Problemas de la filosofía

William James (1911)

Traducción y noticia preliminar de
Juan Adolfo Vázquez (1944)
(Profesor en la Universidad Nacional de Tucumán)



 

 

LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO DE WILLIAM JAMES

Hasta los treinta años William James vivió en la época de mayor desgano filosófico que la edad moderna haya conocido. El movimiento espiritual que a principios del siglo XVI se manifestaba como delectación mística en la armonía matemática del mundo, había perdido sucesivamente su preocupación estética y su fe pitagórica. El progreso de la ciencia moderna y la correspondiente marcha de la filosofía —que en parte considerable ha sido sólo su comentario— culmina en la segunda mitad del siglo XIX con la sumisión de todos los campos de la realidad al prosaico esquema mecánico y naturalista. Libros representativos del tiempo son Principios de psicología y Primeros principios, de Spencer, El origen de las especies y El origen del hombre, de Darwin, La inteligencia, de Taine, y las Natürliche Schöpfungen, de Haeckel, todos publicados entre 1855 y 1871.

En ese periodo James hizo su aprendizaje juvenil: Newport en Rhode Island, una escuela en Boulogne-sur-mer, Harvard Medical College, el Amazonas —como ayudante de Agassiz—, Dresden y Berlín —estudiante de medicina—, y nuevamente Harvard para graduarse. El viejo Henry James, que no recomendaba la especialización prematura, dejó que el espíritu del joven William se formara a través del estudio de idiomas, museos de arte, ensayos de pintura, obras clásicas y modernas, y el círculo familiar que contaba a Emerson entre los amigos.

Hasta 1870 las variadas lecturas de James carecían de sistema. Había leído a los grandes pensadores, pero no se perfilaba en su pensamiento ninguna orientación definida. Otoño e invierno de 1869 encuentran a James determinista, abúlico y escéptico. La página de su diario correspondiente al 30 de abril de 1870 señala el comienzo de una nueva etapa: "Creo que ayer fue el día más crítico de mi vida", escribe. "Concluí la primera parte del segundo de los Essais de Renouvier y no veo razón por la cual su definición del libre albedrío —"la afirmación de un pensamiento porque quiero, cuando podría tener otros"— ha de ser la afirmación de una ilusión. De todos modos supondré por ahora, hasta el año que viene, que no lo es. Mi primer acto del libre albedrío será creer en él". James prorrogó el plazo de su creencia y persistió en ella hasta el fin de su vida. Seis años después de la crisis amplía la fórmula primitiva con la siguiente declaración: "en toda vaga conclusión teórica parecerá que escogemos nuestra posición más o menos arbitrariamente". "Pero si nuestra elección es verdadera, la única manera posible de alcanzar esa verdad consistirá en el ejercicio de la libertad que implica". Como James lo confiesa, estas manifestaciones responden a la influencia directa de Renouvier. Dicho en la jerga de la antigua psicología de las facultades de la doctrina del pensador francés sostiene que la voluntad no puede actuar directamente sobre el cuerpo, pero que se aplica, en forma de atención, a las ideas. Y la idea que recibe el influjo de la voluntad sobrevive a las otras y se expresa directamente en una acción adecuada. En las cuestiones en que la experiencia y el razonamiento por sí solos no deciden un asunto, y en las que es necesario una creencia, ésta debe surgir, por motivos morales y religiosos. Para Renouvier, como para James, todos los grandes sistemas filosóficos son expresiones de los temperamentos e inclinaciones de sus autores, aunque declaren someterse sólo al rigor de la prueba.

Entre 1873 y 1876 James fue profesor de fisiología en Harvard College, y en 1875 había comenzado a enseñar psicología. Un año antes el mecanicismo había recibido un serio impacto en el breve y profundo libro de Boutroux, La contingencia de las leyes naturales, y el atomismo y asociacionismo psicológicos sufrían revisión en la Psicología desde el punto de vista empírico de Brentano. En el mundo del pensamiento inglés —que habría de ser siempre el más influyente en James— ese mismo año Kant y Hegel servían de contraseña para volver a filosofar: Green publicaba su Introduction to Hume's Works, Wallace, The Logic of Hegel y Sidwick The Method of Ethics. Hasta las mismas vísperas del siglo XIX el cientificismo persistiría, agresivo, en sus dogmas; pero la coincidente aparición de estas obras puede tomarse como indicación de un cambio en la marea.

