Charles Sanders Peirce. Razón e invención del pensamiento pragmatista
Anthropos, nº 212 (2006), pp. 51-79



EL LABERINTO DE LA REALIDAD.
UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL DEL JOVEN PEIRCE



José Vericat


El lapso de tiempo que va de 1839 a 1914, años de nacimiento y fallecimiento de Charles Sanders Peirce, constituye el período crítico por antonomasia en la historia de los Estados Unidos tras la guerra de la Independencia y la adopción de la Constitución de 1787. Si con ésta se había consagrado el país como nación, lo siguiente, más problemático si cabe, era su constitución como sociedad. Un vasto y complicado reto que tendría lugar a lo largo del siglo XIX, culminando con su entrada en la guerra del 14, hecho que consagraría a los Estados Unidos como referencia y potencia mundial del nuevo siglo. La obra de Charles S. Peirce es como el corazón de dicho proceso, incluidos los avatares y trágica vida de este genial pensador. Su visión de la realidad y su comprensión de los procesos del conocimiento y comportamiento se constituirían en clave de un desarrollo social de nuevo cuño que invertía en ciento ochenta grados los ejes de coordenadas de la tradición del pensamiento occidental. Aunque contemplado un tanto escépticamente desde la ya entonces vieja Europa, expresaba de hecho no sólo la toma de conciencia filosófica y científica, cultural en general, por parte de una sociedad que inauguraba una dinámica radicalmente innovadora en la historia, sino los principios operativos mismos de su peculiar dinámica de desarrollo.

Los padres culturales de aquella primera sociedad americana tomaban sin el menor complejo como precedente inmediato no ya la Europa de aquellos momentos, del mismo modo que tampoco los padres de la Constitución se habían atenido a las ideas estrictas de la Ilustración del XVIII, sino directamente la antigüedad griega, reivindicando subrepticiamente en el plano de lo teórico un mismo espíritu de frontera que el de su realidad geográfica, acorde con el tipo de organización abierta que internamente brotaba como un fenómeno natural más. El desarrollo de la sociedad americana tiene lugar a espaldas y de espaldas a Europa. Y de mirar a alguna parte, mirando más bien a su occidente que es el oriente ignorado de Europa. Quizás fuera Marx uno de los muy pocos que se percatara de ello, al revés de su amigo y colaborador Engels, expresión de la Europa pequeño burguesa y obrerista a la vez, que veía en los Estados Unidos una simple proyección colonial suya, ignorante e inconsciente de la propia entrada en una terrible y destructiva decadencia histórica. Curioso aquel materialismo del XVIII que la emprende con el sacrificio de los cuerpos en el altar de la guillotina para liberar lo peor y más monstruoso del espíritu de los Estados, cooperando con ello sin saberlo al desarrollo de aquel nuevo país que sin buscarlo le venía el destino como a las manos, el botín de todo un capital cultural a la subrepticia búsqueda de una nueva salida material y filosófica. Basta ojear revistas como la North American Review y el Atlantic Monthly, o también The Dial, cercana al movimiento trascendentalista de Emerson y Thoreau, más influido por las religiones de la India y China que por los misticismos europeos, para darse cuenta hasta que punto los pensadores y escritores americanos eran conscientes ya entonces de su creciente distanciarse respecto de una Europa, transformándose poco a poco en mera curiosidad, en objeto turístico del grand tour. América miraba hacia Asia mientras reelaboraba lo que le llegaba de Europa. James Russell Lowell, historiador de literaturas románicas en Harvard, miembro de una de las sagas familiares más significativas de Boston —que no en balde se autodenominaban aristocráticamente brahmanes— Ministro plenipotenciario del gobierno americano en Madrid, comentaba en sus cartas lo patente que resultaba comprobar como su país se iba alejando a ojos vista de Europa. América era para ellos la nueva Atenas por lo mismo que eran conscientes de ser el inicio de una nueva e histórica era.

Benjamin Peirce, profesor de Matemáticas y Astronomía del entonces Harvard College, en carta a su hermano Charles H. Peirce participándole el nacimiento de su hijo Charles el día 10 de septiembre de 1839, habla de "la Atenas de América" al referirse a la comunidad intelectual de Cambridge a la que pertenecían, a la vez que se refiere curiosa y reiteradamente al hijo recién nacido como "hijo de futuridad" (child of futurity), con todas las reminiscencias pragmatísticas que una tal expresión parece evocar, y como previendo la tarea que aquel pequeño iba a asumir como forjador de todo un nuevo léxico científico y filosófico, doblegando las categorías básicas del pensamiento tradicional europeo. Los esquemas de materia y forma iban a quedar relegados por la relevancia dada al mundo de los accidentes, de la misma manera que rechazaría toda diferenciación entre objeto y sujeto, considerándolos como intercambiables, viniendo así mismo a diluir la distinción al uso entre lo analítico y lo sintético. De la conjunción de estos tres ejes de coordenadas surgiría la clave de su pragmatismo como concepción de una nueva praxis cognitiva hacia lo real, a modo de respuesta a lo que Charles Peirce consideraría como la pregunta clave de sus nuevos planteamientos, la de cómo son posibles los juicios sintéticos, en tanto anterior y previa a la tradicional kantiana de cómo son posibles los juicios sintéticos a priori.

I

 

La enorme afluencia de inmigrantes a Nueva Inglaterra había llevado a la autoridades del estado a introducir una reforma radical de su sistema educativo, a efectos de facilitar la integración y socialización de los nuevos ciudadanos. El modelo educativo escocés iba a jugar un papel muy relevante ahí. Ya los miembros del Harvard College, en razón del propio origen puritano del fundador —muchos de cuyos compañeros habían sido expulsados de la universidad de Cambridge– habían cultivado con gran fidelidad la tradición de la escuela del common sense escocés. Unido ello a ciertas afinidades con los problemas educativos que se le habían planteado al gobierno escocés en los momentos de una fuerte industrialización de Escocia, las autoridades de Nueva Inglaterra, aconsejadas por el famosísimo pedagogo Horace Mann —de quien Benjamin Peirce fue gran amigo y colaborador– habían puesto en marcha un nuevo sistema educativo estructurado en base al llamado common school system, una organización de amplia base en la fase primaria, que se cerraba en la cúspide con una única High School como trampolín de entrada a la universidad. Surgía así la Cambridge High School a modo de réplica de la escocesa Royal High School de Edimburgo, con la diferencia de que aquella iba a quedar muy directamente bajo la tutela del profesorado de la universidad, del entonces Harvard College, que es el que había promovido su fundación.

Fundada in 1848, Charley —así le llama su madre— ingresaría en ella en 1849. Dadas estas características de origen no es de extrañar que su vida escolar transcurriera bajo la muy directa supervisión del padre, por lo demás de una enorme, creativa y omnipresente personalidad. No es de extrañar pues tampoco que los años del joven Peirce en esta escuela resultaran de enorme importancia en la gestación de sus primeras ideas e intuiciones filosóficas, seminales de lo que mucho después serían sus grandes ideas y categorías que serviría de base a sus concepciones filosóficas. Muchas de estas ideas encuentran de hecho su primera expresión en los trabajos escolares, o escritos sueltos, realizados durante aquel período de tiempo.

Charles Peirce fue siempre una personalidad difícil. Padecía de neuralgia y era zurdo. Joseph Brent en su conocida biografía se centra en estos dos aspectos de su caracterología, tratando a partir de ahí explicar una personalidad y una obra que ciertamente desbordan todo lo previsible. Pero sus resultados son excesivamente simplistas. Resbala sobre la mayoría de las cuestiones centrales, y otras ni siquiera las toca, aunque ciertamente proporciona innumerables e interesantes anécdotas de su vida íntima. Más importante que los problemas psicosomáticos en sí mismos lo son los métodos terapéuticos de que sus padres se valieron para resolverlos. Desde esta perspectiva hay que abordar la educación del niño y el muchacho anterior a su entrada en la High School. Una etapa dominada por una educación centrada en la oratoria —en la elocución— tradicional en la cultura anglosajona, pero orientada específicamente en este caso a corregir las importantes disfunciones del muchacho, fundamentalmente en su vida emocional —depresivo y desequilibradamente enamoradizo – y en el control del lenguaje. En una primera fase se le pone en manos de una pedagoga infantil, que él mismo en un escrito que había que redactar al final de la High School, titulado My Life Written for the Class Book, recordaría como el tiempo de las Ma'am Sessions. En una etapa posterior, superada la infancia, pero persistiendo los problemas, sus padres le ponen bajo la responsabilidad de un experto en homilética, Th. R. Sullivan, conocido orador y amigo del padre, que tenía una escuela privada en Boston. Para ello Charley tuvo que trasladarse a vivir a la ciudad, a casa de su tío Charles. Era alrededor de 1848. El chico tenía unos diez años. El tío Charles era un importante químico, que había traducido del alemán la Historia de la Química de Stöckhardt. La estancia en su casa, en contacto con el mundo de la química, sus experimentos y su importante biblioteca, explican la afición que se forjaría en el muchacho hacia esta especialidad, cuyos estudios seguiría en la Lawrence School de Harvard, una vez finalizado el College. La química con el peculiar álgebra gráfico de su combinatoria y fórmulas resultaría ser una de sus importante fuentes de inspiración en la génesis de los por él llamados grafos existenciales, que desarrollaría en la fase última de su vida, llegándola a calificar como su chef d’œuvre, llevada a cabo en la soledad de Arisbe, su casa de campo en Pennsylvania.

La educación en elocución —nos lo diría el mismo Charles Peirce– tenía como objetivo el desarrollar la práctica del instinto en el habla, imbuyendo en la personalidad de uno "confianza y posesión de sí mismo". Lo instintivo ocuparía una importante función cognitiva en su futuro sistema teórico, definiéndolo como la "facultad de actuar de manera razonable (o mejor, adaptativa), cuando se es incapaz de alcanzar por razonamiento la conclusión requerida"1. Su asociación al hábito es evidente. Como terapia educacional su objetivo era ayudar a la persona a alcanzar un cierto grado de cohesión en la relación entre ideas, afectos y palabras, es decir, en su relación con el mundo exterior y su expresión. Un problema éste que a juzgar por sus propios testimonios no llegaría a resolver en toda su vida, intentando compensarlo con un obsesivo aprendizaje de las más variadas hablas, incluidas muchas lenguas muertas. Ello iba a servirle de propedéutica en su investigación de los paradigmas gramaticales y sintácticos de las lenguas, y en el desvelamiento de las claves expresivas, indicativas y argumentativas de las estructuras proposicionales. Pero no es menos importante el hecho de que a través de dicha terapia basada en la elocución llegara a ser consciente de la peculiaridad cognitiva de su estructura de la personalidad, en función de la cual parece como constituirse en espectador de sí mismo desde fuera de sí mismo, como situado en la voz, entre bastidores de la realidad, en medio de la relación entre las apariencias de las cosas y su elaboración cognitiva.

