Eugenio d'Ors
AFORISMOS    
EL ALMARIO
     
 
I
 
 
Singular expresión esta del «almario» donde, según el vulgarismo español, se tiene el «alma»…
Que la analogía en las palabras no nos extravíe. El «almario» no es un «armario». No se tiene el alma en el almario guardada, plegada y oculta. Sino viva y agitada y tal vez cantante, como el fuego en la chimenea.
 
 
II
 
 

Ya sólo con decir «mi alma», hacemos patente una irreductible dualidad. Uno es el poseedor; otro, lo poseído. ¿El alma no es, pues, el yo? ¿Quién, pues, es el yo?
El almario.

 
 
III
 
 
Hay también derecho a llamarle «la personalidad». Y, acaso, debemos llamarle «el Ángel» (Demonio familiar, en Sócrates).
 
 
IV
 
 
Almarios, sólo uno de cada especie.
 
 
V
 
 
Lo de «tener su alma en su almario», quizá no sería un título de superioridad para una mujer. Sino, el tener su alma en almario ajeno.
 
 
VI
 
 
La doctrina del almario es pura Poética; como que se refiere exclusivamente a la creación. La del alma, en parte, Patética, Física. Por esto puede ser objeto de una ciencia: la ciencia psicológica.
 
 
VII
 
 
Y ahora veo que es el almario el que crea el fuego; y el alma, la chimenea.
 
 
VIII
 
  La invención no es el resultado del estudio; pero es su recompensa.
Todo invento es hijo de la casualidad. Ahora, que, tales casualidades, únicamente les ocurren a los sabios.
 
 
IX
 
 
Por lo de la dualidad, cualquier auténtico pensamiento es diálogo.
 
 
X
 
 

Del trigo de mis cosechas echaré un diezmo al mar. Del pan de mi mesa desmigaré un poco, para lanzarlo en parte a los pájaros y en parte al azar. Del oro de mi bolsa escasa y de las horas de mi estrecha vida, dilapidaré un poco, para santidad de lo que reste.
De lo que escribe mi pluma, es justo también que una parte se haga pavesas; una parte que, por nadie conocida, vuele por la ventana y suba a lo alto, por la escalera de un rayo de luz, para que me sea Apolo propicio
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Última actualización: 27 de junio de 2008