CORRESPONDENCIA ENTRE W. JAMES Y C. S. PEIRCE


Ralph Barton Perry (1947)

Traducción castellana de Eduardo J. Prieto (1973)


En The Thought and Character of William James, cap. XXXI, Ralph Barton Perry publicó una pequeña parte de la correspondencia entre C. S. Peirce y William James. Eduardo J. Prieto tradujo al castellano la obra de Perry, que se publicó como El pensamiento y la personalidad de William James, Paidós, Buenos Aires 1973. A continuación se reproduce el capítulo dedicado a la correspondencia de Peirce y James.




XXXI. DISPUTAS AMISTOSAS CON CHARLES PEIRCE

Charles Peirce, amigo intelectual vitalicio de James que constituyó también un elemento irritativo, siguió desempeñando un importante papel en la vida intelectual de éste. La obra The Will to Believe fue dedicada a "Mi Viejo Amigo, Charles Sanders Peirce, a cuya camaradería filosófica en viejos tiempos y a cuyos escritos en años más recientes debo más incitación y ayuda de lo que puedo expresar o retribuir".

En la conferencia titulada "Concepciones filosóficas y resultados prácticos", pronunciada en 1898, James dice que oyó a Peirce enunciar "el principio del practicalismo, o del pragmatismo, como él lo llamaba", en Cambridge a comienzos de la década de 1870. James se refiere evidentemente al Club Metafísico del cual eran miembros él, Wright y Peirce, y que fue la institución de la cual Peirce mismo dijo más tarde: "Fue allí donde vio la luz el nombre y la doctrina del pragmatismo"1. En la conferencia de 1898 James atribuye a Peirce el mérito de haber dado a su pensamiento "la dirección más probable en que se puede comenzar a recorrer el sendero de la verdad", y define esta "dirección como la idea de que

el significado efectivo de cualquier proposición filosófica puede siempre llevarse a alguna consecuencia particular, en nuestra experiencia práctica futura, sea activa o pasiva, residiendo la cuestión más bien en el hecho de que la experiencia debe ser particular, que en el hecho de que deba ser activa2.

En esta conferencia y en una alusión de 1902 James identifica al pragmatismo con "la gran manera inglesa de investigar una concepción", es decir, de buscar "su valor efectivo en función de la experiencia particular"; y adjudica a Peirce el crédito de haber localizado y designado el principio por el cual "se guiaban instintivamente" los filósofos ingleses y escoceses3. En 1904 atribuye a Peirce el haber utilizado la palabra "pragmatismo", y dice que él (James) la usa para indicar "un método de realización de análisis abstractos", según el cual "el significado verdadero de un concepto reside... en la diferencia concreta que producirá para alguien el hecho de que ese concepto sea verdadero"4.

De estos pasajes resulta claro que Peirce hizo que James cobrara aguda conciencia de una idea de la que ya se había empapado, y continuaba empapándose, y que provenía de muchas fuentes; y que esta idea era la de que el significado de un concepto reside en que éste confiere un aspecto particular a una situación y provoca con ello una acción particular. James supone que cuando se alteran los hechos percibidos, algo se hace respecto de esa situación, y que el significado de un concepto consiste en expectativas perceptuales (y por lo tanto prácticas). Si estas expectativas son las mismas, dos conceptos significan lo mismo; si no existe ninguna expectativa, un concepto carece de significado.

Pero si bien está claro que ésta es la idea que Peirce ayudó a alojar en forma firme y central en la mente de James, no resulta de ninguna manera evidente que ésta fuera la idea de Peirce. En carta a la señora Ladd-Franklin, de 1905, decía Peirce: "Aunque James se denomina pragmatista, y sin duda derivó de mi sus ideas sobre el tema, hay una diferencia muy esencial entre su pragmatismo y el mío"5. En el mismo año, hablando de los usos erróneos habituales del término, dijo:

Por lo tanto, al encontrar el autor que su "pragmatismo" es ya un niño crecido, siente que ha llegado la época de darle el beso de despedida y abandonarlo a su destino superior; mientras para servir al fin preciso de expresar la definición original, se permite anunciar el nacimiento de la palabra "pragmaticismo", que es bastante horrible como para que alguien se anime a raptarla6.

Ahora bien, sería bueno preguntar si es posible "derivar" de un filósofo ideas que éste nunca tuvo; o si uno no puede dudar razonablemente de la paternidad de un niño que, a medida que crece, se vuelve cada vez más distinto de su padre. Quizá sería correcto y justo para todas las partes, decir que el movimiento moderno conocido como pragmatismo es en gran medida resultado de la interpretación equivocada que James hizo de Peirce.

Según su propia definición, el pragmatismo (o pragmaticismo) de Peirce difiere del de James en dos aspectos. En primer lugar se concibe el significado de un concepto en términos de conducta y no de sensación; y en segundo lugar, se lo concibe en términos de generalidad y no de particularidad. En el caso de James, el pensamiento indica la familiaridad con lo sensorial. Peirce, en cambio, interpreta el pensamiento no en términos de inmediateces a las cuales éste lleva, sino en términos de actuación y control. Una segunda referencia refleja el acento que pone Peirce sobre la generalización. "Los alcances prácticos" significan alcances en lo que respecta al propósito de la acción, que resulta ser la "razonalidad concreta", o el llegar a ser "regido por leyes", o "impulsado por ideas generales"7.