Otro objetivo más tradicional de la elocución y la oratoria es el de la persuasión, dirigidas como están al entendimiento y a la voluntad a efectos de imbuir en la relación entre ambos un cierto grado de auto-control. Auto-control que Charles Peirce entiende como contrapuesto a lo instintivo, en el sentido de que mientras éste se dirige a la captación de lo inmediato del objeto percibido —que es lo que constituye el curso normal de la práctica cognitiva— lo propio del auto-control reside en posibilitar el acceso a una dinámica cognitiva totalmente diversa a la considerada como normal2. Esta idea de lo normal es lo que subyace a su pseudónimo Hombre Normal con el que firmara su primer escrito, impreso en la revista de los estudiantes del Harvard College, titulado Think Again!3 En este sentido, y no por casualidad, su padre, no sin ironía, calificaba los planteamientos teóricos de su hijo como pedestrianism —un término a todas luces tomado de los planteamientos literarios de Wordsworth y Coleridge, lecturas obligadas en la educación escolar, y muy bien conocidos del joven Peirce4. No es extraño que la capacidad oratoria del joven Peirce llegara a asombrar por sus declamaciones en las ceremonias de fin de curso. Una práctica que a modo de terapia —según el mismo nos dice— continuaría ejercitando a la largo de su vida: bien en la intimidad de sus lecturas, bien en la fraternidad O.K., en la que ingresaría al término de sus estudios universitarios, bien en la soledad del US Shooner Twilight, el barco oceanográfico donde daría sus primeros pasos en el campo de la geodesia y la astronomía, o en el famoso Century Club de Nueva York, que a partir de un cierto momento en que no tenía apenas donde caerse muerto le serviría de vivienda, y su famosa biblioteca de centro de investigación. Nunca dejaría de escribir y reflexionar sobre elocución y retórica. Y nunca —nos dice— llegaría a superar del todo las dificultades en el control del lenguaje.

Con este bagaje ingresa en la High School. Sus problemas en los estudios fueron enormes. Nueva como era la escuela, la organización de los estudios cambiaba continuamente. Y a él los cambios, perteneciendo a la segunda promoción, le cogían siempre de lleno. En un principio la escuela tuvo un enorme éxito, era casi gratuita y garantizaba el acceso a Harvard. Pero no pudo evitar su decadencia, dado que el profesorado, mal pagado, acababa por desertar hacia las escuelas privadas que empezaban a florecer por doquier. Charles Peirce dejaría la escuela en 1854, tras haber suspendido reiteradamente y sin llegar formalmente a graduarse. Con todo, el tiempo transcurrido en ella fue decisivo para su desarrollo intelectual. La biblioteca de que disponía era de un altísimo nivel y los trabajos prácticos eran de gran calidad. Para un lector infatigable como siempre lo fue, los libros de aquella, unidos a los propios de su casa, iban a ser el principio de una incansable ansiedad por conocerlo todo, por una cultura realmente universal. También en la High School el estudio del lenguaje iba a ser el tema clave de sus estudios.

La obsesión de las autoridades de Nueva Inglaterra era evitar la corrupción del lenguaje, dada la enorme diversidad educacional y lingüística de los inmigrantes. De ahí su insistencia en la pronunciación y la ortografía "como medio no sólo para promover un nivel cultural más elevado, sino también y muy especialmente las maneras, gusto y hábitos del pensamiento"5. Es decir, no sólo el hablar bien, sino todo un auténtico proceso de socialización. Los planteamientos pedagógicos de la High School fueron en esta misma línea muy innovadores. El director de la High School, Elbridge Smith, procedente de la Edimburgh High School, centraba el estudio de la lengua no tanto en su analítica, como el parsing de la misma, es decir, no en la gramática, sino en la espontaneidad de su práctica, lo que es tanto como decir, en "sus discordantes concordancias, sus irregibles regímenes, sus equívocas y falsas reglas". Es decir, en todos aquellos aspectos que "poco tienen que ver con la estructura real del lenguaje como expresión del pensamiento", pero sí con su creatividad lingüística, es decir, por donde precisamente "la mente se mantiene en contacto con algunos de los impresionantes pasajes de nuestra literatura". En el sentido del dicho de que los clásicos "no estaban hechos por las reglas, sino que son estas las que derivan de los clásicos"6. Lo vivo de la lengua en su relación con el mundo que intenta captar y expresar, en contraposición a su lógica. Un esquema éste que parece resonar en Charles Peirce cuando, ya viejo, elogia el descubrimiento por Aristóteles de "un sistema canónico de la forma de los signos, para ser usado como objeto de la lógica, en lugar de las formas del pensamiento"7. A algo parecido se refiere cuando uno de sus trabajos en la High School, titulado Cada uno es dueño de su propio destino, escribe que su método preferido no es el de prever "lo que será a partir de la naturaleza de las cosas, sino de cuál es la naturaleza de las cosas a partir de lo que ha sido". Introduciendo aquí una referencia al pasado, sobre el que basaría en buena medida su innovadora idea de tiempo. Su estancia en la High School se revela, contra la apariencia de sus calificaciones y fracasos, como enormemente fructífera. De un listado hecho por él entonces de unos 150 escritores, de prosa, poesía y teatro, el joven Peirce dice haberlos leído prácticamente todos. El papel de la literatura en su pensamiento es mucho más importante de lo que él mismo parece pensar.

Cara a su ingreso en el Harvard College era bastante usual asistir a una escuela preparatoria. Sus padres le habían puesto a tal efecto bajo la supervisión de E. S. Dixwell, gran conocedor de la cultura clásica, muy bien considerado como pedagogo entre las familias de Boston, a la vez que vinculado al profesorado de Harvard, del que en cierto modo formaba parte como miembro del comité examinador de los aspirantes. Su hija se casaría con el famosísimo jurista O. W. Holmes, uno de los miembros del Club Metafísico, donde de la mano de Charles Peirce y William James se acuñaría la idea y el término de pragmatismo. Dixwell y Benjamin Peirce eran así mismo buenos amigos. El problema de su hijo durante la High School había sido el griego y el latín; había que solventarlo para poder ingresar en el College. Tenía quince años. No parece que llegara a solucionarse. En todo caso lo cierto es que el curso siguiente de 1855/6, sin aparentemente haber llegado a hacer el examen requerido —de hecho no era imprescindible— iniciaba sus estudios en el Harvard College.

La enseñanza era allí muy conservadora, deudora como era de sus orígenes como seminario de teología. Hacía los años treinta un grupo de profesores entre los que se encontraba Peirce padre, Agassiz, y otros, autodenominados lazzaroni —un término de infausta memoria alusivo al carácter rebelde de la plebe napolitana— intentaba introducir reformas cara a transformar el college en un centro intelectual y científico. Algo habían conseguido. Pero el nuevo rector, Walker, pastor unitario y profesor de moral, que sustituía a Everett, también unitariano y profesor de literatura griega, restablecería la situación anterior. Se daba por ejemplo la paradójica situación de que la High School disponía de mucho mejor instrumental y laboratorios que el College. Basta dar una ojeada al Harvard Magazine editado por los estudiantes para percatarse de la situación. En los 60’ nada aún había cambiado. Las clases no se distinguía de las de una escuela8. No es difícil percatarse que para un muchacho como Charley que desde su infancia se había movido en un ambiente científicamente sofisticado en las más diversas ciencias —matemáticas, física, astronomía, química y biología— aquella situación tenía que ser poco menos que descorazonadora. No es difícil explicar pues lo autárquico de su educación, bajo la guía cercana del padre, pero por lo mismo también la dinámica creativa e innovadora que tuvieron sus ideas desde un primer momento. Durante todo el tiempo de su vida universitaria el joven Peirce se mantiene al margen de la vida del College. De ahí su imagen de persona arrogante, imbuido de una enorme conciencia de superioridad intelectual, lo que no dejaba de trastocarle con desagradables situaciones, siendo el centro como era de una variada rumorología, en la que se le acusaba del ventajismo de tener a su padre y a su hermano mayor como profesores en la misma institución.

Los libros que saca por aquellos años de la biblioteca del College dan el perfil de su dinámica intelectual. Durante su último año en la High School se vale un par de veces de las obras de Poe, un autor con más importancia de lo que parece en relación a las escasas aunque significativas veces en que aparece citado. Durante el primer curso como freshman, 1955/56, el número de obras utilizadas aumenta considerablemente. Se mantiene su interés por la elocución. Lee la importante obra de Rush On the Voice, y la Physiognomy de Lavater; en literatura, a Dickens, Sterne y Coleridge, gustando también de la literatura de viajes, los Travels in Tartary de Huc. Lo novedoso son sus lecturas filosóficas: el Platón de Taylor y la Critic de Kant, en la edición de Meiklejohn, aparte los habituales filósofos del common sense. Durante el curso siguiente, como sophomore, empieza a interesarse por la alquimia, una constante, sobre lo cual lee el Paracelsus de Turner y la Anatomy of Melancholy de Burton. En literatura a Swift. En filosofía se amplía el espectro. Además de Kant, en la edición alemana de la Kritik, y comentarios varios sobre sus obras, lee a Bacon y On Influence de Swedenborg —un teólogo sueco cuya obra había dado a conocer el padre de William James— a la vez que a Raimundo Lulio, lo que indica el despertar de una de sus grandes aficiones intelectuales y en importante fuente de inspiración: la escolástica medieval. Empieza así mismo a familiarizarse con el ambiente intelectual bostoniano a través de revistas como la North American Review, el Buckingham's New England Magazine, el Brownson's Quarterly Review, en las que escriben los intelectuales del momento en Boston, Harvard y Concord. Como junior, en 1857/58, trabaja sobre las Sämmtliche Werke (Rosenkrantz/Schubert) de Kant a la vez que sobre la escolástica medieval a través de algunas obras de Cousin, sin abandonar el tema de la elocución, esta vez en la obra On Words de Trench. Nuevo, pero significativo, es su interés por los signos ideográficos chinos, a cuyo efecto se vale de un Chinese Dictionary y de dos obras tituladas Chinese Characters y Chinese Chrestomathy. Y nuevo es también el tema del color, uno de los favoritos de su vida, sobre el que lee la Nomenclature of Colours de Hay y la Theory of Colours de Goethe, traducido por Eastlake. Como senior, 1858/9, el número de libros tomados en préstamo aumenta aún más. La literatura científica adquiere una gran relevancia. Las revistas más consultadas son los Annals of Philosphy, las Philosophical Transactions y los Annales der Chemie und Pharmacie de Liebig. En filosofía sigue con Kant y sus comentaristas, mientras que Mansell centra su atención entre los representantes de la filosofía escocesa. Una escuela filosófica (Reid, Stewart, Whateley, Campbell, Whewell) que estudia por lo demás a diario, ya que sus obras constituyen en buena medida los textos utilizados en clase9. En literatura Coleridge, De Quincey y Shakespeare, sobre cuya pronunciación escribiría una de sus primeros trabajos publicados. A estos efectos trabajó a fondo la Logonomia Anglica de Alexander Gill, en cuyo ejemplar dejó escrito al final un detallado índice de temas y nombres.

En este último año el joven Peirce experimenta una fuerte depresión debido a toda una serie de circunstancias que le llevan a aislarse más de lo usual. En carta que califica de egotística, escrita a su hermano Jem desde Pascagoula, nos da algunas claves al respecto10. Bromas sobre su padre y hermano, en las que se ironizaba sobre los apoyos y privilegios de que disfrutaba en el College perturbaban su amor propio y delicado equilibrio psíquico. Su actitud de rechazo y superioridad respecto de los demás se agudizan. En el último curso ello resultaba tanto más crítico cuanto que era entonces el momento en que los estudiantes decidían integrase en alguna de las distintas sociedades secretas existentes, identificadas con letras griegas, representando los respectivos clanes y grupos de presión cara al futuro. La promoción del 59 era la primera que había decidido no integrarse en ellas. Algo no trivial en aquel contexto, ya que suponía un acto de protesta frente al carácter cerrado de dichas sociedades, y en defensa de un sentimiento abierto de grupo. Con todo lo cierto es que al final la mayoría optaría por integrarse en las mismas. Charley se integraría también en una, en la OK. Aunque por razones terapéuticas, ya que estaba dedicada al cultivo de la elocución. Sus calificaciones en suma habían sido bajísimas. En uno de sus resúmenes de su vida, que de tanto en tanto elaboraba, escribe en relación a aquel año del 59: "Me pregunto qué es lo que voy a hacer en la vida".