En 1878, cuando James redactaba los primeros borradores de sus Principios de psicología, Charles Sanders Peirce escribía para The Monist unos artículos de raro rigor lógico. Formado en la tradición matemática de su padre, Peirce había aprendido en la Metafísica de las costumbres la oposición entre lo pragmático y lo práctico, y por esa época ensayaba una teoría científica de la verdad en la que no tuvieran cabida las estériles definiciones del apriorismo metafísico ni los prejuicios ignaros de un empirismo ramplón. Escribía Peirce: "si se puede realizar y alguna vez se realiza lo que se prescribe, debe resultar una experiencia de una cierta clase; de otro modo no sé qué es lo que se quiere decir". Y en otra parte: "La significación de una proposición reside en su futuro; [...] pero de las miriadas de formas en que puede traducirse una proposición, ¿cuál es la que debe llamarse su verdadero significado? Para el pragmatista es la forma en que la proposición se hace aplicable a la conducta humana, no en esta u otra circunstancia especial, ni cuando se tiene esta u otra intención, sino la forma en que se aplica más directamente al autodominio en cualquier situación o propósito". Además, "el pragmatista no dice que el summun bonum consiste en la acción, sino en el proceso de evolución por el cual la realidad incorpora categorías de mayor validez general". Se aprecian aquí dos rasgos del pragmatismo de Peirce que también se hallarán en The Meaning of Truth: la insistencia en que su teoría de la verdad es, ante todo, eso mismo, una mera teoría de la significación del concepto de verdad —cuestión previa a la de si la verdad existe o de cómo se puede llegar a ella— y, por otra parte, la rotunda negación de que el pragmatismo entronice cualquier clase de acción por sí misma, especialmente por el éxito pecuniario que pudiera tener. Sin embargo, en 1922 John Dewey debía publicar un artículo en la Revue de Métaphisique et de Morale tratando de persuadir a sus colegas europeos de que el pragmatismo no es una filosofía que trata de hacer de la razón "una máquina de producir creencias útiles a la moral y a la sociedad", ni que el modismo americano "to cash in", muy usado por James, se refiere a cobrar dólares al contado, como parecía creerlo Bertrand Russell. Y aunque se trata de un juicio sobre la persona más bien que sobre la doctrina, vale la pena citar a Bergson, para quien "el trivial menosprecio del pragmatismo como filosofía escéptica o utilitaria, sólo puede asombrar a quienes han conocido a James mismo; pues nadie amó la verdad con tanto anhelo y la buscó con mayor persistencia y desinterés".

Los fecundos artículos de Peirce no llamaron la atención en el momento de publicarse. Los círculos filosóficos estaban dominados por las ideas de los autores ya nombrados y por los últimos libros de Bradley, Caird, Adamson y Der philosophische Kriticismus de Riehl, que significan el primer retorno a Kant después de Hegel y antes de Marburgo y Baden. Sin embargo, Peirce tuvo influencia sobre James. En días de mocedad ambos habían sido condiscípulos en el curso de química de Lawrence Scientific School; pero la relación intelectual y estrecha amistad comienza después de 1865. De regreso de Europa, James expresa en sus cartas haber escuchado algunas conferencias de Peirce y añade: aunque "no pude entender una palabra, gocé de la sensación de oírle". En 1868 confiesa: "no saco mucho de él". Sus primeros artículos le despiertan "un raro interés"... aunque "escribe con tanta aspereza". Después de 1870 (el año de la crisis) James parece entrar con mayor inteligencia en el pensamiento de Peirce. Ambos, con Chauncey Wright y otros, constituían The Metaphysical Club —cuyo solo nombre en aquellos tiempos de cientificismo sarcástico y rampante, era hazaña de singular coraje filosófico—. Pero la influencia de Peirce no llega muy lejos en la formación total de la obra de James: "No podría haber dos personas más diferentes que James y yo", escribe Peirce. "Él, tan concreto, tan vivaz; yo, un mero índice, una abstracta madeja enredada". Quizá estas líneas señalan los límites de la posible influencia de un pensador sobre el otro.

