volver
Eugenio d'Ors
presentación | vida | obra | pseudónimos | retratos y caricaturas | galeria fotográfica |dibujos |entrevistas| enlaces       
SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
MISIONES

(La Vanguardia, 23-X-1943, p. 2; recogido en Nuevo Glosario, vol. III, pp. 1.074-1.078)

La Obra de las Misiones, a cuya gloria y beneficio consagra el mundo católico una celebración anual, nos interesa doblemente, en lo adjetivo no menos que(1) en lo substantivo. Substantivamente, ¿qué empresa humana podía tener para nosotros más precio que la de la propagación de la Fe? Con la Fe va, además, la Cultura: todavía no se ha inventado ningún repertorio de ideas y de sentimientos cuyo valor de ecuménica unidad sea comparable al de los inspirados directamente por aquélla, ni que haya sabido asegurarlos con tan impávida continuidad. Si, pues, la Cultura se cifra en la universalidad de lo ecuménico y en la continuidad de la tradición, ¿dónde la hallaremos con virtud más activa?… Y(2) con la Cultura va, además, la Paz, si aquella alcanza la plenitud que proporciona(3) a los hombres y a las Eras, este(4) ejemplo, este(5) modelo, constituidos por el organismo de la Iglesia y por la Comunión de los Santos.
A este interés substantivo junta la Obra de las Misiones otro adjetivo, porque en su manera de proceder, y en lo que podríamos llamar su técnica, encontraremos el esquema formal aplicable, por un lado, a la política; por otro lado, a toda empresa de educación colectiva, a toda propaganda; a cuya doctrina importa(6) seguir muy de cerca, a título de experiencia «pro domo propria», los métodos, los resultados, las fallas, los progresos de lo misional. Bien analizadas las cosas, la actitud de un hombre de Estado ante el pueblo al cual conduce debe partir de los mismos supuestos —pesimistas en parte, optimistas en otra— de que parte el misionero ante el pagano o el salvaje a quien le toca evangelizar. La nota ambivalente califica al problema práctico: hay que trabajar «pro» alguien «en contra suya». Al salvaje del misionero no le apetece, en realidad, su propia salvación. Al pueblo del estadista no le apetece, en realidad, su propia grandeza. Pero como aquella salvación es lo que más le conviene al primero y esta grandeza el más alto deber del segundo, importa administrar, al uno como al otro, aquello mismo a que repugnan, y contra lo que(7), tal vez, si pueden, se rebelan. Así(8) se administra a niño chillón y pataleante la poción nauseabunda que le debe curar.
Claro que, si no hay llanto ni pataleo, mejor. El recurso estriba aquí en la habilidad de persuasión capciosa. Distinta a la vez de la Democracia, demasiado fiada en las bondades de lo espontáneo, y de la Dictadura, cuyo peligro está en proporción de la violencia empleada, un(9) tercer tipo de política, la «Política de Misión», debe preconizarse, con principios en cuya formulación teórica se ha adelantado ya y de cuya aplicación práctica pueden citarse hoy algunos aproximativos episodios. En alguna ocasión, en la de prologar la versión española de algún oficioso escrito sobre Oliveira Salazar, verbigracia, me he extendido sobre el tema. Evocaba en tal coyuntura aquel descubrimiento inicial que permitió a la pedagoga María Montessori encontrar sus métodos. Sabido es que, maestra de niños ciegos a los principios de su profesional carrera y obligada por ello a enseñar a leer mediante el tacto, María Montessori se dijo un día: «¿No había ventaja en emplear igualmente con los niños normales, que ven, y sin perjuicio de lo que les pueda enseñar la vista, el tacto igualmente, en el aprendizaje de las letras?». Ella misma ensayó, y el resultado vino a sobrepasar sus propias esperanzas… Pues, de tal guisa procede la Política de Misión, que se vale, para operar sobre un pueblo civilizado, de procedimientos a escuela de aquellos cuya eficacia se ha aprendido operando con los que lo son menos.
Ahora, que los tales procedimientos deben ser también continuamente depurados en este gigantesco laboratorio constituido por la Obra misional. No pocas sorpresas aguardan a quien se acerca a las disciplinas de su aprendizaje. Contaré, entre aquellas que personalmente he recibido con mayor utilidad, la que me proporcionó, hace un lustro, en ocasión de haber sido invitado a la celebración romana del «Convegno Volta», cuyo tema aquel año era «África», en los varios aspectos de los problemas africanistas, el haber oído un debate entre misioneros, colonizadores y otros especialistas, acerca de las razones productoras del hecho de que entre los pueblos africanos paganos la propaganda religiosa del Islam continuase alcanzando mejores logros que la del Evangelio. Un Padre Blanco ilustre, con tres décadas de práctica del Continente, el padre Roberto Focá —cuya versión fue refrendada por un gran arabista, el profesor del Colegio de Francia monsieur Louis Massignon—, para darnos la clave, nos vino a decir: «Mientras el misionero católico o protestante hace allí catequesis, el misionero mahometano cultiva el snobismo. Infiltra en el ánimo de los indígenas la persuasión de que el llegar a saber canturrear de cierto modo el texto del Corán(10) —que a esto, poco más o menos, se reduce la iniciación religiosa—, constituye una distinción tan inapreciable, que el poseedor del secreto se siente con ello orgulloso y feliz; excita la envidia del que no ha llegado a tanto; con la envidia, el celo. De capa en capa de población va propagándose así el deseo de alcanzar tan enaltecedor resultado, al igual que de capa en capa de una población europea media van propagándose los de llevar sombreros de señora de tal estilo y(11) moda o de leer Rebeca, en el original o la traducción»…
Bueno, esto de Rebeca no lo dijo el padre Focá, porque estábamos en 1938 y no en 1943. Pero comparó el éxito islámico con la trabajosa y no siempre fecunda propaganda de los propagandistas cristianos, seguidores de opuesta vía, y continuamente empeñados en rebajar el tono y atenuar la exigencia, sacrificando inclusive el rigor de algunas de sus verdades, para ponerlas al alcance de los indígenas, para hacerlas fácilmente aceptas a los mismos, para «vulgarizarlas», en fin. Y que entonces(12) los indígenas no tienen ningún empeño en adquirir, obedeciendo a igual impulso al que hace a los lectores infantiles rechazar las bibliotecas que se les ofrecen como «Libros para la Infancia», dándose mejor a los que, por lo menos, se presentan como una «Biblioteca para la Juventud»…
No, no todo está dicho sobre técnica misional. Y nunca mejor ocasión para medir la importancia y la ejemplaridad de lo que no está dicho —o de lo que a nosotros nos falta saber— que el Día de las Misiones.

(1) no menos que] como La Vanguardia
(2) Y] om. La Vanguardia
(3) proporciona] proporcionan La Vanguardia
(4) este] el La Vanguardia
(5)
este] y el La Vanguardia
(6) a cuya doctrina importa] a las cuales importará La Vanguardia
(7) y contra lo que] y a que La Vanguardia
(8) Así] om. Nuevo Glosario
(9) , un] . Un Nuevo Glosario
(10) Corán] Alcorán Nuevo Glosario
(11) estilo y] om. Nuevo Glosario
(12) entonces] om. Nuevo Glosario

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 16 de febrero de 2009