RAZONAMIENTO


Charles S. Peirce (1901)


Traducción castellana de Sara Barrena (2001)


Este texto fue publicado originalmente como la voz “Reasoning” en J. M. Baldwin, Dictionary of Philosophy and Psychology, Smith, Gloucester, MA, 1901, 1925 (reimpresión en 1960). Posteriormente fue recogido también en CP 2.773-778.


2.733 El razonamiento es un proceso en el que el razonador es consciente de que un juicio, la conclusión, es determinado por otro juicio o juicios, las premisas, de acuerdo a un hábito general de pensamiento, que puede que él no sea capaz de formular con precisión, pero que aprueba como conducente al conocimiento verdadero. Por conocimiento verdadero entiende, aunque generalmente no es capaz de analizar su significado, el conocimiento último en el que espera que finalmente pueda descansar la creencia, sin ser perturbada por la duda, con respecto a la cuestión particular a la que su conclusión se refiere. Sin esta aprobación lógica, el proceso, aunque puede ser estrechamente análogo al razonamiento en otros aspectos, carece de la esencia del razonamiento. Cada razonador pues, en tanto que aprueba ciertos hábitos, y por consiguiente métodos, de razonamiento, acepta una doctrina lógica, llamada su logica utens. El razonamiento no comienza hasta que se forma un juicio; pues las operaciones cognitivas antecedentes no están sujetas a aprobación o desaprobación lógica, al ser subconscientes, o no lo suficientemente cercanas a la superficie de la consciencia, y por tanto incontrolables. El razonamiento, por lo tanto, comienza con las premisas que se adoptan como representando percepciones, o generalizaciones de tales percepciones. Todas las conclusiones del razonador deberían referirse solamente a las percepciones, o bien a proposiciones que expresen hechos de percepción. Pero esto no equivale a decir que las concepciones generales a las que llega no tengan valor en sí mismas.

2.744 El razonamiento es de tres clases elementales; pero los razonamientos mixtos son más comunes. Estas tres clases son inducción, deducción y presunción (para la que este escritor propone el nombre de abducción).

2.775 La inducción tiene lugar cuando el razonador ya sostiene una teoría más o menos problemáticamente (oscilando desde una pura aprehensión interrogativa hasta una fuerte inclinación mezclada con muy poca duda); y, habiendo reflexionado acerca de que si esa teoría es verdadera, entonces bajo ciertas condiciones deberían aparecer ciertos fenómenos (cuanto más extraños y menos creíbles a priori mejor), procede a experimentar, esto es, a llevar a cabo esas condiciones y a esperar los fenómenos predichos. Cuando aparecen acepta la teoría con una modalidad que la reconoce de forma provisional como aproximadamente verdadera. La justificación lógica para esto es que este método aplicado al problema de forma persistente debe producir a largo plazo una convergencia (aunque irregular) hacia la verdad; porque la verdad de una teoría consiste en su mayor parte en esto, en que cada deducción perceptual a partir de ella es verificada. Pertenece a la esencia de la inducción el que la consecuencia de una teoría debería ser primero obtenida en relación con el resultado desconocido, o desconocido en la práctica, de un experimento; y que éste debería ser determinado en la práctica sólo después. Porque si examinamos los fenómenos para encontrar correspondencias con la teoría, es una mera cuestión de habilidad y diligencia cuántas encontraremos. La inducción (al menos en sus formas típicas) no contribuye en nada a nuestro conocimiento excepto en decirnos aproximadamente con cuanta frecuencia, en el curso de esa experiencia que nuestros experimentos tienden a constituir, ocurre un tipo dado de evento. Por tanto simplemente evalúa una probabilidad objetiva. Su validez no depende de la uniformidad de la naturaleza, o de nada de esa clase. La uniformidad de la naturaleza puede tender a dar a la probabilidad evaluada un valor extremadamente grande o pequeño; pero incluso si la naturaleza no fuera uniforme, seguro que la inducción lo averiguaría, en tanto que el razonamiento inductivo pudiera llevarse a cabo. Por supuesto se requiere para eso un cierto grado de uniformidad especial.

Pero todo lo anterior está en desacuerdo con las doctrinas de casi todos los lógicos; y, en particular, ellos enseñan comúnmente que la conclusión inductiva se aproxima a la verdad a causa de la uniformidad de la naturaleza. Sólo contemplan como razonamiento inductivo los casos en que, a partir del hallazgo de que ciertos individuales de una clase tienen ciertos caracteres, el razonador concluye que cada individuo singular de esa clase tiene el mismo carácter. De acuerdo con la definición dada aquí, esa inferencia no es inductiva, sino una mezcla de deducción y presunción.

2.776. La presunción, o, más precisamente, abducción (que este escritor cree que fue lo que el capítulo vigésimo quinto del segundo Primeros analíticos de Aristóteles describió de modo imperfecto bajo el nombre de apagögé, hasta que Apelicón sustituyó una sola palabra incorrecta y alteró de ese modo el sentido de la totalidad), proporciona al razonador la teoría problemática que la inducción verifica. Al encontrase a sí mismo enfrentado con un fenómeno distinto a lo que hubiera esperado bajo esas circunstancias, examina sus características y advierte algún carácter o relación entre ellas singular, que al instante reconoce como característico de alguna concepción que ya está guardada en su mente, de modo que es sugerida una teoría que explicaría (esto es, que haría necesario) eso que es sorprendente en el fenómeno.

