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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
UN NEGRO PORVENIR
(La Vanguardia, 15-XII-1944, p. 3; recogido en Novísimo Glosario, pp. 433-436)
Se fantasea mucho sobre la paz y sobre lo que, tras de ella, pueda venir. Quién coloca en estas perspectivas toda su esperanza; quién, sus aprensiones más graves. No es poca la mía ante el vaticinio que acabo de leer en un periódico inglés y que, a la letra, dice así: «Los muebles para las viviendas serán, en la post-guerra, sólidos y aerodinámicos, sin ningún adorno donde pueda almacenarse el polvo. Los fabricantes británicos han preparado ya sus diseños. La gente —declara un mueblista inglés— ya no querrá los aparadores y armarios grandes, que fueron característica de muchos hogares de antes de la guerra. En cuanto ésta termine, nuestra industria podrá suministrar muebles a precios muy ventajosos».
Yo me he pasado toda la vida deseando poseer un armario muy grande; deseo que hasta ahora nunca pude cumplir. Se oponía a ello, entre otras cosas, el temor a cualquier incidencia de mudanza. Al fin, sobre algún rincón de la tierra, pude pensar tal riesgo excluido. Bien que en proximidades de estrechez con el «angulus ridet» de los clásicos y con el «Un ángulo me basta entre mis lares»…, de los renacentistas, si a mí me daba la gana de cercenar todavía tal angostura por la presencia de un armario enorme, el gusto, según infería, nadie me lo iba a quitar. La alarma que ahora me trae el citado pronóstico es que armarios de tan generosas dimensiones no habrá manera de encontrarlos. Los antiguos estarán todos en manos de los chamarileros, que pedirán por los mismos cantidad igual a la de todo el ángulo susomentado; con lo cual no quedaría más recurso que el de fijar dentro del armario mismo la residencia. En cuanto a los armarios nuevos, ya se entiende, desde que venga la paz, serán fabricados en serie por la «industria» de referencia; y todos, chiquitines, como para que se guarde solamente lo que, en otros días, transitara en una maleta de avión. No se permitirán excepciones de talla, como no se permiten, hoy ya, en la confección de prendas de ropa en los bazares; donde vanamente busca conveniencias a su medida el afligido por alguna corpulencia. Éste, entonces, afloja la bolsa y recurre al sastre. Pero en la agencia de armarios grandes ni siquiera tal recurso quedará; porque es de creer que, si a los sastres les dejan todavía subsistir los bazares, la difusión y la imposición de aquella industria, con sus «precios ventajosos», no dejará carpintero de blanco ni libre ebanista con cabeza. Todos estarán en las fábricas, así como sus enseres; y no habrá ni siquiera el medio de que —resignados a fabricarnos el mueble nosotros, como el filósofo Juan Jacobo Rousseau preconizaba y el poeta Texeira de Pascoaes ha practicado en Amarante— alguna buena alma artesana, amistosa o compasiva, pueda aserrar para nosotros unos tablones de pino.
Digo del armario, porque ahí la privación acrecía la ilusión. Pero, como la perspectiva de su pequeñez, ¿no es también angustiosa la de esa asepsia en sillas y sillones, que bien sé deja adivinar a través de la nota reproducida, que habrán de ser todos en metal tubular, con aquellos fondos flojos, estampados a lo cubista, donde nunca sabe uno si está exactamente sentado o si flota, y que son al buen reposar lo que al buen cabalgar esos juguetes de playa donde el bañista, más o menos infantil, monta al dorso de un pato o de una ballena? A mí, los muebles en metal tubular siempre me hacen el efecto de que el bar se ha metido en la casa de uno. Y aunque estén en casa ajena, ello no me consuela de nada, por poco que yo esta casa visite. Doy un curso en una querida Escuela donde, con un poco de buena voluntad, todavía puedo creer que el asiento qua me dan sobre una tarima y tras de una mesa, es una cátedra. Pero esta ilusión estuvo a punto de perderse del todo, al comienzo del presente año escolar, cuando, el primer día, encontré para sentarme un sillón coquetísimo en metal tubulado. Inútil decir que lo rechacé con indignación. Luego me dijeron que ahora se compraban así, por razón de limpieza. A lo cual contesté con la doctrina que me había enseñado una excelente dueña de casa manchega; diciendo que eso era todavía mucho más cochino que la madera; porque si en la madera pueden anidar las chinches, lo que es en los tubos de metal anidan y se pasean; con lo cual, de resguardadas que están allí, no hay manera de echarlas de allí.
Tengo todavía una experiencia sobre lo del aerodinamismo y demás racionalismos decorativos, que justifica mi aversión. En el Pabellón suizo de la Ciudad Universitaria de París, su director, M. Pierre Courthion me invitó a dar una conferencia, a lo que yo tuve mucho gusto en acceder. No contaba con que ese Pabellón, obra del famoso Le Corbusier, tuviese, sin duda también por eso del polvo(1), toda una pared hecha con losetas de vidrio. Era en una noche de enero, y, fuera, había caído una nevada que para qué. Dentro del salón donde la conferencia se daba, una estufa al rojo vivo aliviaba la destemplanza del público. Pero a mí me tocaba precisamente perorar entre la estufa y el vítreo muro susodicho, con lo cual tenía la mitad del cuerpo helado y la otra mitad ardiendo —así los muslos(2) de una rapaza, que describió(3) García Lorca— con descripción donde, en traducción al francés, salió «lumière» como versión de «lumbre»—. Total, que yo de allí saqué una ronquera que me impidió desarrollar aquel invierno la tercera parte de la Ciencia de la Cultura. Y que, para éste y para los sucesivos, me volvió enemigo acérrimo de la arquitectura funcional…
¡Pero, Señor! ¿No estaban ya bien, perfectamente bien, inclusive en sus ejemplares más pequeños, las casitas y los muebles holandeses, y los mismos ingleses, de los siglos XVII y XVIII? Entonces, ¿por qué variar? Allí cabían armarios grandes en las habitaciones más humildes. Y cuidado si entonces había también guerras, aunque no hubiese aerodinamismo.

(1) sin duda … polvo] om. Novísimo Glosario
(2) los muslos] el regazo La Vanguardia
(3) describió] describe La Vanguardia

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Última actualización: 27 de agosto de 2009