CAPÍTULO V. QUE LA SIGNIFICACIÓN DEL PENSAMIENTO
RESIDE EN SU REFERENCIA AL FUTURO


Charles S. Peirce (1873)

Traducción castellana de Juan Pablo Serra (2007)



MS 392, de acuerdo a la numeración de Richard Robin. También aparece en CP 7.358-361 y en W 3, 107-108, de donde se ha tomado el original. Este texto fue escrito por Peirce en el verano de 1873 y forma parte de su gran Logic Book de 1873, nunca completado. Los puntos significativos de este breve escrito están en la insistencia, por un lado, de la creencia como conexión habitual de ideas. Y, por otro lado, en que la racionalidad del pensamiento consiste en su capacidad de ser interpretado, a través de la conducta, en un posible pensamiento futuro.

En toda mente lógica debe haber, primero, ideas; segundo, reglas generales de acuerdo a las cuales una idea determina otra, o hábitos de la mente que conectan ideas; y, tercero, procesos por los cuales se establezcan estas conexiones habituales.

Una creencia es una conexión habitual de ideas. Por ejemplo, decir que creo que el ácido prúsico1 es un veneno es decir que cuando se me ocurre la idea de beberlo, la idea de él como un veneno junto con todas las ideas que al hilo de esto le seguirán, surgirá en mi mente. Entre estas ideas, u objetos presentes ante mí, está el sentido de rechazar beberlo. A esto, si estoy en condiciones normales, le seguirá una acción de los nervios cuando sea necesaria que alejará la copa de mis labios. Parece probable que cada conexión habitual de ideas pueda producir un efecto así sobre la voluntad. Si esto es de hecho así, una creencia y una conexión habitual de ideas son uno y lo mismo.

En una mente que es capaz de crítica lógica de sus creencias, debe haber una sensación de creer que servirá para mostrar qué ideas están conectadas. El reconocimiento de que dos objetos presentes se corresponden como uno es un juicio. Todas las ideas se presentan en juicios. Este es claramente el caso si están causadas por ideas previas. Si son sensaciones, entonces causan de inmediato otras ideas y están conectadas con estas en juicios. El valor intelectual de las ideas se encuentra evidentemente en sus relaciones entre sí en juicios y no [en las relaciones] entre sus cualidades en sí mismas. Todo lo que a mí me parece azul puede parecer rojo y viceversa, y aún así todo lo que ahora encuentro verdadero de esos objetos, debería encontrarlo también verdadero entonces, si nada más hubiera cambiado. Debería percibir todavía las mismas distinciones de las cosas que [percibo] ahora. La significación intelectual de las creencias reside enteramente en las conclusiones que se pueden sacar de ellas, y en última instancia en sus efectos sobre nuestra conducta. Porque no parece que haya ninguna distinción importante entre dos proposiciones que nunca pueda producir diferentes resultados prácticos. Sólo la diferencia en la facilidad con que de dos proposiciones puede alcanzarse una conclusión debe ser considerada como una diferencia en sus efectos sobre nuestras acciones.

Parece entonces que la significación intelectual de todo pensamiento reside finalmente en su efecto sobre nuestras acciones. Pero ¿en qué consiste el carácter intelectual de la conducta? Claramente en su armonía para el ojo de la razón; esto es, en el hecho de que la mente, contemplándola, encuentre una armonía de propósitos en ella. En otras palabras, debe ser capaz de interpretación racional para un pensamiento futuro. De esta manera, el pensamiento sólo es racional en la medida que se propone para un posible pensamiento futuro. O, en otras palabras, la racionalidad del pensamiento reside en su referencia a un futuro posible.


Notas

1. Prussic acid en el original. Hoy en día, más conocido como cianuro de hidrógeno [N. del. T.].



Fin de "Capítulo V. Que la significación del pensamiento reside en su referencia al futuro" (1873). Fuente textual en MS 392.


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Fecha del documento: 25 de abril 2007
Ultima actualización: 27 de febrero 2011

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