James reconoció que Charles Peirce había formulado por primera vez en sus oscuros artículos la concepción que Locke, Berkeley y Hume dejaban entender tácitamente. Poco después de 1875 escribe: "La verdad de una idea o de una cosa es su significación, su destino, aquello que se desprende de ella. Esta sería una doctrina que invierte la opinión empirista según la cual el significado de una idea depende de su origen". Y "a menos de que hallemos una conciliación entre las nociones de verdad y de cambio, debemos admitir que la verdad no se encuentra en ninguna parte". James recoge de su amigo el planteamiento del problema de la verdad en un plano distinto del que solía presentarlo la concepción tradicional. La actitud pragmática supone una dimensión inacabada, temporal, existencia, prospectiva, que hace posible la aplicación del concepto de verdad al mundo real, aunque su definición se realice necesariamente en el plano de lo ideal.

Ampliando el trazo de su pensamiento, James escribe en 1878: "Una cuestión tiene sentido y se impone inconfundiblemente cuando promueve en la práctica una alternativa clara, de modo que según se responda de una u otra manera se está obligado a adoptar una u otra línea de conducta". Estas líneas envuelven una clara y temprana afirmación de la prioridad de lo práctico. Pero a diferencia de las concepciones habituales de esta prioridad, que arrojan por la borda cuanto signifique inteligencia o razón, para James la función pensante tiene un puesto bien determinado. Está inserta en la vida como elemento imprescindible, como un factor que contribuye a planear la acción moral. Es probablemente en esa misma época cuando James anota la palabra practicalism en el margen de su ejemplar del Essay, en la página donde Locke dice que no importa de qué sustancia esté formado el yo, siempre que sus funciones sigan siendo las mismas. De Locke también dirá James que puede extraer, como lema de su propio pragmatismo, el siguiente pasaje: "Quien no quiera comer hasta que se le haya demostrado que el alimento nutre, quien no quiera mover un dedo hasta saber infaliblemente que la acción le ha de reportar beneficio, no puede hacer otra cosa que sentarse y perecer". Practicalism y pragmatism con el tiempo se vuelven sinónimos.

La actitud fundamental de James, que encuentra nuevas expresiones a lo largo de su vida, se advierte temprano y puede recibir, según el sesgo con que se la mire, los nombres de "empirismo", "realismo", "pragmatismo", "pluralismo" o "meliorismo"; pero lo único valioso de todas estas abstracciones se aprecia solamente cuando se las ve desde dentro, es decir, cuando se las desprecia como abstracciones y se trata de sorprender la concepción integral de su filosofía.