En síntesis, para Peirce un aconcepción sólo tiene significado en la medida en que expresa y promueve la idea de una vida bien ordenada. Es un hábito que refleja la estabilidad y uniformidad de las cosas; y su formación es a la vez una adaptación a esta estabilidad y uniformidad y una participación en su desarrollo. En el caso de James, en cambio, el significado de una concepción reside en que ésta lleva al campo de los particulares y adapta al agente a las exigencias que en ese campo surgen. No se trata meramente de que Peirce sea más explícito en su vinculación del pragmatismo con un ideal ético, sino también de que exista una importante diferencia en ese ideal. Para Peirce el bien reside en la coherencia, el orden, la coalescencia, la unidad; para James, en la individualidad, la variedad y la satisfacción de intereses concretos.

Otro grupo de ideas de Peirce influyó sobre el empirismo radical de James. Estas ideas habían visto al luz en una serie de artículos en Monist en los años 1891-1893, y James había predicho acerca de ellas que "resultarían una mina de oro de ideas para los pensadores de la generación siguiente"8. El "tiquismo", el "sinequismo" y el "agapismo" eran los términos con que Peirce designaba respectivamente a sus doctrinas del azar, la continuidad y el amor. La relación de esas ideas con las correspondientes doctrinas de James es paralela al caso del pragmatismo: James encontró en Peirce los rótulos, así como el estímulo y la confirmación, pero los dos conjuntos de ideas eran profundamente distintos. James, a quien le gustaba explayarse sobre las similitudes doctrinarias y la cooperación filosófica, acentuaba la semejanza; mientras que Peirce, que se preocupaba más por la precisión de sus puntos de vista que por su fisonomía general, acentuaba la diferencia.

En el caso de James el tiquismo, o doctrina del azar, resultaba de entrada recomendable porque permitía la libertad moral. Era también agradable a su empirismo fundamental, a su punto de vista de que, en último análisis, la existencia es inexplicable. Pero a Peirce no le interesaba ninguna de estas ideas. Para él el tiquismo era fundamentalmente aceptable porque reflejaba la lógica de la probabilidad, o el método estadístico y aproximativo de la ciencia. A medida que pasó el tiempo, el punto de vista de James acerca del azar como puro impacto de lo inexplicable, como suceso de fuente desconocida, cedió el paso a la idea de "novedad". Lo novedoso es en cierto sentido inexplicable, pero no tiene por qué ser abrupto; puede desarrollarse a partir de lo que procede, y pertenecer de esa manera al concepto del que surge. El "sinequismo" significaba para James que la realidad, al ser de esta manera continua y fluyente, escapa a la lógica de la identidad. Para Peirce, en cambio, el sinequismo era una manera de reconciliar el azar con la lógica. La continuidad de las cosas significa que hay siempre espacio para una mayor análisis. Para James hay un inexplicado que es inexplicable, y que no requiere ninguna explicación porque la experiencia lo transmite adecuadamente. Para Peirce este mismo residuo de lo inexplicado significa que el universo será siempre explicable.

Peirce dio el nombre de "agapismo" a su doctrina del "amor evolutivo". Pero resulta muy sorprendente el desacuerdo en los detalles. En efecto, Peirce incluye el odio dentro del amor como uno de sus aspectos necesarios, con lo cual resuelve el problema del mal de esa manera monista que James repudiaba tan enfáticamente; y pone el acento sobre la personalidad social o corporativa de una manera totalmente incompatible con el intransigente individualismo de James.

La correspondencia entre James y Peirce fue unilateral, pues las cartas de este último eran literalmente voluminosas. No se trataba de que James tuviera menos que decir, sino de que tenía otros canales de distribución. Para James, Peirce era un corresponsal entre docenas de ellos, centenares de amigos y millares de lectores; mientras que a Peirce, James le servía de confidente y de público. Y cuando James le escribía a Peirce estaba habitualmente tan preocupado por los problemas personales de éste que no se hallaba en ánimo de filosofar.

En 1893 Peirce redactó el prospecto de un tratado sobre los "Principios de la filosofía", en doce volúmenes. En respuesta a un pedido de que le enviara una carta donde expresara interés en el proyecto, James le remitió la siguiente, que Peirce hizo imprimir y distribuyó:

Me alegra profundamente enterarme de que está preparándose usted para publicar los resultados de su actividad filosófica en una forma completa y conexa. Le ruego que me considere como suscriptor de toda la serie. No hay ningún pensador más original que usted en nuestra generación. Usted me ha sugerido personalmente cosas más importantes que cualquier otra persona que yo haya conocido; y nunca le he reconocido públicamente en forma suficiente todo lo que me ha enseñado. Estoy seguro de que esta obra sistemática acrecentará mi deuda para con usted.

James era infatigable en sus esfuerzos por mejorar la situación de Peirce. Logró que le confiaran ciclos temporarios de conferencias, pero resultó estéril un esfuerzo que hizo en 1895 para persuadir al rector Eliot de que ofreciera a Peirce un cargo regular en Harvard.

