LA IDEOLOGIA
O
TRATADO DE LAS IDEAS Y DE SUS SIGNOS


Estudio y edición de La Ideología o tratado de las ideas y de sus signos.
Julia Fernández Tellechea




CAPÍTULO III
DE LOS SIGNOS61 EN GENERAL, O SEA DE LOS
DIVERSOS MODOS DE EXPRESAR LAS IDEAS O
LOS ATRIBUTOS

I. ¿Qué entiende Vd. por signo?

Por signo en general se entiende todo aquello que sirve para expresar, recordar, anunciar o indicar la idea de un objeto o el atributo de una sustancia que haya existido o tenga que existir, y en caso de que exista actualmente, esté ausente o si presente, encubierto o desconocido.

II. ¿Cuántas especies hay de signos con respecto a su origen?

Se distinguen dos especies de signos con respecto a su origen, a saber: sensibles o que se adquieren por los sentidos, e insensibles o espirituales, que se adquieren por la reflexión o por el discurso, cuales son todas las ideas relativas. Unos y otros pueden ser morales según el objeto o cualidad objetiva que representen, indiquen o a que se refieran, según el espíritu que los cause y el que los perciba, y según el uso o el abuso que dichos espíritus hagan de tales signos.

III. ¿Y cada una de dichas especies en cuántas se subdivide?

dos principales, a saber: naturales o necesarios, y arbitrarios, artificiales o facticios.

IV. ¿Qué entiende Vd. por signo natural?

Signo natural es aquel que según su origen o naturaleza, ya sea sensible, ya insensible, expresa, recuerda, anuncia o indica necesariamente una idea, y por consiguiente, su objeto, o este, y por consiguiente, su idea; o un atributo, y por consiguiente, un signo ideal o este, y por consiguiente, un atributo o signo objetivo. Así, el humo no puede menos de ser señal de fuego, y cuya idea representa si está oculto; una idea relativa es signo de aquella a que se refiere, como la de causa respecto de la de efecto. Al contrario, las aguas o un espejo representan al sol u otro objeto, y por consiguiente, su idea. Todo nombre adjetivo representa una cualidad unida con una sustancia de tal modo que sin ella no puede existir, ni ser percibida dicha cualidad o modo por nuestro entendimiento sin la idea de la misma sustancia. Así, lo que llamamos atributo62, cualidad, modo, accidente, es respecto de la sustancia, con la cual está unido, un signo objetivo o sustancial, y respecto de nuestro entendimiento, un signo ideal, porque acompaña siempre e indica a la idea.

V. ¿Y por signo arbitrario o artificial?

Por signo arbitrario o facticio, llamado también artificial, porque es hecho con arte, se entiende aquel que por arbitrio o convenio de los hombres, expresa, recuerda, anuncia o indica una idea, y por consiguiente, su objeto, o este, y por consiguiente , un signo ideal, o este, y por consiguiente, un signo objetivo. Tales son los nombres sustantivos propios como Pedro, Pablo etcétera, y los comunes, cuando se aplican a sujeto determinado, como este hombre, aquella piedra. Son signos también arbitrarios toda idea abstracta respecto de la adventicia o de la reflexiva que recuerda, y toda idea agregada respecto de las adventicias o de las reflexivas que contiene o representa; y por semejante causa lo es todo signo objetivo abstracto y todo signo objetivo agregado.

VI. ¿Cuál de estas especies de signos es anterior a la otra?

Los signos naturales o necesarios fueron anteriores a los artificiales o arbitrarios. Por ejemplo, el lenguaje de acción o gesto es anterior al de la palabra, así como las ideas singulares son anteriores a las abstractas y a las agregadas, y los signos objetivos a los ideales, y estos a los abstractos y a los agregados.

VII. ¿Por qué causa o con qué objeto se inventaron los signos arbitrarios?

La necesidad que tiene el hombre de manifestar sus ideas y pensamientos a los demás hombres le ha obligado a valerse para esto de ciertos signos convencionales, como son las palabras y la escritura. Sólo las acciones o actos externos del hombre, como que son sensibles, no necesitan de signos para ser percibidas por los demás hombres cuando están presentes y no hay obstáculo que lo impida.

VIII. ¿Cuántas especies hay de signos con relación a las dos ideas, o a la idea y atributo que deben ser expresados, anunciados o indicados por cada signo?

Con relación a las dos ideas que deben ser expresadas o a la idea y el atributo que deben ser indicados por cada signo, o indicado al atributo, y por consiguiente la idea, se distinguen tres especies de signos sensibles, ya sean naturales, ya artificiales, a saber: demostrativos o de cosa que existe actualmente, pero encubierta u oculta, como la ceniza cuando cubre el fuego y los símbolos eucarísticos del cuerpo de Cristo al cual encubren como cosa y descubren como símbolo, o de cosa descubierta, pero desconocida, como son los atributos respecto de las sustancias que nos sirven solamente para distinguir unas de otras, pero ignoramos su esencia; rememorativos o que recuerdan la idea o el signo ideal u objetivo de una cosa pasada, así la imagen de Cristo crucificado es señal de su pasión; y pronósticos o que anuncian la idea o el signo ideal u objetivo de una cosa futura, por ejemplo, el cielo nublado por la parte de occidente es señal de lluvia que amenaza. Respecto de esta división de signos se ha de advertir que pueden concurrir en un sólo signo las tres circunstancias de ser demostrativo, rememorativo y pronóstico con relación a diversas ideas o signos ideales u objetivos. Así,el arco iris es demostrativo de la lluvia presente, rememorativo del diluvio pasado, y pronóstico de que ya no habrá otro diluvio.

IX. ¿A cuál de dichas tres especies pertenecen los signos insensibles?

Los signos insensibles, como son las ideas relativas, las abstractas, las agregadas y los signos objetivos o ideales, ya abstractos, ya agregados, pertenecen todos a la clase de rememorativos, porque representan recuerdan o indican ideas o signos objetivos, ya anteriormente adquiridos; pero si según el Sr. Palanco en su curso filosófico ( Cursus philosophicus iuxta miran angelici praeceptoris doctrinam digestus, et pro communi studemtium, Quaest. I, lib.I, fol.4, col. II) toda idea no es una imagen, sino un signo formal del objeto que representa, entonces los signos insensibles podrán ser, como los sensibles demostrativos, rememorativos y pronósticos.

X. ¿Cuántas especies hay de signos insensibles con respecto a su origen?

Los signos insensibles si se atiende a su origen, son de tres especies, a saber, relativos, abstractos y agregados como sus ideas, y cada especie puede considerarse como género o subdividirse en otras dos, según que dicha relación, abstracción o agregación sea de ideas o signos objetivos.