El pensamiento de James entre el ochenta y el noventa se desarrolla en afirmación y negación de las ideas de Shadworth H. Hodgson, de quien se ha dicho que publicó libros de oraciones claras y tersas, párrafos oscuros y volúmenes incomprensibles. La relación de James se inicia poco antes de 1880, probablemente con la aparición de The Philosophy of Reflection. Al principio la discrepancia es nula. James sólo advierte un "pensamiento original" del que espera aprender mucho. La afirmación de la experiencia como punto de partida en la filosofía de James puede remontarse inmediatamente a estas líneas de Metaphysic of Experience de Hodgson: "La experiencia es un proceso que origina todo nuestro conocimiento de la existencia o el ser". "Del ser o la existencia sólo podemos decir que es, no que debe ser. Pero el es tiene un sentido práctico que se nos impone como un hecho real". Más importante aún es su concepción de que las realidades son sólo las "cosas" que conocemos de una manera inmediata, como el rojo en la rosa o la frialdad del mármol, que nos son dados en la percepción. En el lenguaje de James: las cosas son lo que son "known as". Hodgson también anticipa a James en su concepción de la continuidad y fluidez de la corriente de la conciencia. Pero al margen de este apostolado de sano empirismo hay una profesión de fe que James jamás podrá aceptar. Hodgson niega la libertad, afirma la unidad primigenia del universo y supone un mundo trascendental cognoscible a priori, para explicar la existencia. Las diferencias se ahondan sucesivamente desde el último decenio del siglo. En 1897 aparece La voluntad de creer, donde surge, como Palas armada de punta en blanco, la actitud metafísica de James. En el prólogo de esta obra dice: "Si tuviera que poner un breve nombre a la actitud en cuestión, la llamaría 'empirismo radical', a pesar del hecho de que en ninguna parte estos diminutivos son tan equívocos como en filosofía. Digo 'empirismo' porque considera a las más seguras conclusiones acerca de los hechos reales como hipótesis susceptibles de modificación en el curso de la experiencia futura; y digo 'radical' porque estima que la doctrina del monismo es una hipótesis y, a diferencia de tantos empirismos a medias, corrientes bajo el nombre de positivismo, agnosticismo o naturalismo científico, no afirma dogmáticamente que el monismo es algo que toda la experiencia debe respetar. La diferencia entre el monismo y el pluralismo es quizá la más fecunda de toda la filosofía. A primera vista el mundo es una pluralidad de cosas, y su unidad parece ser la de una colección". "Después que la razón ha hecho cuanto podía hacer, queda todavía la opacidad de los hechos finitos, meramente dados, sin explicación ni mediación en la mayoría de las peculiaridades. Hasta el final mismo hay varios 'puntos de vista' que el filósofo debe distinguir al considerar el mundo; y lo que interiormente es claro, desde un ángulo es pura exterioridad, y dato desde otro". Estas expresiones hacían irreconciliables los puntos de vista de Hodgson y James y de este modo confirmaban indirectamente la posición del filósofo americano.

James y Royce formularon opiniones filosóficas muy ajenas al paisaje donde habían pasado sus respectivas juventudes. Royce, hijo de colonizadores, nacido en una región áspera y bravía, concibe el mundo como un perfecto absoluto. James, criado con los refinamientos y cuidados de la civilización, describe el mundo como un campo enigmático, a la vez hostil e incitante, donde el hombre juega su vida sin garantías de un triunfo final. La amistad entre ambos filósofos comienza realmente en 1878, cuando Royce que era trece años más joven, escucha clases de James en Baltimore. Sin embargo, no se puede establecer entre ambos filósofos una relación de maestro a discípulo. El libro Religious Aspects of Experience que Royce publicó en 1885, fue recibido por James con gran interés. Por una parte coincide plenamente con Royce sobre los motivos del filosofar que hacen de la creación de una teoría filosófica un acto de voluntad justificable por sus fines prácticos. Pero, por otra, James advierte una "nueva y original prueba del idealismo" que no puede comprender bien, dice, "sin muchas discusiones orales con el mismo Royce" (y una vez pudo comprenderla no dejó de inquietarle). El problema estaba planteado a la manera ortodoxa moderna que separa objeto y sujeto, y luego no sabe cómo volverlos a unir. Entre ambos términos crea un nuevo intersticio. Aunque el sujeto declare que determinado objeto corresponde a determinada idea, el segundo siempre trasciende la esfera del primero y escapa a su control. Para zanjar esta cuestión Royce introduce su teoría de un espíritu absoluto, conciencia universal o sujeto omnímodo que envuelve en sí la idea y el objeto y hace coincidir a ambos. Durante la penúltima década del siglo James estuvo muy preocupado por este monismo absolutista de Royce, cuyos argumentos, confiesa en 1887, "no puede refutar, aunque tampoco le convencen". Pero en 1893, remozando el plain, historical Method de que habla Locke en las primera páginas del Essay, aunque no lo aplica —y, sobre todo, más preocupado en atender y describir la experiencia concreta que en formular una metafísica de la experiencia que no se ha tenido— James concibe que una idea puede comunicarse con su objeto por medio de relaciones que caen dentro del espíritu finito del sujeto. El objeto sería aquello sobre lo cual el sujeto concluye actual o potencialmente. La idea conduce al objeto, o lo señala, sin salirse de la experiencia humana. Aparentemente la respuesta de James no llega al fondo de la cuestión. Retiene los términos del dualismo inicial que vicia de antemano cualquier resultado. Sin embargo, apunta a la noción de un inextricable contexto de experiencia que es el ser mismo, en constante contradicción y trascendencia, donde se puede recortar, más o menos caprichosamente, las figuras del sujeto, el pensamiento y el objeto. Y en este sentido comporta un notable avance.