Cambridge, 3 de marzo de 1895

Querido Rector:

Odio acosarlo con desagradables problemas escolares, pero ¿cómo puede ocultarse de sus criaturas un Ser Supremo? El problema es éste. El Departamento de Filosofía se ha reunido para trazar el plan de cursos del año próximo, y el hecho de que yo tome a mi cargo Psicología significa... que el importante curso de "Cosmología" o "Filosofía de la Naturaleza"... debe quedar sin dictar el año próximo o confiarlo a alguien de afuera. Ahora bien, deseo proponerle nada menos que a Charles S. Peirce, cuyo nombre supongo que no le hará a usted saltar de entusiasmo al comienzo, pero la cosa le parecerá mejor luego de una breve reflexión... Los mejores graduados se apiñarían para oírlo -su nombre tiene ahora para ellos una grandeza misteriosa- y él dejaría una oleada de influencia, tradición, comentarios, etcétera, que no se extinguiría durante muchos años. Yo aprendería mucho de su curso. Todo el mundo sabe que Peirce resulta personalmente incómodo; y si yo fuera Rector no esperaría un desenlace armonioso de su vinculación con la Universidad. Pero debería tomarlo como parte de las incomodidades del trabajo diario, cerrar los ojos y seguir adelante, sabiendo que desde el más elevado punto de vista intelectual sería lo mejor que podría ocurrir para los graduados del Departamento de Filosofía. También querría mostrar que hacemos todo lo que podemos, y sacamos el mejor partido de cada emergencia; y sería un reconocimiento de la fortaleza de C. S. P., que estoy seguro que sólo equivaldría a hacer justicia al pobre muchacho. Creo verdaderamente que el camino de la (posiblemente) mínima comodidad es en este caso el verdadero camino, de modo que no vacilo en aconsejar vivamente mi punto de vista... Siempre suyo,

W. JAMES

Eliot se mostró cortés pero inconmovible: "Todo lo que usted dice acerca de las notables capacidades y méritos aprovechables de C. S. Peirce es cierto, y desearía de todo corazón que a la Universidad le fuera posible utilizarlo"9.

Las relaciones intelectuales entre James y Peirce fueron muy íntimas en la década de 1897-1907. Peirce se sintió muy conmovido por la dedicatoria de The Will to Believe de James, y cuando éste comenzó a elaborar su sistema de metafísica sintió que Peirce estaba de su lado, como partidario no sólo del practicalismo, sino también de la "variabilidad cósmica"10. A medida que pasaron los años, sin embargo, se fue borrando la superficie de acuerdo, y se mostraron los duros salientes de las diferencias, tanto de método como de detalle. Un tema subordinado pero persistente e ilustrativo lo proporciona el problema de las conferencias públicas de Peirce en Harvard, ¿cuándo, dónde, qué, cómo?

En una carta dirigida a James el 30 de mayo de 1897, decía Peirce:

Me he enterado hace algunos meses por el doctor [Paul] Carus de que estabas tratando de conseguirme alguna oportunidad de enseñar lógica en Cambridge... En lo principal -es decir, en lo que respecta a sostener que la creencia es fundamentalmente una cuestión práctica- tú y yo parecemos estar totalmente de acuerdo; y si estuviéramos juntos allí, produciríamos impresión sobre el mundo filosófico, y por ende sobre los científicos, los maestros y, en última instancia, sobre la corriente del pensamiento mundial.

En diciembre Peirce envió a James un esbozo de las ocho conferencias que proponía. Los títulos eran los siguientes:

  1. Diagramas lógicos.
  2. Lecciones sobre lógica de los relativos.
  3. Inducción e hipótesis.
  4. Las categorías.
  5. La atracción de las ideas.
  6. La deducción objetiva.
  7. La inducción objetiva y la hipótesis.
  8. La creación.

James acusó recibo como sigue:


Cambridge, 22 de diciembre [de] 1897

Querido Charles:

(...) Lamento que estés tan apegado a la lógica formal. Conozco nuestra escuela de graduados de aquí, y también la conoce Royce, y ambos estamos de acuerdo en que hay sólo tres hombres que podrían quizá seguir tus diagramas y relativos. ¿Cosas tan abstractas y matemáticamente concebidas no son más bien para leer que para oír, y no deberías, a costa de la originalidad, recordando que una conferencia debe tener éxito como tal, dar elementos muy mínimos de lógica formal y proseguir casi inmediatamente con metafísica, psicología y cosmogonía?
Hay materia suficiente en los dos primeros volúmenes del prospecto de tu sistema11 para dar un breve curso sin entrar en ningún simbolismo matemático, estoy seguro -por no decir nada de los demás volúmenes-. Ahora sé un buen muchacho y elabora un plan más al alcance de todos. No deseo que el auditorio se reduzca a tres o cuatro alumnos, y no veo cómo podríamos evitarlo con el programa que propones... difícilmente te imaginas qué poco interés existe en los aspectos puramente formales de la lógica. Las cosas referentes a este tema deberían ser impresas para los pocos que se ocupan de él. Tú abundas en ideas, y las conferencias no tienen por qué constituir, de ninguna manera, un todo continuo. Temas separados de carácter vitalmente importante andarían perfectamente bien... Lo que a mí me agradaría es que trataras el antinominalismo, las categorías, la abstracción de ideas, la hipótesis, el tiquismo y el sinequismo... Escríbeme entonces si aceptas todas estas condiciones y, por favor, haz que las conferencias contengan lo menos matemático que haya en ti. Con las mejores esperanzas, tuyo siempre,

W. JAMES



Nueva York, 26 de diciembre de 1897

Mi querido William:

Acepto todas tus condiciones. No tengo ninguna duda de que evalúas correctamente la capacidad de tus alumnos. Coincide con todo lo que he oído decir y lo poco que he visto en Cambridge, aunque el método de los diagramas ha resultado muy fácil para los alumnos de Nueva York, cuya mente está estimulada por la vida neoyorquina -gente tan alejada del mundo matemático como cualquier otra persona en Nueva York-. Mi filosofía, sin embargo, no es una "idea" de la que yo "esté lleno"; es una investigación seria en la que no se avanza por ningún camino ancho; y la parte de ella más estrechamente vinculada con la lógica formal es con mucho la más fácil y la menos intrincada. Las personas que no pueden razonar con exactitud (que es la única manera de razonar), simplemente no pueden comprender mi filosofía -ni el proceso, ni los métodos, ni los resultados-. La indiferencia por la lógica en Cambridge es total y absoluta... A los estudiantes de filosofía de Harvard les resulta demasiado arduo razonar con exactitud. Pronto llegará el día en que los ingenieros egresados de allí encontrarán más fácil dejar de construir grandes obras, más bien que tener que pasar por los cálculos necesarios. Y Harvard sólo está un poco más adelante que el resto del país en este camino, y este país un poco más adelante que Europa. Entrarán a actuar los japoneses y nos eliminarán, y con el correr del tiempo llegarán a las preguntas a las que contesta mi filosofía y con paciencia encontrarán la Clave, como yo he hecho...

No me preocupan en absoluto los problemas de períodos y horas. Seré arcilla en manos del alfarero. Preferiría cantar canciones cómicas y bailar, aunque lo haga mal. Pero no soy bastante puritano como para comprender el placer que pueden producir estas charlas sobre "temas de carácter vitalmente importante". Sería mejor que el auditorio se fuera a casa y rezara, me parece.

C. S. P.

Peirce llegó finalmente a dar las ocho conferencias "a partir del 12 de febrero de 1898" en la residencia de la señora Ole Bull, en Brattle Street, Cambridge. El título anunciado para todo el curso fue "El razonamiento y la lógica de las cosas". Royce se refería a estas conferencias cuando escribía a James el 21 de junio de 1901:

En lo que respecta a pensamiento, me parece que últimamente estoy encarrilado en una gran cantidad de interesantes tópicos de lógica. Las conferencias del pobre C. S. Peirce que usted planeó seguirán siendo siempre algo que me resultó de definitiva importancia. Fueron ellas las que me encarrilaron en esta nueva orientación.

En la siguiente carta Peirce acusa recibo de Varieties of Religious Experience de James:

Milford, 12 de junio de 1902

Mi querido William:

Debo expresarte mi gratitud por lo que has hecho al inducir a la Carnegie Institution a que me ayude a publicar mi Lógica. Trata de pensar en algo más que puedas hacer, pues las cosas no parecen halagüeñas...

Hay un punto de psicología que me ha estado interesando... La cuestión es qué ocurre en la conciencia... en el curso de la formación de una nueva creencia... Había llegado a este punto cuando vino el cartero a traerme el ejemplar de tu nuevo libro. Pasé cinco minutos dando vuelta a las páginas. Puedo ver cuál es el aspecto general de tu posición, en forma suficiente como para decir que estoy de todo corazón de acuerdo contigo. Digo a la gente -a interlocutores imaginarios, pues no tengo a nadie con quien hablar-, que tú piensas que la proposición de que la verdad y la justicia son las máximas potencias de este mundo es metafórica. Pues bien, yo, por mi parte, la considero verdadera. Sin duda, la verdad debe tener defensores que la sostengan. Pero la verdad crea sus defensores y les da fuerza. El modo en que la idea de verdad influye sobre el mundo es esencialmente el mismo que aquel en que mi deseo de avivar el fuego hace que me levante y lo atice. Hay una causación eficiente, y hay una causación final, o ideal. Si una de las dos debe considerarse como una metáfora, es más bien la primera. El pragmatismo sólo es una doctrina correcta en la medida en que se reconoce que la acción material es la mera cáscara de las ideas. El elemento en bruto existe, y no se lo debe eliminar con explicaciones... Pero el fin del pensamiento sólo es la acción en la medida en que el fin de la acción sea otro pensamiento... Con tus conceptos de influencia espiritual, ¿por qué no te adhieres a la iglesia? Seguramente no quieres permitir que fórmulas metafísicas, muertas como el polvo de las catacumbas, te priven de tu DERECHO a las influencias de la iglesia. He estado estudiando la obra de Royce [World and the Individual]. Las ideas son muy hermosas, pero su lógica es de lo más execrable. No creo que sea de muy buen gusto llenar de esa manera el libro del nombre de Dios. Lo Absoluto sólo es Dios, estrictamente hablando, en un sentido pickwickiano, es decir, en un sentido que no tiene ningún efecto. Perdóname la locuacidad que proviene de mi vida eremítica, y Dios te bendiga.

C. S. Peirce

En la primavera de 1903 (26 de marzo-14 de mayo) Peirce dio nuevamente conferencias en Cambridge, esta vez bajo los auspicios de la Universidad, y sobre el tema del "Pragmatismo"; y en el otoño de ese mismo año (23 de noviembre-17 de diciembre) dictó un curso de Lowell Lectures en Boston, sobre "La lógica y otros temas de filosofía". Ocurrieron los preliminares habituales entre James y él. Así, escribió "William" a "Charles" el 13 de marzo:

Al final, "con ayuda de la Providencia", he logrado dar un pequeño impulso a tus asuntos. La Corporación de la Universidad de Harvard ha votado favorablemente la propuesta de que se te confíen seis clases universitarias... Puedes llamarlas como quieras. Los cincuenta alumnos que he tenido en Filosofía III (materia de la cual te envío el resumen) están bien equipados de "pragmatismo" y "tiquismo", y les gustaría oírte hablar personalmente del tema. En lo que respecta al "sinequismo" encontrarás un terreno virgen.