XI. ¿Cuántas ideas puede expresar, recordar, anunciar o indicar un signo?

Cuando una sustancia es signo de otra, puede: Primero, expresar además de su idea otras dos, así la palabra hombre además de expresar cierta combinación de sonidos artificiales representa la idea de una sustancia espiritual y la de otra corpórea; recordarlas, por ejemplo, la ceniza recuerda la del humo y la del fuego; o anunciarlas, por ejemplo, la campana cuando tocan a misa anuncia que habrá sacerdote y sacrificio. Segundo, puede un signo expresar una idea y recordar otra: así una estatua o un retrato expresa la idea de aquel a quien representa y recuerda la del artífice. Tercero, puede un signo expresar una idea y anunciar otra: por ejemplo, el calendario expresa la idea de una fiesta y anuncia la de otra, del mismo modo los sacrificios de la ley antigua figuraban a Cristo crucificado a quien por esto llamamos en sentido metafórico el divino cordero. Cuarto, puede un signo expresar una idea, recordar otra y anunciar otra tercera diversa de las dos, como el arco iris. Quinto, puede un mismo signo expresar o indicar diversas ideas o atributos según el uso que de él hagamos. Tales son todos los signos arbitrarios equívocos, como columna, pez, cura, casa, y los tropos, especialmente la metáfora expresa siempre diversa idea de la propia o diverso signo objetivo.

XII. ¿De cuántos modos puede un signo sensible expresar, recordar, anunciar o indicar una idea o atributo?

Los signos sensibles pueden expresar, recordad, anunciar o indicar una idea o un atributo de seis modos. Primero, puede una sustancia corpórea expresar, recordar o anunciar una idea por razón de cierta semejanza que tenga con el objeto que causó dicha idea, como tiene una imagen o63 retrato con su original. Segundo, puede una sustancia representar otra, y por consiguiente su idea por razón de cierta aptitud o disposición natural que tenga para ello, como sucede en las aguas, o por tener con dicho objeto o con su idea alguna relación, conexión o dependencia, ya sea esta natural o necesaria (como en el efecto respecto de la causa, en el hijo respecto del padre), ya accidental o arbitraria, cuya representación dependa del arbitrio de quien establece el signo; tal es el ramo que suele ponerse de pino o de olivo según el uso de la provincia, en algunas tabernas para indicar que se vende allí vino, y con la cual no tiene dicho ramo relación o conexión alguna, cual tendría por ejemplo, un sarmiento puesto en el mismo sitio, de suerte que el indicar dicho objeto pende únicamente del consentimiento de los pueblos en donde se usa. Tercero, puede un signo arbitrario expresar a un tiempo dos ideas o una y un atributo o signo objetivo. Tales son todos los sustantivos, aumentativos o diminutivos, como hombronazo, hombrecito, y si es por desprecio hombrecillo, caballazo, caballito etcétera, o expresar una idea e indicar otra. Tal es el humo respecto del fuego, cuando este se oculta a nuestra vista; y los sacramentos son signos sensibles de la gracia invisible. Cuarto, puede un signo indicar una idea y ocultar su objeto. Tal es la ceniza cuando guarda rescoldo, y los símbolos eucarísticos respecto del cuerpo de Cristo. Quinto, puede un signo arbitrario o artificial indicar no la idea, ni su objeto, sino otro signo de este, o sea alguna de sus cualidades o atributos que indiquen lo que es o como es. Así, la justicia suele figurarse como una matrona que tiene los ojos vendados, la espada levantada en una mano y en la otra una balanza puesta en el fiel; entre los Egipcios un ojo puesto sobre un bastón significa la providencia divina; y en cada lengua cualquier adjetivo (Ilustración XVII), sea nominal, pronominal, participal o verbal, representa otro signo unido necesariamente con una sustancia y que nos sirve de medio para distinguirla de las demás. Por ejemplo, la palabra extenso es un signo arbitrario que expresa otro objetivo o ideal por medio del cual distinguimos el cuerpo o la sustancia corpórea de la espiritual o del espíritu. Sexto, pueden dos signos arbitrarios expresar otros dos objetivos, de los cuales el uno modifique al otro, como si dijésemos "Pedro es enemigo oculto de Juan", pues el segundo adjetivo oculto modifica al anterior, "enemigo", y ambos significan que Pedro tiene una cualidad tanto más detestable, cuanto más difícil es de conocer por estar encubierta; y sin embargo, nada significarían ambos adjetivos si no fuese por el sustantivo Pedro, con quien concuerdan y de cuyo objeto o sustancia son inseparables, aunque nuestro espíritu los pueda considerar, como separados, usando de la abstracción.

XIII. ¿Y puede una idea ser también expresada, recordada o anunciada por dos o más signos?

Así como un signo puede expresar, recordar, anunciar o indicar, dos o más ideas, del mismo modo una idea puede ser expresada, recordada, anunciada o indicada por dos o más signos. Por ejemplo, la idea de cuerpo64 puede ser expresada o sólo con dicha palabra cuerpo, o con dos, tres o más palabras por ejemplo, substancia extensa, divisible, sólida etcétera; y generalmente, si dictada o nombrada cualquiera sustancia, por ejemplo árbol, escribimos el mismo nombre, resulta haber sido expresada una idea por dos signos.

XIV. ¿Qué otra división suele hacerse de los signos sensibles?

El signo sensible ya sea natural, ya arbitrario suele, aunque sin fundamento, subdividirse respecto de la idea o del signo objetivo que debería expresar, anunciar o indicar, en cierto y en incierto, siendo así que este no debería tenerse por signo, ni llamarse tal, sino apariencia, y respecto de nuestro espíritu, error o temeridad.

XV. ¿Qué entiende Vd. por signo cierto?

Signo cierto65 según su etimología es aquel de cuya existencia no dudamos; pero según el arte de pensar, capítulo IV, parte primera, es aquel que expresa, indica o anuncia indubitablemente una idea o un signo ideal u objetivo por tener con ella o con su objeto alguna relación, conexión o dependencia, ya sea natural o necesaria como la respiración respecto de la vida, el humo respecto del fuego, ya arbitraria respecto de su invención. Mas no de su uso por haber sido usado aquel signo, desde que se inventó, para expresar, anunciar o indicar una misma idea o signo objetivo, o ideas o signos objetivos de una misma especie. Tal es toda palabra o término unívoco, como hombre, que significa siempre animal racional; y el signo objetivo increado, que conviene a sólo Dios o no puede aplicarse a otro ser alguno.

