Eugenio d'Ors | |
NÓTULAS DE ESTOS DÍAS PASADOS (1) |
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La voz clamante en el desierto podrá invocar al Espíritu Santo. Pero únicamente sobre las asambleas descenderán las lenguas de fuego.
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Como fueron recibidos los ungüentos preciosos de la Magdalena, reciba el varón de arduo mérito los regateados elogios. A cuenta de mayor cantidad, para cuando se quiera perfumar su sepulcro.
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Esta inmóvil campana ha realizado, en el secreto de los días santos, un viaje a Roma. Sonará lo mismo, pero resonará mejor.
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La palma dorada, de través en los hierros del balcón, hará cosquillas, con la agitación que el viento da a su agudo copete, al sueño en que todavía yace la primavera.
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Dichoso, Señor, Tú, a cuyo alrededor la proporción de traidores no alcanzaba al quince por ciento.
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La salvación de un pueblo y su gloria, jamás se lograron más que a la fuerza y por sorpresa. |
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Acompañan los prodigios a la Muerte del Justo. La tranquila normalidad, a su Resurrección. |
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Duro Lázaro, amigo de Jesús, criatura del milagro de Jesús, ¿cómo pudiste no convertirte en su apóstol? |
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(1) El Debate, 5-IV-1934, p. 3; recogido en "El católico errante (1934)", Nuevo Glosario III, ed. Aguilar, Madrid, 1949, pp. 355-356 |
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Última actualización:
26 de julio de 2006
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