A lo cual replicó Peirce el 16 de marzo:

Acabo de recibir tu carta esta tarde. Nada podía ser tan gratificante para mí... Yo... pienso que sería mejor limitar las seis clases al solo tema del pragmatismo que, según yo lo entiendo, es una de las proposiciones de la lógica. Su fundamentación, definición y limitación, y sus aplicaciones a la filosofía, a las ciencias y a la conducción de la vida bastarán para llenar las seis clases... Mi querido William, aún no te doy las gracias... De todos mis amigos, tú eres el único que ilustra al pragmatismo en sus formas más necesarias. Eres una joya del pragmatismo.

Ninguna de estas clases se publicó durante la vida de Peirce, pero quedaron escritas y se las conservó. El manuscrito de dos de ellas estuvo en posesión de James12.

Chocorua, 5 de junio de 1903

Querido Charles:

Te devuelvo tus dos conferencias en sobre separado dirigido a Milford, pero te envío esta carta a Cambridge pensando que quizás estés aún allí. Son maravillosas -he leído dos veces la segunda-, pero tan originales, y tus categorías tan insólitas para otras mentes, que si bien reconozco la región de pensamiento y la profundidad y realidad del nivel en que te mueves, no llego aún a asimilar las diversas tesis, en el sentido de ser capaz de utilizarlas para mis propios fines... me hablas de publicar estas conferencias, pero espero que no tel quels... Tal como están las cosas, sólo técnicos y profesionales muy especializados olerán el raro perfume de tu pensamiento, y después que estés muerto, harán remontar las cosas a tu genio. Tienes que obtener un auditorio mayor mientras estás vivo; y con que sólo pudieras lograr el próximo año un éxito más general, eso te ayudaría mucho en tus perspectivas posteriores. Temo, en síntesis, que si das un nuevo curso de conferencias, resulten demasiado técnicas y asombrosas, pero no bastante ilustrativas. Mientras que si te limitas a revisar éstas, no sólo te dará menos trabajo, sino que eso será lo mejor para tu auditorio. No puedes comenzar teniendo una idea demasiado baja de la inteligencia de tu público. ¡Mírame a mí, que soy uno!...

W. JAMES

El espectáculo de dos filósofos que se quejaban de que no se podían comprender entre sí no es cosa insólita, ni resulta siempre edificante. El interés del presente caso reside en la combinación de la incomprensión con una dosis semejante de acuerdo, simpatía y buena voluntad. Después de 1903, las cartas de James (que sólo parece haber escrito en forma breve e intermitente) se han perdido casi por completo. Peirce, en cambio, mantuvo un fuego graneado de comentarios sobre los escritos de James, tratando de esclarecer ante éste sus propios puntos de vista y lamentando las atolondradas inexactitudes que a su juicio contenía la obra de su amigo.

Las cartas inmediatamente siguientes se refieren sobre todo a los artículos sobre la experiencia pura o el empirismo radical, comenzando por "¿Existe la conciencia?" En septiembre de 1904 Peirce escribió una carta en la cual después de quejarse de la oscuridad del concepto de James según el cual "la conciencia se considera a menudo como una 'entidad'", presentaba en contraposición su propio punto de vista. James replicó que no "comprendía ni una palabra"13, y la réplica de Peirce fue la siguiente:

Milford, 3 de octubre de 1904 ...

Es muy hiriente que me digas a cada momento que soy totalmente incomprensible, pese a mi cuidadoso estudio del lenguaje. Cuando digo que es hiriente, no quiero significar que no deseo que me lo digas. Por el contrario, me doy cuenta de que mis modos de pensamiento y de expresión son peculiares y torpes, y que veinte años de una vida de reclusión han acrecentado esas características, y agradezco a las personas que me ayudan a corregirme. Pero cuando soy capaz de demostrar, como en el presente caso, que la acusación es una mera autosugestión debia a que tú te has dicho a ti mismo que todo lo que Peirce dice es ininteligible, y te has impuesto realmente la obligación de no comprender, me produce una cierta alegría sentirme autorizado a entregarme al sentimiento natural de haber sido maltratado. Te gratificará, con tu naturaleza verdaderamente bondadosa, haberme proporcionado un placer tan inocente... Tu mente y la mía son de lo menos adaptadas para comprenderse entre sí, y por lo tanto siento siempre que tengo más que aprender de ti que de cualquier otra persona. Al mismo tiempo, eso da gran peso en mi mente a los muchos casos en que nuestras opiniones están de acuerdo...

Lo que tú llamas "experiencia pura" no es en absoluto experiencia, y debería tener por cierto un nombre. Es absolutamente pernicioso utilizar las palabras en forma tan equívoca, pues eso impide que la filosofía se transforme en una ciencia. Una de las cosas me considero importantes... es que resulta requisito indispensable de la ciencia tener un vocabulario técnico reconocido, compuesto por palabras tan poco atractivas para quienes piensan sin rigor, que no se sientan tentados a utilizarlas...; y que es vital para la ciencia que quien presente una nueva concepción tenga la obligación de inventar una serie de palabras suficientemente desagradables para expresarla. Deseo que reflexiones seriamente sobre el aspecto moral de la terminología... Siempre tuyo

C. S. Peirce

El 30 de abril de 1905 James leyó una comunicación en francés ante el Congreso Internacional de Psicología celebrado en Roma. Contenía una síntesis de las ideas expresadas en los artículos de James sobre el empirismo radical. James envió los artículos a Peirce, junto con la síntesis.

