RECENSIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN
DE RIBOT


Charles S. Peirce (1890)


Traducción castellana de Jaime Nubiola y Sara Barrena (2019)


Recensión de La psicología de la atención de Ribot, Chicago: Open Court Publishing, 1890, 121 págs. Publicada en The Nation, el 19 de junio de 1890 (CN 1.83-86; W 8.13-16).


Todo hombre educado desea saber algo de la nueva psicología. Aquellos que todavía han de familiarizarse con ella bien pueden comenzar con el librito de Ribot sobre 'La atención', que todos aquellos que han avanzado en esta nueva ciencia desearán ciertamente leer. Es la chef d'œuvre de uno de los mejores de aquellos estudiosos que han erigido a la psicología como una ciencia.

Ribot considera la doctrina de la atención como "la contraparte, el complemento necesario, de la teoría de la asociación". Él quiere decir que la atención está relacionada con la sugestión como inhibición de la contracción muscular. Sin embargo, los fisiólogos apenas considerarían la inhibitibilidad con la contractilidad como una propiedad elemental del protoplasma. Además, aunque la sugestión por asociación pueda ser asemejada a la acción muscular, ¿cómo puede la analogía extenderse hasta el proceso mismo de la asociación o de la fusión [welding together] de los sentimientos [feelings]? Esta fusión parece ser la única ley de la acción mental; y de esta dependen por igual la sugestión y la inhibición de la sugestión. La atención —dice Ribot— modifica el tren del pensamiento del ensueño [reverie's train of thought] mediante la inhibición de ciertas sugestiones, y por tanto desviando su energía a sugestiones no inhibidas. Esto hace que el elemento positivo de la atención sea bastante secundario. Al mismo tiempo, se nos dice que la única incitación a la atención es el interés. Es decir, un deseo preconcebido nos prepara para aprovechar rápidamente cualquier ocasión para satisfacerlo. El llanto de un niño, ahogado en el ruido de las palabras de los demás, atrae la atención de la madre porque está en algún estado de preparación para ello. Sin embargo, Ribot no advierte que decir que la mente actúa de una forma preparada es simplemente decir que actúa a partir de una asociación formada, y que tal acción no es inhibitoria. Si el interés fuera la única incitación para la atención, la energía gastada en la sugerencia interesante no dejaría nada para las demás, en lugar de que una inhibición positiva de estas últimas arrojara energía residual a la primera. Esto solo sucede cuando la atención es controlada para un propósito consciente. Si, al comienzo de su investigación, Ribot hubiera descartado la palabra no científica "atención", y con ella su débil antítesis entre asociación y atención, habría resplandecido la verdad de que el fenómeno principal es la asociación emocional, ayudada en algunos casos por actos de inhibición.

Las partes más interesantes y valiosas del libro son las dedicadas a los concomitantes corporales de la atención. La evidencia es que en este acto partes del cerebro reciben un incremento de sangre. Esto debe ser debido a la estimulación de los nervios vaso-motores, pertenecientes al sistema simpático, bajo la influencia del deseo en cuyo interés se excita la atención. Por otra parte, en la atención intensa la respiración se contiene, y en todos los casos la respiración se reduce. Hay, además, ciertas acciones musculares: en la atención externa, las cejas y la piel de la frente sobre ellas se elevan, los ojos se abren de par en par y se dirigen hacia el objeto, la mandíbula se cae más o menos, y todo el cuerpo se mantiene inmóvil en una actitud como si se acercara al objeto. En la atención interna, se contrae la frente, se baja la ceja, se cierra el párpado al menos parcialmente, se aprieta la mandíbula, se fruncen los labios, el cuerpo suele quedar inmóvil, preferentemente en posición sentada con los brazos del todo junto al tronco. A menudo, sin embargo hay movimientos, como pasear arriba y abajo. Estos estados musculares son condiciones indispensables de la atención. "Es imposible reflexionar mientras corres a toda velocidad o subes una cuesta empinada". "Un niño de siete años", incapaz de respirar por la nariz debido a un tumor, "solo logró aprender, durante todo un año, las tres primeras letras del alfabeto. Habiendo sido operado de su tumor adenoide, el mismo niño aprendió todo el alfabeto en una sola semana".

De acuerdo con Ribot, estas acciones musculares no son ayudas para la atención, sino que constituyen la atención. La noción de que pensamos con nuestros músculos es muy atractiva para toda la nueva escuela. Pregunte por qué, y le dirán, porque "todo acto de volición, ya sea impulsivo o prohibitivo, actúa solo sobre los músculos y a través de los músculos; cualquier otra concepción es vaga, incomprensible y quimérica". Esta pequeña explosión de énfasis significa una evidencia defectuosa. Cuando la evidencia positiva está a la mano, se expone tranquilamente; cuando hay que abordar los prejuicios, está bien el calor. La verdad es que todos estos psicólogos fisiologistas son "monistas". Para la teoría de la conexión de alma y cuerpo, han alcanzado un feliz compromiso entre el materialismo y el espiritualismo al sostener que la mente y la materia son simplemente dos aspectos de la misma cosa. Si se preservara realmente el equilibrio entre estas tendencias opuestas, el resultado sería una doctrina en armonía con el pesimismo filosófico, pero no se reconcilia fácilmente con los hechos observados. ¿Pero es ese equilibrio mantenido incluso por los psicofísicos? Dicen, por ejemplo, que la materia no organizada siente, en todo caso, muy poco. Pero cuando esperamos que equilibren esto con los casos en los que la mente apenas está conectada con la materia, si lo está, insisten, por el contrario, en que los atributos de la materia no admiten aumento ni remisión, y que el alma solo existe como un aspecto de lo que de otra manera aparece como corpóreo. ¿Qué es esto sino hacer que la mente sea una determinación especial de esa sustancia universal que generalmente conocemos como materia? Y hacer de la mente una especialización de la materia parecería ser, expresiones metafísicas aparte, materialismo. En nuestros días, la acusación de ser materialista no asustará a nadie; y todos los hechos de la vida muestran la dependencia del alma sobre el cuerpo. Sin embargo, el sentido común nunca admitirá que el sentimiento pueda proceder de un artilugio mecánico; y una lógica sólida se niega a aceptar la hipótesis provisional de que la conciencia sea una propiedad "última" de la materia en general o de una sustancia química cualquiera.

