Eugenio d'Ors
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Discurso de Eugenio d’Ors en el acto de Homenaje a Ganivet
Reproducido en ABC, 29-III-1925, pp. 18-19
Acto académico homenaje a Ganivet
Recuerda que no hace dos meses el sol madrileño veía desfilar una manifestación: esta manifestación era la de la conformidad española. (Grandes aplausos)

"Hoy, otras calles han presenciado otra procesión. No quiero que se interprete mal mi pensamiento. La manifestación de hoy es la de la no conformidad. (Ovación prolongada y vivas a la libertad) Aludo a la actitud especial de la inteligencia, que es el no conformismo. Los restos eran de un intelectual, acaso el primero que apareció en España, cuando hubo de luchar contra una popularidad fácil de cara a las esclavitudes posibles de un partido y de cara a la autoridad.
Todo nos muestra la imposibilidad de encajar un espíritu dentro de la cárcel de un programa. Esta independencia es tan grande, que hoy no podemos clasificar a Ganivet, que no logramos poner al servicio de nuestras pasiones. Nuestro primer acto debe ser de respeto, para no hacer servir su recuerdo de modo conveniente para ningún partido.
Homenaje a Ángel Ganivet en el Paraninfo de la Universidad Central de Madrid.
Mundo Gráfico,
1-IV-1925
Ganivet se nos escapa de las manos. Es el hijo tímido del tiempo en que empezaba la revisión de todos los conceptos favoritos del siglo XIX.
El individualismo de Ganivet, tan análogo al de Ibsen, que destruyó en Europa mentiras y convencionalismos, nos fuerza a desear un análisis que no cabe realizar hoy.
Pero hay que recordar su crítica sobre las ideas de democracia. Es absurdo presentar a Ganivet como la figura representativa de nuestros sentimientos y deseos del día, justificados por otra parte. Hay que rendir tributo a la verdad.
La posición de Ganivet frente a la democracia fue típica. Su tendencia patriota, casticista, fue adversa a la obra del siglo XIX en España. Fue contrario a los principios erigidos por la revolución, y su obra es enemiga de las convenciones de Parlamento y la democracia.
Yo no canonizo estas ideas —añade—, contrarias a las exigencias ideológicas actuales; pero me repugnaría falsear los hechos. El mayor respeto para Ganivet, repito, es no querer hacerle servir para nada.
Las ideas de Costa y Ganivet se han realizado en parte. Fueron antiparlamentarios y antidemocráticos, desdeñando las fáciles emociones populares. El siglo nuevo está declarando caducas y marchitas músicas como la de la Marsellesa, y ha sido substituida con la Marsellesa de la autoridad.
Estos restos son una nueva. personalidad, son un órgano de las exigencias de realizaciones.
Ganivet descansa en la Universidad. Nos sentimos sus discípulos”.

Cree que la verdad necesita una continua contradicción, y este sentimiento encarna en el acto de hoy, acogiendo la Universidad al cerebro opuesto a su espíritu actual.
(El orador fue muy aplaudido)
Eugenio d'Ors (El Sol, 30-III-1925, p. 8)
Han pasado apenas dos meses —dijo— en que una buena mañana, llena de sol y alegría, templada y brillante, asistió todo Madrid a una manifestación llena de colorido y de entusiasmo, organizada con motivo de una fiesta onomástica. Aquella manifestación era la manifestación de la conformidad española.
Hoy, bajo un cielo gris, triste, y una temperatura fría, se ha congregado también por las calles de Madrid otra manifestación, con un motivo bien distinto: ésta ha sido la manifestación de la no conformidad.
(Atronadores aplausos acogieron las palabras del orador).
No quisiera —afirmó— que se interpretasen mal mis palabras. Ganivet era un gran rebelde, un formidable rebelde; pero por eso mismo, porque fue un espíritu independiente, que procuró afirmar su independencia por encima de todas las conveniencias de su época, no sería honesto que se pretendiese utilizar sus cenizas, ni aun su recuerdo, para exaltar una idea de partido. Ganivet era un temperamento típico, en relación con aquellos momentos en que se formó su inteligencia, y en que agonizaba el siglo XIX. Se formó en la intimidad de la Prensa y de los libros, y yo entiendo que ahora, en este memento, sólo debemos aquí hacer una brevísima revisión de su obra.
Ganivet era un españolista y un casticista. Creo equivocado intentar que su memoria sirva para otros fines. Quería un patria grande, que supiese emancipar su conciencia de las conveniencias de un Parlamento que cuando iniciaba su eficacia era clausurado, y de unas garantías que se suprimían cuando eran más necesarias. Yo no canonizo esas ideas; pero Ganivet era así. No sería honesto ocultar esto en una fiesta como ésta. El siglo XX se caracterizó, por el contrario del XIX, por la exaltación de La Marsellesa de la autoridad. Ganivet la cantó antes que nadie. Pero como la victoria de la autoridad no existe más que en aquel que hace algo, transforma, renueva o crea donde esto no existe sólo queda la fuerza. Y ocurre que el que no hace cosas de las que pedía Ganivet, o de las que aún tenemos hambre nosotros, se queda con la fuerza, y fuerza sin autoridad es como un pellejo desinflado.
Hoy llegan los restos de Ganivet a la Universidad y todos nos sentimos un poco sus discípulos. Procuremos serlo en todo lo que tuvo de sano y de generoso su ideario.
Recordó la disparidad que siempre existió en Francia entre las teorías que representó la Sorbona y las que sustentó el Colegio de Francia. Cuando la primera fue escolástica, el segundo fue humanista. Bruscamente se trocaron las ideas, hijas de la controversia y de la discusión. Todo contribuyó a afirmar más la autoridad de aquellos centros de cultura. Lo mismo ocurre a los Gobiernos. Necesitan ser discutidos para reafirmar su autoridad.
Este centro universitario, centro reaccionario que pudo llamarse en el final del siglo XIX, hoy, al acoger los restos de Ángel Ganivet, debe procurar que su memoria sea la iniciación del Colegio de España.

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Última actualización: 10 de junio de 2010