Milford, 23 de julio de 1905

Mi querido William:

...Para comenzar, deseo acentuar mi particular gratitud por tus artículos... Leí primero el artículo en francés14. (...) Lo encontré tan totalmente claro como bellamente escrito. Cuando tú escribes en inglés (es mejor decir esta cosa desagradable) raramente siento la satisfacción de saber qué te propones. A mi parecer, tus escritos serían inmensamente eficaces si uno supiera qué quieres decir; pero uno (empezando por mí mismo) no lo sabe. Ahora, por ejemplo, cuando dices que dudas de si la "conciencia" existe, me impulsas de inmediato a consultar un montón de libros (...) para tratar de establecer qué quieres decir; y esos libros me dejan tan a oscuras como siempre. Pero al estar atado por las reglas de la retórica francesa te muestras perfectamente perspicuo; y desearía, como les ocurre con seguridad a muchas otras persona, que te consideraras habitualmente limitado de esa manera. Porque se ve que eso contribuye a fortalecer tu estilo. Por supuesto, puedes reírte al ver que trato de aconsejarte acerca de algo. El hecho de que puedas hacerlo, si quieres, me alienta a decir lo que digo.

También coincido plenamente con todo lo que dices en este artículo en francés, con una excepción, la de que estoy totalmente seguro de que la doctrina no es en absoluto tan novedosa como tu afirmas. Por supuesto, el no serlo la hace tanto mejor... Yo mismo he predicado la percepción inmediata, como tú sabes...

Espero que la palabra "pragmatismo" sea aceptada... como el término que expresa aquellas cosas (quizá no posamos estar seguros de cuáles son exactamente) en las cuales nuestro grupo está de acuerdo respecto de la interpretación del pensamiento. En lo que se refiere al humanismo, me parece que es una doctrina vinculada en perfecta armonía con el pragmatismo, pero que no se relaciona exactamente con la misma cuestión... Prefiero la palabra "antropomorfismo" para expresar la opinión científica... Me adhiero en general al antropomorfismo... El pluralismo, en cambio, no satisface a mi cabeza ni a mi corazón...

En cuanto al "problema del mal", y otras cosas parecidas, sólo las veo como intentos blasfemos de definir los propósitos del Altísimo... No hay... nada más saludable para nosotros que encontrar problemas que trascienden totalmente nuestras capacidades, y debo decir además que esto proporciona un delicioso sentimiento de ser acunado en aguas profundas -sentimiento que siempre he tenido en el mar-. A mí me resulta, por ejemplo, totalmente inescrutable por qué mis... categorías se me hicieron tan luminosas sin que se me haya dado la capacidad para hacerlas comprensibles a las únicas personas que están en condiciones de captar su significado -esto es, a mis colegas pragmatistas-... y la muy negra depresión que sufro... proviene de ese mismo hecho. Sin embargo, cuando planteo mis quejas ante mi Dios, veo que mientras pueda decir que he agotado todas mis tentativas, es una suerte que mi responsabilidad termine y que la cuestión esté en manos del Autor de todo pensamiento. Cuando comencé esta carta estaba sufriendo la agonía de pensar que no se realizaría la esperanza de esa semana de clases en la escuela de verano, aparte de otras congojas menores pero importantes... Pero el simple hecho de haberme puesto a redactar estas pocas observaciones respecto del verdadero teísmo me ha producido una alegría que ya comienza a reducir mi dolor. Me doy cuenta de que no debo esperar que se me confíe una clase. ¡Qué inescrutable!...

C. S. P.

La respuesta siguiente fue enviada desde los Adirondacks, donde James estaba dictando clases en la escuela de Davidson:

Hurricane, 1 de agosto de 1905

Querido Charles:

Te escribí con gran prisa al partir de Cambridge, y ahora que he releído tu carta siento deseos de volverte a escribir. El aliento que me das para que me transforme en un clásico francés me gratifica y me divierte. Yo quiero si quieres -ambos nos volveremos, sin duda, más claros-... Lo extraño respecto de ese esfuerzo mío fue que escribí el artículo dos veces más rápidamente que cualquier otra cosa que haya escrito en inglés... Cuando escribo en inglés tengo ante mí una elección de maneras posibles de expresarme, y trato siempre de mejorar. En francés la primera frase que me salía era la única posible, y así tenía que quedar; y me sentía tan halagado por haber podido escribirla que en seguida me parecía perfecta, de modo que me precipitaba a redactar otra del mismo tipo, todas ellas compuestas de recuerdos almacenados de frases que había leído y reproducía automáticamente.
Mi punto de partida es, por supuesto, la doctrina de la percepción inmediata, pero la ulterior elaboración no la he encontrado en ninguna parte, excepto recientemente en dos autores alemanes, en los cuales el punto de vista no dualista que explica el "estado mental" y la "cosa física" por diferentes relaciones con el contexto, se formula en buena medida como yo lo hago... He abandonado la lectura de Wundt, elabora obras de filosofía como Winston Churchill y otros elaboran novelas históricas.

