Anuario Filosófico
XL/2 (2007), pp. 343-350

Mariano Picón Salas: Triangulaciones
del lugar americano 1930-1950


Fernando Zalamea
fernandozalamea@gmail.com



We introduce the work of Mariano Picón Salas (Venezuela, 1901-1965), who tries to enlarge the Hispanoamerican tradition —historically focused on the web of transits/obstructions between Europe and Latin America— via a larger triangulation that includes the presence of the culture of the United States. His essays from the period 1930-1950 show how pragmati(ci)sm —understood in Peircean terms as a web of topological transfers of knowledge between the borders of culture— can help to provide a vision that encompasses America as a whole.

Keywords: Latin America, frontier, triangulation, pragmatism.

 

La riqueza de los vaivenes culturales que han ayudado a configurar el lugar de América —como borde del mundo occidental y espacio privilegiado de fronteras y tránsitos— es muy visible en la obra de Mariano Picón Salas (Venezuela, 1901-1965). Picón amplía la dialéctica Europa-Hispanoamérica que venía fraguándose desde las gestas de independencia, y hace entrar de lleno en el panorama la presencia de los Estados Unidos. La triangulación conseguida amplía las herramientas polares, deshace los dualismos, enriquece las contrastaciones. Al igual que, en un proceso de triangulación topográfica, el teodolito (acople de un círculo horizontal y de un semicírculo vertical graduados, con lentes para medir ángulos) permite precisar mejor la geometría del entorno, la obra de Picón Salas permite entender y correlacionar mejor los diversos enlaces (y/o bloqueos) entre las culturas europea, hispanoamericana y norteamericana. Los caminos graduales y la triadicidad son fundamentales en el empeño de construir un americanismo integral:

"Primero debemos unir en una voluntad nacional los miembros dispersos de un mismo grupo (tesis); oponernos a las fuerzas que la obstaculicen (antítesis); y podremos convivir con ellas cuando cada grupo actúe en pie de igualdad dentro de una común y más vasta proyección universal (síntesis). Latinéamericanismo, antiimperialismo, americanismo integral son las obligadas etapas de esta concepción dialéctica de nuestra historia"1.

Para Picón Salas, como para toda una tradición de "Maestros de América" (Vaz Ferreira, Henríquez Ureña, Reyes, Ortiz, Martínez Estrada, los hermanos Romero), es imprescindible la inmersión plena del borde cultural americano en la topología amplia de la historia universal. Sólo mediante una proyección universal, lo local puede llegar a adquirir la importancia que merece, pues, en realidad, "quien carece de punto de comparación ni siquiera ve lo próximo"2. Esta verdad de perogrullo, desafortunadamente olvidada con facilidad en ciertas lecturas seudo-políticas posteriores, es reiterada por Picón al recordarnos que "todo gran arte ha resultado de esa confluencia necesaria entre lo nacional y lo universal. Sólo de esa síntesis que supera el folklore, pero que no es tampoco el cerrado invernadero para que lo disfruten escasos iniciados, surgirá la expresión del suramericano integral"3. Un doble proceso de diferenciación e integración yace en el fondo de las consideraciones de Picón: la oscilación pendular entre lo local y lo global, entre lo regional y lo universal es imprescindible para un buen entendimiento de la empresa americana. Vehemente contra el "tropicalismo" y el verbalismo, promotor del rigor (el "ansia de perfección" de Henríquez Ureña), estudioso y conocedor de latitudes distantes, diplomático de larga trayectoria, Picón se erige como otro ejemplar más de esos grandes sintetizadores del pensamiento hispanoamericano de la primera mitad del siglo XX, que intentan diagramar —desde un panóptico que permite observar simultáneamente entornos, fronteras y tránsitos— el lugar relacional de América.

