Eugenio d'Ors
CRÓNICA DE LAS IDEAS   
CRÓNICA DE LAS IDEAS EN 1952 (1)
 
El más pesimista reconocerá el incremento de la actividad ideológica entre nosotros cuando estos últimos diez años. No hay más que ver cómo se agita y empieza a pulular el grupo de la filosofía, en el cual operan sus específicos servidores. Cuando a cada paso se encuentran reuniones o parejas de graves personajes, desde los canos hasta los barbilampiños, cuyo santo y seña colectivo responde a un interés de este orden, de algo habrá que hablar. El que no analiza las razones a cuyo peso hubieron de sucumbir Grecia y Roma, es porque recapitula el modo de relación entre la física y la dialéctica.

Quiere decir que estos días ando asustado ante el riesgo de entrar en tarea análoga a la por mí emprendida en años anteriores y análogas calendas, de dar a una crónica sobre las ideas de más sonoro curso, un alcance universal. No digo que, en otro estilo, ello no se emprenda y prosiga. Ya se hace, bien en múltiples glosas, bien en más o menos extrañados cursos. Pero lo que ahora tal vez no sería posible, incluso para quien contó la historia del mundo en quinientas palabras, fuera el cifrar en otro tanto, dimensión de un artículo de periódico, el panorama de las novedades de la ideología contemporánea.

Me contentaré hoy con el índice de las propias. A pesar de los pesares la cosecha no ha sido mala. San Invento, natural de Gerona, favorece a quien sabe implorarle, a vísperas y a maitines. Y, según escribía don Gaspar Núñez de Arce, alumbra a veces,

"en su postrer instante,
con su más bello resplandor, la vida".


Don Gaspar era un dudoso poeta. Pero hay que reconocer que, en otros capítulos, podía estar cargado de razón.
 
EL SER Y LA ASUNCIÓN
La crisis actual del principio lógico de identidad es notoria. En esto, sigue la desgracia del principio de razón suficiente. Nadie piensa en realidad según esos carriles, ni los salvajes idólatras, ni los premios Nobel de física.

Pero, ¿se quiere que cuanto no es mecánicamente organizado naufrague en el caos? No. Otros principios, más laxos, más flexibles, más verdaderos, reemplazaron, respectivamente, a los principios de razón suficiente y de contradicción. En el lugar del principio de razón suficiente hemos colocado el de función exigida, gracias al cual "el universo no es una máquina, pero es una sintaxis". En el lugar del principio de identidad nos regimos por el principio de figuración, gracias al cual toda existencia es a la vez un objeto y un signo y tienen, por fin, explicación exotérica las palabras finales del Fausto. Donde leímos: "Cuanto existe no es más que un símbolo", debemos leer: "Cuanto existe es también un símbolo".

Una manera tosca e irregular de hacer entrar, en el símbolo, lo simbolizado, es la manera de la mentalidad primitiva, que los antropólogos llamaron "principio de participación". La manera como la luna, por ejemplo, es la fecundidad. Sólo que hay otra manera más apretada. Aquella por la cual el nimbo de la imagen de un Santo es el mismo Santo o como mi firma es mi persona. Y mi firma -o mi palabra de honor- responde de lo que yo debo hacer.

En estos casos se puede y debe decir que la imagen asume el nimbo, o que la firma asume la persona. Con lo cual resulta que la personalidad es más extensa que el individuo. Esta nueva dimensión de lo individual es lo lógicamente descubierto en 1952. Y de lo que resulta que la asunción es, en metafísica, lo mismo que, en retórica, la antonomasia.
 
LA PARUSÍA
Una de las adquisiciones ideológicas personales de 1952 es la de la asunción, integrada en la metafísica del ser. Otra, la parusía, como superación de la antinomia entre la presencia y la ausencia. La de "parusía" es una palabra que viene de los textos del Nuevo Testamento. Filológicamente, no procede de la lengua culta, sino de la dialectal y vulgar. Designa, por ejemplo, la nota del tiempo transcurrido entre la resurrección del Señor y su ascensión gloriosa. Tiempo en que se colocan los hechos de la pesca milagrosa y de la cena con los peregrinos de Emaús.