No puede tampoco descartarse entre sus tribulaciones de entonces la crisis económica en que cae la familia al retirársele al padre los ingresos como miembro del American Ephemeris and Nautical Almanac11. La situación era lo bastante crítica ya que su amigos del Friday Club deciden pasarle una asignación. Aunque no parece que llegara a hacer falta. Este hecho pone de relieve la considerable distancia económica entre los Peirce y la sociedad bostoniana a la que pertenecían un amplio número de sus amigos y miembros de Harvard. En un joven como Charley ello tenía que generar una cierta angustia en momentos como aquellos en que tenía que enfrentarse a la vida fuera del arropado ambiente familiar. Uno de los grande sufrimientos de la madre —hija de Senador— era no llegar a casar bien a ninguna de sus hijas. Y ello a pesar de las enormes simpatías que su marido despertaba en la alta sociedad bostoniana, de muchos de cuyos clubes era miembro. Charley, que había planeado ir a estudiar a NY, tuvo que renunciar para que su hermano menor Benjie pudiese ir a una buena escuela privada. La crisis de la High School era total. La toma de conciencia de la tal brecha social era sin duda uno de los factores determinantes de su aislacionismo y arrogancia intelectual, de sus ramalazos de dandismo, de sus problemas con el dinero, al igual que de sus enfrentamientos con las instituciones científicas en las que trabajaría. No era tampoco un hecho menor el que mientras las grandes familias de Harvard eran en general abolicionistas los Peirce pertenecían a una arraigada tradición anti-abolicionista. Y mientras aquellas asumían aristocráticamente la tragedia de enviar a sus hijos a una guerra terrible como la guerra civil los Peirce —junto con los James —hicieron lo posible para evitar que sus hijos fueran enviados a ella. Muchos de los hijos de aquellas familias bostonianas murieron en aquellas feroces batallas. Sin ir más lejos, sus vecinos de la Quincy Street, la calle mayor de Cambridge, los Russell, perdían a dos de sus hijos. La madre, Anna Cabot Lodge, de grandes y rimbombantes apellidos, había sido la que siendo él un adolescente le había dado a leer uno de los libros que Charles Peirce, ya en su vejez, consideraría como el de mayor impacto en su formación intelectual: las Aesthetic Letters de Schiller.

II

Entre los libros manejados por él durante el último curso del 59 hay varios relacionados con el matrimonio. De niño y adolescente sus apasionados enamoramientos había sido una de las fuentes de mayores depresiones. El problema estaba lejos de haberse resuelto. Lo sorprendente fue su muy repentino matrimonio, en octubre de 1862, una año antes de finalizar sus estudios de química, con Zina Fay, hija de un pastor episcopaliano, feminista militante ella, totalmente entregada a la reivindicación entonces de los derechos de la mujer. De gustos eran totalmente opuestos. Sensual y epicúreo él, puritana y moralista ella, vividor y teorizante él, política ella. Un par de años antes de la boda, en una carta escrita a su madre Sarah, Charley rechazaba por completo toda idea de matrimonio12. En otra, escrita a su hermano Jem pocos meses antes de casarse, hablaba sólo de Amy Fay, una al parecer muy atractiva de entre las varias hermanas de Zina, cuyo nombre aparece como platónicamente escrito en hojas sueltas de sus épocas escolares, buena pianista, a la que sus padres enviarían a Europa a estudiar con Schumann. Benjie, el hermano pequeño, habría estado enamorado de ella. Benjie, el radical y alternativo de la familia, rebelde, simpatizante de los movimientos sociales franceses, contrario a todo lo que representaba Harvard, no menos que al bonapartismo al que eran proclives miembros relevantes de la misma, incluido su padre13. Lo cierto es que la historia amorosa de Charles Peirce, a poco que se escarbe, aparece bastante cargada de nombres de mujeres: Lily Greenough, Rosy Paper y Lizzie Cary, Miss Russell y Miss Lowell, miembros de las más aristocráticas familias de Boston, Lily De Hegerman, cantante, y alguna que otra casada. La gran amiga de toda la vida de Charles Peirce, y en cierto modo confidente, con una formación intelectual fuera de lo corriente, Mary Huntington, escribiría, ya mayor, que la boda de Charley con Zina no había sido más que una suerte de escape de sus frustraciones amorosas.

Acabados los estudios en el College entra en una de las instituciones científicas más importantes de entonces, el Coast and Geodetic Survey Office, especializado en geodesia y astronomía. Su padre estaba vinculado a la misma, llegando a ser su Superintendente algunos años más tarde. Fue enviado a Pascagoula (Misisipi), desde donde unas veces partía en navegación de cabotaje a bordo de la goleta Twilight, y otras se adentraba en el interior para realizar mediciones geodésicas. Circunstancia que —nos dice— aprovechaba para hacer observaciones zoológicas. Darwin acababa de publicar Sobre el origen de las especies que Charles ansiaba poder leer. En Harvard habría despertado furibundos enfrentamientos entre partidarios y críticos, agrupados los unos en torno a Asa Grey y los otros, entre ellos los Peirce, en torno a Agassiz. Charley se quejaba de la falta de lecturas a bordo del barco. Decía disponer sólo de la Biblia y de Kant. Pide que le envíen el Punch: "Es justo lo que aquí necesitas", escribía a Jem14. Le envían también el Illustrated News. Se entretiene con las "historias de esclavos de África y de princesas africanas" que les cuenta el capitán de la goleta —probablemente un antiguo negrero. Personajes que como los de los Cuentos de las mil y una noches, oídos por boca de Sherezade, se mueven entre la ficción y la realidad, pero en todo caso como un hecho más, con todas sus ineludibles consecuencias, uno de los corolarios de su máxima pragmática. Un ámbito éste el de las entretelas entre lo real y lo aparente en el que su peculiar estructura de la personalidad parece moverse de la forma más natural del mundo, aunque no sin graves riesgos.

Su experiencia durante esta corta estancia a bordo del Twilight, cabotando a lo largo de las costas de Misisipi, se revelaría de una gran importancia en relación al desarrollo de su visión de la realidad, y específicamente de su comprensión del tiempo. Parece rememorarla —recluido ya en su casa de Milford— cuando dice que es como cuando "nos encontramos de algún modo en la situación de estar navegando a lo largo de una costa, situados en la cabina de un vapor, en una noche iluminada por los frecuentes destellos de las luces, y miramos por las ventanas"15. De repente el joven Peirce parece descubrirse en la esquizofrénica situación de encontrarse contemplando como a la vez dos caras de la realidad, la de la constitución de los objetos de día —en el sentido de lo que entiende como los preceptos que los describen y los designan, fijando la constancia del objeto— y los perceptos de noche en la multiplicidad de los destellos en la oscuridad, mostrándose simplemente a sí mismos16. Estos constituyen el caso crítico en el que se centra. Los destellos son las luces en su mera apariencia cualitativa e instantánea. Si al verlos en su reiteración periódica pensamos que son la misma cosa, vista en distintos momentos, al igual que como ocurre con los objetos a la luz del día, entonces —dice Charles Peirce— los destellos en cuanto tales se auto-contradicen respecto de lo inmediato e instantáneo de sus apariencias. Muy distinta es sin embargo la situación —arguye— si, como suele ocurrir, suponemos que tales destellos son meros aspectos de unos objetos, es decir, si los consideramos no desde la inmediatez de sus apariencias, sino desde la mediatez de nuestra perspectiva; es decir, en tanto manifestaciones de sus relaciones hacia nosotros "bajo el supuesto de que nuestro punto de vista es diferente para cada uno de los distintos destellos". En tal caso, las variaciones de sus apariencias dejan de resultar contradictorias en relación a la constancia de los objetos, de los que se presentan como siendo sus distintas apariencias. La clave de la cuestión reside en que la idea de tiempo se ha deslizado como integrante e integrador del hecho perceptivo. El tiempo en el sentido de Charles Peirce, es decir, en tanto posibilidad para un mismo sujeto de desarrollar determinaciones contrarias y predicados diversos como parte de una misma objetualidad o subjetualidad –según se mire. Pero que implica así mismo al observador en su persistencia perceptiva a lo largo de su diversidad de observaciones, en tanto percepción mediata de su propia temporalidad17.

Tras la estancia en Pascagoula Charles decide regresar a Cambridge. Empezaba a sentir nostalgia. Estaba siguiendo muy de cerca la crisis religiosa desatada en Harvard. Con la independencia la Iglesia Episcopaliana había sido desplazada por la Unitaria, que se había erigido en la identidad religiosa de la nueva clase en el poder. Durante su ausencia se había producida una fuerte conmoción en los ambientes unitarios harvardianos por las manifestaciones trinitarias —y episcopalianas— del Dr. Huntington, párroco de Harvard, poniéndole ante la disyuntiva de tener que abandonar el puesto. El joven Peirce simpatiza con él, mostrando con ello su clara tendencia religiosa hacia el trinitarianismo, en consonancia con su propio desarrollo intelectual. En carta a un profesor de Historia de la Iglesia de la universidad de Louisiana escribiría hacia los últimos años de su vida: "Abomino de la iglesia Unitaria porque a lo largo de mi infancia no fui testigo en mi familia unitaria más que desagradables reyertas entre calvinistas y unitarios; y aunque estos fueran menos absurdos que aquellos pensaba que su iglesia se basaba en meras negaciones, de manera que de mayor me uní a la iglesia Episcopaliana, sin otra fe que en el espíritu y esencia general de la misma"18. La experiencia durante la corta etapa en Misisipi no acaba ahí. Es la ocasión de que afloren los más heterogéneos rasgos de su peculiar y genial personalidad. Empieza a tomar conciencia de lo mal que viste, desvelando con ello un amagado gusto por las relaciones sociales. Se había sentido a este respecto incomodado en Baltimore, donde su familia tenía parientes y amigos, y no quería que perturbase su estancia en Nueva York, ciudad de sus sueños, y, en el futuro, de su perdición. Planeaba entrevistarse allí con empresarios, ir a Paine & Curtis, tomar una copa en Taylor's —un Roman Punch— visitar por la noche a la Sra. Russell, y jugar al ajedrez con su hija Sophie, "a la que encontré que este juego le absorbe tanto como a mí"19. Los juegos de cartas, los solitarios —de los que inventaría un montón, al igual que cócteles— los trucos de todo tipo, constituyeron una de sus grandes aficiones, base de multitud de formulaciones algebraicas que desarrollaría en la última etapa de su vida en Arisbe. Las calificaría de curiosidades, y en lo fundamental consistían en jugar con las ideas de continuo y colección en diálogo con Cantor, con la idea de tiempo al fondo. Manifiesta también su interés en visitar la exposición itinerante del Museo Egipcio de Abbot, entonces en Nueva York, "que puede dejar el país en cualquier momento", así como la importante Astor Library "de la que sin dilación quiero hacerme una idea adecuada", no menos que "la Düsseldorf Gallery, el Central Park, la ciudad en general, y las iglesias, o algunas de ellas"20. La visita a la exposición de antigüedades egipcias, en la que se encontraban aparentemente numerosos papiros, no puede dejar de ponerse en relación con el interés de Charles Peirce por el lenguaje ideográfico de los jeroglíficos —al igual que se había interesado por los ideogramas chinos— y que en cierto modo llegaría a encarnar el paradigma de sus ulteriores análisis lingüísticos. No ya por lo iconográfico del mismo, sino por su peculiar estructura gramatical que, prescindiendo de toda cópula, se articula en torno a una imaginaria cláusula de relativo que (which) como eje de la sucesión ilativo-posicional, cuasi-pictórica, de sus ideogramas21.

