Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
   
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ESPAÑA Y PROVENZA
UNA CARTA DE EUGENIO d'ORS
Santo y Seña, núm. 2, 20-X-1941, p. 12

El lunes 8 de septiembre, en la tarde de la espléndida y deliciosa jornada de la fiesta mistraliana en Maillane, Madame Mistral recibía un último telegrama así concebido:

«Madrid. Académico Eugenio d'Ors, Secretario Perpetuo Instituto España confíame a su dirección ocasión fiestas mistralianas una carta que no podrá alcanzarla antes algunos días. Honrome informarla juntando a la vez respetuosamente al suyo un homenaje personal.- PIETRI, Embajador de Francia».

La carta anunciada en estos términos llegó el domingo a su ilustre destinataria, la cual ha querido comunicarnos esta hermosa página, resplandeciente de unión y de fraternidad latina, escrita, en honor del maestro de Provenza, por el gran escritor de esta España, a la cual Mistral nunca dejó de ligar el título de «magnánima». He aquí la copia de tan bello texto.

«Madrid, 5 de septiembre de 1941
Señora:
Recurro a su amabilidad para rogarle, a carga del nombre glorioso que tan dignamente lleva, el cuidado de transmitir a las Fiestas Mistralianas del año presente, la adhesión y los votos de un amigo español, fiel otrora a esas peregrinaciones de recuerdo y de poesía y que había intentado, desde 1930, a lo largo de algunos años todavía apacibles, llevar a ellas y extraer de ellas a un tiempo, una doctrina viviente, salvadora para los pueblos y las conciencias. En la actual incertidumbre de dirección y de comunicación con xxxxxxxx nuestros amigos de París, de Lyon y del país provenzal, será permitido, así lo creo, buscar apoyo, incluso para los detalles prácticos, en puntos firmes, pertenecientes al dominio de lo que no puede cambiar.
Pero la turbación de la hora se extiende más lejos y toca a realidades mucho más substantivas. Nuestra vida entera, todo nuestro pensamiento, han sido objeto de mudanzas profundas, de las cuales la una como el otro continuarán largo tiempo en sufrir. En esta situación, el único remedio, ante las contingencias de la historia, consiste en buscar las constantes de la historia y en afincarse en ellas, cada día más fuertemente.
Mis esfuerzos tienden, hoy como ayer, a construir, sobre estas constantes, una modesta construcción filosófica. Mistral, por su parte, las había presentido todas, y con grandeza. Las había adivinado, cantado, establecido, con tanto genio de legislador como de poeta. Es su Maestro. Y, en el pequeño cementerio campesino, la Estrella abierta al cielo de Maillane sobre la tumba del Mago, será perennemente invocada por nosotros como un exorcismo contra cualquier poder de destrucción y de corrupción.
Que el Comité de la celebración mistraliana y los amigos reunidos en torno de Vd., Señora, sepan que hay también en España bocas sedientas del Vino de la comunión en la Coupe Sainte.
En la fraternidad soberana del rito, quieran encontrar mi presencia y mis fervientes y respetuosos homenajes.
EUGENIO d'ORS, de la Real Academia Española».


Tan emocionado como Mme. Mistral y toda su compañía provenzal por estas declaraciones magníficas, nosotros evocamos con ella, con todos nuestros amigos y los miembros de Latinité, con el nuevo jefe del Félibrige, sobrino de Mme. Mistral, las palabras —tan bellas también— que Eugenio d'Ors había pronunciado en las fiestas de los primeros aniversarios que siguieron al centenario mistraliano de 1930. Especialmente aquel «Nuevo Testamento de Mistral» en que aparecía tan maravillosamente comprendido y expresado el pensamiento del Sabio y del Mago.

Como ha dicho en un comentario Mlle. Magali Trautwein-Hauy: «Dios haga que estas cosas tan hermosamente dichas no sólo lleguen a los corazones, pero despierten las conciencias y las energías para la realización rápida de la restauración de nuestra querida Francia».

La Action Française, muy honrada al publicar esta alta comunicación, continuará haciendo cuanto esté en su poder para contribuir a ese despertar de las conciencias y de las energías. No podemos por menos de sentirnos hoy particularmente dichosos al ver así la Copa Santa renovar, del otro lado de los montes, en la mano de Eugenio d'Ors, este rito de fraternidad soberana, en la cual deberán, un día u otro, todos los pueblos de ello dignos, beber el vino de su comunidad.
 
CHARLES MAURRAS.
L'Action Francaise, 19 septiembre 1941.

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Última actualización: 7 de marzo de 2006