XVI. ¿Qué entiende Vd. por signo incierto?

Por signo incierto debería entenderse aquel de cuya existencia dudamos, pero según lo dicho en el párrafo anterior se entiende aquel signo que por no tener necesaria relación, conexión o dependencia con la idea o con el signo idea u objetivo que parece debería expresar deja dudoso acerca de uno y de otro, al observador que quiso usar de dicho primer signo. Así, las lágrimas no siempre son señal de tristeza, ni el rostro pálido de enfermedad. Los términos equívocos de que luego (párr. XIV, cap. siguiente) hablaremos como león , cura, pez, no son signos ciertos, si no se comparan con las demás palabras de la proposición, en que se usen; y en lo moral signos semejantes no suponen afectos o pasiones semejantes. Así, el silencio en unos es señal de modestia, en otros de ignorancia y en otros de su timidez o cortedad. La mayor parte de los juicios temerarios provienen de tomar o tener por signo cierto el incierto.



CAPÍTULO IV
REGLAS66 ACERCA DE LOS SIGNOS

I. ¿Qué reglas debe Vd. saber acerca de los signos?

Veinte son las reglas que debemos saber acerca de los signos67.

II. Primer regla.

Si por signo se entiende "todo aquello que representa a nuestro entendimiento otra cosa diversa de aquello de lo que ello es" (léase el párr. I del cap. III) no siendo atributo alguno la misma sustancia, sino un modo de existir de ella, y no pudiendo nuestro espíritu distinguir una sustancia de otra sino por sus atributos, se infiere que cada uno de ellos viene a ser un signo del objeto o sustancia con la cual está unido; por eso lo llamamos "signo objetivo", a saber, porque nos indica o sirve para indicar cómo existe un objeto.

III. Segunda regla.

Si ningún accidente, atributo o modo puede existir separado de la sustancia, a no ser por milagro, ni darnos por sí sólo de ella idea alguna, sino indicarla, y si cada sustancia no puede producir en nuestro espíritu más que una idea, porque en la naturaleza no existen sino seres singulares o individuos; se infiere que no puede modo o atributo alguno ser una idea de la sustancia con la cual está unido, supuesto que aunque se destruya o varíe dicho modo, como no sea esencial o inseparable, puede continuar existiendo la sustancia. Así, porque una tela se doble o extienda, o mudemos en ella el color, no dejará en cada uno de estos casos de producir en nuestro entendimiento la idea de tela. De lo contrario tendríamos de cada sustancia además de su idea individual, otras tantas cuantos son sus modos o atributos.

IV. Tercera regla

Todo signo ya sea sensible, ya insensible, ha de servir si es sustancia, para adquirir, recordar o anunciar la idea de un objeto que haya existido o la de uno que existe actualmente o la de otro que tenga que existir. Y si es modo ha de servir para indicar alguna de estas ideas. Y de aquí se deriva la división vulgar de los signos en rememorativos, demostrativos y pronósticos, aunque hay signos que pueden respecto de diversas ideas o atributos ser a un mismo tiempo demostrativos, pronósticos y rememorativos68. A esta última especie pertenecen todos los signos insensibles; pero los sensibles, considerados según las ideas o los atributos que representan o indican, se dividen en cinco especies; y según los varios modos de representar las ideas o indicar los atributos, en seis. Los signos insensibles son de tres géneros, a saber: relativos, abstractos y agregados, como sus ideas, y cada uno de ellos se subdivide en dos especies según que dicha relación, abstracción o agregación, sea de ideas o de signos objetivos.

V. Cuarta regla.

Así como un signo puede expresar, recordar, anunciar o indicar dos o más ideas, del mismo modo una idea puede ser expresada, recordada, anunciada o indicada por dos o más signos.

VI. Quinta regla.

Ningún objeto o sustancia, ya sea espiritual, ya corpórea, puede ser signo de sí misma. Pero lo es de ella cada uno de sus atributos o modos, porque el atributo de una sustancia no puede existir sin ella, ni modificar a otra, a no ser por un milagro. Por consiguiente, habiendo de estar incluidos en la idea de cualquier sustancia todos sus atributos, cada uno de ellos viene a ser respecto de nuestra mente o según esta los percibe unido con la idea, un signo ideal, y respecto del objeto representado por dicha idea, un signo objetivo.

VII. Sexta regla.

De las tres especies de objetos69 que distinguen los escolásticos, a saber: motivo, terminativo y mixto o que participa de los otros dos, sólo el primero es signo.

VIII. Séptima regla.

Puede un signo representar primera o directamente un objeto y después su ideas, como sucede en las aguas o en un espejo, cuando representan al sol o a otro objeto. Y al contrario, puede un signo representar primera o directamente la idea y después o indirectamente, su objeto. Así, cuando afirmo que la peste ha matado muchos hombres, no atribuyo este estrago a la idea expresada por la palabra peste, ni a esta palabra, sino al objeto expresado por dicha idea.

IX. Octava regla.

Cuando una sustancia es signo de otra, lo son sus ideas.

X. Novena regla.

Para que una sustancia sea signo de otra, basta que tenga con ella alguna relación, dependencia o conexión. Así, cuando una sustancia modifica a otra como el vestido al hombre, es signo de ella.

XI. Décima regla.

Los signos sensibles, si son sustancias, pueden estar ya unidos, ya separados con la misma cosa cuya idea o signo objetivo representan o indican. Pero si son accidentes o modos, necesariamente han de estar unidas con la sustancia, a la cual indican, cualquiera que esta sea. Vuélvase a leer la regla Vª.

XII. Undécima regla.

Los signos insensibles, como son las ideas relativas, las abstractas, etcétera (véase el párr. IX, cap. III), nunca están unidos con la sustancia cuya idea expresan o indican. Pero los signos objetivos o atributos de las sustancias espirituales como que no pueden existir sin ellas, han de estar unidas necesariamente con sus ideas o seres ideales (léase la regla Vª), respecto del entendimiento que percibe las ideas de dichas sustancias.

XIII. Duodécima regla.

Cuando un atributo o modo70 depende de otro o tiene con él necesaria relación, dependencia o conexión, como divisible con extenso, el un atributo es signo del otro y cada uno de ellos lo es de la sustancia con la cual está unido. Por consiguiente, la sustancia a la cual modifique el uno ha de tener también el otro. Lo mismo se ha de entender respecto de los signos objetivos agregados, como divisibilidad, extensión etcétera. Las sustancias a las cuales indique el uno, han de tener también el otro.

