Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
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HACEMOS UNA NOBLE RECTIFICACIÓN. EL INSIGNE EUGENIO d'ORS "NO HA PRODUCIDO UNA PÁGINA, DE QUE HOY, POR RAZÓN DE ORTODOXIA, DEBA RENEGAR"
(Gaceta de Tenerife, 20-X-1934, p. 1)
 
El insigne literato y profundo pensador Eugenio d’Ors, que en el pasado mes de septiembre pronunció un discurso de relieve gigantesco en la Fiesta de Arte que, encuadrada en un rito tradicional, celebra por la festividad del Santísimo Cristo de La Laguna, el Ateneo de la noble ciudad, nos envía, con ese estilo suyo de magisterio inconfundible, una breve epístola, peticionaria de rectificación.
Y ésta, cuya negativa a un ser cualquiera constituiría una tremenda responsabilidad emparejada con una inaudita villanía, tratándose de “el filósofo español por antonomasia”, que ha dicho Ortega y Gasset, sería un desacato a la majestad y realeza del talento y una ridícula desconsideración de un pululante para con un olímpico.
Insertamos, pues, a pleno gusto de nuestra nobleza periodística, la carta del gran Eugenio d’Ors. Que dice así:

“Señor director de GACETA DE TENERIFE: En el artículo de su periódico que apareció, con el título “Gran expectación para oír a Eugenio d’Ors” (1), el último 12 de septiembre, precediendo a mi visita a Tenerife —de que guardo tan grato recuerdo—, se hablaba de mí en términos que agradezco profundamente. Una indicación, sin embargo, contenida en el mismo, me importa rectificar; con ruego de que me perdone el hacerlo tan tarde; tardanza explicable por el hecho de no haberlo conocido el artículo hasta hoy.
Se me presenta en dicho articulo, con la calidad del “converso”, que, “si encuadra sus escritos y discursos dentro de la ortodoxia católica” es “en esta segunda etapa de su vida”… En realidad, no es así; y, ni en mi niñez, ni en mi mocedad, ni ahora, he dejado ni dejo de prestar adhesión y de practicar vitalmente, hasta donde ha podido mi doble condición de estudioso profesional y de pecador, los principios y preceptos de la Religión por mi heredada y familiarmente aprendida. Puedo, a la vez, decir que, desde que escribo para el público —y ya va un cuarto de siglo de ello—, no creo haber producido una página de que hoy, por razón de ortodoxia, deba renegar.
Lo que ocurre es que, si durante muchos años, mi seguridad personal en el terreno católico y la del ambiente nacional que me rodeaba autorizaban a una actitud de libertad y no especialidad en los temas religiosos, desde hace algunos años, el combate contra la Religión en España, al tomar forma de tiranía y de persecución, ha convertido en estricto deber la proclamación de la propia Fe y la propaganda misional de la misma. Todo equívoco, en condiciones así, se volvía cobardía y traición. Añada usted a esto el impulso de conciencia derivado de la fuerte sacudida producida en una conciencia por el descubrimiento a nueva luz de la verdad de una existencia y asistencia de los Ángeles Custodios. Ya conoce usted las consecuencias vitales de ello.
Me importa, pues, proclamar que, si conversión ha habido, se refiere, no a la Fe en general —donde no era necesaria—, sino a un punto de dogma, relativo a una creencia, que estaba prácticamente “muerta” en mí, como por desgracia lo está aún en la conciencia de la mayor parte de los católicos; y  relegada de hecho a la situación de pura creencia pueril, dentro de lo que podríamos llamar acervo poético y legendario de la Religión.
Mucho le agradeceré se sirva dar a esta declaración —que no dejo nunca de hacer en coyunturas parecidas—, la hospitalidad de su muy estimado periódico; al cual, como a usted, señor director, renueva testimonio de perfecta consideración y amistad.

Eugenio d’Ors
París, 9 Octubre de 1934

***
Nos ha rectificado el genial escritor y ahora nos toca rectificarnos a nosotros mismos.
Una conciencia confusa de los tiempos mozos del autor de “La Bien Plantada” nos hizo atribuirle la cualidad de converso a la ortodoxia católica. Hoy, esclarecida la duda por la advertencia magnífica del maestro, rectificamos y proclamamos: Eugenio d’Ors, filósofo, escritor y conferenciante del Mundo “no ha producido —son sus palabras— una página, de que hoy, por razón de ortodoxia, deba renegar”.
Esa es su gloria y también nuestra gloria.


(1)
De la fiesta del Ateneo lagunero. Gran expectación por oír a Eugenio d’Ors
(Gaceta de Tenerife, 12-IX-1934)

Con inusitado entusiasmo, los elementos del Ateneo de La Laguna, dirigidos por su activo y culto presidente, nuestro distinguido amigo don Manuel González Aledo, están desplegando gran actividad al objeto de ultimar los detalles de la tradicional Fiesta Literaria que el Ateneo celebrará este año en la noche del 13, por la obligada ausencia del gran Eugenio d’Ors que por eso que él ha dicho “azares de retardo”, no podrá llegar a Tenerife hasta bien entrada la noche de hoy, miércoles.
En dicha tradicional fiesta, intervendrán, entre otros, los inspirados poetas señores Verdugo y Hernández Amador y el joven literato don Andrés de Lorenzo-Cáceres.
Existe enorme expectación por escuchar la palabra elocuentísima de alto perfil literario de Eugenio d’Ors, el “Ojo de Europa”, como con razón ha sido llamado, porque él, por su clarísimo entendimiento, ha sido constituido directivo de los círculos intelectuales y literarios europeos.
Para las derechas, Eugenio d’Ors tiene además cualidad siempre simpática del converso, pues no debe olvidarse que el insigne orador, florido literato y profundo filósofo encuadra siempre sus escritos y discursos dentro de la ortodoxia católica, en esta segunda etapa de su vida.
Dada como ya hemos insinuado, la enorme expectación que hay por escuchar al maestro, no dudamos al predecir que la noche del próximo día 13, el teatro Leal será pequeño para todas las personas que acudirán en masa a oír a Eugenio d’Ors, y por eso mismo, a aplaudirle y a ovacionarle con delirio.


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Última actualización: 16 de junio de 2012