RECENSIÓN DE EL SECRETO DE SWEDENBORG:
Elucidación de su Doctrina de la Natural Humanidad Divina


Henry James Sr. (1870)


Traducción castellana de Iker Bereciartua (2003)


La recensión de H. James se publicó en 1870 en North American Review 110, pp. 463-468.




Aunque este libro presenta algunos puntos de vista religiosos muy interesantes e impresionantes, y el tono espiritual del mismo es en general saludable, en conjunto está fuera de tono con el espíritu de esta época. Si entendemos la teoría aquí presentada como la de Swedenborg, esencialmente dice así:

Filosofía y religión son lo mismo. La cuestión de más importancia para el corazón es la cuestión de más importancia para la cabeza. La raíz de la existencia por la que se pregunta la metafísica es Dios. El trabajo de la filosofía es explicar la relación entre el ser y el aparecer; sin embargo, aquello que solo tiene existencia independiente de todo lo demás es Dios, mientras todo lo que aparece es relativo a la mente humana, y por tanto es solamente humano; así que lo que es y lo que aparece son Dios y el hombre, y es materia de la filosofía exponer las relaciones entre Dios y el hombre.

En cualquier objeto real, esto es, en cualquier apariencia permanente, podemos distinguir dos elementos, lo permanente y lo aparente. Lo permanente, la realidad es denominada por el Sr. James el ser; lo aparente o emergente al mundo de los fenómenos es denominada la existencia. Esta distinción no procede de una mera conveniencia o necesidad lógica sino que es una partición real, porque yace en el mismo esse de la cosa. La realidad es aquello en lo que se funda la apariencia, y por tanto, el "ser" de una cosa es su creador, mientras que la "existencia" es la criatura en sí misma. Pero la criatura, al no contener en sí misma la esencia de su ser, es en sí misma un mero fantasma y no una realidad.

Así como un ser subyacente es esencial para la existencia, no es menos esencial la manifestación para el ser. No hay diferencia entre si una cosa es o no si no da señal alguna de su ser a ninguna mente. Por tanto, ser sin manifestarse es un tipo de ser que no difiere de su negativo, aunque este sea un mero conjunto de palabras sin significado. Por consiguiente, está en la misma esencia del ser que deba proyectarse en la apariencia de la misma esencia de Dios que él mismo creará.

Una apariencia sólo es en la conciencia. Así pues crear o causar una apariencia es despertar una conciencia a la vida. Dar el ser es dar vida, o lo que es lo mismo, ser es vida. Así el ser de Dios es creación: es dar vida a otras cosas, es vivir en otros*. Y, tener la vida uno mismo en otros es amar. Así la esencia de Dios es amor. El ser de la criatura también descansa en otro, a saber, en Dios; y, por tanto, su vida también es amor; sólo en tanto en cuanto no se dirija esta vida hacia esa otra, pero se reciba de ella, hablaremos de amor egoísta o receptivo, mientras que el del Creador es amor perfecto y altruista. Siendo el Creador amor perfecto, la Creación debe explicarse bajo el principio del amor.

El Creador, entonces, no puede haber hecho sus criaturas por su propio interés (pues el amor no hace nada por su propio interés), sino por el de ellas. Por tanto, persigue hacerlas tan independientes como sea posible. Mientras su ser está en Dios, es verdad que cualquier independencia que parezca que tienen será una mera ilusión, pero esa ilusión Dios debe concederla. Así que él les da un mundo de fenómenos en el que y relativamente al cual tengan realidad y autodeterminación.

Pero como todo alejamiento de Dios, toda disparidad respecto de su ser, es mero yo (self) y nada, el Creador no podría satisfacerse con una creación que se quedara corta en este punto y debe instituir otro movimiento en la Creación por el cual la criatura pueda ser devuelta a la armonía con él, y por tanto apropiarse realmente del ser de su creador. Este movimiento de vuelta es denominado redención.

La maquinaria de este proceso es la historia del hombre, y es, por tanto, extremadamente compleja por naturaleza. Tiene dos partes, la redención de la raza, y la redención del hombre individual. La redención de la raza es efectuada por la historia de la raza, por la destrucción de las formas gubernamentales, del desarrollo de la relación familiar, y sobre todo, por las vicisitudes de la Iglesia que culminan en la encarnación de nuestro Señor. Con estas quiere decir que se produce una hermandad entre los hombres tal que cada hombre sin obligación obedece las leyes de la sociedad. La redención del hombre individual es producida por su vida y por la influencia de la conciencia que le dirige a la percepción de las verdades de la religión. En esta redención la creación alcanza su culminación.

