Eugenio d'Ors | |
TIJERETAS
HAN DE SER” (AFORÍSTICA DEL TESONERO) (1937) (1) |
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I |
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Si
tesón tienes, ten razón. O cedas o veas. |
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II |
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Copiará
fatalmente quien no sepa(2)
heredar. Recuérdese que cuanto(3)
no es Tradición, es Plagio. |
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III |
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Equivocada,
cualquier concepción de la Cultura que no se constituya(4)
sobre el modelo(5)
de la Comunión de los Santos. |
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IV |
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En
la Cultura, los siglos son tradicionalmente solidarios. Y los pueblos,
ecuménicamente. |
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V |
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Dom
Guepin, abad de Silos, en una reunión donde por turno se preguntaba
a los presentes, un poco en guisa de juego de sociedad, qué idea
se habían formado de la(6)
bienaventuranza, hubo de contestar, intelectual auténtico, goloso
de inteligencia: "La bienaventuranza… La bienaventuranza…
Objeciones dulces al Ser Supremo"… |
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VI |
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En
los países inteligentes, Italia, por ejemplo, también la
disciplina totalitaria(7)
se concibe así. Testigo, aquel Congreso internacional de Venecia sobre arte, en julio de 1934, donde los menos estatistas resultaron ser, precisamente(8), los delegados oficiales italianos(9). |
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VII
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Dos
monumentos funerarios simbolizan, del modo más auténtico,
la oposición entre dos concepciones de la vida. Allá, en
Moscú, el suntuoso mausoleo de un Profeta; porque Asia ha gustado
siempre del profestismo. Aquí, en Maillane, el edículo de
un Mago, con la estrella del Felibreje en la modesta cúspide: un
Mago — llamémosle filósofo o artista, es decir, lo
contrario de un profeta. Si los «proletarios» del mundo, unidos, dan perpetua guardia de honor a la tumba de Lenin, ¿por que los «padres» del mundo no irían, en peregrinación siquiera, al llegar el mes de septiembre, a celebrar ante su tumba de Maillane, a celebrar a Mistral, poeta épico de la civilización agrícola? ¡Padres del mundo, uníos! |
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VIII
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Fijaos:
conceptualmente, «Padre» significa exactamente lo mismo que
«Proletario». Pero si en lugar del concepto atendéis al sentido, ¡qué diferencia, qué oposición! Abyecto y zoológico el «Proletario» es una entidad rigurosamente contraria al «Padre», rico en dominio, soberanía, dignidad. |
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IX
(12)
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Teoría
del Imperialismo. Un imperio es un Estado-Padre. |
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X
(13)
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No
hay «Imperios coloniales». Colonización es proliferación,
obra del proletario. Los verdaderos Imperios no se componen de Colonias, sino de Provincias. |
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XI
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Un
nuevo rico adquirió(15)
un cuadro tan grande, que no le cupo en el plano de(16)
la pared de la habitación a que lo destinaba. Impío, lo
hizo cortar(17)
verticalmente hacia la mitad y colgó el primer trozo en aquélla,
y el resto en la habitación contigua. Hay quien se(18) imagina que, con el Imperio, se puede proceder así. |
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XII
(19)
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Todo
nacionalismo es separatista. La extensión(20)
no importa. |
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XIII
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El
primer deber del paisajista es no formar parte del paisaje. El primer
deber del estadista, que no le puedan llamar castizo. |
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XIV
[XIX]
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Una
experiencia, no desvanecida aún, de herido en el brazo, me ha enriquecido
con algunas verdades carnales (hay verdades carnales, como las hay conceptuales).
Sé que el nido de la valentía del hombre es el brazo; mientras
que su cobardía reside en las piernas. De su valentía y, coherentemente, de su alegría. Por esto, la experiencia nos dice también que el herido del brazo se pone triste cuando el de la pierna puede conservar su alegría intacta. El espontáneo florecer figurativo del lenguaje no se equivoca, no, cuando asume simbólicamente en el brazo toda la representación del denuedo. «La fuerza de mi brazo»… he enarbolado instintivamente cualquier Caballería. Y con más certera audacia imaginativa aún: «El valor de mis brazo»… Atribuyendo el valor al brazo, como el pensamiento, a la cabeza. |
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XV
[XX]
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También
los Ángeles tienen brazos, aunque tengan alas. Una ley morfológica,
superior a groseras anatomías —y, a la vez, a mediocres romanticismos—,
quieren que el volar no excuse el trabajar. Como tampoco la poesía
debe excusar la artesanía. Ni la sabiduría, el combate.
