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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
LA MÍSTICA DEL BAÑO DE MAR
(La Vanguardia, 23-VIII-1944, p. 6; recogido en Novísimo Glosario, pp. 297-301)

No es ya una deportiva afición, es un verdadero misticismo religioso lo que hoy cunde entre la gente moza —la de los dos sexos y la de las más variadas edades—por la práctica, casi ecléctica entre estaciones y generosa en continuidades, del baño de mar. A estas horas, y en la del mediodía, nuestras costas aparecen más festoneadas aún que de espumas, de cuerpos humanos. Ni por pedregosa quedará desierta ninguna playa, ni por resbaladiza de musgo se guarda sin hollar la más pina roca. Pero no es tanto la abundancia lo que llama aquí la atención e invita a la reflexión, como la situación de ánimo de que la abundancia es hija. Móviles de salud llevarían antaño a la balneación; móviles de recreo no tardaron en volvérseles cómplices; otros, de esnobismo, pudieron operar en etapa reciente. Ahora todo ello está superado ya. La ola atrae al hombre con imperio tal, que ni siquiera las llamadas instintivas del amor, del apetito o de la sed se le parangonarían en urgente eficacia. ¡Cuántos Adanes prefieren prescindir de la luz de los ojos del objeto adorado, que de la cosquilla de las movientes aguas en la planta de los pies! ¡Cuántas Evas se contentan, a las tres, con un bocadillo mordisqueado, a trueque de empalmar premeridies con postmeridies acuáticas! Os dirán, tal vez, que lo hacen para conservar la línea, y no faltará quien sospeche que para ahorrarse los cuartos. Falaz hipocresía como inconsiderada calumnia: a lo que ellas obedecen es a un embrujo, que ha separado ya de la tierra firme lo más libre de su alma y que empuja a su cuerpo a seguir igual camino.
Aquí mismo se ha cantado la gloria de la natación. El orden de sensaciones, las perspectivas de personalidad, que nosotros líricamente detallamos, hubieron de contribuir, sin duda, al inicio y a los primeros avances de la mística del baño de mar. Ya hemos dicho que la influencia de esos factores se ha quedado muy atrás en el curso de su evolución. El mistagogo auténtico del baño de mar apenas si nada. O, si lo hace, es de tal modo que no aplica al ejercicio de la natación ninguno de aquellos esfuerzos en cuya victoria busca agraz tonificación el deportista verdadero y que convierte a éste en tipo ejemplar para el profesor de energía. Acaso el último secreto de los prestigios de la marítima balneación consista cabalmente en que puede(1) ligarse en la misma, por modo excepcionalmente placentero, el ejercicio y la pereza. Hay siempre en el baño de mar un algo de pasiva dimisión: se dimite de la situación zoológica del que Aristóteles llamó «animal político»; se dimite de toda la historia posterior a la prehistoria; se dimite de la posición erecta y de la obligación itinerante; se dimite de los quehaceres terrenos, de las obligaciones mundanas y hasta de las prerrogativas conyugales o de la autoridad paternal. El médico de su honra no se encuentra ya en la obligación de ponerse furioso cada vez que sorprende una mirada prendida en el cogote de su mujer y el severísimo Geronte deja que su chiquillería se suene en el agua las narices por el método que le venga en gana. ¿Habéis advertido en lo extemporáneas, lo molestas, lo ridiculas que suenan, no ya para los niños incriminados, sino para el resto de los bañistas, las destempladas voces de aquellas madres, aquellas institutrices, aquellos pedagogos o higienistas que, desde la tierra —porque si estuviesen en el agua, ya no lo harían— ordenan, por lo común sin eficacia, la salida de un baño, que ya duró en demasía, o recuerdan que ha pasado la hora de ir a almorzar?… Dos bandos se forman instintivamente así, separados por el confín de la marea: las razones del corazón del bañista son razones que no comprenden la razón de secano; porque nacen las primeras de un misticismo ardiente, si(2) las segundas, de una fría y desabrida sensatez.
