LAS REGLAS DE LA RAZÓN


Charles S. Peirce (c. 1902)

Traducción castellana de Miguel Ángel Fernández (2005)


Este breve manuscrito de seis páginas, escrito hacia 1902, contiene una descripción de lo que es el razonamiento y su comparación con el diálogo. Está identificado como el MS 597 y guarda relación con los manuscritos 596-600.


¿Existen reglas de la razón? ¿Qué clase de autoridad tienen? ¿Cómo se impone ésta? Es apropiado que el lector se haga tales preguntas; y para responderlas, el autor y el lector deben llegar a algún tipo de comprensión de lo que es el razonamiento.

Al razonamiento, según nuestros autores antiguos, Shakespeare, Milton, etc., se le denomina "discurso de la razón", o simplemente, "discurso". Esta expresión aún no está obsoleta en el dialecto de los filósofos. Pero "discurso" también significa habla, especialmente el habla monopolizada. El que estas dos cosas, el razonamiento y el habla, hayan llegado a denominarse con un único nombre, en inglés, francés, italiano y español, nombre que en el latín clásico significa simplemente, ir de acá para allá, es uno de esos curiosos desarrollos del lenguaje; pero no hay muchas lenguas, si es que hay alguna, sobre la faz de la tierra, –a juzgar por una muestra lo suficientemente amplia—, que no reconozca que el razonamiento es una especie de conversación con uno mismo.

No podemos decir que el razonamiento sea una argumentación dirigida a uno mismo. Porque una argumentación es una comunicación con la que el argumentador se esfuerza en producir una creencia predeterminada en la mente a la que se dirige. En el razonamiento, por el contrario, buscamos la verdad, sea ésta lo que sea, sin saber de antemano que es la verdad. En la conversación, dos personas pueden cooperar en esta tarea. Es una operación en la que los argumentos que pueden presentarse, en un lado y en otro, se buscan "repasando" los hechos que podrían ser pertinentes, y uniéndolos de diferentes maneras. Los argumentos posibles, una vez sugeridos, se someten a crítica. Cada uno de ellos se juzga muy fuerte, moderadamente fuerte, débil, o totalmente carente de valor. En consecuencia, se elige una opinión y se adopta con un cierto grado de confianza consciente. Con esto, estaremos preparados para conformar nuestras acciones, bien con audacia o bien con cautela.

El razonamiento, o, en cualquier caso, el razonamiento lógico, se aprueba a sí mismo. Se dice a sí mismo que el proceso por el que se alcanzó la conclusión fue un proceso fiable. Si no hubiera sido así, habríamos usado un procedimiento diferente. Esta característica del razonamiento se expresa al decir que es deliberado. A menudo repasamos los hechos y apresuradamente nos formamos ideas que influenciarán, o incluso gobernarán, nuestras acciones, sin ningún tipo de deliberación crítica, apenas conscientes de realizar tal operación. Aquí es importante distinguir diferentes situaciones. Puede ser que, aunque nuestra opinión se adoptara sin deliberación, reflexionemos más tarde que tales opiniones no son fiables, y diligentemente recordemos los hechos que nos condujeron a nuestra creencia y los sometamos a una reconsideración crítica. Puede ser que, aunque la operación no se realizara un minuto antes, nos encontremos totalmente incapaces de decir cuáles fueron las impresiones de los sentidos que nos llevaron a la idea resultante, salvo que fueron tales como para producir esa impresión. Por ejemplo, miro mi reloj y me percato de que la posición del minutero coincide con la del segundero. Vuelvo a mi escrito; me sobrevienen otros pensamientos; y, al cabo de un minuto, me puede ser bastante difícil recordar cuáles eran las posiciones del minutero y del segundero que me llevaron a aquella conclusión. Pero la imagen mental de la esfera del reloj, que me fue presente durante un segundo más o menos, el percepto, como lo denominan los psicólogos, era una construcción mental. Las impresiones del sentido eran varias sensaciones de luz, cada una conectada con un sentido de lugar. Me puedo imaginar que puedo argumentar lo que estas deben haber sido antes de que mi mente construyera un percepto con ellas, pero recordarlas separadamente del percepto construido a partir de ellas estaría totalmente más allá de mis capacidades. Entre estos dos casos extremos hay muchas gradaciones. Mi esposa y yo hablamos casi indistintamente en inglés o francés el uno con el otro. Ella entra en mi estudio y emite ciertos sonidos por los que, en consecuencia, me levanto y corro hacía la puerta de la calle. Si, un momento más tarde, me pregunto por qué hice eso, recordaré el significado de las palabras de mi esposa, pero sólo podré decir si habló en inglés o en francés al preguntarme si es mi impresión general el que en circunstancias similares ella habitualmente emplea el francés o el inglés. Tomemos otro caso. La fuerza de nuestra disposición para formarnos determinadas opiniones a partir de determinados hechos es a veces tan abrumadora para la mayoría de la gente, que nos encontramos incapaces de concebir un estado de cosas contrario a nuestra opinión, y olvidándonos de que esta incapacidad es nuestra y personal, decimos que la cosa es impensable. Muchos antiguos encontraban que la idea de las antípodas era impensable. "¡Qué! ¡Hombres cuyos pies están pegados a la parte baja de la tierra! ¿Las cosas que se caen de sus manos vuelan para arriba hacia la tierra?" Hay personas que encuentran impensable la idea de que una pelota lanzada hacia la estrella polar y que nunca se desviara de su trayectoria, debería, tras un intervalo, divisarse regresando de la dirección del polo sur de los cielos hacia su punto de partida original. No es más que la incontrolable fuerza de los hechos experimentados lo que lo hace impensable para ellos. Que sigan un curso sobre los fundamentos de la geometría, y se les llevará a dudar si es eso o no lo que habría ocurrido.

Traducción de Miguel Ángel Fernández (2005)




Fin de: "Las leyes de la razón. Traducción castellana de Miguel Ángel Fernández (2005). Original en: MS 597.

Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es

Fecha del documento: 13 de diciembre 2005
Ultima actualización: 27 de febrero 2011


[Página Principal] [sugerencias]