PERFIL BIOGRÁFICO DE GEORGE H. MEAD


Izaskun Martínez (2007)


Este perfil biográfico, traducido al español, ha sido preparado por Izaskun Martínez siguiendo el capítulo dedicado a George Herbert Mead incluido en la obra de Lewis A. Coser Masters of Sociological Thought: Ideas in Historical and Social Context (Fort Worth, Harcourt Brace Jovanovich, 1977, pp. 341-347)

George Herbert Mead nació en South Hadley, MA, el 27 de febrero de 1863. Su padre, Hiram Mead, fue un pastor protestante que procedía de una larga saga de granjeros y clérigos puritanos de Nueva Inglaterra. Su madre, Elizabeth Storrs Billings, procedía de una familia de intelectuales. Cuando Mead tenía siete años su padre fue llamado al Oberlin College para dirigir las homilías (el arte de la predicación) en el recién fundado seminario teológico. Mead creció en Oberlin y allí fue a la escuela. Aunque se rebeló contra el ambiente pietista de la escuela, fue decisivamente influido por una mezcla de la ética puritana de Nueva Inglaterra y las ideas progresistas del Medio Oeste que dominaban la escuela.

Oberlin fue fundado en 1833 por un militante reformista congregacionalista, el Reverendo John Jay Shipherd. Fue una de las primeras escuelas americanas en admitir negros y, en 1841, se convirtió en la primera escuela mixta que concedía el grado de licenciado a las mujeres. En los años anteriores a la Guerra Civil, Oberlin fue una de las principales estaciones ferroviarias clandestinas que ayudó a miles de esclavos negros del sur a escapar al norte y a Canadá. Al mismo tiempo que Oberlin mostraba claramente una conciencia social cristiana, su plan de estudios reflejaba la estrechez que caracterizaba a las escuelas protestantes de Nueva Inglaterra que habían crecido en el Medio Oeste durante el siglo XIX. El fuerte intelecto de Mead se revolvió contra el excesivo carácter teológico de Oberlin, al igual que lo hijos de muchas generaciones de teólogos puritanos que perdieron su fe en los dogmas de la iglesia. Sin embargo, Mead estuvo marcado durante toda su vida por la ética cristiana de la fraternidad y la conciencia social que recibió en el hogar paterno y en Oberlin.

En 1881 murió su padre y su familia, que quedó con pocos recursos, vendió su casa y se trasladó a unas habitaciones alquiladas. Su madre comenzó a enseñar en una escuela para procurar a la familia suficientes medios materiales para mantenerse (más tarde se convirtió en la directora del Mount Holyoke College). En 1883, Mead se graduó en Oberlin. Habiendo desistido del temprano sueño de fundar una revista literaria en Nueva York, Mead vivió los siguientes tres años en el Noroeste, alternando las clases particulares con un trabajo de inspección en la construcción del ferrocarril. Estuvo en el equipo que construyó la primera línea entre Minneapolis con MooseJaw, que conectaba con la Canadian Pacific. En los meses de invierno, cuando la inspección se hacía imposible, Mead se mantenía impartiendo clases particulares y leyendo ávidamente. Durante este periodo, parece haber estado un tanto inquieto al no saber a dónde iría después o qué profesión ejercería. Estas dudas fueron resueltas en la primavera de 1887 cuando decidió seguir a Harvard a su íntimo amigo del colegio Henry Castle y continuar con sus estudios filosóficos.

En Harvard Mead trabajó sobre todo con Royce y James que dejaron una huella permanente en su vida y en sus puntos de vista. Habiéndose liberado del puritanismo de su padre y de la piedad cristiana de Oberlin gracias a la lectura de Darwin y de otros "pensadores adelantados", Mead fue convertido por James a la filosofía pragmatista. Su relación con William James parece haber sido bastante estrecha ya que no sólo desarrolló mucho de su trabajo con él sino también porque impartió clases particulares a sus hijos.

Después de un año en Harvard Mead decidió, como era muy común en su generación, ir a Alemania para cursar estudios filosóficos superiores. Primero fue a Leipzig a estudiar con Wilhelm Wundt, cuyo concepto del "gesto" influyó profundamente en el trabajo posterior de Mead. También en Leipzig conoció a G. Stanley Hall, el eminente psicólogo fisiológico americano, que parece haber suscitado el interés de Mead por esta disciplina. En 1889, Mead fue a Berlín para estudiar psicología y filosofía.

El 1 de octubre de 1891 Mead contrajo matrimonio con Helen Castle, la hermana de su amigo Henry Castle, y la joven pareja se trasladó a Ann Arbor donde Mead había sido nombrado profesor del Departamento de Filosofía y Psicología en la Universidad de Michigan. Charles H. Cooley, John Dewey y James H. Tufts eran profesores en esa universidad y pronto se convirtieron también en sus compañeros intelectuales. Mead llevó a cabo investigaciones en psicología fisiológica y comenzó a elaborar una teoría fisiológica de las emociones que iba en paralelo con la teoría teleológica que John Dewey estaba desarrollando en aquel momento.