Sin embargo, estas cosas no están establecidas científicamente. El Sr. James dice que "ningún amante cordial de la verdad puede aguantar largamente razonar sobre ello", y él mismo es un gran amante cordial de la verdad en este sentido. Que sus doctrinas son incapaces de ser establecidas razonando es, de hecho, indicado con claridad por él más de una vez. Siendo esto así, ¿por qué llamarles filosofía? La "sanción del corazón" dice, correctamente, es su única prueba. "No necesitamos esperar", dice, "para encontrar a Swedenborg justificándose a sí mismo de manera estrictamente racional, o para ver cómo los hombres tratan con lo que ellos sienten que es meramente materia de opinión, pero bastante afirmativamente, o con lo que sienten que es materia de conocimiento preciso". Este no es el lenguaje de un filósofo. Aristóteles, Euclides y Newton no aplicaron la racionalización estricta a la lógica, geometría y gravitación, porque ellos no pensaron que eran materia de preciso conocimiento. Lo que los hombres tratan mediante mera afirmación son materias que no creen que serán cuestionadas justo con lo que ellos conciben que no puede ser cuestionado. Pero ¿qué hay en la mente de un escritor que habla de justificarse a sí mismo afirmativamente? Su justificación afirmativa puede llegar a nada más que a una aserción enérgica o enérgica condena de los otros. Por tanto no podemos sorprendernos de encontrar frecuentemente en los escritos del Sr. James frases tales como, "loco incorregible", "miserable metedura de pata", "transparentes evasivas", "tonto", "imposible para la necedad humana ir jamás un paso más allá", "estos discutibles caballeros", "no honesto", "completo abandono sin escrúpulos de su ser", "pies planos y cabeza plana", "obstinado antediluviano". Epítetos suficientemente inofensivos, pero no aplicados sabiamente a los pensamientos y a los hombres importantes en la historia.

Quizá el Sr. James sea de la opinión de que apelar a la "sanción del corazón" es apelar a la experiencia, a saber, a la experiencia religiosa. Cualquiera que pueda hacer ver la verdad de lo evidente hará una buena cosa por la religión; pero, hasta hoy no ha sido hecho. El razonamiento de la ciencia natural es válido porque procede de apariencias externas a apariencias externas. Si la religión pudiera, de manera paralela, restringir sus conclusiones a experiencias espirituales, podría encontrar fundamento científico en experiencias espirituales. Pero no puede. La religión debe ser suprema o no es nada. Tiene que ser asertórica, no sólo que tal y tal proposición es un conjunto completo delicioso y confortable, sino que las apariencias externas siempre tendrán que conformarse a ello. La religión puede estar hecha para descansar en la fe religiosa, y puede darse una justificación filosófica de tal procedimiento; pero fracasará en ser filosofía mientras apele no a la cabeza, sino sólo al corazón. Diciendo esto, no nos oponemos en los más mínimo a la filosofía escocesa que hace que todo conocimiento finalmente repose en lo que algunas veces se llama creencias últimas, porque estas creencias son el sentido común de la humanidad, pertenecen a todo hombre, y ningún hombre puede resistirse a ellas. Si la religión puede ser ligada a tales premisas, se convierte en verdaderamente filosófica. Pero para apoyarla en proposiciones que parecen ser dudadas por mentes sanas, aunque se demostrara filosóficamente valiosa para un ser racional, sin embargo, no satisface ese impulso en el hombre que da lugar a la ciencia y la filosofía. El Sr. James, por lo tanto, cuya doctrina no tiene "otra prueba que lo que encuentra en el deseo desinteresado de todo hombre a la verdad", no tiene derecho a llamar a su trabajo filosofía. La misma distinción entre realidad y ficción descansa en el hecho de que nuestro deleite en una creencia no es en sí mismo un signo de que la cosa creída sea verdad.

Aunque deficiente en la argumentación, el libro contiene algunas doctrinas filosóficas interesantes. La más destacada de ellas es una teoría sobre la relación de materia y forma. La forma se representa como el arquetipo o la idea creativa; la materia como aquello en virtud de lo cual una cosa alcanza existencia efectiva. La primera da a la cosa todas sus cualidades, la segunda su mera cantidad. La forma es el elemento esencial que pertenece a la cosa incluso en su mera potencialidad; la materia es el elemento de actualidad, que es meramente contingente. Hasta aquí la concepción es suficientemente familiar. Pero es menos usual añadir, como hace el Sr. James, como la actualidad está solamente en el traer una cosa al reino de la posible experiencia, mientras que la esencia potencial es eterna y absoluta, por lo tanto la forma es el elemento real y objetivo, mientras que la materia es fenoménica y subjetiva. Más aun, la materia no es sólo al estilo aristotélico el elemento que la forma diferencia, sino también el principio de individuación (una doctrina que sostienen muy pocos). En el caso del hombre, la materia es lo que le hace salir de Dios y le da ser en sí mismo y consciencia, mientras que la forma es el elemento divino en él, por el cual es devuelto a la armonía con su Creador; esto es, su consciencia de lo bueno y lo malo. La forma es el elemento de amor en el hombre, la materia el elemento del yo.

