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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
CORONA

(La Vanguardia, 20-VIII-1943, p. 4; recogido, con el título «Magalí», en Nuevo Glosario, vol. III, pp. 1.038-1.042)

En la canción provenzal de Magalí,
«O Magali, si tu te fais
Rose vermelho»…
o bien «aucell de l’aire», o «peixe dins l'augue», dicta la voluntad de metamorfosis una esquivez —sospechosa de coquetería, por ventura—. En las encarnaciones históricas de lo Eterno Femenino, la inspiración viene del amor, en perpetua ofrenda generosa. Clemencia Isaura, la señoril, ofrece ya como un don su propia y simple presencia, sentada en el trono: parece esperar que trovadores y admiradores le digan, besándole la mano: «Merci d'exister». Eloísa, la intelectual, rinde también(1) humildemente su servicio: es la que dedica al Filósofo consagración de diálogo y de amistad, fuentes para él de creación. Pero la más humilde es María: ésta se hizo esclava del Señor y el obsequio de ésta consiste en el personal(2) sufrimiento. Desde el de la parturición estabularia hasta el de la soledad patibularia. Y el obsequio fue para los humanos todos, para cualquier hijo de mujer. Si, pues, la esencia de la femineidad está en eso, en darse, en no tener fin propio, en tomar a los seres humanos como fin, María, la humilde, coronada en la cumbre de la femineidad, es la que(3) la Divinidad asume. En alma y en cuerpo. Porque si la virilidad resulta compatible todavía con las tareas del espíritu puro, la femineidad, para ser tal, necesita de la carne.
¿Metamorfosis históricas, he dicho? ¿Históricas o simbólicas? Pero, ¿por qué juzgar al símbolo incompatible(4) con la historicidad? ¡Al revés: sólo deberíamos tomar como plenamente real, como auténticamente histórico, a lo que encierra en sí una plenitud simbólica!… Con un lema de Goethe, uno de los poetas galardoneados en los «Ludi pro Fide» que acaban de celebrarse en Elche —una escritora, una revelación literaria, tal vez—, Mercedes Pujol, lo ha recordado:
«Lo pasajero
No es más que símbolo.
Un gran misterio
Se aclara aquí»…
(Yo he traducido algún día estos versos, más radicalmente, por «cuanto acontece, —es sólo símbolo»: diferencia de matiz nada más). Y otro poeta, maestro que no bisoño éste, Manuel Machado —la gran ocasión teológica ilicitana ha tenido la virtud de devolver(5) a los Juegos Florales de provincia los nombres más ilustres—, detalla el tema, con relación a la figura de Clemencia Isaura:
«Esto nos cuenta la Historia,
Pero una leyenda vaga,
Dice que Clemencia es sólo
El nombre con que consagran
A la Reina de los Cielos
Los trovadores sus cántigas».
Eruditamente, el profesor Herrero García, otro de los autores premiados, precisa el punto. Como en los dioses del filólogo Max Müller, aquí el mito sería «una enfermedad del lenguaje». El existir de Clemencia representaría la personificación de un epíteto. El epíteto: «O clemens!», añadido en el siglo XIII, como el «O pia!» por el fervor de San Bernardo, a la primitiva «Salve» de Pedro el de Compostela. «Nosotros, sin embargo —concluye Herrero García—, creemos en Clemencia Isaura. Nos fascina su bella figura, bendecimos su hora natal… Si Clemencia Isaura no existió, debió existir».
