RELIGIÓN, CIENCIA Y FALIBILISMO


Charles S. Peirce (c.1897)

Traducción castellana de Maris Stella F. Barquero (2022)



Este breve texto, escrito alrededor del año 1897 corresponde al MS 867 y en él C. S. Peirce explica algunos rasgos de su formación filosófiica. Fue considerado tan importante por los editores de CP que lo incluyeron íntegramente en los primero parágrafos de CP 1.3-7.



1.3. El lector tiene derecho a saber cómo se formaron las opiniones del autor. No, por supuesto, que se espere que él acepte cualquier conclusión que no esté respaldada por argumentos. Pero en discusiones de extrema dificultad, como estas, cuando el buen juicio es un factor, y el puro raciocinio no lo es todo, es prudente tomar en consideración cada elemento. Desde el momento en que pude pensar, hasta ahora, unos cuarenta años, me he ocupado diligente e incesantemente del estudio de los métodos [de] investigación, tanto los que se han seguido y se siguen como los que deberían seguirse.

Durante diez años antes de que comenzara este estudio, yo había estado entrenando en el laboratorio de química. Tenía una base sólida no solo en todo lo que se sabía entonces de física y química, sino también en la forma en que procedieron aquellos que avanzaban con éxito en el conocimiento. He prestado la mayor atención a los métodos de las ciencias más exactas, me he comunicado íntimamente con algunas de las mentes más brillantes de nuestro tiempo en la ciencia física y he hecho contribuciones positivas, ninguna de ellas de gran importancia, quizás, en matemáticas, gravitación, óptica, química, astronomía, etc. Estoy saturado, de cabo a rabo, del espíritu de las ciencias físicas.

He sido un gran estudioso de la lógica, habiendo leído todo lo de alguna importancia sobre el tema, dedicando una gran cantidad de tiempo al pensamiento medieval, sin descuidar las obras de los griegos, los ingleses, los alemanes, los franceses, etc., y he producido sistemas propios tanto en lógica deductiva como inductiva. En metafísica, mi formación ha sido menos sistemática; sin embargo, he leído y reflexionado profundamente sobre todos los sistemas principales, y nunca me he sentido satisfecho hasta que pude pensar en ellos como pensaban sus propios defensores.

1.4. Los primeros libros estrictamente filosóficos que leí fueron de las escuelas clásicas alemanas; y quedé tan profundamente imbuido de muchas de sus formas de pensar que nunca he sido capaz de librarme de ellas. Sin embargo, mi actitud fue siempre la de un habitante de un laboratorio, deseoso sólo de aprender lo que aún no sabía, y no la de los filósofos criados en seminarios teológicos, cuyo impulso dominante es enseñar lo que consideran infaliblemente verdadero.

Dediqué dos horas al día al estudio de la Crítica de la razón pura de Kant durante más de tres años, hasta que me supe casi todo el libro de memoria y había examinado críticamente cada sección. Durante unos dos años, tuve largas y casi diarias conversaciones con Chauncey Wright, uno de los seguidores más agudos de J. S. Mill.

1.5. El efecto de estos estudios fue que llegué a considerar que la filosofía alemana clásica era, en su lado argumentativo, de poco peso; aunque la estimo, tal vez soy demasiado partidario de ella, como una rica mina de sugerencias filosóficas. La filosofía inglesa, magra y cruda como es, en sus concepciones, procede por métodos más seguros y una lógica más precisa. La doctrina de la asociación de ideas es, a mi juicio, la mejor obra filosófica de las épocas precientíficas. Sin embargo, no puedo más que pronunciar que el sensacionalismo inglés está completamente desprovisto de cualquier fondo sólido. De los filósofos evolucionistas, he aprendido poco; aunque admito que, por muy apresuradamente que se hayan juntado sus teorías, y por muy anticuados e ignorantes que sean los Primeros Principios y las doctrinas generales de Spencer, están bajo la guía de una gran y verdadera idea, y la están desarrollando mediante métodos que son en su esencia características sólidas y científicas.

1.6. Las obras de Duns Escoto me han influido fuertemente. Si su lógica y metafísica, no adoradas servilmente, sino arrancadas de su medievalismo, se adaptan a la cultura moderna, bajo continuos recordatorios sanos de las críticas nominalistas, estoy convencido de que contribuirán en gran medida a proporcionar la filosofía que mejor armonice con la ciencia física. Pero hay que extraer otras concepciones de la historia de la ciencia y de las matemáticas.

1.7. Así, en resumen, mi filosofía puede describirse como el intento de un físico de hacer una conjetura tal, sobre la constitución del universo como lo permitan los métodos de la ciencia, con la ayuda de todo lo que han hecho los filósofos anteriores. Apoyaré mis proposiciones con los argumentos que pueda. No se debe pensar en una prueba demostrativa. Las demostraciones de los metafísicos son todas tonterías. Lo mejor que se puede hacer es proporcionar una hipótesis, no desprovista de toda verosimilitud, en la línea general de desarrollo de las ideas científicas, y susceptible de ser verificada o refutada por futuros observadores.



Fin de "Religión, ciencia y falibilismo" (c.1897). Traducción castellana de Maris Stella F. Barquero. Fuente textual en MS 867, CP 1.3-7.


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Fecha del documento: 27 de septiembre 2022
Ultima actualización: 6 de octubre 2022

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