XIV. Decimotercera regla.

Si dos signos objetivos o ideales, ya sean abstractos, ya agregados71, tienen entre sí necesaria dependencia, relación, conexión, y con alguno de ellos la tiene un tercer signo, este necesariamente la ha de tener también con el otro. Por ejemplo, si sólo lo justo es útil y lo útil es amable, luego lo justo es amable. La mayor parte de nuestros juicios y raciocinios afirmativos se fundan en esta regla y en la anterior. Y por consiguiente la de los negativos en estas dos: primera, si un signo objetivo o ideal tiene necesaria oposición o contrariedad con otro, como extenso con pensativo, la sustancia a la cual indique el uno es incapaz o carece necesariamente del otro. Entiéndase lo mismo respecto de los signos objetivos agregados, como extensión, pensamiento, pues las sustancias a las cuales indique el uno han de carecer necesariamente del otro. Asimismo, si dos signos objetivos o ideales son entre sí necesariamente opuestos o contrarios, y con uno de ellos tuviere necesaria relación, dependencia o conexión, otro tercer signo, este ha de ser necesariamente opuesto al otro. Por ejemplo, si lo espiritual no es extenso, y lo pensativo es espiritual, luego lo pensativo no es extenso.

XV. ¿Qué infiere Vd. de ahí?

De lo dicho en estas cuatro reglas se infiere que cuando un signo objetivo no tiene necesaria relación u oposición con otro, o dos signos objetivos con otro tercero, el juicio y el raciocinio pueden ser temerarios, falsos o erróneos.

XVI. Decimocuarta regla.

No distinguiéndose unas sustancias de otras sino por sus respectivos atributos (regla Iª) si son semejantes los de dos o más sustancias, lo son también estas; y al contrario, siendo desemejantes, diversos o contrarios los atributos de dos o más sustancias, lo han de ser también estas, y por consiguiente, sus ideas.

XVII. Decimoquinta regla.

Para que dos o más sustancias puedan decirse semejantes basta que un atributo de la una se asemeje a otro de la otra u otras; y estas mismas podrán decirse desemejantes si discrepan en otro atributo. Así, puede pertenecer a diverso género o a diversa especie una misma sustancia según el atributo o signo objetivo que comparemos de ella con el de otra. Pero lo más común es establecer la diferencia entre dos o más sustancias según sus atributos principales o inseparables llamados esenciales.

XVIII. Decimosexta regla.

Si son semejantes en un atributo dos sustancias llamadas por ejemplo A y B, y con el de una de ellas, por ejemplo, A, lo es el de otra tercera llamada C, esta y la de B son semejantes entre sí. Al contrario, si dichas sustancias A y B discreparen en un atributo, y C fuere semejante en él a una de ellas, necesariamente ha de discrepar de la otra a lo menos en dicho atributo.

XIX. ¿Qué hay que advertir acerca de esta regla y la anterior?

Así, esta regla, como la anterior, son otros dos principios de que nos servimos frecuentísimamente en nuestros juicios y raciocinios concretos. Y no se diferencian estas dos reglas de la XIIª y XIIIª, sino en que allí consideramos los atributos o signos objetivos en abstracto o separados mentalmente de las sustancias; y aquí, unidas con las mismas sustancias que tratamos de conocer o distinguir.

XX. ¿En qué principio se fundan dichas reglas XIIª, XIIIª, XVª y XVIª?

Dichas cuatro reglas XIIª, XIIIª, XVª y XVIª, se fundan en este principio: "si causas semejantes producen efectos semejantes". Y al contrario: "si la desemejanza de causas supone la de efectos"72. Los signos semejantes ya sean rememorativos, ya demostrativos, ya pronósticos, deberán también recordar, expresar, anunciar o indicar ideas o atributos semejantes; y al contrario, los signos desemejantes, de cualquier especie que sean, deberán recordar, expresar, anunciar o indicar ideas o atributos desemejantes. Lo mismo debe decirse de las causas diversas y de las contrarias, y respectivamente de los signos diversos y de los contrarios. En estas reglas fundan los metafísicos sus tratados de lo necesario, de lo contingente, de lo posible y de lo imposible; y los lógicos los de la verdad, su certidumbre, y de la probabilidad o verosimilitud.

XXI. Decimoséptima regla.

Un signo puede haber sido arbitrario en su origen o institución, y no serlo respecto del uso que de él hagamos. Tal fue el arco iris, hasta que Dios determinó que fuese signo de que no habría otro diluvio universal. Del mismo modo, aunque las palabras sean signos arbitrarios respecto de su invención, y por consiguiente, de su significación primitiva, sin embargo, los términos unívocos expresan o indican siempre ideas o signos objetivos de una misma especie.

XXII. Decimoctava regla.

Así, aunque las palabras no tengan relación o conexión alguna con las ideas, con lo signos objetivos o ideales que representan o indican, ni con sus objetos, a no ser que sean otros sonidos, con todo sentada o sabida ya la significación primitiva o la más común de una palabra, es frecuentísimo excitar esta la idea o el signo objetivo, para cuya significación se inventó o se usa con más frecuencia. Y recíprocamente: recordada la idea o el signo objetivo, se recuerda también la palabra o los sonidos con que se expresaba.

XXIII. Decimonovena regla.

Según la significación propia o primitiva de los adjetivos cierto e incierto resulta ser absurda la división que el arte de pensar hace de los signos en ciertos y en inciertos, supuesto que "incierto" puede decirse sólo de aquel signo de cuya existencia dudemos, mas no de aquel que creyendo nuestro espíritu por ignorancia, por error o por temeridad, que expresa o indica una idea o atributo, exprese o indique otro, como las lágrimas que algunas veces lejos de ser señal de tristeza lo son de alegría. En este caso el signo podrá llamarse aparente o dudoso respecto de nuestro entendimiento, aunque respecto del atributo que indica sea un signo necesario.

XXIV. Vigésima regla.

Cuando un signo, de cualquier especie que sea, fuere dudoso, el único medio de salir de la duda es examinar las demás ideas o signos con los cuales puedan tener aquel del cual dudamos alguna relación o conexión, y compararlos entre sí.



CAPÍTULO V
DE LAS PALABRAS O SIGNOS CON QUE SOLEMOS
MÁS FRECUENTEMENTE EXPRESAR LAS IDEAS Y
LOS ATRIBUTOS

I. ¿Cuántas especies hay de signos arbitrarios?

Hay dos especies principales de signos arbitrarios según los modos con que acostumbramos a manifestar nuestras ideas y nuestros signos ideales u objetivos a los demás hombres, a saber: signos de palabras que pueden llamarse verbales o lógicos, y de letras o por escritos. Unos y otros se subdividen en directos y en indirectos (véase el párr. VIII del cap. IV).

II. ¿Y de cuál de estas dos especies de signos trata la lógica?

La lógica, según su mismo nombre, trata sólo de las palabras, en cuanto nos servimos de ellas para dar a entender o expresar las comparaciones que hacemos de nuestras ideas y signos ideales o sean nuestros juicios y raciocinios.