Cuando te referías a la "escuela de verano" pensé que querías decir Harvard o Chicago. Parece que aludías a este lugar. No tengas ningún remordimiento. Yo he dado dos clases a más o menos una docena de alumnas... y dos hombres que pueden comprender filosofía. Es lamentable; y la paga difícilmente compense tu viaje. ¡No derrames ni una lágrima por ello! Yo vengo aquí porque amo este lugar, y hace mucho compré un solar aquí y me gusta venir y deleitarme en él.

Lamento muchísimo, querido Charles, tu mala situación... Créeme siempre tuyo,

W. JAMES

Cuando apareció el volumen de James titulado El pragmatismo, Peirce estaba en Cambridge dando conferencias en el Club de Filosofía de Harvard.

Cambridge, 13 de junio de 1907

Mi queridísimo William:

(...) Acabo de recibir en este momento tu libro, El pragmatismo. Miré en seguida el índice y busqué Peirce, C. Santiago15 S. Encontré una formulación de mis propios pensamientos, que yo puedo apreciar, pues he estado trabajando y abriéndome penosamente camino durante meses y meses, a través de montones de tecnicismos, objeciones y estupideces, para tratar de expresarlos. He aquí que tú lo has formulado en una página con la máxima lucidez y aparente facilidad. Nada podría ser más satisfactorio...

C. S. Peirce

P.S. ... Créeme, mi queridísimo William, que por nada del mundo querría causarte preocupaciones, y ha pasado el día en que yo deseba algo para mi satisfacción personal. Esto es más cierto que lo que tú piensas; pero no importa, piensa lo que quieras. Tengo un solo deseo persistente, en bien de ti y de la mente de innumerables personas sobre las cuales tú influyes en forma directa o indirecta. Es el de que tú, si no estás demasiado viejo, trates de aprender a pensar con más exactitud. Si tuvieras una quincena libre creo que podría hacer algo por ti, y a través de ti, por el mundo; pero quizá no tomo suficientemente en cuenta otras condiciones psíquicas que las puramente racionales... He señalado a menudo, tanto en mis conferencias como en trabajos impresos, cuánto más elevada es la facultad de razonar a partir de ideas más bien inexactas que a partir de definiciones formales; y aunque estoy tan enfrascado en mis estrechos métodos como para lamentar a menudo que tú no puedas proporcionarme las formas exactas que mi formación me permite manejar, me encuentro sin embargo, con admiración y asombro, con que tú llegas pese a todo a conclusiones correctas en la mayoría de los casos, y lo que me asombra más aún es el modo en que te las ingenias para transmitir al auditorio lo más cercano a la verdad exacta que éste es capaz de aprehender. Esa facultad hace que uno resulte útil, mientras yo soy como un pobre que selecciona cosas que podrían ser útiles para la persona adecuada en el momento adecuado, pero que de hecho son absolutamente inútiles para cualquier otro, y casi también para mí mismo. ¿Cuál es la utilidad, si se limita a una sola persona accidental? La verdad es pública.

El mismo tema fue retomado dos años más tarde a partir del Apéndice C a A Pluralistic Universe [Un universo pluralista], obra en la cual James comparaba a Peirce con Bergson, en tanto ambos creen que la novedad real ocurre en la secuencia continua de hechos naturales.

Milford, 9 de marzo de 1909

Mi querido William:

En el instante mismo en que recibí las pruebas de página que me enviaste, me senté y las estudié, y tan pronto como hube dominado el Apéndice C me puse a escribirte acerca de él. Pero yo escribo lentamente debido a la necesidad de pesar cada palabra cuando discuto puntos de lógica, y luego de haber llenado cuarenta páginas y cuando iba a comenzar la página cuarenta y uno, llegué a la conclusión de que la cuestión no te interesaría. Me adhiero más que nunca a mi "tiquismo" pero a ese respecto, compararme con una persona que habla del devenir réel me produce en gran medida la impresión de un médico que llegara al diagnóstico de que un paciente tiene algo parecido a una ataxia locomotriz porque presenta una callosidad bajo el talón...

Pienso que tu obra The Will to Believe ya era una formulación muy exagerada, capaz de dañar gravemente a un hombre serio, pero es mucho más suicida decir lo que dices ahora. Me he quedado en vela varias noches seguidas porque me afligía el hecho de que fueras tan descuidado en lo que dices... La única cosa que siempre me he esforzado por hacer, en filosofía, fue analizar con exactitud diversos conceptos; y para lograrlo es necesario utilizar los términos con estricta precisión científica... Pero como eso es lo único por lo que pretendo que se me considere, y como estoy profundamente convencido de que la filosofía o es una ciencia o es una jerigonza, y que un hombre que trata de promover la ciencia difícilmente pueda cometer un pecado mayor que utilizar los términos de ella sin el ansioso cuidado de hacerlo con la más estricta precisión, no resulta muy grato a mis sentimientos que se me clasifique junto a Bergson, que parece esforzarse al máximo por confundir todas las distinciones... Con la fidelidad, el afecto y el agradecimiento de

C. S. Peirce

Cambridge, 10 de marzo de 1909

Querido Charles:

¿Ante quién he echado esa perla de Apéndice? Yo imaginaba que ese Apéndice respiraba el más puro espíritu de tu tiquismo sinequístico; y aún pienso que mi único error fue enviártelo sin todo el texto que lo introduce y justifica. Por supuesto, tienes razón en el mundo lógico, donde cada término es invariable por toda la eternidad, pero el mundo real es incongruente, como yo siempre pensé que tú sostenías (al ser indeterminado, excepto en parte), y los términos lógicos sólo marcan posiciones estáticas en un flujo que en ningún punto es estático. Pero aguarda hasta que veas el libro del cual te incluyo el prospecto. Espero enviártelo dentro de cuatro semanas, y me arrepiento ahora de haber provocado en ti una reacción prematura tan perturbadora. ¡Cuarenta páginas! ¡Dios nos valga!... Tuyo con afecto...