Tras regresar a Cambridge, y un verano trabajando junto a Agassiz sobre problemas de clasificación, finalizados los estudios de química en la Lawrence School, tiene que enfrentarse a su futuro junto a su mujer, Zina. Corre el año de 1863. La familia Fay, cuyo padre era pastor episcopaliano, carecía por completo de medios económicos. Desde un primer momento la pareja tiene que enfrentarse a tremendas dificultades, personales y económicas. Su madre comenta lo mucho que sufría al observar que la pareja apenas si podía estar a solas. Los problemas económicos eran patentes. Llegaron a plantearse irse a lugares de mayor empuje como Nueva York, Chicago, o el Colorado. Pensaron incluso en emigrar a Europa. Al final se quedan en Cambridge. Montan una escuela preparatoria que fracasa por falta de matrícula suficiente. Un bofetón hacia los Peirce por parte de la sociedad bostoniana. La primera mitad del decenio de los 60’ iba a ser un período negro, y no sólo para la pareja, sino para la entera familia. Jem hablaría de una familia marcada. La madre se encontraba constantemente al borde de la depresión. Varias veces tuvo que trasladarse a Baltimore a descansar a casa de unos parientes. La mala boda de su hija Hellen la tenía hundida. Al igual que el hecho de haber sido rechazada la solicitud de su hijo Bertie —pésimo estudiante— para ingresar en Harvard. El rebelde Benjie, por su parte, optaba por irse a París. El viaje de su marido a Europa invitado por la British Association for the Advancement of Science, que tanto entusiasmo había despertado en la familia, no compensaba todos los sufrimientos e imponderables que se cernían sobre ellos. La súbita amenaza de echarles de la casa que tenían en alquiler en Cambridge fue uno de ellos. Lo evitaron gracias a que la tía Lizzie, hermana del padre, relativamente adinerada, pudo comprarla. Aunque ello constituyera un golpe para la madre, que veía como su cuñada, que ya disfrutaba de la confianza y cercanía de su hermano, se hacía con el futuro de la entera familia, pasando por encima de ella. Tras el fallecimiento de su marido, Sarah confesaría que se sentía rehén de su cuñada.

Charley, que había conseguido un empleo estable como ayudante en el Coast Survey, aunque mal pagado, mantenía una situación poco menos que esquizofrénica al tener que compatibilizar el trabajo en su escuela con el de las observaciones y cálculo en el Survey, a lo que se añadía la concentración que le exigían sus sofisticadas y difíciles investigaciones personales. Su aspiración era enseñar lógica y metafísica. Es lo que le gustaba. Pero sólo le ofrecían trabajos de cálculo22. Este sería su drama profesional durante gran parte de su vida. La carrera académica con todo no estaba descartada del todo. El padre seguía manteniendo un fuerte influencia en Harvard, aun después de la subida al poder de Eliot, y a pesar de los enemigos científicos que generaba tanto su duplicidad de cargos —en Harvard y en Washington— como sus posiciones teóricas, que para algunos no dejaban de resultar a veces un tanto extravagantes. Para sus amigos era una especie de dios. Lo curioso es que él mismo calificara por su parte de elucubración abstrusa la aventura intelectual de su hijo23. Aunque la más dramática y exacta idea de la misma era la de su madre, cuando decía que era como "excavar en profundidades que pocos pueden mirar sin experimentar el terrible acercamiento al convulso abismo de los precipicios del pensamiento"24. Sarah, una mujer, por introspectiva, altamente perceptiva, desenvolviéndose en un ambiente como el de Boston de la época, plagado de mujeres de gran capacidad intelectual y artística, como Margaret Fuller, Anna Cabot [Jackson] Lowell, las hermanas Peabody, Julia W. Howe, Lucy Stone, Lydia M. Childe, la Stow y la Farrar, Louise M. Alcott, y otras muchas, sabía perfectamente lo que se estaba jugando en todo ello su adorado hijo Charley, no pudiendo dejar de asociar sus actuales indagaciones filosóficas con sus fuertes convulsiones de la infancia y la adolescencia. Un tipo de experiencias a las que él mismo alude en un escrito, fantasioso y veraz a la vez, de su época en la High School: "Me paseaba por la cubierta de un barco con mi querido viejo tutor, filosofando, como se hace en el mar, sobre cómo me encontraba yo entre dos mundos, anticipando —adivino— casi tanto placer en lo por venir como el cristiano lo tiene en el Valle de las Sombras de la muerte". De repente se encuentra mal. "Le comunico mi angustia al tutor que [para curarme] empieza por probarme a priori la imposibilidad de que esté enfermo. El argumento era sin duda sólido y profundo; aunque estaba destinado a ser abortado de raíz, pues antes de que acabara yacía yo ya casi inconsciente en sus brazos. Es decir, inconsciente a las impresiones externas, pues yo sentía aún aquella horrible tortura que para poder llegar a ser feliz un día tendría que evitar tener que soportar de nuevo"25. La crítica al kantismo está aquí llena de sorna. Aunque la salida por él planteada va asociada al difícil funambulismo cognitivo, a caballo siempre entre la realidad exterior y la actividad pensante, en la cuerda floja siempre de sus neuralgias en el ir y venir entre la visión del pensamiento y la de la percepción. Se observa en su primerizo Tratado de Metafísica (1861). Ahí plantea el joven Peirce la cuestión crítica de la relación entre el pensamiento (thought) y la percepción (thought-of), entre lo inmediato de aquél y lo mediato de ésta, dependiente como es de las apariencias. Lo percibido (thought-of) como tal es tanto como lo no-pensado (unthought). La percepción —diría Valery— empieza donde acaba el pensamiento. Pero el problema cognitivo crítico se plantea cuando lo cogitante del pensamiento, lo que tiene de inmediatez, se hace presente mediatamente a través de la percepción (thought-of) de la manifestación y expresión (of-thought) de aquél. Apareciendo su supuesta inmediatez mediatizada por sus múltiples formas de expresión, en el mismo sentido en que las ideas lo están por el lenguaje o lenguajes. Lo inmediato del pensar no está menos mediatizado que lo mediato del conocimiento de la realidad exterior26. Charles lo resumiría en una frase que es casi un enigma de difícil comprensión y traducción: "La distinción entre lo que conocemos inmediatamente (the thought) y lo que conocemos mediatamente (the thought-of) es la clave por la que conocemos lo que de no-pensado [y por tanto percibido] hay en la actividad de pensar (the thought-of the of-thought)"27. El joven Peirce asestaba así lo que el consideraba un golpe mortal tanto al cogito cartesiano como a la kantiana deducción trascendental –tareas a las que dedicaría buena parte de su trabajos en los 60’. En el fondo, contraponiendo a ambos "la conciencia inmediata e intuitiva del tiempo", que es lo que acompaña al cogito como actividad pensante (of-thought). Corolario de ello es que el pensamiento, al igual que cualquier objeto o sujeto, está sometido a un desarrollo predicamental —escriturístico o de otro tipo— por sintético ilimitado28. De ahí que afirmara que "el más alto tipo de síntesis es el que la mente se ve impulsada a llevar a cabo, no por íntimas afinidades … , ni tampoco por impulso trascendental alguno …, sino en interés de la inteligibilidad, es decir, en interés de sintetizar el mismo 'yo pienso'"29. En ello se apoya su propuesta programática —alternativa tanto al cogito como al trascendentalismo kantiano— en el sentido de que la prosecución de "lo PERFECTO … [es] el gran Tema de la Metafísica". Entendido ello en el sentido de que "el Infinito, (es) el tipo de lo Perfecto"30. Veremos como lo Perfecto se transfigura en la Realidad. Una cuestión en todo caso de la que se observan alguna anticipaciones en sus trabajos en la High School y en la Dixwell School. En uno de ellos, ya citado, escribe, que para que un plan sea perfecto tiene que estar "destinado a llevar a cabo su objeto". Implicando ello —contrariamente a lo que se dice— proceder no el sentido "de la naturaleza de las cosas a lo que será, sino de lo que ha sido a cuál es la naturaleza de las cosas"31. Su idea de tiempo viene asociada al pasado. En este sentido diría que "la mera imaginación del tiempo es una clara percepción del pasado"32. En su famosa tríada icono, índice y símbolo, lo icónico expresaría el pasado, lo indicial la experiencia presente, y lo simbólico las expectativas futuras33. Pero el pasado no subyace sólo al contenido de lo icónico, sino también a un concepto clave, cual será el de información.

No todo era contrario a sus perspectivas académicas. Al terminar sus estudios en Harvard, a pesar de las malas calificaciones, había sido aceptado como resident graduate, un título que le calificaba en cierto modo para proseguir vinculado a la universidad34. En carta a su madre, y como respondiendo a los miedos de ésta sobre su dispersión y depresión, escribe: "… he leído un volumen de la Historia de Inglaterra de Knight, una gran parte de los Límites del Pensamiento religioso de Mansell, las Lectures de Coleridge (1818) sobre Shakespeare y Milton. He acabado además de preparar todas mis lecciones, he escrito un report para la O.K., una exposición, un trabajo de retórica forense, una carta para ti, mi vida para el libro de la promoción, [y] un ensayo sobre los conceptos de totalidad, infinito, sustancia y necesidad, que son los puntos más importantes de la metafísica"35. El primer trabajo científico propiamente tal que publicara versaría sobre la Shakespearian Pronunciation36, en el que sobre la base del lenguaje de Shakespeare profundiza en las diferencias y correlaciones entre el lenguaje hablado y el escrito en relación al pensamiento. Una temática que echa sus raíces en su viejo interés por la elocución, que bien puede darnos a su vez una cierta clave del por qué de su privilegiado interés por el estudio de la escolástica medieval, de la que llegaría a tener una de las mejores colecciones privadas de incunabula y manuscritos. En la escolástica el joven Peirce descubre un sistema teórico muy sofisticado en sus análisis, en el que las voces son una base muy importante de la Lógica, asociadas como aparece a los términos lingüísticos. Es más, se da cuenta de que en el contexto del pensamiento medieval las voces se perciben como algo mágico del lenguaje, manifestación de su ubicuidad, eco de un más allá de lo real, a la vez que reflejo de la reacción cognitivo-lingüística. Un fenómeno éste que —según comenta— parecía tener fascinados a los pensadores de la época37. En consonancia con ello Charles Peirce hablaría de la estructura de relativos (relatives) del lenguaje en términos de palabras aladas38. Un punto éste en el que parece aflorar una curiosa afinidad como paradójica convergencia entre aquella sociedad esencialmente adscriptiva y la norteamericana fluida e intercambiable.