III. ¿Qué entiende Vd. por palabra?

Por palabra73 se entiende la articulación74 de una, dos, tres o más sílabas75 para expresar una idea o un signo del objeto representado por ella, como cal viva, aunque puede una sola palabra expresar la idea y un signo de su objeto como hombrecito, hombronazo, caballito, caballazo. Los escolásticos llaman a la palabra, término76, por ser uno de los dos de que debe constar toda proposición a causa de ser un juicio expresado por palabras. Dan también diverso nombre a cada término según la idea o el signo ideal u objetivo que expresa, y según el uso que hacemos de dicho término en las proposiciones y en los silogismos77. Por ejemplo, llaman término singular colectivo abstracto, complejo, al que expresa una idea singular, colectiva etcétera, pero no advirtieron que era frecuentísimo usar de dos, tres o más palabras78 para expresar un idea, y al contrario, dar a entender con una sola palabra, por ejemplo, hombre, dos ideas, a saber: la de espíritu y la de cuerpo animado.

IV. ¿Qué debe saber el lógico acerca de las palabras?

Acerca de las palabras debe saber el lógico cinco cosas. Primera, su origen o cómo se formaron y su resultado. Segunda, cuántas especies hay de términos, ya se atienda a la palabra o a las palabras que son necesarias para expresar una idea o un atributo, ya al origen de estos, ya al objeto o signo objetivo representado por dicha idea o signo ideal, ya finalmente a la necesidad que hay en todas las lenguas de expresar con una misma palabra o término dos o más ideas o signos objetivos. Tercera, de cuántos modos puede expresar cada palabra o término su idea o atributo. Cuarta, qué regla se ha de observar para que exprese uno u otro con propiedad y por consiguiente en qué consiste su abuso o ambigüedad, y cómo se evita esta. Quinta, cuántas especies hay de términos considerados según el uso que hacemos de ellos en las proposiciones y en los silogismos.

V. ¿Las palabras son signos arbitrarios o necesarios?

Los mudos y la variedad de lenguas prueban hasta la evidencia que las palabras no tiene relación, conexión o semejanza79 con las ideas, con sus objetos a no ser que sean otros sonidos80, ni con sus atributos. Por eso vemos que la idea de un mismo objeto, por ejemplo peso, suele ser expresada con diverso nombre en cada lengua, y al contrario, un mismo nombre significa diversa idea en dos o más lenguas. Así, los adjetivos loco, locos, loca, locas en latín son terminaciones de un nombre sustantivo que significa lugar, y de un verbo que significa arrendar. Curo, curas, cura terminaciones de un verbo latino que significa cuidar, en castellano lo son de otro que significa diverso atributo, como cuando decimos "el cirujano le curó la herida"; y en lo eclesiástico cura, curas y curato participio latino expresa una dignidad. Por nombre se entiende en castellano el vocablo de que nos servimos para nombrar las cosas, y nombre en francés se aplica a lo que llamamos número. Aun en una misma lengua es frecuentísimo significar una palabra dos, tres o más ideas diversas según el sentido en que se usa, como cura, pez, león, virtud. Ni las ciencias mismas están libres de esta arbitrariedad, mejor diré abuso o impropiedad de las voces, pues sabemos cuán diversa idea significa la palabra columna en la arquitectura que en la táctica, espíritu en la metafísica que en la química. Y lo que es más sensible en una misma ciencia por descuido de sus profesores o de los que han escrito los elementos de ella, se encuentra una palabra usada en diverso sentido según la idea que quieren expresar. Tales son en la economía política la palabra empleo, y el idiotismo importación en lugar de inversión y de introducción, y en la retórica, claridad y propiedad, ya se hable del estilo, ya de la pronunciación. ¿Qué pruebas más convincentes pueden darse de la arbitrariedad de las voces y de la pobreza de las lenguas81?

VI. Supuesto que las palabras son signos arbitrarios, refiérame Vd. cómo se formaron en cada lengua.

Habiéndose verificado en la torre de Babel 2247 años antes de Cristo y 150 después del diluvio universal, la confusión de la única lengua que había habido hasta entonces, tuvieron que dispersarse las familias e imponer cada una diversos nombres a las cosas. Pero a fin de aliviar la memoria impusieron un mismo nombre a todas aquellas que por ser semejantes o pertenecer a un género o a una especie servían a un mismo fin. De aquí provino que los nombre comunes, como hombre, río hayan sido anteriores82 a los propios, como Pedro, Ebro. Y no pocos de estos siendo en su principio propios de un individuo, se aplicaron después a diversos sujetos como Pedro, Juan, diamante, álamo83, con lo cual pasaron a ser propios de una especie pero comunes o aplicables a cualquier individuo de ella. Llegó pués una semejanza muy remota a ser suficiente causa para imponer a diversas cosas un mismo nombre, como león y pez respecto de los signos del Zodiaco. Últimamente careciendo de sonido o forma externa los seres espirituales o intelectuales y sus afecciones o atributos fue necesario aplicarles nombres tomados de las cosas corpóreas, y de aquí se derivaron según Cicerón84 las metáforas. Así, es indubitable por más que la contradigan los Estoicos, la siguiente proposición: "en cada lengua hay muchas palabras que además de su primitiva significación tienen otra u otras añadidas por el uso o según el sentido o el tono en que se pronuncian".

VII. ¿Qué resulto de aquí?

De este abandono en inventar palabras para distinguir unas ideas de otras y unos signos objetivos de otros, ha provenido que en cada lengua sea frecuentísimo haber de usar de dos o más palabras para expresar la idea de un objeto o sustancia, o un signo objetivo, como se ve en los nombres, sobrenombres y apellidos, por ejemplo Marco Tulio Cicerón, por lo cual se llaman término complejo85 y cuando para expresar una idea basta una palabra, como en sol, se llama este, término incomplejo86 o suficiente, aunque muchas veces suele preferirse por adorno o por capricho el término complejo al incomplejo, como si en vez de decir "hombre" dijésemos "animal racional".

VIII. ¿Cuántas especies hay de términos atendiendo el origen de la idea o del signo objetivo que expresa cada uno?

Tanto el término complejo como el incomplejo con relación al origen de la idea o del signo objetivo que expresan, se distinguen en términos de primera intención y términos de segunda. Los primeros pudieran llamarse también términos objetivos o directos, y los segundos facticios o indirectos, de los cuales hablaremos en el párrafo XI y siguientes.

