Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
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PRIMERA ENCUESTA
(Guillermo de Torre, Miguel Pérez Ferrero, Esteban Salazar y Chapela, Almanaque literario 1935, Editorial Plutarco,
Madrid, 1935, pp. 41-42)

1. ¿Cree usted que la literatura y el arte deben mantenerse al margen de las inquietudes sociales de nuestro tiempo?
2. ¿O bien estima que el escritor y el artista están obligados a tomar partido desde su obra?
3. ¿Qué opina usted de los escritores, pensadores y artistas que están convirtiendo su obra en un instrumento de propaganda política y social, ya sea con intención avanzada o reaccionaria?

1.— No creo que la literatura y el arte deban mantenerse al margen de las inquietudes sociales del tiempo, por la misma razón que no creo deban el escritor o el artista mantenerse al margen de la producción cereal, o de la actividad de los mataderos, o de los cambios de moda en el vestir, o en el valor de la moneda. Nuestra vida se nutre —o se desnutre— con todo esto, y nuestra vida es, a su vez, la nodriza de nuestro arte.
2.— Otra cosa es saber si todos y cada uno de estos elementos, y otros más, de que el vivir necesita, deben entrar “crudos”, en su originaria calidad anecdótica, dentro de “la obra” del artista o del escritor, o bien ya “digeridas” estéticamente, transubstanciados en materia de eternidad. Para mí, la solución no ofrece duda. Aquí, como en todo, lo importante es “transformar la Anécdota en Categoría”, o, dentro de un lenguaje, cuyo simbolismo fácilmente se comprenderá, el “Fulano” en Ángel”. Es lo que yo intento hacer siempre en mi Glosario. Ahora que, así como en el Glosario, género impuro, yo enseño la trampa del juego, en la poesía pura, por ejemplo, la trampa debe disimularse, enseñando sólo el resultado.
3.— Desde luego, una obra de carácter estético puro o filosófico puro no ha de servir para propaganda. Pero nada nos impide proyectarnos en obras impuras, que, aun siéndolo en el género, pueden ser santísimas en la intención. Acabo de aludir a un caso personal de producción en la impureza, del cual, sin embargo, estoy lejos de sentirme contrito. Antecedentes muy brillantes hay, desde, en lo literario, “El Quijote”, obra de propaganda contra algo, hasta aquel libro de Berkeley, destinado primordialmente (y lo cito por lo muy radical del caso) a exaltar las virtudes médicas del agua de alquitrán.

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Última actualización: 3 de marzo de 2010