Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES
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UNA PALABRA DE EUGENIO d’ORS A EMMANUEL BROUSSE
(La Internacional, 7-V-1920, p. 1)
 

Eugenio d’Ors, Xenius, comienza hoy su colaboración en LA INTERNACIONAL. No es la primera vez que su firma aparece aquí. Breves y decididas palabras condenatorias del bloqueo de Rusia se estamparon en nuestro periódico. Le hemos requerido para que trabajase con nosotros, en nuestro deseo de que todo alto prestigio intelectual apreste su talento para elevar el espíritu de los proletarios con claras y fuertes verdades. De un hecho de hoy, lectores, va a hablaros Eugenio d’Ors. No mata su pensamiento. Precedieron sus cuartillas a la estancia de Joffre en Barcelona.  Aunque las condiciones que se han impuesto al viaje del mariscal francés no han permitido la presencia de Brousse, el artículo conserva todo su valor. No pudimos insertarlo en el extraordinario, porque su confección se realizó con bastante anticipación.

No vaya a extrañarle, querido ministro, mi ausencia de Barcelona, coincidiendo con la presencia de usted y de otros amigos que acompañan al mariscal. Aunque ya desnudo de cargos oficiales, no hubiera yo desaprovechado la visita al “Institut” de tan brillante comitiva u otra coyuntura semejante para el honor de estrechar su mano con la cordialidad que otras veces. Pero otras veces no venía usted en calidad de partícipe de un gran espectáculo regionalístico-militar, ni yo sufría la vergüenza de descubrir en mi ciudad un alma de subprefectura.
Recuerdo que en el verano de 1918 tuve el gusto de conocer en Bilbao a un muy ardiente y distinguido escritor del nacionalismo vasco, el Sr. De Eleizalde. Según uso en mí, acaso alguna vez indiscreto, le pregunté pronto sobre sus ocupaciones profesionales; y como él me contestase que enseñaba Aritmética y Geometría en el Instituto de Pamplona: “Oh —le dije bromeando—: Así usted, católico, nacionalista y matemático, es un hombre de tres dogmas”… Si Eleizalde es hombre de tres dogmas, vuestro mariscal es, querido amigo, hombre de tres uniformes y triplemente me desagrada: por mariscal, por filisteo y por felibre.

Claro que en el momento de someter a unos soldados de su ejército, más o menos caillotistas, llevándoles engañados a un campo, rodeándolos de una alambrada de espino y amenazándoles con unas baterías manejadas por senegaleses, un jefe militar me ha de parecer detestable. Pero no sé si aun me disgustaba más aquel oficial que, antes de que los Gobiernos se acordasen de él para la guerra, se iba a las cachupinadas languedocianas y, agarrando con ambas manos el porrón, hablaba del exterminio de los “gabachos”.

Dícenme que esto era catalanismo. ¡Ah, mi catalanismo, querido ministro, es muy otro! Mi catalanismo no quiere saber ni de militares ni de “gabachos” o de “castellufos”, ni de felibrajes ni de porrones. Es de una escuela que ha sido, aquí, la de Pi y Margall, la de las mejores horas de “La Renaixensa”, la de las revistas “L’Avenç” y “Catalonia”, y también la de la primera Mancomunidad, menos impaciente de poderes, pero más generosa de ideales que la segunda. De éste mi catalanismo —“nuestro” catalanismo “hasta ahora”— habíamos ya conversado alguna vez. Le dábamos por símbolo histórico, pensando a la vez en Francia y en Cataluña, la figura de Arago, el sabio pirenaico, cuya gloria nos partíamos, sin disputarla, y en cuyo monumento adquirimos, usted y nosotros, compromiso de colaborar.

De la idea del monumento a Arago ya no se acuerda nadie, y, en cambio, las gentes andan ahí de cabeza con lo de la recepción de Joffre… Está bien; pero entre Arago y Joffre, yo tengo derecho a permanecer fiel a aquél. Así, cuando usted, querido ministro, vuelva con alguien de la familia del sabio, con un Poincaré o con un Bérard —como un día—, cuente usted conmigo —como un día—. Para recibir hoy al mariscal están mucho más en carácter D. Valeriano Weyler, que tiene el entorchado, o lo que sea, de capitán general, y D. José Puig y Cadafalch, que tiene el alma de sargento.

Eugenio d’Ors, Barcelona, 26 de abril de 1920.

 


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Última actualización: 6 de junio de 2012