Distintas huellas de la influencia del platonismo en Swedenborg aparecen en esta filosofía. Lo que el Sr. James llama "forma" es la idea platónica o forma, y la doctrina de que Dios es la más elevada idea o forma, la idea de Bien, y la forma de las formas, es por supuesto de Platón. La concepción singular de que la forma es por naturaleza viva es decididamente platónica. Así que también lo es realizar una unidad numérica que depende de la forma, y la cantidad que dependa de la materia. La afirmación de que la materia, o lo que existe aparte de Dios -no entidad- es realizada con igual claridad por el Sr. James y Platón. Las doctrinas que afirman que existe una percepción espiritual que es a la vez un acto de abstracción de las cantidades sobre las cualidades, que la naturaleza es una mera manifestación o revelación de la idea divina, que esta manifestación es, en algún sentido, una idea invertida, que existe un alma del mundo o maximus homo, y que la parte divina del alma humana le corresponde, que la divinidad en el alma se puede comparar con el sol brillando sobre el mundo, que nuestro conocimiento de las verdades necesarias es un tipo de memoria, son doctrinas que se pueden encontrar tanto en este libro como en Platón o Plotino; aunque ellos ocupan sin duda posiciones muy diferentes y tienen colores muy diferentes en las dos teosofías.

Debemos justamente advertir a nuestros lectores de que el gran estudio que hemos dedicado al intento de entender este libro puede haber sido en vano, ya que es terriblemente difícil. Sin mencionar el hecho de que no contamos con un debate que nos guíe, el Sr. James utiliza términos de una forma tan peculiar que tropezamos ante las palabras más comunes, que a menudo reciben significados completamente no relacionados con aquellos a los cuales estamos acostumbrados a unirlos. Todos lo filósofos utilizan palabras con peculiar sentido, pero normalmente los definen al principio, el Sr. James rara vez lo hace; incluso cuando lo hace, su definición a menudo sólo sustituye algunos símbolos misteriosos por otros. Abriendo el libro por primera vez nos desconcertamos al encontrar la identidad atribuida a cosas que parecerían más conformes con la corriente general del pensamiento del autor negarla.

Pero después de haber sido confundidos repetidamente por tales afirmaciones, comenzamos a ver (o creemos que vemos), que el Sr. James, diciendo que A y B son idénticos, quiere decir poco más que ellas coexisten en la naturaleza. Del mismo modo encontramos difícil comprender la oposición de nuestro autor al idealismo hasta que nos da, como su sinónimo, "la invención de un mundo de cosas en sí". Es tan incesante el uso críptico de los términos que el lector al final acaba por perder toda la seguridad de que la palabra más común es usada en un sentido análogo al usual. Leemos sobre el destino social de la mujer, pero es una cuestión que sobrepasa nuestros humildes poderes si la mujer significa esas criaturas singulares a las que ordinariamente designamos como tales, o si el hombre no es significado, o si es alguna facultad de la mente, o si es meramente la materia aristotélica. Es verdad que el Sr. James nos suministra un sinónimo de "mujer", a saber, "vir". Debe advertirse que esto no aclara totalmente la dificultad. En la página 49 hay un intento de explicar las palabras masculino y femenino. "Masculino y femenino, es decir, orgánico y funcional, estático y dinámico, genérico y específico, universal y particular, público y privado, externo e interno, común y propio, objetivo y subjetivo". De esto deberíamos inclinarnos a pensar que la forma fue proyectada por la mujer. Pero un poco más abajo encontramos otra definición: "mujer como mujer, o, lo que es lo mismo... el subjetivo... y contenido moral de la naturaleza humana". Esto nos inclina a pensar que por mujer es significada una cierta facultad de la mente. Pero más adelante, leemos sobre minimus homo, la moral y consciente Eva, el pequeño, específico, doméstico vir, de nuestros senos, que abrazan en sí mismos el mundo espiritual, entero, el universo de la afección y pensamiento, y a quien pertenecen en exclusiva todos los hechos de la vida, por ejemplo, todos los eventos de la historia, grande y pequeña, pública y privada, y todos los resultados de la experiencia, el bien y el mal, verdad y falsedad". Un misionero de China hace algunos años de regreso a su país, para ilustrar la dificultad de hacer comprender a los chinos el cristianismo, decía cómo el "hombre interior" a lo largo del Nuevo testamento es supuesto por los chinos para significar la mujer, tal es la expresión en su lenguaje. Esto nos pareció entonces que mostraba falta de familiaridad con el chino por parte de los traductores; pues bien aquí está el Sr. James, para quien el inglés es vernáculo, cuyo inglés es extraordinariamente idiomático y vivo, quien sin embargo, constantemente sin explicación ninguna, pero como la cosa más natural del mundo, utiliza mujer y "hombre interior" como sinónimos. No podemos sin embargo acabar sin decir que es nuestra firme convicción que este libro pueda ser entendido por una mente correcta con la correcta preparación y que, a muchos hombres que no pueden entenderlo por completo, aportará, como lo ha hecho a nosotros, mucho alimento espiritual.




Notas

* Swedenborg sostiene que el tiempo es una apariencia ilusoria, y por tanto, no se sigue que Dios no pueda ser sin al mismo tiempo crear.


Fin de: Henry James Sr., "Recensión de El secreto de Swedenborg". Traducción castellana de Iker Bereciartua, 2003. Publicada en: North American Review 110, 1870, pp. 463-468.

Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es

Fecha del documento: 24 de junio 2003
Última actualización: 9 de enero 2011


[Página Principal] [Sugerencias]