Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
volver
Parlamento con Eugenio d’Ors. “Mi ideal es el romanismo imperialista”. Alfonso el Sabio y Sancho el Bravo.
—Eugenio d’Ors “estatua compacta sin ángulos sueltos”. —Imperio o Guerra.

(Gaceta de Tenerife, 18-IX-1934, pp. 1-2.)

Un periodista en busca de d’Ors
Siete de la tarde. La convención de la hora que alumbrara una entrevista mueve mis pies a la Plaza del Cristo. Deduzco que Eugenio d’Ors no ha acudido aún, porque hay juego pero sin trabajo…
Siete y media, ocho, ocho y media… Las nueve dan. Yo me duermo en “lástima de azares de retardo” y para despertar mi somnolencia, doy vueltas y más vueltas, buscando, como las mariposas, quemar mis alas al beso de la luz.
Nada, no encuentro nada de lo que busco y mi afán de encontrarlo me hace deambular a calle traviesa, hasta llegar al Ateneo. En la puerta, charla un grupo de escritores jóvenes y entre ellos veo a Manuel González de Aledo, que había actuado de introductor de embajada en mi presentación a Eugenio d’Ors. Le pregunto por éste y me deja helado: “Hace —dice— dos horas que te está buscando”. Bajo el signo de la contrariedad presente y de la futura reconvención, me encamino hacia el Hotel Aguere. Penetro en el “hall” y en una mesa diviso la silueta romana y patricia de Eugenio d’Ors, que serenamente y haciendo intermedios en la cena, habla con Alfredo de Torres, y un compañero mío de tarea, de Arte, de Filosofía, de Deportes…
No aventuro mi indiscreción en el grupo, pero la oportuna llegada de González de Aledo prende en mí su decisión y ambos avanzamos hacia el sitio que ocupa el genial escritor.
El nuevo paganismo
Y, en seguida, brota el tema y la interrogación del Hitlerismo.
Eugenio d’Ors responde vivamente:

—No; no soy hitleriano, ni aún lejano simpatizante del movimiento “nazi”.
El Hitlerismo es el nuevo gran paganismo y yo, que soy cristiano, no puedo ser su amigo y sí su adversario.
Guerra o Imperio
Y una cosa trae la otra y a un tema sucede otro.
—¿Cree Vd. en la proximidad de una guerra?
—No sé, contesta d’Ors, si la guerra sobrevendrá más temprano o más tarde, pero creo y veo que si el Imperio se adelanta, la Guerra se atrasará y si el Imperio se atrasa, se adelantará la Guerra.
Para mí la sentencia del Dante es una profecía: “El Mundo no reconocerá la paz, hasta que el Imperio Romano esté reconstituido”.
Persona, no: Unidad
—Y, caso de llevarse a la práctica sus teorías, ¿qué figura actual podría encarnar la suprema majestad imperial?
Eugenio d’Ors sonríe:
—En mi concepción de Imperio y Romanismo lo menos interesante es la persona y lo más importante la Unidad.
Por lo demás, yo le contestaría como Bergson en una ocasión semejante: Pocos años después de la Gran Guerra, alguien preguntó al eminente filósofo francés cuál sería la obra maestra futura, a lo que Bergson dijo: “Si yo supiera cuál sería esa obra maestra, yo la haría”.
Antinacionalismo
—¿Qué opinión le merece, le pregunto, el movimiento intelectual Acción Española?
—Es ese un movimiento nacionalista, que por ese carácter, me repugna. Para mi la Nación es una convencionalidad.
He observado que d’Ors ha hablado esta vez, contrariando su manera habitual, de un modo despectivo, seco y tajante. (Yo aprendí la lección del maestro: “Opino —había dicho con anterioridad— que no debe hacerse la reseña de un discurso, sino la impresión de la sala, del orador, del gesto, porque más interesante que el individuo es la escena”).
Triunfo de clasicismo
La charla deriva hacia cuestiones de Arte. El “primer gran crítico entre los grandes críticos de Europa”, que dijera González de Aledo, habla:
—Mi lema, el lema, nuestro lema ha de ser clasicismo contra impresionismo.
—¿Y la gran pintura moderna? —objeta mi compañero.
—Es antiimpresionista, replica d’Ors, recalcando la frase, y añade recogiendo los ojos en el rígido convento de sus párpados: Yo preconizo el triunfo definitivo del clasicismo sobre el impresionismo.
Auto-definición
Sin pregunta de nadie, acaso comprendiendo que la modestia es la forma más indiscreta y urbana de la vanidad, Eugenio d’Ors dice con lentitud pensada y descuido muy cuidado.
—Lo esencial de la Fiesta de Arte de anoche era aquella protesta que se hacía constar al principio en contra de la fiesta sin afán y del afán sin fiesta o sea, en contra del trabajo sin juego y del juego sin trabajo.
Porque yo uno la fiesta con el afán y el afán con la fiesta, el juego con el trabajo y el trabajo con el juego, creo que soy un hombre que no está roto y me parece que no tengo cabos sueltos.
Decía Miguel Ángel que una estatua para estar bien, debía echarse por una montaña y bajar a un precipicio sin sufrir deterioro alguno. Y esto por no tener prominencias angulares. Pues bien, intelectualmente creo que soy una estatua compacta sin ángulos sueltos.
Los “Amigos de Menéndez y Pelayo”
Recordaba yo unas ironías que “La Época”, de Madrid, dedicaba a los “Amigos de Menéndez y Pelayo” y a su nonnata revista “Santo y Seña” y creí conveniente obtener una breve documentación sobre la mencionada entidad.
—¿Preside usted los “Amigos de Menéndez y Pelayo”?
—Sí. Yo creé esa sociedad hace unos ocho años. Hasta hace poco, dormía, pero he logrado infundirle la vida del despertar.
Antes Menéndez y Pelayo era un maestro de Historia de la Literatura y yo pensé, leyendo atentamente sus obras, que en él podía hallarse la fórmula de la restauración de los verdaderos valores españoles.
Y conste que yo opongo Alfonso el Sabio a Sancho el Bravo y el patriota al castizo.
Noticias de filosofía
Eugenio d’Ors sigue derramando sus profundas e interesantísimas hablas. Todo (Arte, Filosofía, Deportes) pasa por el tamiz vivificador y limpiador de su palabra.
Y al fin, el filósofo emprende el retorno a la Filosofía.
Es primero la nota, banal y baladí en los demás, de las propias aficiones y en d’Ors de grave importancia y hondo razonamiento.

—Mis tres grandes aficiones, dice, son nadar, dibujar y hacer cuadros sinópticos. ¿Saben ustedes por qué? Pues, porque eso representa el triunfo de lo formal sobre lo amorfo.
Y es después una noticia de la Filosofía_
—La Filosofía es un saber sin contenido propio. Es un parásito que vive de las demás ciencias a las que trata a su guisa.
Consideración postrera

El “Ojo de Europa”, ¿nos ha metido Europa por los ojos, por nuestros ojos?
Por el contrario, ¿Eugenio d’Ors ha metido Europa en los ojos, en sus ojos?

Sea lo que fuere y hablando al modo del intrigante pensador, es lo cierto que sobre la masa intelectiva amorfa ha triunfado la formalidad intelectual de Eugenio d’Ors.

Francisco J. Centurión
Tenerife, 15 Septiembre 1934

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 29 de octubre de 2009