El único hijo de Mead, Henry, nació en Ann Arbor en 1892. Un año más tarde, Mead aceptó la invitación de John Dewey para unirse a él en la nueva Universidad de Chicago donde más tarde llegaría a ser director del Departamento de Filosofía. Mead permaneció en esta universidad hasta su muerte, el 26 de abril de 1931.

MEAD EN CHICAGO

Chicago que en 1833 era una ciudad pequeña, se convirtió en una ciudad muy importante sólo sesenta años más tarde. Se dieron espectaculares avances en la industria y el comercio en solo una generación. Era uno de los mayores centros de envasado de carne. El sur de Chicago y la vecina Gary, Indiana, se convirtieron en importantes centros de fábricas de acero donde el mineral de hierro del Lago Superior era transportado en barco al Lago Michigan uniéndose al carbón que era traído en ferrocarril desde las tierra de Illinois. Entre los mayores consumidores de este acero estaba la Pullman Company con base en Chicago que construía los coches-cama para los ferrocarriles americanos y donde se libraban las más famosas batallas laborales en América. Consciente de su espectacular subida y su puesto prominente entre las ciudad americanas, Chicago se jactaba de sus logros, por ejemplo, el primer rascacielos con estructura de acero fue construido allí. Pero también el crecimiento del índice de criminalidad, debido en parte a la rápida inmigración y en parte a la desorganización en la vigilancia de las barriadas, fue también espectacular. Pronto la ciudad podría proclamarse la campeona del mundo del crimen organizado.

La nueva universidad, financiada por John D. Rockefeller, abrió sus puertas en 1892 bajo la dirección de William Rainey Harper. Rainey asaltó implacablemente los campus de las universidades del Este en busca de docentes a los que prometió no sólo que al contratarles les pagaría el doble que lo que cobraban entonces sino también la posibilidad de trabajar en una universidad que en poco tiempo sería la más grande del mundo. Así pues, tuvo un éxito notable en su empeño y en pocos años la Universidad de Chicago figuraba entre las primeras del país. Uno de los éxitos más gloriosos de Rainey fue la contratación del joven John Dewey. Poco después de que Dewey asumiera sus funciones como director, convenció a sus amigos Tufts y Mead de se unieran a él, creando, de este modo, un departamento en el que la nueva filosofía pragmatista podría prosperar sin ser obstaculizada por la resistencia de los filósofos tradicionales que impedían su desarrollo en las universidades más antiguas. "Una verdadera escuela, un verdadero e importante Pensamiento" — esta fue la reacción de William James respecto al grupo de filósofos reunidos alrededor de Dewey en Chicago a principios de 1900.

En consonancia con el activismo reformista de su fundador, el Departamento de Filosofía de la Universidad de Chicago no se limitó únicamente al trabajo académico sino que también quiso formar parte en la resolución de la multitud de problemas sociales de la ciudad. Asuntos como la experimentación educacional, los hogares sociales, la educación industrial y la reforma social general estuvieron muy presentes en las mentes de John Dewey y sus compañeros que deseaban aprender haciendo el bien y desarrollar su filosofía pragmatista en serio.

La educación progresista fue la principal preocupación de Dewey y Mead, si bien no fue tan activo como su amigo, se unió a él en muchas de sus aventuras educativas. Aunque Mead no estaba muy inclinado hacia la escritura, consiguió escribir ocho artículos sobre temas educativos. Participó activamente desde el principio en la escuela experimental que Dewey había fundado. Fue director de la Asociación de la Escuela de Padres y también, durante algún tiempo, fue editor de una de las principales revistas sobre educación de la universidad, The Elementary School Teacher. Defendió las nuevas políticas educativas y fue miembro y, en ocasiones, presidente, de varios comités relacionados con asuntos educativos.

Las preocupaciones reformistas de Mead no se limitaron a la educación. Se asoció a la Hull House de Jane Addams y su trabajo pionero en el movimiento de los hogares sociales, así como también estuvo activamente involucrado, durante muchos años, en el City Club of Chicago, una asociación reformista de hombres de negocios y profesionales. Durante un tiempo fue también presidente de este club.

Esta actividad fuera de la Universidad no distrajo a Mead de sus obligaciones docentes. Fue un hombre de una fuerza excepcional y habló ante sus alumnos en la universidad con la misma enérgica devoción que manifestó en sus actividades de reforma. Preparaba sus clases con cuidado y siempre les prestó la mayor atención. Sus exposiciones eran claras y ordenadas. En concreto, el curso de Mead sobre Psicología social atrajo a muchos estudiantes de otros departamentos, especialmente del de sociología y del de psicología. Herbert Blumer ha manifestado que siempre consideró bastante curioso que la reacción a las clases de Mead era siempre en dos direcciones. Algunos estudiantes, entre los que se encontraba el mismo Blumer, quedaron profundamente impresionados por Mead y sintieron que él cambió completamente sus puntos de vista. Otros, no menos inteligentes que los primeros, nunca entendieron de qué trataba el curso.