Las reflexiones de Picón Salas se sitúan en un intervalo de tiempo alrededor de la emergencia del "irracionalismo nazi" y del punto de implantación del "economicismo norteamericano": una época en la que "descompusimos al hombre en una serie de funciones meramente profesionales: banquero, profesor, lavaplatos, y con las piezas escindidas de su alma era ahora preciso volver a soldar a la persona"4. Después de la especialización y de la diferenciación, busca Picón una nueva reorientación integral, en la que Hispanoamérica pueda dar la pauta: "reconstruir el mundo es encontrar otra vez los arquetipos: los cánones que desde nuestra discordia y conflicto particular nos eleven a aquella esfera superior —esfera platónica de las ideas— inalterable a todo accidente; forma de las formas, estrella polar del espíritu"5. Más allá de la discordia, la conciencia de que cada cultura, cada alma nacional tiene su anverso y su reverso y la conciencia de la conciliación de los opuestos deben de hecho guiar al pensamiento hispanoamericano:

"Cualquier hispanoamericano (valga mi modesto testimonio) se sentía en la Europa de antes de la catástrofe con una actitud más cosmopolita, más libre y desprejuiciada ante las culturas extrañas, que los nacionales de los grandes países europeos quienes exaltaban lo alemán para negar lo francés o lo inglés y viceversa. A través de los libros que estudiábamos, debíamos realizar la conciliación en nosotros, de esas grandes culturas en perpetua polémica. Y es que el francés, el inglés o el alemán podían vivir de la sustancia espiritual de sus pueblos, mientras que nosotros, en trance de formarnos, requeríamos consultar a cada Cultura —como Edipo a la Esfinge— algo del secreto de nuestro propio destino. Ningún prejuicio nos inhibía como al francés de leer el libro alemán, o al contrario. En la cultura media de un suramericano de nuestra generación se revolvía la prosa francesa con el ensayo inglés, la novela rusa, los libros de filosofía alemana y nuestra potente tradición española. (...)

Todo lo lleva, todo lo sintetiza Bello que habla simultáneamente el Latín de Virgilio y el Inglés de Macaulay, el Francés de Racine y el Español del Siglo de Oro, para la ingente tarea de crear las primeras instituciones culturales de un país que comenzaba a dirigir su destino. Y en polémica con el gran Sarmiento a quien ya turba una prematura y demasiado romántica pretensión de autoctonismo cultural, Bello defiende, sobre todo, esa sabiduría del hombre, ese legado supranacional de la Cultura que es el que afirma la necesaria concordia humana sobre las querellas de pueblos, de razas, de poderío político"6.

El texto de Picón refrenda el esfuerzo, ya señalado por Alfonso Reyes, del habitante del borde por capturar las diversas fuerzas centrífugas que emanan del centro. Yendo aún más allá, Picón propone una original inversión entre los epítetos de "viejo" y "nuevo" mundo, alrededor de los enlaces transicionales entre Europa y América, dependiendo de la historia particular del proceso que se tenga en mira —como en la "transculturación del tabaco", a la manera de Fernando Ortiz en su extraordinario Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940) donde se intercambian el emisor y el receptor—. Para muchos procesos dialógicos en vaivén, que establecieron la construcción relacional de América, desaparecen así lo "viejo" y lo "nuevo", y en la conformación de una edad mixta surge la compleja "identidad" del continente.

En De la Conquista a la Independencia (1944)7, la visión de Picón Salas recorre cuatro siglos y medio de historia, cubre sin excepción todos los países de América Latina y —empezando a superar la dicotomía de Ariel y Calibán— trata de unir dialécticamente una imagen de América toda, incluyendo la América anglosajona en diálogo con Latinoamérica. El dialogismo defiende la especificidad latinoamericana pero la integra en una más plena síntesis americana, donde se ha operado realmente una simbiosis de razas y pueblos diversos, coexistiendo y entreverándose el indio y el inmigrante, el Norte y el Sur, el Atlántico ("que nos lleva a Europa") y el Pacífico ("abierto sobre un Asia todavía no bien asimilada por la razón de Occidente"). La concreción de una América Latina integral requiere entonces de una adecuada comprensión de sus colores locales, pero, sobre todo, de la posterior elevación de esos particulares a lo universal. Mariano Picón Salas intenta fundamentar sólidamente esa empresa de vaivén entre lo local y lo global, entre lo particular y lo universal, claramente reconocida por una extensa tradición latinoamericana. Una América Latina consciente de sus valores tropicales, pero no tropicalista; consciente de lo regional, pero no regionalista; consciente de lo marginal, pero no marginada; consciente de la diferencia, pero no diferenciada, es la América Latina soñada, pensada y, en parte, construida, por los grandes humanistas de América, desde Bello hasta el presente.