W. JAMES

Milford, 14 de marzo de 1909

Mi querido William:

Debo de haber estado en una confusa condición de espíritu cuando te escribí, si no logré dejar en claro, como me proponía, que tú has formulado con habilidad mi posición en lo que se refiere al universo de la existencia. Pero deseo que consideres -como una condición vitalmente importante y absolutamente indispensable, para que puedas explicarte con claridad- que debes tener algún patrón invariable o exactamente cierto... Fue ese colega agudo pero superficial, Chauncey Wright, que sólo me ha servido para amolar mi ingenio, pero a quien tú admirabas demasiado, el que probablemente te hizo caer en la trampa de su idea de que en alguna parte del universo uno más uno quizá no sumen dos...

Mi querido William, hay algo en tu modo de expresarte que hace que la gente llana como yo sea incapaz de comprender lo que quieres decir; y pienso que esto es lo que ocurre: tú deseas hacer que el universo de lo posible (porque es indudablemente un universo real) sea tan inexacto como yo sostengo que es el universo existencial. Pero eso no puede ser, porque lo posible es nuestro único estándar de expresión... Podría hacer que toda la cuestión te resultara tan clara como el sol de mediodía, sino fuera porque tú estás casado con la teoría de que no puedes comprender la matemática. Con que sólo admitieras que quizá te equivocas respecto de eso, te garantizo que haría de ti un matemático. Pero cuando una persona establece como primer axioma que no puede comprender la matemática, es decir, que no puede comprender lo evidente, eso bloquea el camino, ¿no comprendes?...

C. S. P.

Cambridge, 21 de marzo de 1909

Querido Charles:

No merezco una carta tan trabajada e instructiva como la que tú has escrito, ni soy del todo pasible de tu censura, aunque fui concebido y nací en pecado filosófico, pues creo expresamente como tú que en el universo de lo posible, de la verdad meramente mental, como la llama Locke, las relaciones son exactas. El tiempo que aequabiliter fluit [fluye en forma regular] es una entidad conceptual, sobre la cual el tiempo que tú sientes como tedioso y yo como fugitivo puede ser artificialmente parcelado e igualado, con gran conveniencia para la praxis humana; y todas sus relaciones exactas forman un espléndido esquema artificial de tabulación, sobre el cual se puede atrapar cualquier elemento del flujo existencial y hacer que quede fijo allí. Mi tiquismo, como el tuyo, sólo se relaciona con el flujo. ¡Pero espera a que ves mi próximo libro!...

W. JAMES



Traducción castellana de Eduardo J. Prieto (1973)



Notas

1. Carta a Mrs. Ladd-Franklin, escrita en 1904-5 y publicada en el Jour. of Philos., Psych. and Sc. Methods, XIII (1916), 718-720. Peirce fecha aquí el club "en la década de 1860".

2. Collected Essays and Reviews (1920), 412.

3. Peirce afirma, en su contribución al artículo sobre "Pragmatist and Pragmatism" del Dictionary of Philos. and Psychol., 1902, que tomó este punto de vista de Kant. Pero sería igualmente correcto atribuir su enfoque a Duns Scoto o a la influencia de la técnica científica. Si bien el origen del pragmatismo es oscuro, está claro que la idea de que el pragmatismo nació con Peirce tuvo su origen en James.

4. Collected Essays and Reviews, 448; The Meaning of Truth, A Sequel to "Pragmatism" (1909), 51.

5. Jour. of Philos., XIII (1916), 718.

6. Monist, XV (1905), 165-6.

7. Dict. of Philos. and Psychol., loc. cit.; Monist, XV (1905), 481.

8. A Pluralistic Universe: Hibbert Lectures on the Present Situation in Philosophy (1909), 398. En este pasaje James identifica luego las ideas de Peirce con las de Bergson; véanse págs. 295-296.

9. Carta de Eliot a W. J. en 1897, Philos., 3.

10. Expresión utilizada por W. J. en 1897, Philos., 3.

11. Según el prospecto el título del vol. I era "Review of the Leading Ideas of the Nineteenth Century", y el del vol II, "Theory of Demonstrative Reasoning".

12. Las conferencias de Cambridge sobre "Pragmatismo" aparecieron en Collected Papers, vol V, con breves extractos en otros volúmenes.

13. Carta de C. S. Peirce a W. James, del 28 de septiembre de 1904; de W. James a C. S. Peirce, del 30 de septiembre de 1904.

14. "La Notion de conscience"; cf. Essays in Radical Empiricism (1912).

15. Nombre adoptado por Peirce, quizás en honor de James.


Fin de: "Disputas amistosas con Charles Peirce". Traducción castellana de Eduardo J. Prieto, 1973. En: El pensamiento y la personalidad de William James, Paidós, Buenos Aires 1973, pp. 284-296. El original se encuentra en: Ralph Barton Perry, The Thought and Character of William James, Little, Brown, and Company, Boston 1936, pp. 533-543.

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Fecha del documento: 29 abril 2002
Ultima actualización: 16 de marzo 2021


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