La filosofía contemporánea
en los Estados Unidos de América
del norte 1900-1950

Frederic Harold Young (Cuadernos Americanos 56, México, 1961, pp. 39-46)

WILLIAM JAMES

De la breve mención que he hecho del pragmatismo en el capítulo anterior ["Panorama general de la filosofía contemporánea en los Estados Unidos de América del Norte de 1900 a 1950"] paso ahora a una exposición más detallada de este movimiento, que ha sido la más difundida en los Estados Unidos de todas las tendencias filosóficas durante los cincuenta años últimos. Puesto que fue la conferencia que con el título de "Philosophical Conceptions and Practical Results" ("Concepciones filosóficas y consecuencias prácticas") pronunció William James en la Universidad de California el año 1898, la que realmente dio nacimiento al pragmatismo como movimiento, es lógico comenzar por el estudio del pensamiento de James. A quienes se interesen también por James como psicólogo, les invito a consultar mi ensayo acerca de él titulado "William James, psicólogo, moralista y pragmatista", publicado en el número de Cuadernos Americanos correspondiente a enero-marzo de 1960. En la ocasión presente nos interes James como moralista y filosófo pragmático, ya que llegó al pragmatismo a través de su ética.

Puesto que Henry James, padre de William, ejerció una influencia poderosa y duradera sobre el desarrollo intelectual de su hijo, es oportuno empezar con algunas consideraciones sobre este punto. Superficialmente, y en lo que respecta a formulaciones doctrinales, padre e hijo parecen totalmente opuestos el uno al otro. Esas diferencias doctrinales entre padre e hijo pueden expresarse como sigue, señalando cada contraste entre aquél y éste. En metafísica, un neoplatonismo monista contra un pluralismo; en espistemología, revelacionismo e intuicionismo contra empirismo; en psicología, una metapsicología, de tipos —por ejemplo, el hombre físico, el hombre moral, el hombre espiritual— contra una descripción individualizada, de laboratorio; en ética, el odio al moralismo contra un intenso voluntarismo y meliorismo ético; en filosofía social, socialismo espiritual contra individualismo; en religión, una visión apocalíptica de la Humanidad Divina definitiva contra un moralismo mundano y un Dios finito. Pero esta enumeración de contrastes no propociona el conocimiento más pleno posible de sus relaciones; dichos contrastes sólo parecen indicar, superficialmente al menos, que William reaccionó contra casi todas las teorías importantes que sustentó su padre. Pero, aunque pueda admitirse esto, aún sigue siendo cierto que se parecieron de manera notable en rasgos más profundos que los intelectuales, tales como su estilo literario y su temperamento básico.

Señalemos, ahora, algunos de los factores de la evolución ideológica de James que se debieron primordialmente a su padre. Es bien sabido, por ejemplo, que James padre estimulaba la discusión sobre cualquier tema y a cualquier hora del día o de la noche. Durante las comidas, los individuos de la familia llegaban a excitarse tanto en la discusión, que se levantaban de sus sillas y se ponían a pasear mientras exponían con viveza sus opiniones. Además, el viejo James, financieramente independiente y libre de obligaciones profesionales, permanecía en casa mucho más de lo que es usual. No hubo en los Estados Unidos, indudablemente, otro hogar en que se practicaran una intensidad, una amplitud y una libertad parecidas de expresión intelectual. El padre era la principal fuerza incitante para la creación de este ambiente tan favorable a la exploración vivaz y personal de las ideas. Las consecuencias estaban destinadas a ser una rica fruición en las vidas de William y de Enrique, su hermano menor, que llegó a ser una figura en la literatura universal, como William lo fue en psicología y filosofía.

De manera más especial, el interés del padre durante toda su vida en formular un sistema de filosofía religiosa, o una filosofía de la religión, contenía en sí mismo los elementos constitutivos de la metafísica, la epistemología, la axiología, la psicología, la ética, la estética y la antropología filosófica. Así encontró William en el comienzo mismo de su vida pensamiento filosófico fresco y vital en su padre, que completó y amplió posteriormente con una preparación incesante.