Esta concepción de la experiencia se desprende también de sus investigaciones publicadas en 1890 como Principios de psicología. El antiguo empirismo —Hume es el ejemplo clásico— analizaba la experiencia en elementos. Impresiones o ideas eran los átomos de la psicología empirista. Pero este método atendía a la experiencia sólo verbalmente, pues los elementos de su explicación no estaban dados sino que eran productos de una construcción arbitraria. James se vuelve sobre la vivencia íntima de los espiritual y acentúa el carácter cambiante de la corriente de la conciencia. El empirismo tradicional sostenía que las relaciones entre las cosas no son dadas, sino que el espíritu las pone por medio de la asociación de ideas. Para James los elementos de la experiencia se alojan en una matriz de relaciones y ambos se dan en la experiencia misma. De aquí que James pudiera criticar la separación entre sujeto, idea y objeto que plantean un problema insoluble. Al mismo tiempo, la antigua filosofía de la experiencia sostenía una actitud retrospectiva, explicativa y determinista, en tanto que James aplica la concepción biológica que acentúa el papel de las funciones, más que de los orígenes. Al combatir la concepción determinista en nombre de la irreductible presencia de la novedad en el mundo, su concepción de lo psíquico afirma también la libertad y el riesgo. Esta actitud filosófica tiene muchos puntos que recuerdan a Bergson, cuyos Ensayos sobre los datos inmediatos habían aparecido en 1889. La similitud no responde, sin embargo, a la influencia personal, sino a la afinidad de ciertos rasgos que se encuentran en la obra de ambos pensadores. La Revue Philosophique en 1905 publicó un artículo con motivo del quinto congreso internacional de psicología —en el que James había leído un trabajo sobre la Notion de Conscience— y entre otras cosas decía: "Si hemos tomado de América una psicología, le hemos dado, a nuestra vez, una filosofía, pues es imposible ver en el trabajo de William James otra cosa que la doctrina bergsoniana de la primacía de la acción". Bergson contestó inmediatamente. Quizá no sea demasiado transcribir su respuesta con cierta extensión: [...] "Me he de referir ahora a William James, filósofo que despierta en mí una simpatía y admiración imposibles de expresar adecuadamente. Sus Principles of Psychology aparecieron en 1891 [en rigor, en 1890]. Mi ensayo fue elaborado y escrito entre 1883 y 1887 y publicado en 1889. En esa época yo no conocía nada de James, salvo sus hermosos estudios sobre el esfuerzo y la emoción (no conocía el artículo que apareció en Mind en enero de 1884, y que contenía una parte del capítulo sobre la "corriente del pensar"). En otras palabras, las teorías contenidas en el Essai no pueden haber sido extraídas de la psicología de James. Me apresuro a agregar que la concepción de la durée réelle desarrollada en mi Essai coincide en muchos puntos con la descripción de James de la "corriente del pensar". [...] Pero si se examinan los textos se verá fácilmente que la descripción de esta corriente y la teorías de la durée réelle no tienen la misma significación y no surgen de la misma fuente. La primera es claramente psicológica en su origen y alcance. La segunda consiste esencialmente en una crítica de la idea de tiempo homogéneo, tal como aparece en filósofos y matemáticos. Ahora bien, aunque no tengo derecho a hablar en nombre de William James, creo poder decir que la influencia del "bergsonismo" no cuenta para nada en el desarrollo de su filosofía". James jamás hizo cuestión de prioridad. En sus obras y en sus cartas reconoce con insistencia la profundidad y originalidad de sus amigos, y entre ellos contaba a Bergson como el espíritu más fino que conoció en los últimos años, quizá en su vida.

Además de las figuras nombradas, James estuvo en relación personal o epistolar con la mayoría de los filósofos y psicólogos de su tiempo. Stanley Hall, Münsterberg, Stumpf, Lutoslawsky, Fluornoy, Santayana, Boutroux, Ward y Bradley fueron sus amigos. Sus nombres pueden dar una idea de la tendencia intelectual del público que James tenía en cuenta al escribir, especialmente al polemizar. Pero desde temprano las líneas capitales de su pensamiento estaban indicadas. Pragmatism, en 1907, The Meaning of Truth y A Pluralistic Universe, de 1909, que completaron su pensamiento, fueron sobre todo nuevas formulaciones de ideas ya expresadas.