La atención triangular a las aristas Hispanoamérica-Europa-Estados Unidos, hace que Picón Salas termine por revelar filones pragmáticos en el mismo ámbito de lo latinoamericano:

"Una relación más viva entre el filosofar y el hacer parece característica americana. Si el Pragmatismo, por ejemplo, llegó a ser una filosofía reveladora de los Estados Unidos, ¡cuánto de pragmático no hay también en el pensamiento hispanoamericano!"8

Después de la exclamación, Picón Salas pasa a revisar el valor ejemplar de obras, como la de Bello u Hostos, que integran el hacer y el pensar, y realiza a la vez un examen de algunas contraposi¬ciones entre Estados Unidos y América Latina, que termina en un vaticinio conciliador:

"No basta en un debate del asunto [la comunicación entre ambas partes del Continente] que nuestros amigos del Norte digan que somos pueblos sumidos todavía en la más imprecisa vaguedad poética, ni que les respondamos con nuestra rebeldía a toda racionalización y a esa negación de lo trágico que consideramos inmadura y pueril en las formas más populares de la cultura norteamericana. Creo que semejantes valores diferenciales admiten intercambio y complementación. De la ciencia norteamericana, de su impresionante aparejo metódico, de su cuidadoso empleo de las técnicas, está más que necesitada la investigación en Hispanoamérica"9.

Las triangulaciones del lugar americano adelantadas por Picón contemplan, en el trasfondo, el "impresionante aparejo metódico" de la ciencia norteamericana. Sin haber llegado aparentemente a leer a Peirce —el metodólogo pragmático de la ciencia norteamericana por excelencia— muchos de los textos de Picón Salas se encuentran sin embargo atravesados por consideraciones hondamente peirceanas. De hecho, yendo y viniendo a lo largo de un rango inusitadamente amplio de fronteras —linderos en el mapa ternario del conocimiento, puntos de ramificación en las ciencias especiales, enlaces evolutivos entre determinación e indeterminación, bandas entre razonabilidad y creatividad, bordes en cálculos axiomaticos de lógica topológica—, el pensamiento peirceano detecta algunos modos genéricos de ósmosis que recorren tanto el espectro de los fenómenos, como nuestras formas de conocer ese espectro. En una suerte de reconstrucción del borde y el péndulo, el más ubicuo de esos modos es aquel donde se delimita un cierto entorno relacional, se introduce un dato adicional en el interior de ese entorno, se le hace reaccionar contextualmente, se registran los cambios obtenidos, y luego se borra el dato adicional, retrotrayéndolo de nuevo hacia el exterior. Se trata de un sencillo proceso de iteración y desiteración a través de una frontera, cuyas consecuencias son sin embargo muy complejas.