Hasta bien entrada la década de los 70 el grueso de sus trabajos tendría como trasfondo el debate medieval entre nominalismo y realismo. Un debate que la moderna lógica matemática había vuelto a situar en el centro de la problemática filosófica. En este contexto aparecen sus trabajos tanto de lógica de la ciencia como de lógica matemática, tal como empezaba a perfilarse en las obras seminales de Boole y De Morgan. Si bien teniendo siempre presente tanto a Hamilton como a la significativa Logique de Port Royale, exponente en solitario del XVII, Leibniz aparte. Una temática que constituiría el núcleo del contenido de sus Harvard Lectures en 1865 y de las Lowell Lectures en 1866. En ellas el joven Peirce daría fe pública de toda una nueva terminología, acuñada en continuo y particular diálogo con la historia del pensamiento occidental. Terminología nueva y compleja a veces, léxicamente hablando, pero también en la interna sistemática transformacional, como algebraica, que la rige. Una primera e intuitiva tríada —cosa, imagen y forma— da lugar a otra más formal —cualidad, relación y representación— a la vez que a otra más ontológica: base (ground-It), correlato e interpretante. Paralelamente a ello la contraposición entre lo analítico y lo sintético se ha como transfigurado en la de imagen a priori y a posteriori, imagen interior y exterior, imagen como imagen e imagen como representación39. En línea de lo expuesto anteriormente en su Tratado de Metafísica. Ello explica que su análisis crítico del significado dado tradicionalmente a los términos lógicos de comprehensión y extensión, muy bien resumido y expuesto por la Logique de Port Royale, le lleve a la introducción de una tercera dimensión, a la que llama información, corolario del decantamiento en el tiempo de la carga sintética que acarrean los propios términos como tales.

Charles Peirce solía a veces referirse a su trabajo On a New List of Categories (1867) como a su publicación clave. Aparecería publicado, junto con otros suyos, en los Proceedings de la American Academy of Arts and Sciences (AAAS), de la que era miembro su padre, y de la que Charles sería nombrado resident fellow en el 67. Otra importante serie de la época la constituían el conjunto de artículos aparecidos en el Journal of Speculative Philosophy, de Saint Louis, en los que entre otras cosas la emprende muy duramente con Descartes. Su crítica de la duda cartesiana es demoledora. Con su editor, W. T. Harris, hegeliano de pura cepa, mantiene una interesante correspondencia en torno a Hegel y a las traducciones de los términos alemanes, de las que Charles Peirce era muy crítico. Con todo había sido tan sorprendentemente suave en sus críticas que Harris llegó a pensar que era hegeliano. Lo que llegó a ofenderle enormemente. En la correspondencia con Harris se discute de Kroeger, experto americano en Fichte, Kant y Hegel, y también de Trendelenborg, Prantl y Barach, estos últimos conocidos historiadores del pensamiento medieval. Hay referencias al misticismo inglés que obligan a Charles Peirce a salir en defensa de los metafísicos de Cambridge y Concord, pensando sin duda en Emerson. De hecho lo suave del tono del joven Peirce en su polémica con Harris se entiende si se tiene en cuenta su intención de solicitar a Harris la mediación a su favor —por cierto sin éxito— cara a conseguir el puesto de profesor de Filosofía Intelectual de la universidad de Washington, dejado vacante por William Chauvenet, también matemático, astrónomo y filósofo.

III

A finales de 1865 se daba por concluida la guerra civil. Un hecho que contra todo pronóstico iba determinar un cambio positivo en la vida de los Peirce. La nueva situación había generado un gran entusiasmo en favor de la reconstrucción. Benjamin era una personalidad demasiado importante y versátil como para prescindir de ella. Además, su prestigio internacional se había afianzado tras su participación en el congreso de Oxford. Los sudistas, en todo caso, constituían un importante lobby en Washington. El fallecimiento del director del Coast Survey, Bache, iba a facilitar las cosas, al dejar el camino expedito para su nombramiento como Superintendente de la institución. Corría el mes de marzo de 1867. Había que trasladarse a vivir a Washington. Tenía derecho a vivienda, a sirvientes, y a todo el fasto necesario para hacer frente a las obligaciones sociales inherentes a tal cargo. Cenas con almirantes, congresistas, senadores, hombres de negocios. Benjamin no hacía precisamente ascos a ello, diestro como era en aunar una intensa creatividad intelectual con una asidua vida social. Los celos una vez más volvían a hacer mella en su esposa Sarah. Charley iba a ser en principio beneficiario también de la nueva situación. Searle, ayudante de Winlock, director del Observatorio de Harvard, parece que iba a dejar el puesto para hacerse sacerdote. Por otro lado el rector Felton dimitía dejando el camino expedito a Eliot, que accedería al cargo en 1869. Su programa educativo aparecería publicado en sendos artículos en la revista The New Education de febrero y marzo de 1869. Los lazzaroni no habían podido impedirlo. Charley obtiene el nuevo puesto en el Observatorio. Los enfrentamientos con Eliot iban a agudizarse. Eliot no perdonaría nunca a Charles su superioridad intelectual, ni los desprecios de que había sido objeto por parte de él siendo alumno y Eliot tutor de química en la Lawrence School. Aunque Eliot buscaba éxitos para afianzarse en el cargo, y en este sentido le interesaba valerse de los talentos de Charles en beneficio propio. Su hostilidad en todo caso era general hacia los Peirce. Jem, el hermano mayor, una personalidad dócil y pacífica en extremo, no pudo evitar tener problemas con Eliot. De momento, la situación económica de Charles cambiaba por completo. Dejaba Cambridge para instalarse también en Washington. Zina y él pasarían a vivir separados. El nuevo puesto le iba además a proporcionar la ocasión de una proyección internacional que empezaba a necesitar para romper el cerco académico en casa. Había iniciado una correspondencia con De Morgan, el más claro inspirador de su propia obra. Una serie de cinco viajes a Europa a lo largo de la década de los 70 y principios de la de los 80 le iban a permitir a su vez a ensanchar considerablemente el círculo de sus relaciones científicas e intelectuales. La figura del lógico Schröder, gran admirador de su obra, iba a ser a este respecto clave. Era el salto a la fama.

Tras la guerra —decía su madre— "todo el mundo se va a Europa". Se impone la moda del grand tour como expresión de optimismo general. Jem, el mayor, se había hecho con una excedencia, y se trasladaba a Europa para varios años. En París se encontraba ya su hermano menor Benjie, luciendo su republicanismo en medio de la monarquía de opereta de Napoleón III y la española Eugenia de Montijo. De mayor interés era el estrechamiento de relaciones que tiene lugar entre los Peirce y los James, viejos conocidos de Cambridge. La antigua amistad entre Benjamin y el viejo James encontraba su continuidad en la surgida entre Charley y William. Su afinidad intelectual les llevaría a la fundación al alimón del pragmatismo, que surgiría en 1872 de unas reuniones con otros amigos y colegas – Wright, Holmes jr., St. John-Green y otros —a las que Peirce daría el nombre de Metaphysical Club según Brent— a imagen de la Metaphysical Society de Londres fundada en 186940. Sería ocasión del inicio de una densísima correspondencia entre ambos que no cesaría hasta la muerte de James. Su amistad perduraría toda la vida, hasta el punto que cuando Charles Peirce empieza a tener problemas reales de subsistencia en los últimos años de su vida, William James se dedica a recolectar dinero para él entre amigos y conocidos.

El cambio que se estaba produciendo en la vieja sociedad de Boston y Cambridge estaba marcando a todos un poco, a la generación de los padres y a la de los hijos. Cuando Boston no era más que una pequeña ciudad, y Cambridge un pueblo, la sociedad de Harvard era una familia, y Quincy Street el patio de la casa41. Emerson, Hawthorne, Longfellow, Motler, Sumner, Dana, Holmes, Norton, Andrew, James el viejo, Clark, Prescott, etc. se calificaban irónicamente a sí mismos como la Mutual Admiration Society42. Enormemente dinámicos y creativos, aparte de productivos en sus trabajos, organizaban clubes y fundaban revistas. En un mismo día, en 1858, fundan el importante Atlantic Monthly y el famoso Saturday Club. Los mismos, casi un decenio después, en 1867, fundaban el Radical Club, a modo de refundación del viejo movimiento transcendentalista de Concord43. Era como un último intento de pervivencia de aquella genial comunidad cultural. Ch. E. Norton, especialista en historia del arte en Harvard, se lamentaba en carta a Henry James de lo poco que quedaba de aquel viejo Cambridge: "Ni siquiera Emerson, que cuando fui a visitarle ayer a Concord no me hablaba más que de simplezas. Simplezas ciertamente sobre profetas, ya que me leyó amplios extractos de los diarios de sus visitas a Inglaterra en 1833 y en 1848". Sobre la decadencia de Emerson se lamentaba ya Sarah. En el mismo sentido Ch. F. Adams Jr. escribía a Henry James: "¡Dios sabe que éramos conscientes de nuestras carencias de conocimiento! La falta de confianza en nosotros mismos se convertía en introspección –en nerviosa auto-conciencia– en irritable aversión hacia América, y antipatía hacia Boston. También yo había nacido en la Arcadia"44. Henry James era un perfecto ejemplo de ello, de esta segunda América. En cierto modo, entre los Peirce, era el caso de Benjie, y quizás del mismo Jem. No era sin embargo el problema de Charley, que incluso tentado en sus peores momentos – tentado por toda una intelectual como Lady Welby— jamás quiso abandonar su país. Quizás porque percibía lo ligada que estaba su obra al horizonte cultural encarnado por los Estados Unidos. A la postre, Eliot, el más puro representante de la aristocracia bostoniana, había sido el frío ejecutor de la vieja cultura de aquella sociedad, a la vez que el promotor del nuevo aparato académico, dominado por los que Charles Peirce llamaba hacks –hombres de aparato. La muerte de Emerson en junio de 1869 sellaba un fin de época. Para sorpresa de todos en su testamento legaba al joven Peirce unas pipas. Nadie parecía haber estado al corriente de una tal relación de reconocimiento mutuo. El par de citas de Emerson de las que se vale Charles Peirce a lo largo de su obra habrá que entenderlas como un auténtico homenaje al padre de la poética, y en cierto sentido también de una importante parte del pensamiento norteamericano.

En octubre de 1869 Charley pasaba a ocupar el puesto de asistente en el Observatorio de Harvard a las órdenes de Winlock. Acepta el puesto no sin antes haber planteado ciertas reservas a favor del Coast Survey frente al Observatorio. Ello le proporcionaba una relativa independencia frente al interés de Eliot por manipularle. Su capacidad para el cálculo y lo riguroso de sus observaciones serían proverbiales. Al poco de entrar en el Observatorio partiría en su primer viaje a Europa para preparar las observaciones del eclipse total desde distintos puntos del sur de Europa. Se le había encomendado la tarea de elegir los puntos más favorables para su observación. Se seleccionarían Sicilia y Jerez. Partiría el 18 de junio de 1870 y regresaría el 7 de marzo de 1871. Fue un viaje de trabajo muy duro, aunque enormemente fructífero. Recorre Europa de un extremo al otro, desde Turquía hasta España, y entra en contacto con los centros científicos más importantes de Centroeuropa. Novedad son las largas cartas que escribe a Zina describiendo los países que recorre. Su equilibro psicológico se resiente, y tiene que ser atendido por médicos. Le aconsejan dormir mucho. Su familia dice que Zina le echa en falta. Ella andaba volcada en la organización del Parlamento de las Mujeres. Charley contacta con su hermano Jem que está aún en Europa. El encuentro más significativo con todo a nivel personal es con Amy, la hermana de Zina, que desde finales de 1869 se encuentra en Alemania estudiando con Schumann. El encuentro entre los dos tiene lugar en Dresden. Tenemos "las mejores habitaciones" del Hotel Weber –escribe a su hermano Jem. "Me gustaría quedarme aquí con ella una semana, donde estoy pasando unos momentos deliciosos; aunque no sé si podré, pienso que le vendría bien a mi salud"45. El encuentro tenía todos los visos de incidir negativamente en unas relaciones, ya de por sí difíciles con Zina. No parece que en Inglaterra consiguiera ver a De Morgan. Lo curioso, con todo, es la carta que escribirá a Winlock desde Florencia: "Me planteo no volver al Observatorio, ya que lo que quiero es dedicarme al máximo a la lógica"46.