Hacia el final de su vida James sintió la necesidad de completar la línea iniciada y comenzó a redactar su sistema. En marzo de 1909 habla de un "texto de introducción a la metafísica para los estudiantes"; pero próximo a morir, a fines de julio de 1910, escribe estas observaciones, para su publicación: "Decir que es fragmentario y que está sin revisar. Llamarlo Comienzo de una introducción a la filosofía, Decir que con él esperaba redondear mi sistema que se parece mucho a un arco construido sólo de un lado". El memorándum también indica que el libro debía ser preparado para su impresión por H. M. Kallen, su amigo y discípulo. Así apareció, en edición póstuma, el libro que ahora traducimos con el nombre de Problemas de la filosofía, siguiente aproximadamente el título con que apareció en inglés.

Aunque en este libro tampoco se cierra el arco a que James aludía, el esfuerzo sistemático es mayor que en cualquiera otras de sus obras filosóficas. Casi todas ellas son conjuntos de conferencias o artículos yuxtapuestos. Problemas de la filosofía es un intento consciente de alcanzar la unidad sistemática. Desde el primer capítulo se advierte la orientación general de una filosofía madura. El problema central es el de la metafísica, que lleva casi toda la extensión del volumen, y sus tesis capitales pueden resumirse en pocas líneas. Fuente de conocimiento es para James la experiencia, que se da por la percepción interna o externa (los conceptos permiten ampliar este conocimiento, pero no lo sustituyen. Tampoco se bastan a sí mismos). La experiencia nos muestra un mundo cambiante, múltiple, inconcluso. En vano podemos decir con palabras que es esencialmente uno; la experiencia nos muestra que su unidad no es simple, sino una pluralidad creciente. Por esto mismo es evidente que en el mundo hay novedades: cosas esencialmente distintas de lo que se suele señalar como sus causas. La novedad se presenta como una aparición súbita, discontinua. Las teorías matemáticas del infinito dejan intacta la cuestión de la novedad pues no se aplican al plano de lo real. Esta concepción del mundo no nos dice rotundamente que el mundo es por esencia bueno o malo. Sugiere más bien que, como aún está inconcluso, puede terminar de buena o mala manera. Nuestra acción puede ser eficaz porque el universo se va haciendo en cada momento de acuerdo a las influencias de todos los agentes que actúan en él. El hombre no tiene asegurado su triunfo; pero tiene oportunidad de librar batalla. Nada puede garantizar, con todo, que esta concepción sea absolutamente cierta. Quizá el universo es una unidad fijada de antemano y en la cual nuestras intenciones y propósitos estaban tan predeterminados como el viaje de un astro. Pero hay una diferencia de orden práctico que el filósofo no puede despreciar: si se acepta la primera como fundamento de nuestra acción el mundo puede mejorar; la segunda, en cambio, es un magnífico pretexto intelectual para justificar nuestra comodidad y cobardía.

Todas estas intuiciones —tan opuestas a los principios de la filosofía dominante hasta nuestro siglo— están en consonancia con las ideas fundamentales de concepciones más recientes. Cuando James escribe: "La biografía es la forma concreta en que todo lo que es, es dado inmediatamente" (pág. 104) o, "Debemos decidirnos por la alternativa más probable como si la otra no existiese y sufrir toda la pena si el hecho contradice nuestra fe. [...] Las alternativas metafísicas y religiosas son en su mayoría de esta clase. Sólo tenemos esta vida para tomar una actitud ante ellos" (pág. 158), nos parece estar escuchando a un filósofo de la existencia humana de nuestros días. Y quizá esto sea lo más significativo de su pensamiento. Porque su obra no fue la coronación de varios siglos de vocación naturalista sino el preludio de un nuevo modo de filosofar.

Juan Adolfo Vázquez

La Plata, marzo de 1944.

 


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Fecha del documento: 8 de mayo 2008
Ultima actualización: 9 de mayo 2008

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