Es indudable que este aprendizaje no académico mediante el debate vivo sobre las grandes cuestiones del pensamiento humano, sin ninguna de las restricciones artificiales que impone el ambiente del aula, tuvo el rico efecto de dar libertad en los escritos de William a una vivacidad espléndida y a una espontaneidad semejante a la de la conversación. Porque James escribe como si nos estuviera hablando en una conversación directa. En realidad, era una conversador de tanto encanto, que su hermana Alicia decía de él: "Encantaría a una rueda de molino".

Más profundo aún que este factor ambiental, es la semejanza notable entre padre e hijo en aspectos hereditarios. Los dos fueron tipos sumamente nerviosos, y esto se reveló en sus ideas por la extremada importancia concedida al dinamismo en el pensamiento y en la acción: James padre escribió sobre la creación "perpetua" por el Ser Divino, en tanto que William fue el apóstol del voluntarismo y el pragmatismo en la esfera de la conducta humana. Yo diría, de pasada, que la teoría del viejo James sobre un Dios perpetuamente creador es un teopragmatismo, pariente espiritual del pragmatismo moral y humanista de William. Otra cosa que procedía de su padre fue la importancia que William concedía a la "espontaneidad". Un paralelismo final: ambos padecieron una sensibilidad nerviosa enfermiza y experimentaron una violenta crisis espiritual a la misma edad de los veintiocho años. Así, pues, por diferentes que hayan sido las opiniones que formularon en el plano doctrinal de sus relaciones, padre e hijo eran notablemente parecidos en rasgos temperamentales básicos.

Como, aparte de su vasta reputación como psicólogo, suele pensarse en James en relación con el pragmatismo, y como su pragmatismo nació de su empirismo radical, es necesario distinguir y relacionar entre sí lo que entendemos por esas palabras. Hablaremos primero brevemente de su empirismo radical y después señalaremos el punto en que su pragmatismo brotó de él.

La insistencia de James sobre la experiencia como base del filosofar fue en gran parte consecuencia de su primera preparación científica en medicina y psicología de laboratorio. Debe recordarse que estudió en Alemania con Wundt, quien fundó en aquel país el primer laboratorio de psicología, en tanto que James fundó el primero en los Estados Unidos. Pero, por mucho que le haya interesado la ciencia, no llegó nunca al culto de la ciencia como tal, no fue nunca culpable de "cientismo". Se movió siempre en dirección y en defensa de la voluntad humana y de las emociones, por su importancia más profunda en la vida moral del hombre que el intelecto teórico empleado en la experimentación científica (es significativo que James no haya hecho ninguna aportación a la lógica ni a la filosofía de la ciencia). "Experiencia" tiene siempre para él un sentido relativo a valores morales tales como la libertad, la espontaneidad y la responsabilidad. Se rebeló contra el empirismo tradicional inglés por: 1) la descomposición que opera de la conciencia en partículas atómicas, en vez de tratarla como en realidad se experimenta, o sea como una corriente que fluye sin cesar e ininterrumpidamente; 2) la importancia exclusiva que concede a las cosas dadas en la conciencia, sin admitir que también son dadas relaciones entre las cosas, como arriba-abajo, izquierda-derecha etc.; 3) la distinción absoluta que hace entre la idea y el objeto, entre el yo y el no-yo, en vez de las estrechas conexiones entre ambas cosas que él señala; 4) su referencia a lo pasado, a las experiencias originales que "produjeron" nuestras ideas y no a lo futuro, a las experiencias y resultado previsibles; 5) la reducción que opera de las ideas a factores experienciales previos, lo que implica mecanicismo y determinismo, contrariamente a la importancia que él concede a la proyección de las ideas como medios para la libre elección de acciones y acontecimientos futuros; en esto se revela su interés por las implicaciones morales del análisis de la experiencia; 6) finalmente, por su tendencia al positivismo y a negar la validez de toda creencia que vaya más allá del tipo de evidencia sensorial directa o indirectamente asequible. Frente a esto, afirmó apasionadamente su teoría de La voluntad de creer en el famoso libro de ese título; porque, como moralista, percibió las peligrosas consecuencias de limitar la creencia únicamente a lo que había sido, o podía ser, sensorialmente demostrable. En dicho libro afirma que la fe puede engendrar su propia evidencia arriesgando creadora e imaginativamente un acto inicial de fe, lo mismo que el científicao arriesga una hipótesis —en un sentido diferente, desde luego— cuando emprende un experimento. Esta fe en la fe se conoce técnicamente como el fideísmo de James.