Pocos meses antes de partir hacia Europa había escrito a Harris que renunciaba a la lógica. A la vez, como contradiciéndose, le participaba sin embargo su interés en escribir "una serie sistemática de ensayos sobre lógica – objetiva y subjetiva; a hacer de todo ello un libro: un sueño pasajero". Charles no se resignaba a abandonar su gran proyecto intelectual. Tenía entre manos su Logic Book (1872-73), cuyos folios están redactados precisamente en la época del Club Metafísico. No por casualidad, en posdata a la misma carta, decía a Harris que acaba de hacer "un singular descubrimiento en lógica"47. Por aquellas mismas fechas había comentado a su padre su trabajo sobre la ampliación del cálculo de Boole a su lógica de términos relativos, consiguiendo una multiplicación asociativa no-conmutativa, lógicamente superior, por tanto, a la de Boole, más adecuada por lo demás a la específica problemática de sus planteamientos lógico-lingüísticos48. Planteamientos estos que aparecen como resumidos en un escrito tan corto como su Lecture on Practical Logic (1872). El joven Peirce postula ahí, de entrada, dos puntos de vista distintos sobre lo real –el natural y el imaginario– introduciendo a continuación la idea de causa final u opinión última como algo independiente de como opinamos de hecho, a la vez que considera lo real como determinante del pensamiento, aunque sin depender del mismo, es decir, a modo de "la primera premisa, o de lo que produce la primera premisa". Introduce de lleno así el gran tema, el de su concepción de Realidad. De hecho su interés por la matemática –tradición familiar aparte– nunca llegó a constituir un fin en sí mismo, sino sólo la ocasión de ejercitar sus dotes creativas cara a desarrollar sus teorías lógicas y lingüísticas49.

En medio de todo su trabajo en el Observatorio y en el Coast Survey Charley no dejaba un solo momento sus indagaciones lógicas. Boole primero y Venn después le proporcionaban los instrumentos analíticos, la mecánica incluso notacional, De Morgan el modelo teórico, un punto de vista más sintáctico y en cierto sentido extra-lógico. Al margen de sus propios testimonios sobre lo que adeuda a uno o a otro, que por lo demás variaría con el tiempo50, lo cierto, a poco que se compare ambas obras, es que sus ideas sobre la probabilidad, la lógica de relaciones, la perspectiva, el color, la historia de las palabras, el sistema métrico, la pedagogía de la aritmética y la geometría, la historia en suma del + y el -, y las proyecciones cartográficas, transcurren en total paralelo a la obra de De Morgan. Charles Peirce tenía prácticamente su entera obra aparecida en la Encyclopaedia Metropolitana, en la Penny Cyclopaedia y en las Cambridge Philosophical Transactions. En agosto y octubre de 1864 y en mayo de 1865 saca de la biblioteca de Harvard su Formal Logic, amén de The Athenaeum, donde De Morgan colaboraba regularmente. Sus célebres Budgets of Paradoxes aparecidas en esta revista pueden haber inspirado la curiosities y otras paradojas de las que tanto gustaría así mismo Charles Peirce. De hecho a partir de un cierto momento las obras de Boole desaparecen de las listas de libros de Charles Peirce, mientras que las de De Morgan más bien aumentaban.

Cuando su hermano Jem parte hacia Europa el verano del 67 Charley le había encargado toda una serie de libros alemanes sobre lógica. Sus autores: Beneke, Drobisch, Kirchmann, Oesterlen, Lotze, y algunos más. Aunque con diferencias unos de otros, tenían como característica común la asociación entre psicología y pensamiento. Charles Peirce calificaba esta visión de la lógica como subjetiva basada como estaba en la inmediatez de las impresiones (feelings). Para él sin embargo resultaba útil ya que estaba embarcado en una investigación experimental para la que le era imprescindible la medición de las observaciones empíricas, e incluso la del mismo lenguaje natural que acompaña el discurso científico, es decir, el más/menos de lo observado. La psicofísica de Fechner y la lógica de Wundt fueron obras de referencia a lo largo de los 70. El concepto de Schwelle o umbral de la conciencia, permitía a Charles Peirce plantear, en polémica con estos autores, la cuestión crítica de su diferenciación entre "percepto" (percept) y "juicio perceptivo" (perceptual judgement), entre lo inmediato del primero y lo mediato del segundo. Su famosa tríada se transformaba ahora en la de impresión (feeling), sensación y conciencia. El color pasaba a ser una inferencia, en el sentido de que una sensación no es otra cosa que la aplicación de algo mediato a lo aparentemente inmediato; los perceptos sin embargo encarnaba en plano de lo propiamente inmediato y experiencial, en el sentido de que son lo que son, y por lo mismo no accesibles más allá de su apariencia hic et nunc.

Entre su trabajo en el Coast Survey y en el Observatorio no había de hecho gran diferencia. El problema en ambos casos residía en las técnicas de medición, y en este sentido tenía muy claro que los estándares de medición no son a la postre más que el resultado a su vez de la observación. De ahí el enorme trabajo que desarrollaría buscando el perfeccionamiento técnico de los instrumentos. Lo que le lleva a introducir importantes correcciones en la construcción del péndulo, así como a la medición del metro valiéndose de la longitud de onda de la luz. Descubrimientos que le valdría encendidos elogios por parte de múltiples especialistas51. Con todo los celos y las tensiones, unido a las presiones que empezaba a experimentar su padre buscando forzar su renuncia al cargo de Superintendente, se redoblaban. A principios de 1874 presentaría su renuncia. Le sucedería en el cargo, tras muchas dudas y candidatos, el capitán naval Patterson. El padre quedaba con el título de "geómetra asesor". Charley por su parte se queja de que en el Coast Survey le puentean en su nuevo cargo de Asistente. La tensión entre ingenieros —instrumentos en manos de los políticos— y científicos sigue. Por su parte él mismo intenta puentear a Winlock, director del Observatorio, buscando una conexión directa con el rector Eliot. Al poco de regresar de su viaje a Europa le asignan la importante investigación del péndulo, para la que se necesitaban grandes conocimientos teóricos y habilidades técnicas. Es curioso observar como un hombre endiabladamente teórico como él despliega a la vez tamañas cualidades en lo tecnológico. Lo mismo ocurre en la observación astronómica. Llega a afirmar sin el menor recato que su "error probable es más pequeño que el de otros observadores"52. Estos otros observadores son nada más y nada menos que Ptolomeo, Tycho Brahe, W. Herschel y J. Herschel, Argeländer, Seidel, Zöllner, amén de las clásicas del Durchmusterung.

En medio de esta frenética actividad, el joven Peirce sigue desarrollando los conceptos claves de su corpus teórico. Th. S. Perry, crítico literario en The Nation y miembro de Harvard, amigo de los hermanos James y gran admirador suyo, le pide que le envíe el paper que ha leído "la otra noche en Cambridge para la N.A.R. [North American Review] … hay que publicarlo, creo que es precioso, tengo que tenerlo"53. La madre, que está muy al corriente de los trabajos de su hijo, escribe a Jem: "Este es el nuevo paper de Charley, del que se siente muy satisfecho, y que está deseando que lea". Se trata de uno de los capítulos de su proyectado Logic Book, que versa sobre el Establecimiento de la Opinión54. Se están gestando sus escritos de la serie Ilustraciones de la Lógica de la Ciencia. En carta a W. W. Goodwin, profesor de literatura griega en Harvard, miembro de la AAAS, se refiere a uno de los capítulos de aquel libro Sobre la diferencia entre Duda y Creencia55. Conceptos estos estrechamente ligados a su nueva idea de Realidad. Lo real entendido, no como los nominalistas (Occam) enfatizando su exterioridad, ni como los realistas (Duns Scoto) haciendo hincapié en su fijeza, sino centrándose en el hecho semántico y semiótico de que lo objetual no es en sí mismo individual, sino que participa de una cierta indeterminación dependiente del grado de información existente en cada momento. Lo real como externo al pensamiento, en la medida misma en que es objeto de la opinión final, común, independiente de la de cada uno en particular pueda tener. Punto de partida de ello fue su famosa recensión en la North America Review de1871 de las obras de Berkeley en la edición de Fraser56. Una idea de realidad que Charles Peirce contrapone tanto a la inmediatez kantiana, como al carácter absoluto de los términos de Boole. Lo nuevo es el sentido narrativo de su lógica de relativos, articulada en torno a tres funciones o dimensiones de los términos: la que representa una cosa como algo, la que la representa como correlacionada a otra, y la que se alza en interpretante de ambas. Es como en la letras en el álgebra lineal, de las que decía su padre que "son símbolos pasados por la maquinaria de la argumentación, que de acuerdo a leyes dadas conducen a resultados bajo el nombre de fórmulas. Cuando las fórmulas son susceptibles de interpretación inteligible permiten el acceso al conocimiento, aunque con independencia de su interpretación sean inestimables expresiones simbólicas del pensamiento"57. Lo que se expresa aquí es la afinidad entre el modelo representado por la lógica de relativos y el que en el futuro desarrollará Charles Peirce en su análisis proposicional del lenguaje, donde realidad y pensamiento buscan converger. Empieza a percatarse que sus planteamientos se han modificado considerablemente desde sus primeros pasos en 186958.

A Charley le empiezan a llover los honores científicos. En febrero de 1873 es nombrado miembro de la Philosophical Society de Washington donde había leído algunos escritos. Y en abril de 1877 —vuelto del segundo viaje a Europa— es elegido miembro de la National Academy of Sciences (NAS) en Washington. Había tenido propuestas con anterioridad que había rehusado por presiones del padre, a cuenta de algunos desencuentros con miembros de la institución. Charles piensa que no está en situación de poder rechazarlo. Patterson, su nuevo jefe en el Coast Survey, le apoya y quiere que presente sus investigaciones sobre el péndulo. Él, sin embargo, pretende se le juzgue por sus trabajos en lógica, aun a riesgo de no ser aceptado. Se trata de los escritos anteriormente mencionados, alguno de los cuales había redactado en el barco durante el viaje a Europa. En Europa empieza a conocerse elogiosamente a Charles Peirce el lógico.

En junio de 1873 Charles escribía a su padre, entonces Superintendente, pidiéndole que le comisionara para un viaje alrededor del mundo a fin de realizar experimentos con el péndulo. Iría a Japón, China, Egipto y Europa. En Egipto planeaba instalarlo en la cúspide de la Gran Pirámide y en la cámara baja con vistas a determinar la densidad de la tierra. La realidad es que el segundo viaje a Europa sería mucho menos ambicioso que todo ello. Tendría lugar de abril de 1875 a agosto de 1876. Su objetivo: asistir a la reunión en París de la Asociación Geodésica Internacional del 20 al 29 de septiembre de 1875. Personalmente para Charley ello resultaría anecdótico en comparación a lo realmente ocurrido. Iba con Zina. Las cosas en principio parecía transcurrir bien, aunque él como siempre sufría de fuerte cansancio y estrés. A veces durante el viaje tenían que separarse. De repente, en diciembre de aquel año, Zina coge a su hermana Amy, que estaba aún en Alemania, y sin despedirse de su marido regresa a América, dejándole plantado. Nunca más se volverían a ver. Al principio, pensando en la reconciliación, él le escribiría algunas cartas. En una carta a su suegra, escrita anteriormente desde Europa, Zina comentaba de su marido que las cosas le iban bien, pero que estaba nervioso e inquieto. Aludía a su talante vividor y derrochador, insinuando que bebía en exceso. En París y Berlín —escribe con retintín— parece haberlo pasado muy bien, a pesar del trabajo y de la soledad en que se encontraba. Para acabar sentenciando: "Viste con un gusto muy parisino". Charles obviamente se defendería de tales acusaciones. En carta a su hermano Jem, escrita en este mismo mes desde París, le dice que Zina, en efecto, se ha vuelto a casa, "pero que no ha sido por Amy, sino que lo requería su estado de salud". Ambos habrían estado de acuerdo en ello. Lo único que le choca —dice— es lo repentino de la decisión, cuando de hecho habían acordado verse antes de la partida. Reconoce que ha sido un fuerte golpe para él. Con independencia de la razón concreta, los precedentes en la relación entre ambos permiten explicar bastante bien lo sucedido en circunstancias tan especiales y difíciles como la de una convivencia tan estrecha y complicada en Europa. En una carta a su padre escrita desde Londres a finales de julio de 1876, poco antes de regresar, vuelve a insistir en el revés que le había supuesto la vuelta de Zina a América, dejándole abandonado a sus frecuentes estados de depresión.

