“Yo no tomaría —dijo— la palabra para pronunciar un brindis, porque la necesidad ya es cumplida, sino para formular una reclamación; la reclamación de un grupo de amigos de Azorín, que seguimos con una gran atención y con un gran interés sus aventuras teatrales de los últimos tiempos, que ponemos en el éxito de ellas pasión, pero que lamentamos que esta tarea le haya alejado de otras actividades, siquiera sea momentáneamente, pero que ya nos va pareciendo demasiado larga. Hay una porción de terrenos de literatura, sobre los cuales Azorín ejercía una acción constante; y estos terrenos están descansando hace demasiado tiempo, porque él no los trabaja. Nosotros nos hemos acostumbrado, por ejemplo, a que el pasado literario español llegase, en parte, a nosotros, a través de la recreación, que representa la sensibilidad de Azorín.
Una porción de sombras ilustres, que estaban medio dormidas en los libros, han aparecido ante nosotros y nos han dicho su palabra, gracias a la evocación maga de Azorín. Hay más figuras. Queda una gran cantidad de pasado y hay un deber de no dejar que este pasado sufra en los limbos de la pura erudición.
Existe todavía mucho que hacer. Usted ha trabajado sobre el siglo XVIII. Este siglo XVIII, tan interesante, tan importante, espera todavía la obra maga de esta evocación. Continúe usted su aventura teatral, de la que tanto esperamos sus admiradores; espero no abandone a aquellas almas que han existido, y que, por falta de sensibilidad, están sufriendo antes de entrar en el empíreo de la contemporaneidad. Caridad, Azorín, para las benditas almas del purgatorio”