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XVI
[XXI]
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«Tres
cosas hay —decía el Maestro Eckhart— que nos impiden
oir la palabra divina. La primera es nuestro cuerpo; la segunda, la pluralidad;
la tercera, el tiempo». Traslademos la fórmula a la comprensión de lo histórico. Tres cosas hay que turban, para nosotros, el verdadero sentido de la tradición. En primer lugar, la apariencia anecdótica de los acontecimientos; por esto los eruditos son tan malos historiadores. Luego, el prejuicio de lo local, que nos finje una simple adición de historias particulares allí donde lo real es la Historia Universal, en síntesis orgánica. Y, en fin, la ilusión de lo cronológico, que nos lleva a creer que, por ejemplo, todo el siglo XV se ha acabado cuando empieza el siglo XVI y que, embriagados de mudanza, nos vuelve ciegos y distraídos a la permanencia. |
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XVII
[XXII]
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Finisterres…
— No se es impunemente el fin del mundo.
Ni se ocupa, por siglos y siglos, un palco proscenio en el Gran Teatro del Misterio. |
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XVIII
[XXIII]
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Las
grandes épocas constructoras de puentes han sido aquellas en que
la Historia ha manado de los poderes más fuertes y auténticos.
Cuando en cualquier parte de nuestra Europa veáis, camino entre
dos orillas, alguna magnífica fábrica de piedra, firmemente
asentada sobre corriente o precipicio, podéis apostar, con sólo
una quinta parte de margen de error, que aquella es obra, bien romana,
bien del siglo XVIII. Detrás de toda floración apoteósica
de puentes ha habido un gran Rey, si no es que haya habido un Emperador.
Es decir, en términos generales, una alma capaz de la cenestesia
entre dos orillas. Cuando lo propio del liberalismo es que, al pensar
en una orilla, le resulte imposible pensar, a la vez, en la otra. |
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XIX
[XXIV] (27) |
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Digan
lo que digan las cronologías, el siglo XVIII es aquel en que
la humanidad ha estado más lejos de la Prehistoria. |
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XX
[XXV]
(28)
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Al
exótico por privación, el exotismo, con el cinismo, se le
encona. De lo cual se vuelve más exótico aún. Y viene
el añadirse, al exotismo simple de la insuficiencia, el exotismo
requintado del rencor. Y esto es lo que, a veces, se llama nacionalismo. |
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XXI
[XXVI]
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Distinguir
implacablemente el valor social del «trabajo», el valor civil
del «negocio», constituirá, o mucho me engaño,
uno de los temas capitales del tipo de civilización que hoy implanta
la casi universal victoria de los regímenes políticos de
autoridad. |
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XXII
[XXVII]
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Todo
el honor, toda la libertad, para quien crea. Toda restricción,
toda humillación, para quien especula. |
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XXIII
[XXVIII]
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Escríbese(32),
en los casos de indeterminación, el substantivo "Cultura",
con una mayúscula, en singular; con una minúscula, en plural.
Como la palabra(33)
"Dios". |
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N.S.
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De
estos opulentos tesoros del saber no puedo llamarme el amo. Pero tengo
las llaves. |
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(1)
Por error en la numeración romana, en la edición de
Gnómica estos aforismos se presentaron numerados del I
al XXVIII, pero en realidad comprende solamente XXIII aforismos (no existen
los aforismos XIV a XX). Sólo 10 de estos XXIII aforismos (I a
VI, XI a XIII y XXIII) se encuentran entre los 14 publicados con este
mismo título en Arriba España (11-9-1937); en este
periódico se recogían, además, como segundo aforismo:
«Las Leyes son Normas, pero también son Armas», incluido
en Gnómica entre los «Primeros Lemas» (V);
como cuarto aforismo: «"Siempre habrá pobres entre vosotros...".
Cuidarás de que no sean siempre los mismos», incluido en
Gnómica entre los «Principios de Política
de Misión» (17); y en décimo y undécimo lugar,
respectivamente: «Me pide un amable corresponsal que amplíe
las consideraciones sobre Austria, contenidas en una glosa reciente...
Ampliar, ¿hasta dónde? Vale más darse el límite
que se dan los verdaderos poetas, cuando callan todo lo que no podría
recordar involuntariamente la memoria.» y «En la glosa de
ayer salió impreso al principio: "El historiador futuro...",
donde se había escrito: "Al historiador futuro..." Lo
salvo, porque el incurrir en sospecha de solecismo es lo que me desazona
más. Que otras faltas son como granos -o salpullidos- en el dicurso;
pero el solecismo, una septicemia.», no recogidos en Gnómica. |
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Última actualización:
30 de mayo de 2006 |