Eugenio d'Ors
ENTREVISTAS Y DECLARACIONES   
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HABLA EUGENIO d'ORS
Entrevista con Salvá, (La Cataluña, 8-II-1908, pp. 92-93)
Yo casi nada tengo de lo que suele llamarse un hombre político. Yo soy simplemente un escritor, que, en su cotidiana comunicación con el público, toca temas de actualidad política algunas veces, pocas, menos desde luego que aquellas en que trata de la Pintura [un] impresionista, de la educación de la Voluntad, o del Radio, y siempre tendiendo a colocar las cosas bajo especie de eternidad... Yo no intervengo de manera directa en los negocios públicos. Jamás he pronunciado un discurso en mitin o banquete. No figura mi nombre en lista de socios de ningún casino político. Tengo la menor participación posible en el ejercicio de los Poderes legislativo, ejecutivo y judicial, ya que ni siquiera he podido votar jamás en elecciones, por haberme encontrado ausente de Barcelona cuando en la primavera última tuvieron lugar las primeras en que mi edad me daba derecho a sufragio... Por lo demás, ni representación, ni empleo... Miento: he sido representante en París del Comité oficial que organizó la reciente Exposición de Arte de Barcelona... Allí, en París, he residido durante los últimos años. Y los registros de la Prefectura del Sena no contienen sobre mí otra mención profesional que las de "Periodista y Estudiante".

A pesar de ello y obedeciendo al cuadro de la topografía politica catalana, que usted, mi discreto Salvá, se ha formado desde los primeros días de su estancia aquí, y que, si no me contuviera personalmente, no vacilaría en calificar de perspicacísimo, tiene usted la amabilidad de interrogarme sobre asuntos políticos de la más candente actualidad... Si la materia de la pregunta es extraordinaria para mí, su momento no puede parecerme más oportuno. Acaso nunca como hoy una actualidad política, concreta y local, me ha interesado. Por excepción, entre los temas habituales a nuestro Parlamento, este proyecto de ley de Administración local ha tenido virtud para moverme y conmoverme. Confieso que no siempre me ha ocurrido con él lo mismo, y que, al principio, viéndole en frío, situado yo en el extranjero y él en Madrid, y ligado a la abogadesca personalidad de D. Antonio Maura y a todo un abogadesco estado de cosas, le juzgué de poco valor vital. Pero he aquí que llegamos casi juntos a Barcelona el proyecto y yo; y al verle aquí, en acción, movido y motor a la vez, entre hombres fervientes y llenos de pasiones, ley casi viva, obrando sobre un pueblo casi vivo, la emoción del solemne instante se ha apoderado de mí. He visto en aquél la posibilidad de un comienzo de era en la vida general catalana. He creído, creo, después de él, posible esta "división de trabajo" en nuestra obra civil, a que aspiramos desde hace algún tiempo. Y he encontrado en él, yo, personalmente, la felicidad de una eliminación... Me explicaré.

Yo conozco, sobre todo, aquella ley por la explicación de ella que, con una excelente elocuencia pedagógica, dió el señor Cambó en su conferencia... Usted también estuvo presente en ella, y algo sabe ya de mi emoción aquella noche. Mientras la palabra de nuestro diputado iba desenvolviendo en limpidez austera los artículos del proyecto y las enmiendas a él presentadas por la Solidaridad, yo pensaba: "-He aquí que las desiderata del primer catalanismo político, del que llevó un día, sin éxito, el señor Permanyer a las elecciones, del que cifraba su ideal en la fórmula Autonomía, están ya a dos dedos de convertirse en realidad... He aquí que se nos impone fuertemente al espíritu, a través de esta conferencia de Cambó, la sensación de una semejanza asombrosa entre el sentido del proyecto del señor Maura con nuestras enmiendas, y los positivos desenvolvimientos prácticos de éstas, a las muy famosas Bases de Manresa. -Ya, tal como está ahora aquél, el parentesco entre ambos cuerpos constituyentes, el hipotético y el casi legal, salta a la vista de cualquier crítico acostumbrado a examinar la lógica interna de los productos humanos. En su espíritu general, en su euritmia, en los principios teóricos que presuponen, en sus ventajas, en sus limitaciones, en sus defectos, hasta en un especial regustillo, que en ambos se encuentra, a tradicionalismo de germanía, hasta en algunos rastros de este snobismo britanófilo, endémico, en la política española, desde los días en que Martínez de la Rosa fue, demasiado precozmente, nuestro representante cerca de Inglaterra, la nueva ley y las nuevas bases parecen hermanas... Un antiguo patriota de sincera inteligencia, al oír la exposición del proyecto, hubo de decir, ingenuamente, entre el público, a media voz: "Sagell i tot: Jo ja'n veig la Catalunya feta"... Si no de tanto, mi impresión definitiva aquella noche fue la de que habÍamos dado al fin con un camino incipiente, pero firme, en que no podíamos desviarnos y que no teníamos derecho a abandonar... Una gran alegría visitó entonces mi alma al comprender la posibilidad de que cesase, por fin, en la vida nacional de Catalunya, el imperio de la romántica, de la anormal, de la incivil improvisación en que tantas energías se pierden, que tanta sangre -sangre de riqueza y de cultura- nos cuesta. Dos días después, con motivo de la entrada de año, escribí en mi Glosari de La Veu de Catalunya un elogio del esprit de suite, proponiendo que a la tradicional frase: "Año nuevo, vida nueva", sustituyese en nuestro calendario político esta otra: "Año nuevo, Santa Continuación".