Teniendo presentes estos puntos de divergencia respecto del empirismo tradicional, podemos comprender por qué llamó al suyo empirismo radical, y nos permite también definir su pragmatismo y su fideísmo de un modo fundamental. El "fideísmo" se refiere a la fe original que ayuda a llevar una creencia a realización mediante la acción; el "pragmatismo" se refiere a las ideas que resultan bien en la realidad porque son fecundas en buenas consecuencias. Adviértase que tanto el pragmatismo como el fideísmo se enfocan hacia la actuación con éxito del individuo en lo futuro. Esta decidida oposición a "orígenes, mecanismos, determinismo y pasado", a favor de "función, libre albedrío, voluntad de creer y futuro", revela a James como un gran moralista de verdad, en una época en que los hombres temían que la "ley" científica quizás destruyera toda creencia en la libertad de determinación del hombre. Luchó con la convicción de un santo por la libertad, la espontaneidad y la innovación, contra el determinismo, la ley y el mero convencionalismo, que desvirtúan y hasta destruyen los fundamentos de la vida moral del humana.

Al iniciar ahora el estudio de las relaciones de James con el pragmatismo, lo mejor será exponer la materia en orden cronológico. El pragmatismo como movimiento nació en realidad con la conferencia sobre "Concepciones filosóficas y consecuencias prácticas" que James dio en 1898 en la Universidad de California. La palabra "pragmatismo" la había acuñado en 1878 Carlos Sanders Peirce, de quien hablaremos más adelante. Procedamos a la exposición de los orígenes y el desarrollo del movimiento respaldado de esa suerte por James.

Pero, al empezar nuestra investigación, son oportunos ciertos enunciados generales para desvanecer algunos conceptos erróneos que existen no sólo en países extranjeros, sino también en los Estados Unidos. Así, por ejemplo, Ruggiero, un filósofo italiano, dice: "El pragmatismo nació en los Estados Unidos, el país de los negocios, y es, por excelencia, la filosofía del hombre de negocios". Esto es una generalización lamentablemente superficial e irresponsable que hace poco favor a quien la hizo. Asociado a la falsa idea de Ruggiero está el concepto, igualmente falso, de que pragmatistas norteamericanos como Peirce, James y Dewey se interesaron por las ideas sólo en cuanto tenían un "valor contante" (James usó esa expresión como una mera figura del lenguaje) o conducían a resultados "prácticos". Contra impresiones tan atrozmente superficiales, cito al profesor Gallie, de Inglaterra, quien, en su muy inteligente libro Peirce and Pragmatism, tiene este convincente pasaje, que es bellamente justo y exacto: "... ha habido la tendencia en este país [Inglaterra] a asociar el pragmatismo con la oleada anti-intelectualista que rompió contra la filosofía occidental hacia fines del siglo pasado y cuyos ejemplos más famosos son el evangelio de la voluntad de poder de Nietzsche y la filosofía del impulso vital de Bergson. Además... ha sido considerado con frecuencia, en todo caso por filósofos ingleses durante la primera mitad de este siglo, como un producto exclusivamente norteamericano, con el supuesto implícito, a veces explícitamente expresado, de que es una teoría tosca, casi selvática, tal como naturalmente tenía que nacer en un país nuevo donde los intereses y las oportunidades materiales son supremos y poco apreciados los refinamientos y las severidades de la teoría pura". Y viene en seguida la refutación que Gallie hace de esas opiniones, tan magnánima, que difícilmente puede creerse que un norteamericano se hubiera atrevido a escribirla, o ni siquiera pensado hacerlo:

Sea cualquiera la justicia de esta apreciación general del pragmatismo, es difícil de imaginar una tergiversación más grosera de su ambiente intelectual. Harvard, suelo nutricio del movimiento, era en la segunda mitad del siglo pasado un centro cultural igual por lo menos a Oxford y Cambridge; tenía tradiciones intelectuales propias, largas y profundas, aunque algo estrechas, y en opinión de Carlos Darwin [¡sic!] poseía en el decenio de los 1860 suficientes mentalidades brillantes para proveer de profesorado a todas las universidades inglesas. Ni fueron los fundadores del pragmatismo selváticos intelectuales en ningún sentido: Peirce y James... pensaron y escribieron como hombres profundamente impregnados de cultura europea y con un conocimiento vivo de los movimientos contemporáneos más importantes del pensamiento europeo. En el decenio de 1870 Peirce enseñaba lógica con una orientación que llegó finalmente a Oxford unos sesenta años más tarde, en tanto que James, como profesor de psicología, afrontaba los principales problemas que plantea esa materia con una lozanía de visión y un dominio de todos los detalles pertinentes, que no ha poseído nunca un filósofo inglés...

Teniendo presente esta aclaración general de Gallie, pasamos de la cuestión del origen del pragmatismo a tratar de su desarrollo.

Aunque fue James en su conferencia de California quien dio circulación general a la palabra pragmatismo, fue Peirce quien la introdujo en la nomenclatura filosófica en 1878. Contrariamente a la opinión usual de que el pragmatismo es un producto estrictamente norteamericano, la verdad es que la palabra se la sugirió a Peirce el estudio de Kat, quien, en su Metafísica de las costumbres, hace una distinción entre "pragmático" y "práctico". "Práctico se refería a la razón moral o práctica, como sabe todo estudiantes de Kant; "pragmático" se refería a las reglas del arte y a la técnica, derivadas de la experiencia. Los principios de la razón práctica son a priori; los pragmáticos son empíricos o a posteriori. Ahora bien, Peirce, siguiendo a Kant, no quiso llamar "practicalismo" a su método. Siempre lógico sobre todo, Peirce se interesó por el método pragmático sólo como norma pra guiar el pensamiento real, y no como una guía para la conducta.

Por su parte, James amplió el pragmatismo de Peirce dándole aplicaciones de carácter ético, completamente ajenas a la intención de Peirce. En su libro The Will to Believe (La voluntad de creer), cuyo título cambió, atendiendo a ciertas críticas, en The Right to Believe (El derecho a creer), si bien después volvió a darle definitivamente el título original, James aplicó la sanción pragmática no meramente a conceptos, como Peirce, sino también a creencias religiosas e ideales éticos. Hemos señalado más arriba, en este mismo capítulo, que la fe religiosa y los ideales éticos son especialmente importantes para James porque son los resortes creadores de decisiones y acciones cargadas de consecuencias vitales para lo futuro. El paso siguiente lo dio en su libro The Meaning of Truth (El sentido de la verdad), en el cual extendió su principio pragmático al concepto mismo de verdad. He aquí un pasaje del libro:

Ideas verdaderas son las que podemos asimilar, validar, corroborar y verificar. Ideas falsas son aquellas con que no podemos hacerlo. Esta es la diferencia práctica que hay para nosotros en tener ideas verdaderas; ese, pues, es el sentido de la verdad, porque es todo lo que sabemos de la verdad... Toda idea que nos ayuda a tratar, bien se práctica o intelectualmente, con la relidad o con sus propiedades, que no enmaraña en frustraciones nuestra marcha, que realmente ajusta y adapta nuestra vida al ambiente total de la realidad, coincidirá suficientemente con dicha realidad para responder a sus exigencias. Será la verdad de esa realidad.

La verdad, para decirlo brevemente, es sólo lo conveniente en el camino de nuestro pensamiento, así como lo recto es sólo lo conveniente en nuestro modo de conducirnos. Conveniente en casi todas las maneras, y conveniente a la larga y en general...



Fecha del documento: 7 de marzo 2008
Ultima actualización: 7 de marzo 2008

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