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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
REDENCIÓN DE CAUTIVOS EN LA FIESTA DE LA MERCED
(La Vanguardia, 26-IX-1944, p. 1; recogido en Novísimo Glosario, pp. 377-379)
«La misma savia del terruño de Villafranca, — Me empujaba a las luces de otros cielos. — Y, en el momento de florecer la más alta rama, — De pronto, me florecen las raíces»…
Tierra de abuelos, que me adoptas, bien venida tu maternal generosidad. Aquí se cierra el círculo. Falta al(1) epigrama anterior, dictado por la gratitud, la indicación de que las flores nacidas de lo empinado son iguales a las nacidas de lo profundo. ¿Viaje inútil, entonces? No, porque algo da sentido a su trayecto. Y este algo es una emancipación: la ganancia de la libertad.
Casa de mis mayores, no vale la pena de que, al sentirme ya cercano, mandes a buscar, para festejar el regreso, ninguna ternera. El hijo pródigo es, por una vez, quien trae la más pingüe.
Dos trae. Una, para sacrificio a los Penates. Otra, para Nuestra Señora de la Merced, que también es su fiesta. Para la Virgen de la Merced, redentora de cautivos, patrona de toda libertad.
* * *
Porque, si puede estarse cautivo de una tierra extraña, también puede estarse cautivo de la tierra propia. Las raíces que nutren, atan, ¡Y, ay de quien, cuando(2) sus raíces le nutren, se encuentra paralizado en un lugar y en la estrechez y en la bajeza de un lugar! ¡Ay del árbol al cual la hondura de las raíces cortó el vuelo en las ramas!
Sube la savia, se aleja de la tierra más y más. Sólo regresa de verdad cuando ha escalado el cielo. Con florecer en el ápice de la rama señera, devuelve la energía necesaria para que, a ras de suelo, broten flores también.
Por esto importa, Virgen de la Merced, redentora de cautivos, que libertes también a las patrias de sí mismas. Que la ciudad que tú patrocinas sepa, de una vez y para siempre, que su patria no está entre sus montes demasiado enanos y su mar, demasiado tranquilo. Sino, montes allá. Sino, mar allá. Y que, cuando haya encontrado esta verdadera patria, sepa que, para ella, hay algo aún más verdadero: mares allá igualmente. Y que, sin florecer en otro continente, más allá de estos otros mares, en una rama última, enhiesta ambiciosamente a la luz de otros cielos, no podrá sacar flores en dirección perpendicular a sus raíces.
Corona condal tiene la imagen de la Virgen de la Merced en Barcelona. Pero en 1939 le fue regalada, presente venido por un camino algo misterioso, una antigua corona imperial. ¿Por qué no la luce?
* * *
Ahora no convendría decir cuál fue cierta gracia —de carácter más íntimo—, y cuya utilidad para la Cultura había de ser más remota y sólo publicable, si acaso, en su día, otorgada por esta Imagen a una tribulación, al acercarse a su término la década segunda del presente siglo. Pero una segunda gracia sí puede hoy anunciarse, como la Escritura manda a quien descubre una verdad «por encima de los techos». Esta segunda gracia consistía en una liberación. La Redentora de cautivos redimía del riesgo de un nacionalismo miserable; del confinamiento a punto de asfixia.
Pudo, luego, parecer que las raíces habían cortado su nutrición Pero esto sólo era cosa de corteza, penuria en pegajosas resinas. Por dentro, la vena fluía intacta. Por sus frutos le conoceréis.
Ahora, sobre esto, ya nada más.
Ahora te rezaremos, Imagen, para que llegue pronto la paz. Y para que la paz sea sin cautivos. Sin hombres cautivos, sin pueblos cautivos. Sin cautivos de extranjero señor, que los llevaría a la infamia. Sin cautivos de una interior superstición, que había de llevarles a una guerra nueva.

(1) al] el Novísimo Glosario
(2) cuando] om. La Vanguardia

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Última actualización: 17 de febrero de 2010