IX. ¿Qué entiende Vd. por término de primera intención?

Por términos de primera intención se entienden aquellas palabras con que expresamos las ideas de los objetos según existen, o alguno de sus atributos. Tal es toda palabra que significa una idea adventicia o facticia reflexiva como cuerpo, Dios, o un signo objetivo como extenso, espiritual.

X. ¿Por qué causa se llaman de primera intención?

Llámase términos de primera intención porque lo primero que intentó el hombre dar a entender por medio del lenguaje fueron las ideas de objetos realmente existentes o signos que indicasen de qué modo existen dichos objetos.

XI. ¿Qué entiende Vd. por términos de segunda intención?

Términos de segunda intención son todas las palabras con que expresamos las demás ideas facticias (Ilustración XXII) o cualquier signo facticio, como ente, género, especie, sujeto, predicando.

XII. ¿Por qué se llaman así?

Se llaman de segunda intención porque expresan la idea o ideas de uno, dos o más objetos no precisamente según éstas existan, sino según que sus ideas fueron consideradas por nuestro espíritu. Tampoco expresan signos objetivos o cualidades unidas realmente a los objetos, sino facticias o formadas por nuestro entendimiento para distinguir el diverso uso que hacemos de cada idea y signo objetivo, en los juicios y en los raciocinios.

XIII. ¿Cómo se subdividen los términos con relación al objeto de la idea o del signo objetivo que expresan?

Considerando cada término, ya sea complejo, ya incomplejo con relación al objeto de la idea o del signo objetivo que expresa o indica, se distinguen en términos categoremáticos y en sincategoremáticos, o sea, en sustantivos y en adjetivos87, y a cuyas dos especies pudieran reducirse cuantas partes de la oración88 reconocen los gramáticos. Tanto los sustantivos como los adjetivos se subdividen en singular o individuo: como "Pedro es bueno", y en común89 a muchos seres o individuos, ya los signifique juntos o colectivamente90 como "ciudad hermosa", "los planetas son siete"; ya distributivamente91, como "el hombre es racional", que comprende a todos los individuos y a cada uno de por sí, y entonces llaman los escolásticos al termino racional suposición92 completa. Y si no comprende a todos los individuos de una especie o de un género, como "Juan enseña a los muchachos de este pueblo", suposición incompleta. Los términos comunes distributivos se distinguen en unívocos y en equívocos, a los cuales se pueden reducir también los que llaman análogos o metafóricos.

XIV. ¿Qué entiende Vd. por término unívoco?

Por término unívoco se entiende aquella palabra o palabras que expresan siempre idea o signo objetivo de una misma especie o que usan siempre en un mismo sentido, como hombre, increado, ser perfectísimo, animal racional.

XV. ¿Y por término equívoco?

Por término equívoco se entiende toda palabra que expresa dos, tres o más ideas diversas o signos objetivos según el sentido en que se use, como columna, pez, cura, agudo, penetrante. Y no consistiendo la metáfora sino en usar de una palabra para expresar o indicar diversa idea de la propia por razón de cierta semejanza que se supone hay entre las dos, o diverso signo objetivo por razón de cierta semejanza que suponemos entre este y el primitivo, como cuando se dice "el pie de un monte", "un ingenio agudo", se infiere que el término análogo según lo definen los escolásticos93 es lo que llamamos metáfora.

XVI. ¿Según eso cuántas ideas o signos objetivos puede expresar cada término además de la idea o del signo principal o primitivo?

Todo término equívoco puede expresar además de la idea o del signo objetivo para cuya significación se inventó, y que podemos llamar principal o primitivo; otras ideas o signos que se pueden llamar accesorios o metafóricos94, según el diverso sentido en que se use, y cuyo número es imposible determinar a causa de ser tan arbitraria la aplicación de cada palabra o término a significar dos, tres o más ideas o signos objetivos diversos del primitivo, como lo fue inventarla para que expresase este. No obstante eso, los escolásticos se empeñaron en reducir a cinco los diversos modos de variar la significación de un término, a saber: por suposición95, por ampliación96, por restricción97, por metáfora y por apelación o aplicación98, a los cuales añadió Tomás Vicente Tosca el estado99; y según esta división establecieron varias reglas (Ilustración XIX).

XVII. ¿De cuántos modos puede un término expresar una idea o un signo objetivo?

Todo término, cualquiera que sea la especie y número de palabras de que conste y el sentido en que se use, ha de expresar una idea o signo objetivo, ya propia y perfectamente, o según se quiere dar a entender, o ya impropia e imperfectamente, esto es significando diversa idea o signo objetivo, del que se quería expresar100, o significándolos de modo diverso, que es lo que llaman los retóricos ambigüedad101.

XVIII. ¿Qué reglas se ha de observar para que cada término exprese propia o perfectamente la idea o signo que se quiere dar o entender?

Para que todo término (párr. IV) exprese propia y perfectamente la idea o el signo objetivo que intentamos significar, se ha de atender a la elección102 de la palabra o palabras de que se compone, a la colocación de ellas si el discurso fuere verbal, a la pronunciación, y finalmente a la relación u oposición que tiene un término con otro en cada proposición pues con sólo variar una de estas ideas circunstancias puede el término expresar diversa idea o diverso signo objetivo del que se quería dar a entender. Así, no se expresa la misma idea diciendo "día cierto", "cantidad cierta", que cuando se dice "cierto día", "cierta cantidad", es un "pobre hombre", "es un hombre pobre", "confiese Vd.", "confíese Vd.", "ella dijo", "el la dijo", "el ser perfectísimo se hizo hombre", "el hombre se hizo ser perfectísimo", "maldijo" "dijo mal", "separa" "parase", "repase", "se rapa".

XIX. ¿Qué infiere Vd. de aquí?

De aquí se infiere que no pudiendo usarse más que un sólo sentido, ya sea el primitivo, ya metafórico, cada palabra o término en cualquier proposición, sólo de un modo puede ser propia o perfecta la elección, la colocación y la pronunciación de la palabra o palabras de que se componga un término, y la de los dos términos de que consta toda proposición, según la relación o la oposición que tenga la idea o el signo objetivo expresada por el término con la idea o signo expresado por el otro término. Abusamos pues de las palabras o de los términos, siempre que faltamos a esta regla, ya sea por ignorancia, ya por malicia. Así, es muy diferente el sentido de cada una de estas tres proposiciones: "Alejandro el grande fue discípulo de Aristóteles", o "Alejandro discípulo de Aristóteles fue grande", o "Alejandro fue gran discípulo de Aristóteles".

XX. ¿Qué efectos produce la ambigüedad de un término?

Los efectos que produce toda palabra o término ambiguo son: hacer dudar al lector u oyente acerca del sentido en que se usa dicho término, o sea acerca de la idea o del signo objetivo que se quiso expresar por medio de dicha palabra o término.

