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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
BARONCELLI
(La Vanguardia, 29-I-1944, p. 3; recogido en Novísimo Glosario, pp. 36-38)
Con la vesta ruda, a cuadros de vivos colores —¿por qué llamar siempre «escocesa» una estampación igualmente autóctona en la playa portuguesa de Nazaré que en la provenzal marisma de la Camarga—, y muy ceñida al talle enjuto; con el chalín de cachemira, mas vivazmente polícromo aún, trabado de nuca a garganta en lazo volandero; jinete de un tordo bagual, zancudamente cabalgado a la vaquera; la pica en ristre y en el siniestro puño, con el rendido sombrerazo de Lunelle, un ramo de flores, hete aquí entrado en la improvisada y breve arena al caballero, a la cabeza de otros cuatro y del pelotón de espoliques… Hoy las picas se abatirán, porque la fiesta no es de toros, sino carrera de cocarda, donde la moña es el trofeo por cuya posesión se luchará, bajo los ojos de la Reina de los felibres y con la galante recompensa de recibirlo de sus blancas manos.
Toca a la reina, así como a todas las damas de su corte, la cofia arlesiana, a cuyo abrigo presidieron ayer los Juegos Florales, visitaron piadosamente la tumba del Mago de la Estrella, y cantaron, a la noche, so el baldaquino de resplandor de las otras, tas transformaciones de la esquiva Magalí. Y también es un rey el caballero lidiador, rey de la nación guardiana, con doble vasallaje de pastores y de poetas, escampados entre pantanosas llanuras, cuyos horizontes lívidos sólo rompe, con la fuga de los fuegos fatuos, la andadura de las tropas gitanas, en peregrinación hacia las Santas-Marías. Una majestad patriarcal asiste a ese monarca: sus competidores en el hípico torneo serán sus hijos y los maridos de sus hijas. En la pugna piafante, ni la fuerza, ni la agilidad, ni la maestría del amojamado patriarca cederán ante las de los florecientes bisoños. Importa que el trofeo sea suyo por tres veces en la tarde, y que él se lleve, con el triple galardón, el ya usual aullado triunfo. Importa que el ramo de flores vuelva a sus manos, y a su consuelo el enternecido sonreír de la soberana. Importa que él sonría igualmente, siempre tácito, únicamente con el azul resplandor de los ojos en sangre, entre el enrevesado laberinto de las arrugas del rostro y el frunce de los labios truncos. Importa(1), porque el año que signe, el año de 1943, el barón Baroncelli va a morir.
Y conviene además que, en el crepúsculo de una serena jornada de septiembre, al despedirnos en la estación, el barón Baroncelli, rey ganadero de la nación guardiana, vástago de una pecuaria dinastía, fuego fatuo hecho carne, venga a caballo y mandando su montura, a ciencia de brida, subir uno a uno los peldaños de la estación y bajarlos de un salto. Y que a caballo se quede en el andén, a despecho probablemente de cualquier reglamento, hasta el punto de nuestra partida. Reglamentos, administraciones, ferrocarriles, vallas, rieles, taquillas, postes, relojes, horarios, ¿qué valor conservan, ante esta erguida representación viviente de la tradición?… Un derecho divino le eleva a él, más asentado que nosotros en la eternidad, por lo mismo que símbolo del nómada. Y más a su nación que a cualquiera de las que puede barajar a capricho una Sociedad de Naciones o una palabrera conferencia diplomática. Y más al recuerdo con que ahora le evocamos al conocer la noticia de su desaparición y al comentarla en un periódico, entre los mil acontecimientos de una crónica que difícilmente aludiría a algo más sempiterno que él.

(1) importa om. Nuevo Glosario

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Última actualización: 29 de mayo de 2009