A pesar de todo su capacidad de consolarse resulta asombrosa. En la misma carta a Jem, tras dedicar un par de párrafos al asunto de Zina, el resto de la carta, enormemente larga, de letras y líneas apretadas, la dedica a una pormenorizada descripción de la vida en París, auténtico testimonio de la belle epoque tras el fugaz fulgor y muerte de la Comuna. Describe el estado caótico de la política, los distintos partidos uno a uno, sus tendencias, sus escaños en la Asamblea Nacional, el complejo sistema de las votaciones, amén de un largo listado de los distintos periódicos con sus respectiva ideologías, y, en fin, el panorama de la vida cultural y frívola de aquella ciudad, capital entonces de Europa, de la que era participante asiduo. Habla de la Gran Ópera, de la cómica y de la bufa, de las que es un gran amante, escucha a Offenbach y a Strauss, va al teatro y confiesa tener la costumbre de ir a cenar a Foyots cuando asiste a las funciones en el Odeon. No oculta que ha ido varias veces al Folies Bergere donde ha visto un ballet egipcio con serpientes vivas, como tampoco su asistencia a salones de baile como el Frascati y otros, e incluso a bailes de máscaras.

"Es una suerte tener a Henry James aquí" –escribía a su padre en vísperas de Navidad. Da su opinión sobre los franceses y los alemanes. De los primeros no deja de sorprenderle su calidad intelectual. "Todo el mundo, alto o bajo, es enormemente claro. Pero en conjunto la base de su carácter es la vanidad. Los franceses desprecian olímpicamente a los americanos. Nadie piensa tan simplemente de nosotros. He intentado por mi parte aclararme sobre qué es aquello de lo que carecemos. Creo que entiendo sus ideas y veo algo de razón en ellas"59. En carta a William James, tras agradecerle el contacto con su hermano, sintiéndose como se sentía "solo y excesivamente deprimido", y como saliendo al paso de la proclividad de su amigo hacia el pensamiento alemán, le escribe: "No diría realmente que puede pensarse que Berlín sea un lugar de pensamiento claro. Los alemanes siempre crean la confusión en todo lo que pueda confundirse". Habla de Chauncey Wright, matemático y filósofo, uno de los más significativos miembros del Metaphysical Club, cuyo fallecimiento le ha comunicado William James. Charles le defiende frente a ciertas críticas que le califican de confuso. Se une a la propuesta de William de hacerle un homenaje. Un homenaje con amigos —dice Charles— con Abbot, Garney, Norton, Peter Leslie, Asa Grey, y alguno más, dejando fuera a los que califica de "canalla filosófica". Finalmente aparece la cuestión sobre el estado de decadencia de su Cambridge. Está de acuerdo con William en que Cambridge resulta ya un lugar un tanto aldeano, aunque alega, distanciándose de la interpretación de su amigo, que "la razón auténtica es que ya no se cree en la posibilidad de un gran avance en ciencia o en filosofía". Que es —parece estar pensando— en lo que él trabaja. Como Winlock ha fallecido, algunos amigos, entre ellos William James, quieren aprovechar la situación para que Charles pueda volver a Harvard. Charles lo agradece. Dice que le gustaría. Lo había soñado otras veces. Pero en la actualidad no se ve trabajando enfrentado a una abierta enemistad hacia él por parte de las autoridades de la universidad. Sobre su hermano Henry dice que "aparentemente se encuentra muy bien, aunque parece un poco serio. Es un buen tipo. Pienso que llegaría a admirarle de conocerle mejor"60. En general solían hablar bien el uno del otro, aunque no sin ironía. Henry James llegaría a escribir a Charles alguna que otra carta, cuyo destino por el momento desconocemos.

Su gran tortura en esta su segunda estancia en Europa, Zina aparte, habían sido sin duda los problemas relativos a la publicación de sus Photometric Researches. La tensión y las maniobras que tuvo que soportar fueron enormes y continuas. La frecuente correspondencia que tuvo que mantener con el Observatorio desde Europa es testimonio patente de ello. En la carta a su padre decía que si la marcha de Zina le había afectado tanto era por el hecho de encontrase de repente totalmente solo "acosado por tanto trabajo, especialmente debido a mi libro de fotometría". Lo cierto es que logra que se publique, en lo esencial de acuerdo a sus pretensiones, dejándolo antes de regresar en manos del editor Engelmann61. Es un trabajo en el que había puesto grandes expectativas. No sólo por lo que tiene de trabajo especializado y técnico, sino por el mucho trasfondo teórico que subyace y que quiere que se conozca: "no se trata sólo de comunicar meramente hechos al mundo de la astronomía, sino de inculcar ideas. Si logra pasar un lapso de tiempo suficiente para que algo de esta importancia pueda ser digerida convenientemente por el estómago fotométrico, confío en que entonces pueda llegar a tener una cierta influencia en la investigación actual en esta dirección"62.

Mediante la observación de la luz de las estrellas —nos dice— se trata de establecer sus magnitudes, a efectos a su vez de "determinar la forma del cluster en el que se sitúa nuestro sol". Lo que está en juego es nuestra concepción del espacio; sin olvidar que ello está a su vez condicionado por la metodología de la que los observadores se valen a la hora de investigar. Lo que Charles pone en cuestión es tanto los supuestos perceptivos y probabilísticos de los que se valen los astrónomos cara a fijar la luz, magnitud y distribución de los astros, como las tendencias naturales inscritas en el lenguaje. Ello es especialmente patente en la tendencia a asociar lo noumenal de la cosa observada a lo fenomenal de la misma, es decir, la luz noumenal del mundo exterior a la luz fenomenal de las apariencias63. Sin embargo —dice Charles Peirce— lo cierto es que "dos luces pueden tener exactamente la misma apariencia y con todo una constitución noumenal totalmente diferente; ya que puede ser muy bien que el efecto de mezclar [los elementos constitutivos de las dos luces] dependa de algo que no aparece representado en la luz fenomenal". Su idea de la percepción emerge aquí de forma clara, en el sentido de que los hechos perceptivos [las apariencias] son, en el mejor de los casos, completamente distintos al percepto [de partida]"64. Ya que lo que un percepto es en sí no tiene por qué tener que ver con el juicio perceptivo que realizamos sobre el mismo, que es el de la apariencias con el que arrancamos cuando empezamos a pensar y a hablar. La relación entre lo uno y lo otro, entre lo exterior que resuena en el percepto y la percepción como tal que es el juicio perceptivo, es mucho más compleja e indirecta, dado que al observar proyectamos ya nuestra idea del espacio. Ya que en la percepción no hacemos otra cosa que constituir hacia fuera una "representación intuitiva del agrupamiento (clustering) de [nuestras propias] reacciones"65. Es esto lo que son al fin y al cabo las sensaciones. En este sentido su idea de espacio –como la de tiempo– pertenece al ámbito estricto de los sintético, en contraposición a la idea kantiana de espacio.

En un escrito muy posterior a esta época Charles Peirce escribiría en este sentido: "… Kant da la visión errónea de que las ideas se presentan separadas y que la mente las piensa entonces juntas. Es esta la doctrina de que una síntesis mental precede a todo análisis. Lo que pasa realmente, sin embargo, es que algo se presenta [a la mente] que en sí mismo no tiene partes, pero que la mente analiza; es decir, que el que este algo tenga partes consiste en esto, en que la mente reconoce después estas partes en este algo". Es su idea de IT, que pasa a aclarar a continuación: "Estas ideas parciales no estaban realmente en la primera idea en sí misma, aunque están sacadas de ella. Es un caso de destilación destructiva. Cuando una vez separadas pensamos sobre ellas nos vemos arrastrados de un pensamiento a otro; y en ello reside la primera síntesis real. Una síntesis anterior a ésta es una ficción"66. De ahí que Charles, orgulloso de su libro, y consciente de su carácter revolucionario, afirmara contundentemente: "este libro mío será el libro sobre el tema, sin rival alguno"67. En este contexto pasa a cambiar de idea sobre cuál es su mejor aportación teórica, pasando a afirmar ahora que su mejor escrito sobre Lógica Formal es On Logical Extensión and Comprehensión, al que ya nos On Logical Extensión and Comprehensión, al que ya nos hemos referido antes"68. Los hechos perceptivos son esencialmente un registro, un report, y en este sentido información, la suma de las proposiciones sintéticas sobre las que en cada momento trabaja el conocimiento, no menos que el comportamiento.

IV

Estando en Europa le habían llegado noticias de que Gilman, rector de la John Hopkins estaba interesado en ofrecerle un puesto de Lógica en Baltimore. En diciembre de 1875 había solicitado ya informes a W. T. Harris sobre Charles Peirce. En carta a William James, en diciembre del mismo año, Charles Peirce le agradecía sus gestiones ante Gilman. Le preguntan a Charles si aceptaría la oferta. De momento duda. Se siente en deuda con el Coast Survey, pero lo de enseñar lógica le atrae con gran fuerza. Con todo responde: "dejaré que decida mi mujer [Zina] que está sobre el terreno". Parece que no tenía intención aún de separarse. Aunque, a su regreso, en carta a Gilman declara que no la había vuelto a ver, y que ya "nunca vivirían de nuevo juntos". Hace una fuerte apología de sí mismo, y afirma que lo suyo es la lógica, si bien vista desde la perspectiva de la ciencia física. Su padre le había hablado de que se trataba de una cátedra de Física. Mi lógica, concluía en su carta a Gilman, "es un método filosófico al que el álgebra matemática sólo da apoyo en parte".

En el Coast Survey las cosas estaban muy movidas por la política. Se hablaba desde hacia tiempo de integrarlo en el Hydrographic Office. A Charles se le presenta la oportunidad de ir a trabajar, dentro del Survey, al Stevens Institute of Technology, en Hoboken, NJ. Su director Mayer admira mucho sus trabajos y su capacidad de diseñar instrumentos. Ello le permitirá permanecer en Nueva York a donde se había trasladado a vivir a su regreso del segundo viaje a Europa, tras la separación de Zina. Entre otras cosas quiere ganar dinero. Una de sus viejas y fallidas obsesiones. A Pickering, nuevo director del Observatorio, le dice que "tiene que dedicar su tiempo a ganar dinero, y que no [puede] por tanto trabajar gratis"69. En Nueva York se instala en el lujoso hotel Brevoort House, que conocía ya desde sus tiempos del "Twilight". Ello escandalizaría a la sociedad neoyorquina. Una mañana lee en el Herald "que el prof. C. S. Peirce del Harvard College se aloja en el Brevoort". Se justifica ante William James diciendo que va allí desde hace muchos años: "soy conocido de todo el personal … me encuentro como en casa. Lo frecuentan un tipo de gente muy comme il faut, aunque no en mi línea"70. Lo cierto es que inmediatamente se cambia de domicilio.

