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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
POLÉMICA SOBRE CEZANNE CONTRA CEZANNE
(La Vanguardia, 31-X-1944, p. 4; recogido en Novísimo Glosario, pp. 408-411, y reproducido parcialmente en Cézanne)
Un velador es un objeto visible y tangible. A la palabra que se dijo no se la ve ni se la toca, siendo como es la palabra una «forma espiritual». La primera en que atinara Gobineau al concebir que existían «formas sin materia»… Y ocurre que la palabra de quienes fueron, conservada por el recuerdo o por la escritura, nos conmueva o nos aleccione cumplidamente. Mientras que(1) los difuntos que los aficionados a las ciencias psíquicas convocan a los veladores no sueltan más que necedades.
Ya me ha ocurrido alguna vez el dialogar con Goya, mientras yo andaba en trance de averiguar y descifrar el «epos» de su destino. Y hasta el que Goya, en el forcejeo de este diálogo, pudiera conmigo o me obligara a dejarle por imposible… Hoy, porque acabo de poner en castellano un libro sobre Cézanne, me tropiezo con algunas rebeldías de Cézanne, que no puedo dejar pasar sin contestación. No es nuevo el que un crítico o un biógrafo llegue a conocer mejor a su personaje que el personaje mismo: para algo tenemos una sobreconciencia, más lúcida que la conciencia. Y que, a veces, cabe desde fuera captar más adecuadamente.
Los textos que aquí siguen son palabras auténticas de Cézanne. Las últimas contenidas en una carta al pintor Rouault. Y todas muy cargadas de sentido.
—«La luz y la sombra son relaciones de color. El dibujo puro es una abstracción. La forma y el contorno de los objetos se manifiestan por los contrastes y las oposiciones que resultan de sus coloraciones particulares. A medida que se pinta, se dibuja. La justeza del tono da a la vez la luz y el modelado del objeto. Cuanto más se armoniza el color, más va precisándose el dibujo».
—Es el método de la pintura el plena pasta, sin dibujo previo. Constituye, en principio, un error. Este error le había de costar caro a Cézanne e inutilizar, en parte —aunque se ligara a las mismas—, las ambiciones enunciadas en los textos siguientes. No ya los primitivos, de los cuales cupiera decir que no eran coloristas, sino los mismos venecianos de la gran época, tan admirados por Cezanne, dibujaban previamente, abstractamente. Estos últimos, por medio de las composiciones analizadas —dibujadas— con el pincel, en ocres y bistres, con las cuales cubrían, al empezar el trabajo, los fondos. Encima del cual eran depositadas en seguida las coloraciones, por medio de tenues veladuras.
* * *
—«Hay que volverse clásico en la Naturaleza… Imaginad a un Poussin, enteramente rehecho según la naturaleza. He aquí el clásico que yo entiendo… Con el impresionismo quiero hacer un arte sólido y durable como el de los museos».
—La última parte de estas frases es perfecta. No he dejado yo de utilizarla en mi libro. La primera parte tiene el inconveniente de lo equívoco del término «Naturaleza». Si por ahí entiende Cézanne la virginidad respecto de lo intelectual, la eliminación de los elementos abstractos —como lo son por fuerza los de Arquitectura—, toda su obra y toda su lección están ahí para desmentir tales palabras y subrayar su imprudencia. La Naturaleza no tiene, en sí misma, dibujo. La pintura ha de tenerlo; con tal necesidad, que el gran Ingres —más lúcido que el gran Cézanne del texto anterior—, pudo, sin chancearse demasiado, decir: «Voy a abrir una Academia de dibujo; y en la puerta pondré: “Academia de pintura”».
* * *
—«Creo menos aún en quienes, después de mi muerte, hablarán en nombre mío y se disputarán sobre mi desgraciado cadáver por la peor y más imperfecta de mis obras. Siempre habrá días siguientes al de la batalla y noches propicias a los chacales y a las hienas que las poblaran. Si se organiza mi triunfo, si ensayan de crear una escuela en mi nombre, diles que nunca han entendido, que nunca han amado lo hecho por mí».
—El abismo llama al abismo. Las vulgaridades contra la función intelectual del dibujo —porque ya lo eran en su época—, enunciadas por Cézanne en el primero de los presentes textos, no podían menos que tener por corolario otro pecado contra el Ángel: el de renuncia a la propia personalidad, cuya esencia está precisamente en «asumir» lo colectivo. Bien que el artista desautorice de antemano a quienes van a hacer de su obra y de su recuerdo una granjeria.. Pero el intento de cortar las alas a una lección, a una influencia, a una integración futura de un conjunto humano en lo genialmente individual, significa un suicidio. Haya querido Cézanne o no haya querido, cuando le juzgamos a él, juzgamos a la Pintura moderna, y recíprocamente.
* * *
Naturalmente, que nos separamos tan amigos. Y ya es sabida aquella definición que Dom Guepim, abad de Silos, dio a la pregunta, formulada por juego, de cómo imaginaba él la eterna bienaventuranza:
—«La beatitud… la beatitud… Objeciones dulces al Ser Supremo».

(1) Mientras que] Cuando Novísimo Glosario

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Última actualización: 18 de febrero de 2010