: alojar usque ad mortem a las dos santeras que la cuidan desde hace más de cincuenta años. Son dos hermanas, una de las cuales ha cumplido noventa años. Tiene que cuidarla su hermana, la joven. Los ingresos de estas dos viejecitas se cifran en la venta de aloja el día de la fiesta del Santo. Como no serán muchos, tendré que socorrerlas — termina don Eugenio.

[Es todo esto literatura, artificioso vivir? Pienso que no. Don Eugenio es un verdadero hombre de letras, el más verdadero hombre de letras español, y, por tanto, todo esto, como lo que ha hecho y escrito, si alguna vez parece artificioso es porque no nos hemos parado a verlo como culto. Cultura sobre natura: fórmula d'orsiana].

Don Eugenio habla y escucha. Buen conversador. Está viejo [perdone se lo digamos]. Temblón. Pero tras el bosque de plata de las cejas brilla en los ojos la hoguerilla de la Inteligencia.

—Ahora —nos dice— edito mis glosarios en Aguilar, pero revertiendo el tiempo: primero, el novísimo glosario. Luego saldrá el nuevo, y así nos retrotraeremos en los sucesivos volúmenes hasta el glosari primitivo.

[El precioso volumen del Novísimo glosario ya estaba en mis manos. Me ha sorprendido hallarlo más interesante recogido en libro que en su aparición cotidiana en la prensa. Don Eugenio gana leído en libro, pierde entre las virutas de los periódicos diarios. Buen síntoma y buen augurio de que ganará también con la distancia del tiempo].

—Una pregunta, don Eugenio: está tan bien ese resumen o breve exposición de su filosofía que ha hecho el señor Aranguren en la revista Escorial, y luego en volumen de la editorial Epesa, que me ha cruzado la mente la sospecha de que es usted mismo el autor de los artículos del libro.

—¡Qué disparate! El señor Aranguren es persona de carne y hueso.

—No me convenzo — murmuro.

[Y me callo. La dama de la bata blanca distrae gentilmente mi atención. Los concurrentes aumentan. Presentaciones. La conversación se generaliza. Comprendo que estoy en un círculo de iniciados d'orsianos, en que el gran maestro preside y define. Y me siento, a pesar de la cortesía del Sócrates moderno, un poco como en corral ajeno. Me despido].

En la calle. El sol ha emprendido su rápido ocaso. La idea de que el señor Aranguren que ha escrito tan bien sobre d'Ors no exista me obsesiona. ¿Y don Eugenio? ¡Ah, muy bien! Es un encanto que haya en el mundo hombres tan cultos —cultivados—, tan amables y tan inteligentes. ¿Y la tragedia? ¿No habrá, además, tragedia? La tragedia irá por dentro, pienso. Por fuera todo es claro, luminoso, y figurativo en este fino y gracianesco don Eugenio d'Ors.
M.C.

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Última actualización: 3 de abril de 2006