Parece haberse extendido últimamente el mito de que los miembros del Departamento de Sociología formaron en Chicago una escuela de psicología social alrededor de Mead. Pero esto no es cierto. Por ejemplo, aunque W. I. Thomas y Robert Park tenían a Mead en gran estima, el primero no trató de entenderle y Park dijo que no había leído mucho de sus escritos. Aunque puede decirse que Mead tenía un especial interés en los sociológos, sin embargo, el único y más importante vínculo entre Mead y el Departamento de Sociología fue Ellsworth Faris, un antiguo alumno de Mead que era entonces profesor de ese departamento. Las ideas de Mead, así como las de Dewey, se extendieron en el ámbito de la sociología en Chicago e incluso es verdad que W. I. Thomas al comienzo destacó el instinto en favor de una orientación más socio-psicológica por la influencia de los filósofos pragmatistas. Pero esto está muy lejos del mito de que Mead creó una escuela de psicología social en Chicago. Park y Burgess no incluyeron nada de los escritos de Mead en sus famosos manuales. Mead nunca se vió a sí mismo como el líder de una "escuela". Y debe advertirse que el término "interaccionismo social" nunca fue conocido en Chicago en vida de Mead.

En su primera etapa en Chicago, Mead estuvo eclipsado por el dinámico y extrovertido Dewey. Incluso después de que Dewey se trasladara a Columbia, porque consideraba que sus experimentos educativos no eran lo suficientemente apoyados en Chicago, Mead no asumió la eminente posición que su amigo había ocupado en los asuntos de la universidad. Una de las razones de esto fue la escasez de sus publicaciones.

Como ya se ha mencionado, Mead experimentaba una gran dificultad para poner sus ideas por escrito y pasaría luchando horas en su escritorio, algunas veces al borde del llanto, cuando se desesperaba al no poder conseguir una expresión adecuada al rápido flujo de su pensamiento. "En consecuencia", escribe Dewey, "él siempre estaba insatisfecho con lo que había hecho; siempre se le quedaban pequeñas sus anteriores expresiones y, por eso, era tan reacio a fijar sus ideas por escrito, que durante muchos años fueron [sólo] sus alumnos y sus colegas más cercanos los que estuvieron al tanto del gran alcance y de la fuerza de su genio filosófico".

Totalmente aparte del hecho objetivo de su escaso número de publicaciones, Mead no sentía ninguna urgencia por desempeñar un papel público similar al de Dewey. Era un hombre más modesto, equilibrado y armonioso al que no le atraía mucho la posibilidad de un mayor reconocimiento y siempre se veía a sí mismo como un trabajador secundario en un viñedo. Blumer recuerda que, en la década de los veinte, cuando Bertrand Russell pronunció una conferencia en Chicago y Mead fue el que lo presentó, Mead, que tenía entonces ya sesenta años, estaba nervioso como un joven profesor por encontrarse junto a una de las grandes mentes de la filosofía.

Sin embargo, la humildad y la inseguridad de Mead no deben intepretarse como debilidad de carácter. Fue un hombre de principios y podía actuar decisivamente cuando la ocasión lo requería. Cuando, en aquel entonces, el nuevo rector de la universidad, Robert Hutchins, intentó forzar al Departamento de Filosofía para que admitiera en su plantilla a un amigo de Hutchins, el filósofo neotomista Mortimer Adler, y las protestas de Mead parecieron no tener ningún efecto, Mead dimitió y se preparó para reunirse con John Dewey en Columbia. Solo su repentina muerte truncaron los preparativos de su marcha.

Hacia el final de su vida Mead escribió la frase que podría caracterizar su propia vida: "La más gloriosa afirmación de un espíritu independiente es sólo la afirmación de su capacidad única para desempeñar algún papel social". Por sus maneras suaves y no pretenciosas, Mead no tuvo el deseo de estar en primer plano. Se veía a sí mismo como un soldado raso en la batalla por la reforma social e intelectual y no aspiró a dirigir las tropas. Su profunda devoción por la investigación científica estuvo siempre gobernada por su deseo de contribuir a la mejora de la humanidad. "Nosotros determinamos lo que el mundo ha de ser", escribió justo antes de su muerte, "mediante la búsqueda inquieta de los mejores medios para la humanidad". Su hijo le dijo a Dewey que la frase que más asociaba con su padre cuando algún problema social se debatía es que "deber ser posible solucionarlo".

Mead murió creyendo que pasaría a la posteridad si acaso solo como un escritor de unos pocos artículos técnicos. No parece haber tenido conciencia del hecho de que el impacto de su trabajo iría creciendo década a década hasta ser reconocido dentro del grupo de los pensadores americanos que ayudaron a formar el carácter de la moderna ciencia social.


Fecha del documento: 28 de marzo 2007
Ultima actualización: 25 de mayo 2009

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