Del de Eloísa, no se duda; pero, en rigor, poco más que esta existencia y unas fechas aproximadas logró saber(6) sobre Eloísa la erudición. El sepulcro que en el Père Lachaise de París juntó su figura con la de Abelardo es, nadie lo ignora, una falsificación romántica. Poco mayor crédito de autenticidad merecen las cartas en latín escritas por los dos amantes. Aparte de esto, ¿es cierto que Eloísa pronunciara votos, y cuáles? ¿Es cierto que de aquellos amores naciera un hijo, Astrolabio? ¿No habrá que ver en tal designación algo puramente alegórico? Me hubiera gustado que alguien, entre los concurrentes a los Juegos Florales(7), se acercara al tema siguiente: Eloísa, ¿viene a ser o no para Abelardo lo que Beatriz para el(8) Dante (o la Bien Plantada para su exegeta)? También Beatriz pudo, «a la vez», ser una muchachita de Florencia y ser la Teología… Igualmente, aquí, Mercedes Pujol ha visto claro un valor simbólico en el personaje que lleva al poeta graciosamente a poner en su(9) boca, la(1O) de Eloísa, no sólo los pensamientos—y hasta las citas— más anacrónicos, sino las formas de más imprevisto exotismo para ella:
«Si, pues, lo femenino
Resulta eterno,
Se reirá de lugares
Como de tiempos.
Yo, parisina,
No extrañaréis que salga
Por seguidillas».
Y con vuelo soberbio de inspiración, uno de los laureados en Elche, José María Pemán:
«Por tí el sabio entendió, como un florido
Cortejo de doncellas, las Virtudes,
Y la quieta oración, como un medido
Concierto de esperanzas y laúdes.
Por ti fue la Verdad pura y sencilla,
Como el oficio en que el Amor se emplea.
Fue el saber, vida; y tuvo cada día(11)
Una versión de nardo en tu mejilla»…
Parecerá mentira que en esta corona poética la menos afortunada, literariamente hablando, haya sido María, que ha debido contentarse con dos versiones en prosa y con otra en verso, de gran firma igualmente, la de Manuel Machado otra vez, pero donde no se ha sabido ver la riqueza de contenido posible al tema en el campo en que se planteaba. El soneto «Asunción» no hace más que decorar, en los términos de lo referible, aquella creencia, que aspiramos a ver convertida en dogma. Pero lo que hoy(12) no ha sido logrado lo tenemos ya en otra parte. Lo tenemos en la Letanía. Mal sentidor de poesía será quien no alcance a ver en la Letanía de la Virgen, tan consoladoramente(13) rezada en(14) oración, más que una serie artificiosa de metafóricos madrigales devotos. Sobre que lo de «Salud de los enfermos» o lo de «Consoladora de los afligidos» ya se infiere que nada tiene de imagen, antes debe entenderse al pie de la letra, ¿cómo no sospechar, hasta en lo de «Puerta del Cielo» o «Torre de marfil», un elemento de verdad histórica, concreta, que ya coloca dentro de la región del símbolo vivo lo que, de otra suerte, fuera inerte alegoría?… Hegel decía que lo de que el Cáncer estuviese en el cielo era una verdad astronómica también. Así, puede afirmarse que lo de ser la Virgen una torre ebúrnea forma parte de la teología.
Es teología, porque muestra en lo precioso la coronación de la humildad. «En esta Majestad —hemos oído en la presente nueva Epifanía—, soy aún la Esclava, la Durmiente de la Dormición. Soy lo Eterno Femenino y asumo en mi Asunción cuanto es mujer en el cielo y en la tierra»…
Y esta es la corona de la Asunción en el(15) Elche y en la España de 1943.

(1) también] om. La Vanguardia
(2) personal] om. La Vanguardia
(3) la que] a quien La Vanguardia
(4) incompatible] compatible Nuevo Glosario
(5) devolver] volver Nuevo Glosario
(6) saber] averiguar Nuevo Glosario
(7) Florales] ilicitanos La Vanguardia
(8) el] om. Nuevo Glosario
(9)
su] om. La Vanguardia
(10) la] om. La Vanguardia
(11) día] idea La Vanguardia
(12) hoy] en él La Vanguardia
(13) consoladoramente] adecuadamente La Vanguardia
(14) en ] como La Vanguardia
(15) el] om. Nuevo Glosario

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Última actualización: 2 de febrero de 2009