Por entonces aparte de sus investigaciones con Rood y con Jastrow, Charles Peirce trabaja sobre la teoría de los números y los cuaternones, una teoría algebraica fundada por Hamilton, y que los Peirce habían hecho suya, ligada estrechamente al Algebra asociativa lineal y a una concepción tridimensional del espacio. Pero el auge de la nueva geometría no-euclidiana en la que llegaría a estar muy implicado, especialmente a través de sus futuros trabajos de geometría tópica, parecía empujarle, no a rechazarla, por las ventajas que reportaba en relación a los problemas del péndulo71, pero sí a ser discretamente crítico con ella. Tras el rechazo por parte de la Secretaría del Tesoro a elevarle el sueldo, su padre le aconseja que dimita del Coast Survey. Antes con todo iba a realizar un tercer viaje a Europa para asistir a otra reunión de la Asociación Geodésica Internacional, esta vez en Stuttgart, de septiembre a noviembre de 1877. Durante sus estancia se le nombraría miembro de dicha Asociación. Su metodología en las investigaciones sobre el péndulo recibiría grandes elogios. La relevancia con todo de este viaje reside en que durante la travesía escribiera su programático artículo sobre Cómo esclarecer nuestras ideas, en el que aparecería definida su máxima pragmática, estrechamente asociada a su idea de Realidad. Lo curioso es que él piensa que el escrito ha resultado fallido. Se lo envía a su hermano, comentándole: "ha sido un fracaso lamentable y grave. Con todo algunas de las ideas son importantes". Cae muy enfermo. Le llega una propuesta de irse al Smithsonian Institute, que le tienta, aunque apenas si pagan. No lo acepta para no dañar a otro candidato al puesto, Langley, que ha sido compañero suyo. Por entonces publicaría varios escritos sobre gravitación72. En junio de 1879 empieza sus clases de Lógica en la Johns Hopkins. Su padre jubilado le seguía muy cerca aprovechando las invitaciones que recibía para dar conferencias en Nueva York y Baltimore. A él se atribuye el reencuentro con Juliette, la que sería su nueva esposa, tras un primer encuentro fugaz en el Brevoort. Una relación que su madre siempre vio con tristeza y suspicacia. Juliette iba de cuando en cuando a la casa de los Peirce en Cambridge. Se la conocía como madame P.[ourtalès]. Charles, que se da cuenta de que la vida en Nueva York le arruina en todos sentidos, escribe a su padre: "Aunque sólo sea por esto, debo alejarme de Nueva York". Curiosamente dice que le va a enviar una novela titulada, significativamente, Les Etranglements73. Con frecuencia los Peirce se enviaban sutiles mensajes a través de libros.

En medio del tira y afloja con el Coast Survey, Patterson decide enviarle a Europa. Sería el cuarto viaje. Esta vez Charles quiere prepararlo bien. Lo ve como un acto social. Quiere ir bien vestido para poder mantener allí sus propias negociaciones74. Quiere dar dos charlas sobre "ciencia y científicos" para atraer gente y ganar prestigio. El viaje duraría de abril a agosto de 1880. Tendría lugar en París, en la Academie Française, y trataría de la gravedad. Al final su estancia parece transcurrir sin pena ni gloria. Los franceses no parece que le hicieran demasiado caso. Tenía razón en su opinión sobre ellos75.

Por entonces estaba trabajando sobre la difracción espectral, a la vez que intentaba escribir un pequeño libro On the Algebra of Logic, que aparecería en el American Journal of Mathematics de 1880. Las clases en la Johns Hopkins le van a medias. Algún que otro alumno se había dado de baja. Su padre empieza a no encontrarse bien, y como no renuncia a sus conferencias su madre pide a su hijo y Juliette que le cuiden. En marzo de 1880 Charles sería elegido miembro de la London Mathematical Society. El 26 de septiembre le escriben que su padre está grave. El seis —o siete— de octubre fallecería. Desde la universidad de Edimburgo un tal MacFarlane le escribe diciendo que está trabajando sobre algo parecido a su lógica de relativos. De esta época son una serie de artículos sobre distintos lógicos de entonces, principalmente europeos, que Charles Peirce tenía en su poder. Entre otros, la recensión por Schröder —su mediador en Europa— de la obra de Frege Begriffschrift (1879). No por casualidad, la biblioteca de la universidad de Jena, a la que pertenecía Frege y otros importante lógicos alemanes de la época, en carta a Charles Peirce acusaba recibo, en octubre de 1880, de su obra On the Algebra of Logic. En abril de 1881 la Johns Hopkins le propone prorrogar su contrato otro año. La AAAS le nombraría miembro en agosto de este año. En carta a su hermano Jem escribiría: “El orden de la Lógica presenta una inherente dificultad que sólo puede superarse preguntando cuál es el orden del orden"76. Todo un programa para la segunda parte de su vida.




Notas

1. Charles Peirce-F.A.Woods, 14.X.1913.

2. CP 4.540

3. Harvard Magazine, 1858, 4, 100-105.

4. Lyrical Ballads, de W. Wordsworth y S. T. Coleridge, 1798.

5. Report ... for the Municipal year ending April 7, 1851. Cambridge, 1851, p.24. En el Catálogo de la Biblioteca de Charles S. Peirce (1959) se menciona un ejemplar del mismo con fecha 27.II.1858.

6. E. Smith. Early History of the High School. 1892. p.53

7. Charles Peirce-F.Russell, n.d.

8. Cf. F.G. Peabody. Harvard in the Sixties. A boy's eye view. Some reminiscences contribuited to the Cambridge Historical Society at its meeting of March 12, 1935. Cambridge,1935, p. 27.

9. Por ejemplo The Philosophy of Rhetoric y la Moral Philosophy de Campbell, los importantes Elements of Logic de Whateley que Charles Peirce dice haberlos leído a los doce años, las Outlines of the Laws of Thought de William Thomson, etc.

10. Charles Peirce-JMP (4 abril,1860)

11. Cf. SMP-BP, 4 enero, 1859.

12. Charles Peirce-SMP. Cambridge, Saturday afternoon, 1859, May 21

13. Cf. el elogio del 18 de Brumario en The Addres of M. Everett and the Poem of Dr. O.W. Holmes at the Dinner given to H.I.H. Monseigneur the Prince Napoleón. Sept. 25th, 1861. Cambridge: Privately Printed, 1861.

14. Charles Peirce-JMP. Schooner Twilight – Pascagoula, Sunday,1859 December 11

15. CP 4.642 (Ms. 26.V.1908)

16. CP 2.330 (precepto y precepto)

17. CP 1.383; 1.494 sgs.

18. Charles Peirce-W.B. Smith (25 julio, 1908)

19. Charles Peirce-SMP (1860, May 20th)

20. Charles Peirce-JMP (1860, April 23th)

21. CP 4.49

22. Charles Peirce-W.T.Harris (1869, nov. 29th)

23. BP-SMP (1857, March? 29th)

24. SMP-BMP. July 3, 1868

25. Ms. 1629. Cursivas nuestras.

26. Cf. también "On A New List of Categories" (1867) en: CHE v. 2, 49-59, pg.52.

27. "A Treatise on Metaphysics" (21 ag.,1861-30 mar.,1862), en: CHE. vol. 1, 57-84, pg.61 sg.

28. Cf. CP 1.38 (ca. 1890)

29. "A Guess at the Riddle", en: CHE v. 6, 166-198, pg.187. Cursivas nuestras.

30. Ms. 92. La primera frase lleva fecha de 21 de marzo de 1859, y la segunda de 30 de julio de 1860.

31. Ms 1629 ( "Every man Makes of his own Fortune")

32. CP 1.38 (ca.1890)

33. CP 4.447 (ca.1903)

34. Ch.H. Haskins, "The Graduate School of Arts and Sciences", en: S.E. Morison, Development of Harvard University since the Inauguration of President Eliot, 1869-1929, Harvard Univ. Press, 1930, pg. 453.

35. Charles Peirce-SMP. (1859, May 19th)

36. North American Review, April,1864, 342-69.

37. Cf. "Mr. Peirce on the British Logcians" (From Dic. 14th [1869] to Jan 19th 1870). Philosophical Lectures,1869-70 (HUAS.69.69)

38. Art. "Relatives", en: Baldwin

39. Charles Peirce-P.E. Chase (1864, April 4th)

40. Brent, 67. Por cierto, no parece que durará demasiado. E. E. Michaelis, del Coast Survey, escribe a Charles Peirce: "The Club at Cambridge is defunct". (1872, july 8th)

41. Mrs. W. G. Farlow, "Quincy street", en: Proceedings of Cambridge Historical Society, vol. 18, 1925.

42. L. Whiting, Boston Days. The city of beautiful ideals. Concord, and its famous authors. The golden age of genius. Dawn of the twentieth century. London, 1902, pg. 229.

43. Cf. Mrs. J. T. Sargent, Sketches and reminiscences of the Radical Club of Chestnut Street. Boston, 1880.

44. CEN-HJ (1873, december 5th). Henry James Letters, ed. By Leon Edel, Harvard Univ. Press, vol. I, 1974.

45. Dresden 1870, Aug 11th.

46. Charles Peirce-JW, 1870, Nov 29th.

47. Charles Peirce-WT Harris.(Cambridge 1869, Nov 29th y Dec 8th)

48. Charles Peirce-BP. n.d. [1867 o fin 60'?]

49. Cf. Carta a Juliette (1892), citada por C. Eisele en su Introduction al vol. II de The Elements of Mathematics de Charles S. Peirce (The Hague/Paris, 1976).

50. "Description of a Notation for the Logic of Relatives, resulting from an Amplification of the Conception of Boole's Calculus of Logic", vol. IX de las Memoirs of the American Academy of Arts and Sciences de 1870.

51. Patterson – Charles Peirce (1879, August 8th)

52. Charles Peirce-BP. (NY, 1877, Feb. 11th)

53. Perry, Th.S.— Charles Peirce. Nov 25, 1872

54. SMP-JMP. May/19/1872. Washington.

55. Charles Peirce-Goodwin (The Nation) May 9, 1872.

56. Había trabajado con mucha anterioridad la ed. de Wright de 1843.

57. BP. [After Nov. 1872.] Cusivas nuestras.

58. Charles Peirce-W.S. Jevons (1875, May 16th)

59. Charles Peirce-BP. 1876, Jan 2. Paris, Av. Matignon, 11.

60. Charles Peirce-WJ. Paris 1875, Nov 21

61. C.S. Peirce, Photometric Researches,1872-73. Leipzig: Engelmann, 1878.

62. Charles Peirce-Searle (1875, July 17th)

63. Cf. Charles Peirce-Rood, (1877/78 ?)

64. CP 2. 141.

65. CP 4.157 (c. 1897) y.

66. CP 1.384, y CHE, pg. 449

67. Charles Peirce-BP. (1875)

68. Charles Peirce-Gilman (1878, Jan 13th)

69. Charles Peirce-Pickering (1877, April 6th)

70. Charles Peirce-WJ (1877, May 1st)

71. Charles Peirce-JMP (Dec 1877?/ Jan 1878?)

72. Charles Peirce-BP. (1878, June 4th)

73. Charles Peirce-BP. 1879, Aug 17.

74. Charles Peirce-BP (1879, Jan 16th)

75. Charles Peirce-BP (1879, Jan 28th)

76. Charles Peirce-JMP. (1881? Nov 23th), Cursivas nuestras.

 



Fecha de la página: 14 de noviembre 2007
Última actualización: 14 de noviembre 2007

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