Una de las mayores ventajas de una semejante posición, activa, pero estable, es la de permitir aquí en la acción civil una especialización de funciones, aquella "división del trabajo" de que yo le hablaba... Ya dibujados netamente en la realidad, aunque con una independencia aún precaria, tres órdenes de tareas componen hoy la actividad civil del Renacimiento catalán, o, mejor dicho, de la Regestación de Catalunya. Hay una acción, por decirlo así, exterior, de relación con el Estado (que hace muy poco tiempo hemos establecido los catalanes con seriedad), y cuyo objeto es recabar para nuestro pueblo el mayor número de potencias posible... En esta acción, el trabajo, el ducal trabajo de Cambó ha sido admirable; y gracias a él podemos empezar los demás a tener derecho a la especialización... Pero toda facultad necesita un órgano. A cada potencia que lleguemos a ejercitar deben corresponder adecuados instrumentos sociales. A la acción de liberación externa (que acaso podría tener para nosotros el peligro de avanzar con excesiva rapidez) debe en lo interior correr paralela otra acción, que logre colocar en nuestras manos el instrumental de la libertad, de la cultura, de la plena vida civil. Esta tarea de organización interior ha empezado a realizarla, son sabia y sólida arquitectura, desde una propicia posición oficial. el Sr. Prat de la Riba... Por último, como facultades y órganos son vana máquina sin la vivificación del Espíritu, un tercer orden de acción civil debe tener entre nosotros por objeto llenar de alma, que es Eternidad, todas aquellas cosas. Esto, en mi sentir, debe ser hoy en Cataluña obra de juventud. Yo en ella colaboro con todas mis fuerzas, posanthi el coll, como por aquí decimos (y cuando por aquí decimos posanthi el coll hablamos de todo el cuerpo, y toda el alma, y toda la sangre, y toda la vida)... Sin duda, por esta mi intervención a la acción civil, y porque ésta, en cierta esfera general, puede llamarse Política, alguien ha hablado a usted de mí como de un político...

Me sería difícil condensar en unas pocas palabras el ideal sentido de esta acción civil que nuestra juventud ha iniciado ya. De dos años a esta parte, el balbucear de un nuevo espíritu, lanzado a los aires por mil bocas, va adelantando tanto, en insistencia y coherencia, que todo hace prever que pronto la articulación definitiva de nuestro verbo... Tal vez éste se ha formulado ya en el seno de nosotros mismos, sin que todos acabemos de darnos cuenta del acontecimiento magnífico... Si usted se empeña, y aún con riesgo de exclusivismo y de hablar desde un punto de vista excesivamente personal, yo le diré que, grosso modo, y tomando muy elevadamente las cosas, el programa filosófico de esta juventud se cifra en un voluntario humanismo, es decir, en una tendencia a tomar la actividad humana como medida de moralidad, de belleza y de verdad.