Cuando la semilla de un árbol germina, ¿se trata o no del tal árbol? ¿Es o no es un naranjo? Es y no es un naranjo. Es un naranjo, puesto que no puede llegar a ser otra cosa. No es un naranjo, puesto que no está dotado todavía de sus propiedades y condiciones. El hecho de la germinación opone una dificultad lógica radical al principio de contradicción. Este principio es superado por la dialéctica del germen. Pues bien, parejamente, hay una superación dialéctica posible a la antinomia entre lo presente y lo ausente. La parusía es la conciliación dialéctica de la presencia con la ausencia. Significa el estado del muerto, cuya eficiencia actual es más fuerte que la del recuerdo. Significa el impulso, gracias al cual se erigen estatuas o se celebran centenarios.

Entre otras invenciones geniales, Benito Mussolini tuvo la de un título. El título: Hablo con Bruno. La idea en él implicada gana, sobre todo en sus posibilidades de generalidad, al valor sentimental que en el mismo se encierra. Ni hay porqué recurrir a lo sentimental para adivinar los alcances ideológicos de la noción de parusía. ¿No le obedecen las concepciones jurídicas todas sobre la permanencia de una personalidad legal, por ejemplo, la del testador, cuando una existencia física se ha extinguido? El mismo concepto de personalidad, ¿no incluye la asunción de un nimbo de no ser en el ser de que se trata?

La noción de parusía es uno de los dones que debo agradecer a San Invento en el curso del año que ahora se cierra.
 
EL "GAY SABER"
La expresión "El Gay Saber" alude usualmente a cosa de poesía. Mi innovación consiste en extenderla a cosa de conocimiento. Pero no extenderla así como quiera, por capricho y gusto de bautizar lo que no se sabe todavía si existe. Sino porque el objeto existe y presenta rasgos diferenciales propios.

Los he señalado inequívocamente. El "Gay Saber" corresponde a un orden de conocimiento emancipado del principio de contradicción. Este orden del saber no se reduce a un juego, aunque fuese tan noble como el de la poesía. Corteja también a la verdad y trata de lograr ayuntamiento con ella. Pero este cortejo no es exactamente un matrimonio, ni siquiera un noviazgo. Aquí, el trabajo y la legalidad no excluyen el juego y la diversión.

El "Gay Saber" ha conocido, en la historia de la cultura, tres manifestaciones históricas sucesivas. La primera se llamó el Humanismo y su centro de atracción fue la antigüedad. La segunda mereció el nombre de Enciclopedismo y giró en torno de la previsión optimista del porvenir, del progreso, y aún del progreso indefinido. A la tercera, no se tome a mala parte el que le demos el título de Periodismo -mejor que el de "Ensayismo" u otras hipocresías-. Esta forma, la de aparición más reciente, tiene por ideal la Actualidad. Es decir, la historia que se hace, la realidad que va apareciendo.

Un sistema de definiciones, y aún de preceptos, se estatuye encima de esta triple concepción. Las manifestaciones del "Gay Saber" pueden ser otras con el tiempo. Pueden modificarse sus características. Siempre persistirá la calificación esencial del género. Añadiré que el ejercicio de mentalidad, cuyas notas se han descubierto ahora, está muy lejos de condenarse a un puro devaneo. Quizá pudiera afirmarse su continuada fecundidad, pensando en la producción de hipótesis, y hasta en la de tesis generales, cuyo alcance no puede ser justificado por la simple experiencia. No hay necesidad de salirse de lo científico, para admitir la legitimidad del Humanismo o de la Enciclopedia. Ni siquiera tenemos necesidad de acudir a las "experiencias de imbécil", que tan buen resultado le dieron a Darwin, para salir del seco "Hypotheses non fingo" de Bacon. Hay derecho a ser aventurado, y hasta aventurero, mientras se tenga conciencia de la aventura y no demos el recreo como creación.

Ni siquiera cuando, como en el caso de ahora, la legitimidad del plan está garantizada por el crecimiento del espíritu.
Hay algo que se llama la ciencia. Tiene sus leyes y sus reglas. Hay algo que se llama el arte: las tiene también. Hay algo que se llama el "Gay Saber", al cual no faltan. Siempre será útil el percatarse de esto y evitar, de paso, las confusiones.

(1) Recogido en la serie «Estilo y Cifra» de La Vanguardia el 1-I-1953

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Última actualización: 13 de octubre de 2005