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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
SCHERZO Nº3 PARA LA FIESTA DE LOS REYES
(La Vanguardia, 6-I-1944, p. 3; recogido en Novísimo Glosario, pp. 17-20)
I. EXÁMEN DE CONCIENCIA.— Los pequeñuelos hacen a veces un examen de conciencia, que nada tiene que ver con lo sacramental, la víspera de la fiesta de Reyes, ¿He sido bueno, he sido malo? ¿Merezco el avión, o el carbón?… A bien que, para merecer de veras el carbón, parece que hoy debía exigirse no poco mérito.
La fecha es análogamente oportuna para el habitual comentador literario, siempre en tangencia, que lo mismo puede ser de halago que de choque, con la personalidad o con la obra ajenas. En mi largo y continuo glosar, por ejemplo, ¿abundará más la mano tendida que la crispada? ¿El chasco del carbón, a usanza de pedagogo severo, o el incienso, el oro y la mirra de los Magos magníficos?
Balance hecho, y por lo que toca a este capítulo de los elogios y las censuras, creo poder lealmente declarar que hoy, a tantos años del comienzo, podría reimprimir, sin arrepentimiento, todas mis glosas —y lo haré, si Dios quiere—, en paz con los vivos y con los muertos. Si alguna conviene olvidar, será más bien por culpa de ciertos instantes de optimismo benévolo o pragmatista, que movieron a ver en el uno(1) un filólogo de veras; en el de más allá un compositor de gran porvenir.
De dos intervenciones, sí, me remuerde la conciencia; únicas que yo recuerde. La una señaló un poco de tardanza en adivinar a Mussolini, cuya espectacularidad me ocultó al principio su auténtica grandeza. También habrá que perdonarme una acometida contra el jardinero municipal de Madrid, don Cecilio Rodríguez, el día en que hizo podar tan cruelmente los árboles del Paseo del Prado, que fuimos muchos a creer —y yo, con un escarmiento reciente, sobre la Devesa de Gerona— perdidos para siempre. Cuando, a la estación vernal siguiente, vi su rebrote y nueva prosperidad, comprendí mi error. Y no anduve remiso en proclamar en justicia que era Madrid, por gracia de su jardinero, una de las ciudades mejor arboladas del Mundo, y eso, con clima adverso y entre gentes no muy aficionadas.
Sumados y encarados el debe y el haber, creo haberme ganado en coyuntura de este balance, si no unos granos de mirra oriental, unas toneladas de antracita leonesa.
II. PRONÓSTICO DEL AÑO.—
Según indicios, que están
A cualquier mirar presentes,
Hogaño dará a las gentes
El año del celofán.
Lo vela todo, hoy en día,
Su transparente apretura,
Desde la literatura
Hasta la salchichería.
La flor, la chuleta, el guante,
El pasaporte, la herida…
¿Qué cosa hay, no protegida,
Por su escarcha crepitante?
Ni pasión ni turbación
Esperéis, bellas, en mi;
Que en celofán envolví
Yo también, mi corazón.
III. EL SUBSIDIO Y EL DESCUENTO.— Tipos interesantes, los de estos mecánicos, ya viejos, que han sido antes cocheros de punto. Maneras de progreso y maneras de tradición se entrelazan donosamente en su personal estilo.
De uno sé de los tales, que todavía no ha querido ajustar a la hora oficial su obeso y ostentoso reloj de plata. Mejor dicho, consentía en ello mientras el cambio ocurría sólo en verano. Así que se trató de dos horas, y luego de una sola, y otra vez de dos, se hizo un lío y regresó contritamente al régimen solar.
Hoy, cuando en el momento meridiano le preguntan por la hora, contesta:
—Las doce; la una, con el subsidio.
También, como la noción del subsidio, tiene la del descuento derivaciones imprevistas. Parece que(2), no pocas de las dichas «cajas de construcción» tan gustadas entre los juguetes de Reyes, se hallan faltas de(3) alguna pieza. Alguna de aquellas pequeñas pirámides, por ejemplo, que dan a las arquitecturas resultantes de ese recreo una estilización vascogótica tan característica.
A un niño que gemía por la merma, un padre ha contestado:
—Te olvidas del descuento.
IV. LOS TIEMPOS DIFÍCILES.—
Los tiempos traen para el linaje humano,
Si a unos miseria, a todos parsimonia.
Todavía subsiste algún habano…
Pero ya ha muerto el agua de Colonia.
V. EPIFANÍAS.— La historia cronológica distribuye el pasado en «edades» —Antigua, Media…—, la historia de la cultura lo desarrolla en «epifanías» —del Hombre, en tiempo de Sócrates; de la Sociedad, con La Ciudad de Dios, de San Agustín…— En cada epifanía entra un numen inédito en la escena del gran teatro del mundo. Puede aquél salir quizá de la escena para dejar plaza a otro numen protagonista. Pero ya no muere jamás.
La de los Tres Reyes Magos fue una inmarcesible epifanía. Esto entró en la conciencia humana cuando Gaspar, Melchor y Baltasar se postraron ante el Niño: la idea de que el signo más alto de la civilización se muestra en el respeto hacia las jerarquías inermes.

(1) el uno] Fulano La Vanguardia
(2) add. en La Vanguardia
(3) faltas de] no pocas donde falta La Vanguardia

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Última actualización: 29 de mayo de 2009