Esta filosofía del Albedrío, este Arbitrarismo, como le hemos llamado, representa un ideal moral de intervención y no de abstención, es decir, una Ética y una Política imperialista. -Un ideal estético, de norma y medida, es decir, un Clasicismo, -un ideal científico de que la Acción es la prueba de la Verdad-, es decir, una Filosofía Pragmática, en gran relación con la que, predicada por un Peirce, por un William James, por un Schiller, agita actualmente la conciencia del mundo sajón y tiene ya su representación latina en los esfuerzos aislados de algunos grandes pensadores franceses contemporáneos, como mi maestro Bergson, y en el pequeño grupo intelectual Leonardo, de Florencia... Esta Ética, esta Estética, esta Lógica, son en el fondo las de nuestro Raimundo Llull, nacional, gran arbitrario ante el Altísimo... Nosotros, en un colosal ensayo de interpretación, hemos recogido esta imperial tradición catalana, y, armados con ella, entramos agresivamente a la vida... Tanto ha sido así nuestra fuerza, que podemos sin jactancia afirmar que en dos años, aun antes de una sistemática articulación, hemos asegurado la definitiva victoria de nuestros ideales... No creería usted a sus ojos, amigo Salva, si yo le presentara los documentos intelectuales que acreditan la profunda renovación acaecida, en tan corto espacio de tiempo, en las capas superiores de la conciencia catalana... Cuando nuestra propaganda de Imperialismo empezó, el doctor Domingo Martí y Juliá, cuya voz era muy escuchada entonces, la calificó brutalmente, sin otra protesta que la mía, de Convicción manicomial exclaustrada. Hoy este Imperialismo da sentido a los tres órdenes de acción civilista de que antes le hablaba, y gracias a un gesto generoso de Prat de la Riba, que le incorporó paternalmente a su Nacionalismo, se ha convertido ya en la Cataluña contemporánea en una especie de Filosofía política oficial, a veces tácita, pero nunca en sinceridad negable. Y así en lo demás. El espíritu nuevo se ha abierto rápidamente camino en la opinión, y ya, para encontrar alguien que hable, aun en broma, del Pragmatismo, por ejemplo, diciendo de él "que no sabe si se come con cuchara o tenedor" o que "parece un duro sevillano" u otras humoradas, es necesario descender demasiado abajo. Arriba, en las alturas, no se oye sino aquel grito de santo y seña lanzado por mil centinelas del verso baudelairiano. En una vasta esfera superior, por encima de las diferencias circunstanciales, toda nuestra juventud, todos los que aquí llamamos nuevecentistas, se entienden. A una estrofa clásica de José Carner, corresponde una teoría socialista de Gabriel Alomar, largamente desarrollada en uno de estos himnos en prosa, adecuado vaso al vino generoso de su pensar. Si un Luis de Zulueta atenúa los microbios de nuestro humanismo en caldos de Pedagogía o de acción obrerista, un Pedro Corominas o un José Pijoan llevan el santo contagio del espíritu nuevo hasta las más recónditas covachuelas burocráticas... Como le he dicho a usted antes, la articulación en verbo de toda esta fuerza no puede tardar. Si la "normalidad" preciosa que parece prometernos la nueva ley de A. I. nos permite la tan anhelada "división del trabajo", y alguien puede ocuparse en nutrir de tecnicismo científico toda aquella construcción ideal, yo no vacilo en anunciar como próxima la creación de una verdadera Escuela catalana de Filosofía, tan importante, por lo menos, como fue un día la escocesa. Escuela que, a su vez, proporcionará al tercero de los órdenes de nuestra acción civil, a aquel cuya función es llenar de Espíritu, potencia y órganos las seguridades y las alegrías de la "Santa Continuación", y que, dándonos una personalidad en la Historia, justifica ante lo Eterno todas las vindicaciones y todas las expansiones de nuestra nacionalidad... Porque ya sabemos que "cualquier Imperio es cosa vana si no está preñado de Dios"...

Cuando le hablo a usted de la necesidad de un poco de clama para que los nuevecentistas de Cataluña ganen un tecnicismo científico, su discreción de usted habrá comprendido en seguida que éste es cabalmente nuestro punto flaco, y una de las necesidades de nuestro pueblo a que es más urgente atender[se]. En los últimos tiempos gran parte de este oficio de predicación, un poco vagabundo, que yo vengo ejerciendo en la Prensa catalana, lo he consagrado a comunicar a mis lectores la exaltación pasional y un despertamiento de estímulos (ya que más detenida tarea no me era posible) en favor de la Ciencia, de la Disciplina mental y moral de la Ciencia, del Método de la "Vida científica" en general, de este mundo de sentimientos y normas, de instrumentos intelectuales, que existe en todos los pueblos modernos, incluso, justicia es decirlo, en algunos rincones privilegiados de Madrid, y que aquí nos faltan por completo... Fruto de este mismo momento de propaganda, un nuevo libro mío está próximo a publicarse, una Introducción a la Vida científica, que tendré mucho gusto en mandar a usted... La cuestión del Método me interesa muy especialmente. Uno de mis anhelos sería ver dotada a nuestra juventud de un útil mental poderoso, de un útil que le permitiese, si ella fuerza tenía para ello (y yo creo que sí la tiene), conquistar personalmente la Ciencia, hacer descubrimientos, invenciones, hipótesis, construcciones, sistemas científicos personales. Al ciclo de la Lógica defensiva, que ha dominado en nuestro país y que tiene su más filosófica representación en El Criterio, de Balmes, debe suceder un ciclo de Lógica agresiva, que incorpore a nuestra idealidad nuevos mundos.

Pero de aquí que vengo robando a usted demasiado tiempo y diciéndole demasiadas cosas... Yo no tengo derecho para abusar así de usted. Luego, como yo soy del oficio, ya sé lo que va a padecer en seguida usted, mi querido Salvá, para meter algo de toda esta charla en su artículo. Perdone usted... Pero antes de que usted me deje, permítame un ruego: Ya que usted escribe para Madrid, hágame el favor de decir a los madrileños que en unas almas como las nuestras, por las que pasan tantas cosas, es muy difícil encuentren cabida y hora los pequeños odios de vecindad de que vienen hablando algunos.

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Última actualización: 1 de febrero de 2006