Eugenio d'Ors
AFORISMOS
AFORÍSTICA NUEVA
 
I
Los aforismos con las glondrinas de la Dialéctica.
II
Tacto: alfa y omega de la vida sensual. En el tacto están los abismos oscuros de ella, sus cimas luminosas. Nada tan mezquino como los sucios recovecos de esta sensación. Nada tan noble como sus placere en aquella etérea región, donde, por encima de la alegría de la claridad —patrimonio de la vista—, se llega —nuevo patrimonio del tacto—, a la alegría de la luz.
III
Ver, lo que debiera llamarse ver, no es negocio tan fácil. Pensemos que ha habido un siglo entero, el XIX, en que la humanidad no supo discernir el dorado de pan de oro del dorado de purpurina.
IV
¿Qué es un piropo? Un piropo es un madrigal de urgencia.
V
La cortesía puede tener algunos inconvenientes. El peligro, por ejemplo, de que al cortés le tomen por figura del séquito de aquella misma persona, a quien, al llegar a la puerta, acaba de ceder el paso.
VI
—«El corazón tiene sus razones que la razón no comprende».
—De acuerdo, Monsieur de Pascal. Pero reconozca usted que, por su parte, la razón tiene sentires en que el corazón no palpita.
VII
«Il faut mourir aimable, si l'on peut» (Joseph Joubert)… También yo he dicho alguna vez que hay que «pintar amable». Y, además, cantar amable, siempre que se pueda, tanto como se pueda. Ahora, si morir, pintar o cantar amable significara necesariamente hacerlo en la frivolidad y en la inconsciencia, valdrá más cantar, pintar y morir erizando las púas.
VIII
Alguna vez, la prosa de ese autor eriza las púas. No se lo contemos como perfección, pero contémoselo como dignidad.
IX
… Aquel que, después de haber profesado la democracia como una doctrina, sobrellevó la impopularidad como una aureola.
X
Un cirio a la Acrópolis y otro a lo Barroco… No importa que la llama de este último cirio, más expuesta por ley de su posición a los vientos agitados y volubles, oscile siempre y, de cuando en cuando, se apague.
XI
Al alma no se le muere ningún esposo, sin dejarle un hijo póstumo en las entrañas.
XII
Maldito Freud, maldito Psicoanálisis, que me han estorbado la emocion de serena paz con que yo contemplaba, antes, en Viena o en Zurich, los ojos azules de las jóvenes transeúntes que pasaban por mi lado.
XIII
Sé de ciertos descubridores, a quienes un temprano descubrimiento ha esterilizado para el resto de sus días. Levantaron cosecha opima en alguna lejana primavera. Hoy se obstinan en cavar en campos que ya se han vuelto estériles.
XIV
Como la vejez es una segunda infancia, la filosofía en una readquirida inocencia.
XV
La guerra, con el acero de su cuchillo, abre en dos la manzana colorada de la civilización. Y muestra la ceniza o la gusanera que guardaba dentro. Quien de ésta gustó, caía en la más abominable de las tentaciones del diablo. Si escapaba al sensualismo desesperado, a la enfermedad de las salas de autopsia del XIX, era para hundirse en la melancolía. Enfermedad también — «la enfermedad de Babilonia», dijo San Francisco.
XVI
Desde los veinte hasta los cincuenta años, este hombre ha estado elaborando penosamente una juventud.
XVII
Después de todo, cuando las lenguas de fuego descienden, es siempre sobre las asambleas.
XVIII
La noción de Pecado original es la clave del arco, no sólo en la Historia, sino en la Física.
XIX
Toda interjección es una secreción.
Todo verbo, un movimiento.
Todo substantivo, un exorcismo.
XX
Ciertos lugares comunes tienen el valor de lo que llamaríamos «humanidades de juguete». Se usan como usa el niño de nuestros días, de la flecha y el carcaj.
XXI
Cuando la selección intelectual de un país sólo se ocupa en hace fichas, la masa del msmo sólo se ocupa en mover máquinas. Aquella cae en el mandarinismo; ésta, en la barbarie.
XXII
Hoja de álbum.
Encuentra en esta hoja un abrazo reprimido; no, un piropo embalsamado.

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 3 de julio de 2008