La iteración y desiteración del conocimiento entre los bordes del triángulo Hispanoamérica-Europa-Estados Unidos es una de las labores sistemáticas de Picón Salas. El polígrafo venezolano encuentra en la inmediata aplicación americana de las más diversas filosofías una práctica que colinda con la lucha social y con la vocación para la acción pedagógica de los primeros Maestros de América. La "labor orfeica" de esos primeros descifradores de la cultura en el borde americano, ligada a la construcción de orientaciones libertarias para el Continente, realza el "valor ejemplar" de obras como las de Bello, Varela, Hostos, Varona. Sin embargo, las emancipaciones del Norte y del Sur de América del núcleo europeo son, para Picón, esencialmente dispares: "Si el proceso histórico de los Estados Unidos se cumplió como extraordinaria evolución de supuestos y formas que ya existían en su trasfondo anglosajón, los hispanoamericanos quisimos alcanzar el tiempo que nos había dejado en retardo, por medio de revoluciones"10. La dicotomía evolución/revolución recoge de manera impactante las hondas diferencias entre los "sub"-continentes. Las movedizas y frustrantes reformaciones (o deformaciones) políticas en América Latina se encuentran ligadas sin embargo a un amplia tradición humanista con la que no contó Estados Unidos; por otro lado, para Picón, la estabilidad del sistema político norteamericano se deriva de una perspectiva de la existencia seca, mecánica, racionalizadora. Se trata de una doble paradoja que lleva a Picón a realizar un muy interesante contrapunto entre las culturas norteamericana e hispanoamericana.

Picón Salas recoge un amplio espectro de desaveniencias entre el Norte y el Sur, a los ojos de una tercera razón, la europea, que permite construir escalas de mediación entre los opuestos. Una plena triangulación de la cultura consigue concretar así un pragmatismo profundo, como el peirceano, detector tanto de diferencias, como de ósmosis. Las inoperancias de las instituciones legales en Hispanoamérica, las violentas vicisitudes de sus regímenes, los frecuentes eclipses de libertad política, son tan deplorables como la contaminación plutocrática, la discriminación racial, la tragedia de los grupos expansionistas en Norteamérica. Un oportunismo y un empirismo extremos, opuestos a un sensato pragmatismo integrador, han acompañado a menudo el devenir americano. Picón Salas aboga entonces por ese ancho abanico de las mediaciones que retomarán, por otros caminos, Néstor García Canclini y Jesús Martín-Barbero, un abanico inscrito en la "posibilidad histórica de América, tan nueva y tan original dentro de la experiencia humana"11.

 


Notas

1. . M. PICÓN SALAS, "Prólogo y digresiones sobre América" (1933), en: M. PICÓN SALAS, La conquista del amanecer, Casa de las Américas, La Habana, 1992, p. 380.

2. M. PICÓN SALAS, Europa-América. Preguntas a la Esfinge de la Cultura (1947), Monte Avila, Caracas, 1996, p. 4.

3. Ibidem, p. 148 (nuestras cursivas).

4. Ibidem, p. 6. El comentario de Picón recuerda el hombre sin atributos de Robert Musil y la descomposición de los valores según Hermann Broch, pero no hemos encontrado alusión directa a ellos en nuestra lectura del venezolano.

5. Ibidem, p. 12. La emergencia, aparentemente sorprendente, de una relectura platónica puede verse sin embargo como un hondo inciso original de Picón Salas. Se trata de un platonismo no ingenuo, cercano a las transmutaciones del Filebo, donde el último Platón elabora una compleja jerarquía entre las ideas, que ya no viven en un espacio absoluto, sino que sirven de invariantes relativos para el tránsito. Véase N. BOUSSOULAS, L’Être et la composition des mixtes dans le "Philèbe" de Platon, PUF, París, 1952.

6. M. PICÓN SALAS, Europa-América, pp. 167-168 (nuestras cursivas).

7. En palabras de Pedro Henríquez Ureña, "uno de los primeros intentos de síntesis de las nuevas maneras de considerar los tres siglos coloniales", en: M. PICÓN SALAS, De la Conquista a la Independencia, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, p. 12.

8. M. PICÓN SALAS, La conquista del amanecer, p. 465.

9. Ibidem, p. 469.

10. Ibidem, p. 467.

11. M. PICÓN SALAS, Europa-América, p. 243.

 



Fecha de la página: 1 de noviembre 2007
Última actualización: 1 de noviembre 2007

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