Ninguna filosofía perdurará si no permite libremente a cada razón, a cada hecho, toda su fuerza. Pero esta escuela está siempre exagerando las semejanzas de los fenómenos psíquicos y físicos, para atenuar siempre sus diferencias. Ribot, por ejemplo, a menudo habla del "mecanismo de asociación" e incluso intenta aplicarle la distinción física de energía potencial y cinética. Pero al ver el asunto sin parcialidad, o con la de un estudiante de mecánica, la analogía entre el proceso de asociación y el de cualquier movimiento mecánico no parece ser muy próxima. Ambas son operaciones regidas por la ley, es verdad. Pero la ley de la mecánica es absoluta, prescribiendo (después de que se den dos posiciones) el punto preciso del espacio en el que cada partícula estará en cada instante de tiempo; mientras que la fuerza de la asociación es esencialmente suave (dos ideas que han ocurrido juntas tienen una suave tendencia a sugerirse entre sí), y si se hiciera absoluta, las ideas se unirían rígidamente, y todos los fenómenos de aprendizaje, o de generalización, que es la esencia de la asociación, serían llevados a la muerte.

De nuevo, tanto en el mundo físico como en el psíquico, encontramos procesos [trains] de causación. En este último, es el pasado solo lo que influye directa e involuntariamente en el presente por asociación; el futuro solo lo adivinamos; y todos nuestros esfuerzos son para hacer que nuestro presente actúe conforme a nuestra idea de ese futuro. En el mundo físico, por el contrario, al respetarse la ley de conservación de la energía, que niega cualquier fuerza primordial dependiente de la velocidad, el pasado y el futuro están en unas relaciones con el presente precisamente similares entre sí: un hecho que surge de la circunstancia de que, en las ecuaciones de movimiento, el signo del flujo del tiempo puede invertirse, siempre que los signos de las velocidades se inviertan y las fuerzas permanezcan invariables, y aun así las fórmulas permanecerán intactas. No diremos que estas distinciones entre acciones mentales y mecánicas sean lo suficientemente grandes como para borrar sus pequeñas semejanzas, ya que estas últimas no deben ser pasadas por alto ni desestimadas; pero las distinciones ciertamente serán prominentes en una visión bien proporcionada de los temas. Sin lugar a dudas, hay fenómenos físicos en los que parecen actuar fuerzas suaves, y otros que parecen violar el principio de la energía; pero estas apariencias se deben a un principio diferente de la ley del movimiento, a saber, a la acción de la probabilidad. Un tipo de tales fenómenos es la viscosidad de un gas; y la regularidad de esto, muy aproximada pero no estrictamente exacta, se debe a los incontables trillones de moléculas que vuelan en todas las direcciones con casi todas las velocidades. No hay que negar que haya una analogía entre la difusión del movimiento a través de un gas por la viscosidad y la asociación de ideas.

Con respecto a la doctrina de que la volición consiste en, o es un aspecto de, la contracción o inhibición muscular, debe considerarse que transcurre un tiempo considerable durante el paso del impulso motor por el nervio. Durante este intervalo, parece que somos conscientes de un esfuerzo, como en una pesadilla. En cualquier caso, ha ocurrido algo en lo que el músculo no tuvo parte. El músculo podría incluso ser amputado antes de que el impulso lo alcanzara. Pero si un impulso motor puede comunicarse a una fibra nerviosa para que se transmita a través de él, ¿cómo podemos estar seguros de que este último no se apoye en una célula nerviosa en lugar de en una célula muscular?

La terminología de Ribot a veces parece abierta a la crítica. De las dos formas de atención, la que se rige por el curso de las percepciones externas y la que se controla desde dentro por propósitos definidos, denomina a la primera espontánea, y a la segunda voluntaria. Ahora, supongamos que un hombre en un ataque repentino de ira ataca a otro, ¿puede decirse que su discurso fue involuntario simplemente porque no fue controlado? Y si quisiera disculparse por una repentina provocación, ¿diría que su lenguaje fue puramente espontáneo? Parecería mejor llamar voluntaria a toda acción sujeta a control interno, ya sea controlada de hecho o no, y aplicar el término espontáneo solo a aquellos actos que no son reflejo de estímulos externos.

La traducción es suficientemente buena, y Open Court está haciendo un trabajo útil con la publicación de tales libros.





Fin de: Recensión de La psicología de la atención de Ribot, Chicago: Open Court Publishing, 1890. Publicada en The Nation, el 19 de junio de 1890 (CN 1.83-86; W 8.13-16).

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Fecha del documento: 29 de abril 2019
Última actualización: 6 de mayo 2019


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