XXI. ¿De qué medios se valen los lógicos para evitar estas dudas?

Para evitar estas dudas103 se han inventado las definiciones ideales (Ilustración XX) y las verbales, y cuando la idea incluye dos o más signos objetivos o es compleja o lo es el signo objetivo, la división (Ilustración XXI).

XXII. ¿Los términos con relación al uso que hacemos de ellos en cada proposición y silogismo, de cuántas especies son?

Los términos con relación al uso que hacemos de ellos en cada proposición y silogismo, se distinguen en sujeto o sea aquel término del cual se afirma o niega otro, y en atributo o predicado, que es lo afirmado o negado. El sujeto según la idea que expresa, se distingue en singular, particular, universal e indefinido, como "Pedro es bueno", "alguna sustancia es inmaterial", "todo hombre es mortal", "el hombre nació para pensar". El atributo104 o predicado, suele105 dividirse en positivo o afirmativo, en negativo y en privativo106 aunque la única división que podría tolerarse107 de los términos con respecto a los signos objetivos que expresan o indican, es en términos positivos o directos, y en facticios o indirectos.

XXIII. ¿Qué entiende Vd. por término positivo o directo?

Por término positivo o directo se entiende aquel que expresa una idea y más frecuentemente una cualidad, perfección o signo unido con la misma sustancia o sujeto de quien se habla en la proposición, como espiritual, extenso, bueno. Llámase directo porque lo expresa directamente, esto es por sí sólo o sin necesidad de otra palabra o signo objetivo.

XXIV. ¿Qué entiende Vd. por término negativo o indirecto?

Por término negativo o indirecto se entiende aquel que sirve de signo para recordar otro positivo, del cual es incapaz o ha de carecer siempre el sujeto de quien se habla. Tal es la ceguera respecto de la piedra pues tan imposible es que piedra alguna sea ciega como que tenga vista.

XXV: ¿Y por término privativo también indirecto?

Por término privativo también indirecto se entiende aquel que recuerda otro positivo que debería tener el sujeto de quien se habla a semejanza de los demás individuos de su especie. Tal es la ceguera respecto, por ejemplo, de Pedro, ya sea ciego de nacimiento o ya le haya sobrevenido la ceguera por algún accidente.

XXVI. ¿A qué clases podrían reducirse los términos positivos, los negativos y los privativos?

Dichas tres especies (Ilustración XVIII) de términos podrían reducirse a dos, a saber: a la de objetivos, que pudieran llamarse también positivos o directos, y a la de facticios o indirectos, pues tanto los negativos como los privativos indican o sirven aunque indirectamente para recordar que otros seres o sustancias tienen el atributo positivo de que carece o es incapaz el objeto en cuestión. Por ejemplo, muerto equivale a haber sido privado de la vida que disfrutan otros seres animados, insensible respecto de una piedra indica que otros seres de diversas especies tienen el atributo de sensible, del que ella es incapaz o carece necesariamente, y usado en sentido metafórico, insensible respecto de un hombre indica que no tiene, como debiera, compasión con sus semejantes.

XXVII. ¿Cómo se subdividen los términos con relación al uso que hacemos de ellos en los silogismos?

Los términos con relación al uso que hacemos de ellos en los silogismos se distinguen también con diversos nombres, por ejemplo, no pudiendo haber en silogismo alguno más que tres términos, los dos que se comparan con el tercero se llaman extremos y dicho tercero, medio. De los extremos uno es mayor, que es el atributo de la conclusión, y otro menor, que es el sujeto de la misma, de todo lo cual hablaremos más por extenso en el libro siguiente.


CAPÍTULO VI
REGLAS ACERCA DE LOS TÉRMINOS

I. ¿Qué reglas debe Vd. saber acerca de los términos?

Diecinueve son las reglas que debemos observar acerca de los términos.

II. Primera regla.

Toda palabra ha de expresar, recordar, anunciar o indicar una idea o un signo ideal u objetivo108. No hay en lengua alguna más partes de la oración, y es inexacta la división que han hecho de ellas los gramáticos (léanse las Ilustraciones XVII y XVIII).

III. Segunda regla.

Cuando para expresar, recordar, anunciar o indicar una idea o signo ideal no baste una palabra o haya que valerse de dos o más, cualquiera que sea el sentido en que se usen, la significación de cada palabra depende de la otra u otras de que se componga el término porque se consideran como si fuesen una sola.

IV. Tercera regla.

Habiendo de constar cada proposición de dos términos, y cada silogismo de tres, que repetidos forman tres proposiciones, la significación de un término depende de la del otro en el primer caso, y en el segundo de la de los otros dos, según la relación u oposición, conexión o incoherencia que tuvieren entre sí las ideas o los signos ideales u objetivos que expresan.

V. Cuarta regla.

Sólo en un sentido, ya sea propio o primitivo, ya metafórico, puede usarse de cada término en cualquiera proposición. Y no debiendo tener un silogismo más que tres términos repetidos en tres proposiciones, se infiere que si en algunas de ellas se repite un término en diverso sentido que en otra, equivale a dos términos, porque expresa o indica dos ideas o dos signos objetivos, o una idea y un signo objetivo. Y por consiguiente, ya no hay silogismo sino sofisma.

VI. Quinta regla.

El ser un término propio o ambiguo, universal o particular, en una proposición depende del sentido en que se use, y de las demás palabras o signos que precedan o sigan a dicho término. Así, un término podrá ser más o menos universal, propio o ambiguo según las palabras de que conste y según su colocación. Por ejemplo, "no todo pecado es crimen" equivale a "algún pecado es crimen", proposición verdadera; pero si se dijera "no todo crimen es pecado", o "todo crimen no es pecado", sería una falsedad.

VII. Sexta regla.

En cuanto a la elección de los términos de cada proposición, siempre que sea posible, han de ser unívocos. Y cuando por la pobreza de las lenguas haya que usar de un término equívoco como espíritu, agudo, se ha de expresar en qué sentido se toma, que es lo que se llama definición del nombre, a no ser que el que habla sepa o conozca que el auditorio conviene con él en el sentido o significación de dicho término, o que este deje de ser equívoco por las palabras que le preceden o por las que le siguen.

VIII. Séptima regla.

Del mismo modo, siempre que para expresar una idea o un signo ideal u objetivo baste una palabra o término incomplejo, se ha de preferir este al complejo aunque usando de él parezca que se define dicha idea o signo ideal.

XIX. Octava regla.

Sin embargo, se ha de advertir que ni la propiedad del término, ni el ser este unívoco e incomplejo supone la exactitud de la idea o del signo ideal. Todo esto se verifica cuando se nombra el sol, y no por eso tenemos de él una idea exacta.