También conviene prevenir a los no muy al corriente de la actualidad del comentado fenómeno, para que no piensen mal. Lo que al amparo del mismo se pueda ver o no se pueda ver, nada tiene que ver. Aquellos caballeros pillines que, en tiempo de las primeras fotografías del Blanco y Negro y de las caricaturas de Cilla, se desojaban tras de unos gemelos de teatro o del telescopio con que don Procopio fue a saludar el nacimiento de la machicha, para fisgar los ribetes en «tripilla de pollo», al borde de los faldellines de lienzo azul marino de la beldad que, tras de alejada por una yunta de bueyes, pasaba de la caseta a la cuerda sumergida en la playa de San Sebastián, nos parecen ya de un orden tan paleontológico como su apenas predecesor el plesiosauro. Hoy, ni en la playa de Algorta, refugio de los postreros refoulés, le importa un ardite a nadie la constitución de su vecino o el decúbito de la vecina que, más allá, se tuesta al sol… Y eso del tostado pudiera también buscarse como razón explicativa del auge de una costumbre. Mas esta razón ha sido válida únicamente durante unos años. Dicen que hoy la higiene más bien desaconseja que aconseja, o bien aconseja con grandes restricciones y salvedades, los baños de sol. Avanzadas en el ejército de esta hostilidad, he aquí innúmeras gafas de color, un verdadero ejército de gafas de color(3) al cual han precedido ya bandadas de albornoces, salacotes y cremas, al cual seguirán mil reservas más… No, no son la Higiene ni la Terapéutica, como no lo son la Libido ni el Deporte, los propulsores genuinos de la mística del baño de mar. Debe acudirse aquí a explicaciones de más hondura, para las cuales la suscitación del punto concreto de la pereza, mentado hace un instante, no hace otra cosa que ponernos en la pista. Una pista que tiene el aire de pasar por los jardines usuales de la civilización barroca.
Mientras se empieza a avanzar en este camino, he aquí dos ejemplos de la violencia de esta pasión, del fanatismo a que lleva; véanse aducidos aquí, a título semejante al de la viñeta que ilustra el texto doctrinal o en guisa de «casos clínicos», como los que se presentan para encauzar o comprobar las teorías médicas. Dionisio es, en el censo de las profesiones liberales de la ciudad, lo que se llama, en términos contributivos, «un primera cuota». Quiere decir que está sobrecargado de quehacer. Durante el verano, como durante el invierno, sus clientes no le dejan en paz. Privado, por su asiduidad, de ausentarse, envía de veraneo a su familia, a la cual no podrá acompañar más que breves horas el domingo. Su agobio cotidiano no le impide, con todo —caiga entonces quien caiga—, tomarse una hora de asueto cada mediodía. Toma entonces su más alígero Lancia; vuela al balneario; para no perder un minuto tiene ya reservada una caseta; su slip, al servicio de tanta urgencia, lo lleva puesto ya. Corre, atropella, se acerca, se zambulle. Apenas zambullido, ni relojes ni remordimientos cuentan ya para él. Pero el domingo es aún peor; si a la llegada, su fiel esposa está en el piso alto, se queda sin la oscular salutación; si el teléfono suena, que suene; si la pobre abuelita, a quien tanto cuesta esperar más allá de la una y media para el almuerzo, se ha puesto ya a la mesa vencida por la necesidad, que coma lo que quiera y desobedezca el régimen, si le da por ello. A Dionisio, aquellas nupcias con Anfitrite que no se las quite nadie. Ni que pretenda nadie vestirle hasta que Febo alcance el orto. Sin contar con alguna que otra ocasión, a la luz de la luna… Otra viñeta, y ésta más elocuente aún. A Rosaura,dicen que la ha afectado tanto la pérdida de su niña. Medio loca, cuentan que se empeña en ponerse lutos, como por una persona mayor. Se ha retirado del mundo, no recibe visitas, nadie la ve. Nosotros sí, al cuarto día, volvemos a verla en la playa. Alejada, más pálida que su bañador blanco, Rosaura se echa al mar, como una viuda del Malabar se echaría al fuego. Pero ella no se echa, no, para morir, sino para tomar un baño.


(1) puede] pueden Novísimo Glosario
(2) si] y Novísimo Glosario
(3) un verdadero … de color] om. Novísimo Glosario

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Última actualización: 10 de febrero de 2010