Palabras
de Eugenio d'Ors
La
Nación, Buenos Aires, 23-III-1921 (Especial La Nación)
Barcelona.
22.— Hemos celebrado una entrevista con el filósofo español
Eugenio d'Ors, muy conocido también por su seudónimo de
Xenius, que acaba de aceptar una invitación de la Universidad de
Córdoba para explicar un curso de filosofía sistemática.
En 1919, Eugenio d'Ors explicó otro curso diferente de filosofía en la Academia de Comercio de Londres y ahora se preparaba para efectuar otro en la Universidad de Lovaina.
«Acepto, nos dijo, con placer la invitación de la Universidad argentina de Córdoba. Hace mucho tiempo que el Colegio Novecentista de Buenos Aires se comunica conmigo; Benjamín Taborga y sus amigos emprendieron los mismos caminos que nosotros los españoles novecentistas. Las Universidades argentinas están abiertas a las palpitaciones de la existencia pública, y en Córdoba secularizaremos la enseñanza en sí misma, llevando a ella, de una manera triunfal, un ímpetu de vida nueva.
«Nuestra Universidad española debería recoger de aquella otra Universidad su espíritu rebelde, ante la caducidad de que está rodeada.
«Algunas figuras hispano-americanas han alcanzado ya el nivel de verdaderas figuras universales. Florentino Ameghino, por ejemplo, será siempre una gloria para su país. Al dimitir de mi cargo de director de Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña, dejé trazado un plan tendente a invitar a los más ilustres profesores de las Repúblicas americanas a dar en Barcelona, de diciembre a febrero, cursos de geografía, arqueología y literatura americana, y posiblemente, este ideal mío será recogido por los políticos catalanes que dirigen la Mancomunidad.
«José Enrique Rodó, en el mismo año de su muerte, pasando por Barcelona en su viaje a Italia, estuvo a verme en mi casa, y no hallándome, dejó una tarjeta diciendo que volvería. Y ya que no pudo hacerlo, yo le devuelvo la visita en su propia casa, que es toda la América de habla castellana.
«Así como todo se ha cumplido en el clasicismo griego y francés, los españoles que tenemos vida espiritual debemos completar el clasicismo nuestro, nutriéndolo con aire libre y así tendrá vastas perspectivas en el continente nuevo. Estas palabras merecen glosarse. Hay que volar a todos los vientos y [no](?) hay que procrear <en>(?) un solo nido dentro de la Nación».
En 1919, Eugenio d'Ors explicó otro curso diferente de filosofía en la Academia de Comercio de Londres y ahora se preparaba para efectuar otro en la Universidad de Lovaina.
«Acepto, nos dijo, con placer la invitación de la Universidad argentina de Córdoba. Hace mucho tiempo que el Colegio Novecentista de Buenos Aires se comunica conmigo; Benjamín Taborga y sus amigos emprendieron los mismos caminos que nosotros los españoles novecentistas. Las Universidades argentinas están abiertas a las palpitaciones de la existencia pública, y en Córdoba secularizaremos la enseñanza en sí misma, llevando a ella, de una manera triunfal, un ímpetu de vida nueva.
«Nuestra Universidad española debería recoger de aquella otra Universidad su espíritu rebelde, ante la caducidad de que está rodeada.
«Algunas figuras hispano-americanas han alcanzado ya el nivel de verdaderas figuras universales. Florentino Ameghino, por ejemplo, será siempre una gloria para su país. Al dimitir de mi cargo de director de Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña, dejé trazado un plan tendente a invitar a los más ilustres profesores de las Repúblicas americanas a dar en Barcelona, de diciembre a febrero, cursos de geografía, arqueología y literatura americana, y posiblemente, este ideal mío será recogido por los políticos catalanes que dirigen la Mancomunidad.
«José Enrique Rodó, en el mismo año de su muerte, pasando por Barcelona en su viaje a Italia, estuvo a verme en mi casa, y no hallándome, dejó una tarjeta diciendo que volvería. Y ya que no pudo hacerlo, yo le devuelvo la visita en su propia casa, que es toda la América de habla castellana.
«Así como todo se ha cumplido en el clasicismo griego y francés, los españoles que tenemos vida espiritual debemos completar el clasicismo nuestro, nutriéndolo con aire libre y así tendrá vastas perspectivas en el continente nuevo. Estas palabras merecen glosarse. Hay que volar a todos los vientos y [no](?) hay que procrear <en>(?) un solo nido dentro de la Nación».