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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
ESTILO Y CIFRA en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Estilo y Cifra», La Vanguardia Española, Barcelona (24-III-1943—25-IX-1954)
SCHERZO

(La Vanguardia, 30-VII-1943, p. 4; recogido en Nuevo Glosario, vol. III, pp. 1.035-1.038)

I.- EL CRITICO DE ARTE.— Un crítico de arte es un señor que visita, por ejemplo —porque su obligación está en visitarla—, cualquier Exposición nacional. Que allí, y durante tres horas, se echa al coleto sus buenos mil cuadros y sus malas trescientas esculturas… Este paso al coleto se hace por agencia o truchimán de un lápiz y de unos papelitos, en los cuales quedan taquigráficamente apuntados nombres y nombres, y no digo que ideas e ideas, para no exagerar. Después, el crítico de arte se va a su casa o a su Redacción. Sentado ante las cuartillas o ante la máquina de escribir, va cociendo, por unas tres horas más, la substancia de aquellos papelitos, hasta que se convierte en caldo o extracto de justicia distributiva. Por esto escribe, si a mano viene:
«A la Exposición concurren, al lado de los consagrados, muchos valores nuevos, cuyas orientaciones, de acuerdo con los matices estéticos de nuestros días, importa recoger. En algunos, el dominio de la técnica se muestra inseguro; en otros, este dominio avanza a grandes pasos hacia las realizaciones acabadas, plenas, de enjundia artística, a la vez que racial. En la Sala I ya nos sorprende agradablemente el envío de García de las Heras, acreditando una paleta armoniosa y una forma depurada, aunque preferiríamos que en el gran cuadro de los marineros los primeros términos estuviesen más concienzudamente tratados(1). En una gama menos suntuosa, los campesinos manchegos de Casto Barral no desmienten la reputación de este artista, especializado en tratar, con inspiración netamente española, las figuras típicas de nuestra raza. Muy bien los paisajes de Fernández Gal; el titulado «Tarde en la sierra» es, a nuestro juicio, el mejor. Iguales aciertos se encuentran en la obra del catalán Palóu Sintas, rica en entonaciones muy estructuradas. El envío de Gutiérrez Hidalgo demuestra, una vez más, la fina sensibilidad de este artista. Mestres de Cases se presenta algo monótono, en una estilización siempre adecuada. De los tres cuadros de Bedoya Sombrero(2), preferimos el que representa un desnudo. El maestro Pino Peñafiel mantiene su bien ganada reputación con dos lienzos de grandes dimensiones: el titulado «¡Pobrehuérfana!» y el que lleva por título «…¡Y aun dicen que en la siega no sesuda!», cuyas tendencias sociales no compartimos(3). También hay tonos justos en los envíos de Tiburcio Gómez, Margarita Pusterla, Ángeles Merino y en la vista de Roma por Jacinto Millán. En la Sala II, aparte de las obras de Julián Castrillo, de mérito desigual, encontramos un busto de una campesina navarra, por Álvarez Tena; las risueñas valencianas de Sanchis Fúster y las flores de otro valenciano, el señor Cansalada, algo influído por el anterior»…
Y así sigue hasta la mención de un diez por ciento de lo visto. Por esta razón nunca ha querido uno ser crítico de arte.

II.- LA LECTORA DE NOVELAS

Para que algunas Cármenes se rían de Pilarín.

Usa Pilarín y abusa,
Con delectación morosa,
Ya de la novela rosa,
Ya de la novela rusa.

Pero tampoco rehúsa
La angloamericana prosa,
Patética y caudalosa,
Patosa o patidifusa.

Si un alma de taquimeca
Creyó encontrar en Rebeca
El substancial alimento,

Hoy su ilusión avasalla,
Siempre a escolta de pantalla,
«Lo que no-sé-qué del viento»(4).

III.- EL JUEZ COMPRENSIVO.- Esto lo ví yo. No recuerdo ahora, tanto cuento en años y travesías, si «allá en el rancho grande» o en el otro allá de la consabida «pampa inmensa, solitaria y muda»…
No tan muda, válgame Dios, en domingo. Cuando aquellos criollos(5) miden en carreras los méritos de jinetes, potros y potrancas. Hay que oírles, y, mejor no oírles, cuando allí disputan sobre si, al salir, le(6) pasó de la cabeza o no le pasó de la cabeza. Y alejarse, al ventilarse facones.
Con eso el domingo, gran faena tiene el juez el lunes. Este que digo administraba, paternal y patriarcalmente, justicia, sentado bajo un ombú. Era un hombre largo y cetrino, de ojos oblicuos, bigote lacio y negrísima perilla. De poca labia y mucho suspiro. De cuello a pies envuelto en un poncho, y siempre sombreado por sombra de sombrero.
A última hora, y tras el interminable debatir y del breve sentenciar sobre lo de las carreras, le trajeron un indito, casi una criatura. Que no venía por cosas de carreras, sino por haberse puesto a disparar, sin ton ni son, a la puerta de una chirlata, y herido a varios.
—Vamos, hombre —susurró el juez, lánguidamente—, ¿cómo fue? Diga cómo fue.
—Pues yo, señor, la «verdá»… Había pasado allí toda la tarde. Y, siempre, apuntando al catorce. Y el catorce, a no salir; y otra vez, y a no salir; y otra y otra, y a no salir ni por Dios… Hasta que, al fin, al marcharme, yo ya iba ciego, señor; yo no sabía lo que hacia. Me puse a disparar, por allí, por allá; sin ver, porque iba ciego…
Todavía siguió bordando un trecho los temas de la ceguera y de la fatalidad.
El juez pareció meditar, triplemente envuelto en su poncho, en su silencio y en su melancolía.
—¡Caramba! —dijo, al fin, en guisa de epilogal sentencia, y levantándose, y sin más—. ¡Caramba!… ¡Con lo «salidor» que es el catorce!

(1) tratados] trazados Nuevo Glosario
(2) Sombrero] Sombrerero La Vanguardia
(3) add. , aunque reconozcamos su sinceridad La Vanguardia
(4) add. ESTRAMBOTE  / (Como el cuento / de la Madre Salamiento.) La Vanguardia
(5) criollos] criollazos La Vanguardia
(6)
le] lo Nuevo Glosario

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Última actualización: 22 de enero de 2009