Por lo tanto acepta esa teoría hasta el punto de darle un alto lugar en la lista de teorías sobre esos fenómenos que requieren mayor examen. Si esto es todo a lo que equivale su conclusión, puede preguntarse: ¿qué necesidad de razonamiento había ahí? ¿No es libre de examinar las teorías que quiera? La respuesta es que es una cuestión de economía. Si examina todas las teorías absurdas que pueda imaginar, nunca dará (una especie de milagro) con la verdadera. En efecto, incluso con el procedimiento más racional, nunca lo haría, si no hubiera una afinidad entre sus ideas y los caminos de la naturaleza. Sin embargo, si hay alguna verdad alcanzable, como espera, es evidente que el único modo en que se alcanzará es probando las hipótesis que parecen razonables y que conducen a consecuencias tales como las observadas.

2.777. La presunción es la única clase de razonamiento que proporciona nuevas ideas, la única clase que es, en este sentido, sintética. La inducción se justifica como un método que debe a largo plazo conducir a la verdad, y eso, por la modificación gradual de la conclusión actual. No hay justificación tal para la presunción. La hipótesis que concluye problemáticamente es con frecuencia completamente errónea en sí misma, e incluso el método no necesita conducir siempre a la verdad; porque puede ser que las características del fenómeno que pretende explicar no tengan explicación racional en absoluto. Su única justificación es que su método es el único modo en el que puede haber alguna esperanza de alcanzar una explicación racional. Esta doctrina coincide sustancialmente con la de algunos lógicos; pero está radicalmente en desacuerdo con una teoría común y con una práctica común. Ésta ordena que el razonador se guíe por probabilidades equilibradas, de acuerdo con la doctrina de la probabilidad inversa. Depende de las probabilidades que se conozcan a priori. Si estas probabilidades antecedentes fueran hechos estadísticos sólidos, como aquellos sobre los que descansa el negocio de los seguros, los preceptos ordinarios y la práctica serían razonables. Pero no hay, y no puede haber, en la naturaleza de las cosas, hechos estadísticos. ¿Cuál es la probabilidad antecedente de que la materia esté compuesta de átomos? ¿Podemos hacer estadísticas de una multitud de universos diferentes? Una probabilidad objetiva es la ratio de frecuencia de un evento específico a uno genérico en el curso ordinario de la experiencia. A partir de un hecho per se es absurdo hablar de probabilidad objetiva. Todo lo que se puede alcanzar son probabilidades subjetivas, o explicaciones probables [likelihoods], que no expresan nada sino la conformidad de una nueva sugerencia a nuestras predisposiciones; y estas son las fuentes de la mayoría de los errores en los que cae el hombre, y de todos los peores. Un caso de aquello a lo que conduce el método de probabilidades equilibradas es el "alto criticismo" de la historia antigua, sobre la que la espada del arqueólogo ha infligido tantas heridas.

2.778 La tercera forma elemental de razonamiento es la deducción, cuya justificación es que los hechos presentados en las premisas no podrían ser verdaderos bajo ninguna circunstancia imaginable sin implicar la verdad de la conclusión, que es por tanto aceptada con modalidad necesaria. Pero aunque sea necesaria en su modalidad, no se sigue de ningún modo que la conclusión sea ciertamente verdadera. Cuando estamos razonando sobre estados de cosas puramente hipotéticos, como en matemáticas, y podemos convertir en una de nuestras hipótesis el que lo que es verdadero dependerá sólo de una cierta clase de condición —de modo que, por ejemplo, lo que es verdadero de ecuaciones escritas en tinta negra sería desde luego igualmente verdadero si estuvieran escritas en rojo— podemos estar seguros de nuestras conclusiones, siempre que no se haya incurrido en meteduras de pata. Esto es "razonamiento demostrativo". Las falacias en la matemática pura han permanecido sin detectar durante muchos siglos. La deducción sólo se aplica a estados de cosas ideales —o a estados de cosas reales concebidos como ideales, separándose siempre más o menos de la realidad. El proceso es como sigue, al menos en muchos casos:

Formamos en la imaginación alguna clase de representación diagramática de los hechos, esto es, icónica, tan esquemáticamente como sea posible. La impresión de este escritor es que en personas ordinarias ésta es siempre una imagen visual, o mezcla de visual y muscular; pero esta opinión no está fundada en ningún examen sistemático. Si es visual, será bien geométrica, esto es, tal que las relaciones espaciales familiares representen a las relaciones sostenidas en las premisas, o bien algebraica, donde las relaciones son expresadas por objetos que son imaginados como sujetos de ciertas reglas, ya sean convencionales o experimentales. Este diagrama, que ha sido construido para representar intuitivamente o semi-intuitivamente las mismas relaciones que son expresadas abstractamente en las premisas, es después observado, y una hipótesis sugiere por sí misma que hay una cierta relación entre algunas de sus partes —o quizás esta hipótesis ha sido ya sugerida. Para probar esto, se hacen varios experimentos sobre el diagrama, que es cambiado de varias formas. Éste es un procedimiento extremadamente similar a la inducción, del que, sin embargo, difiere ampliamente, en tanto que no trata con un curso de la experiencia, sino con si un cierto estado de cosas puede ser imaginado o no. Ahora bien, como es parte de la hipótesis el que sólo una clase de condición muy limitada puede afectar al resultado, la experimentación necesaria puede completarse muy rápidamente; y se ve que la conclusión es obligada a ser verdadera por las condiciones de la construcción del diagrama. Esto se llama "razonamiento diagramático o esquemático".

Traducción de Sara F. Barrena (2001)


Fin de "Razonamiento", C. S. Peirce (1901). Traducción castellana de Sara F. Barrena. "Reasoning" corresponde a CP 2. 773-778.

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Fecha del documento: 10 de diciembre 2001
Ultima actualización: 27 de febrero 2011

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