X. Novena regla.

Cuando para expresar una idea o indicar un signo objetivo o ideal nos valemos de dos o más palabras, pudiendo bastar una sola, como si en vez de decir espíritu dijésemos "sustancia que piensa", entonces el término viene a ser una definición de lo que expresamos, la cual si no es exacta o conforme a dicha idea o signo confunde en vez de ilustrar a aquel con quien hablamos o de manifestarle el sentido en que se toma dicho término.

XI. ¿Qué infiere Vd. de aquí?

De aquí se infiere que un término complejo puede expresar una idea simple como se ve en el ejemplo del párrafo anterior; y al contrario, puede una idea compleja109 ser expresada por una sola palabra o término incomplejo. Por ejemplo, la palabra hombre expresa dos ideas, a saber, la de espíritu y la de cuerpo. Así, la simplicidad o la complejidad del término no supone la de la idea, ni la de esta la de aquel. Por esto cuando una idea modifica a otra o un signo objetivo o ideal a otro, en cualquiera proposición, por ejemplo, "el militar con su uniforme está decente", "el hombre temeroso de Dios merece la vida eterna", en el primer caso las dos ideas "hombre" y "vestido" indicadas por los adjetivos "militar" y "uniforme" se reputan o tienen por una sola, y son el sujeto de la proposición; y lo mismo sucede en el segundo caso respecto de las dos ideas "Dios", "hombre" y el adjetivo "temeroso". Siendo así que de que cada término podría formarse una proposición de este modo: "el militar que lleva su uniforme", "el hombre que teme a Dios".

XII. Décima regla.

Siendo arbitraria la significación de las palabras, la identidad de términos no prueba la de ideas o la de signos ideales u objetivos, a no ser que dichos términos continúen usándose en un mismo sentido. Así, repetida una palabra en dos, tres o más proposiciones puede significar en cada una diversa idea, por ejemplo, "el pez nada", "pez es una sílaba", "pez es un signo del zodiaco", "la pez arde".

XIII. Undécima regla.

En cualquier proposición los términos de que conste han de tener entre sí la misma relación u oposición, conexión o incoherencia que tengan las ideas o los signos objetivos o la idea y el signo objetivo expresados o indicados por dichos términos, así como dichas ideas o signos ideales, si son exactas o conformes a sus objetos, tiene entre sí la misma relación u oposición, conexión o incoherencia que tienen entre sí las substancias o los objetos representados por las ideas o indicados por dichos signos objetivos o ideales.

XIV. Duodécima regla.

Los términos negativos y los privativos son signos de los positivos, cuya privación o carencia indican. Del mismo modo, los términos de segunda intención o que expresan ideas o signos facticios, son signos de las ideas adventicias o facticias reflexivas o de los signos objetivos o atributos a que se refieren, representan o indican.

XV. Decimotercera regla.

Usados en un mismo sentido dos términos por ejemplo A y B, y comparados con otro tercero, por ejemplo, C, en cualquier silogismo, la misma relación u oposición, conexión o incoherencia que tengan dichos dos términos A y B respecto de C, tienen entre sí.

XVI. Decimocuarta regla.

Usados en un mismo sentido los tres términos de un silogismo han de tener necesariamente entre sí la misma relación u oposición, conexión o incoherencia que tengan entre sí las tres ideas o los tres signos, o la idea y los dos signos expresados por dichos términos.

XVII. Decimoquinta regla.

Siendo dos términos contradictorios o que excluyan de tal modo los signos objetivos que expresan, que no puedan estar juntos en un mismo sujeto: si afirmamos el uno podemos excluir el otro, y si excluimos el uno podemos afirmar el otro. Por ejemplo, en lo moral ser lícito y ser ilícito son signos objetivos contradictorios respecto de una acción u omisión: por consiguiente, si yo digo la guerra justa es lícita, puedo afirmar la opuesta, luego la injusta es ilícita, y al contrario.

XVIII. Decimosexta regla.

Dos términos contrarios pueden negarse de un mismo sujeto, pero no afirmarse; sin embargo, afirmado uno puede negarse el otro. Así puede uno no ser cobarde ni temerario, y con todo ser valiente, pero siendo cobarde no puede ser temerario, y al contrario si es temerario no puede ser cobarde.

XIX. ¿En qué se diferencian los signos objetivos contradictorios de los contrarios?

Los términos contradictorios se diferencian de los contrarios en que estos expresan o indican atributos o signos objetivos accidentales o de los cuales puede carecer el sujeto o sustancia, sin dejar por eso de existir, como se ve en el ejemplo del párrafo anterior. Y los contradictorios expresan o indican siempre modos o atributos, que ni pueden estar ambos en el sujeto o sustancia, ni tampoco faltar ambos en el sujeto o sustancia, porque uno de ellos le es esencial o por mejor decir principal o inseparable, como extenso respecto de los cuerpos, y pensativo respecto de los espíritus, pues ni estos pueden tener extensión, ni los cuerpos pensar.

XX. ¿Qué debemos advertir acerca de esta división e términos?

"Acerca de esta división de términos conviene advertir que algunos parecen contradictorios y son contrarios, y en estos hay gran riesgo de equivocarse, porque negando uno no siempre se puede inferir el otros, según se ha dicho en la regla XVIª, y siendo contrarios pueden faltar ambos del sujeto o sustancia en cuestión. Por ejemplo, enfermo y sano parecen contradictorios y son contrarios supuesto que puede darse un medio entre los dos. Lo mismo sucede con docto y rudo, ignorante y sabio; y aún hay palabras o términos que según el sentido en que se toman, pueden ser ya contradictorios, ya contrarios. Así lícito e ilícito se aplican son contradictorios o en abstracto son contrarios"110.

XXI. Decimoséptima regla.

Todo término positivo pasa a ser negativo si le modifica el adverbio "no" u otro signo de negativo, cualquiera que sea el lugar que ocupe en la proposición. Así cualquiera de estas tres proposiciones: "Pedro no es bueno", "bueno no es", "es no bueno", equivale a "Pedro es malo".

XXII. Decimoctava regla.

Al contrario pasa a ser positivo todo término negativo, si se le añade o le modifica el adverbio "no", u otro signo de negación en cualquiera parte de la proposición porque dos negaciones afirman. Así cualquiera de estas tres proposiciones "Pedro no es malo", "malo no es", "es no malo", equivalen a esta: "Pedro es bueno".

XXIII. Decimonovena regla.

No pueden darse en sustancia alguna atributos contrarios a un mismo tiempo, en un mismo punto o respecto de un mismo objeto. Así, un hombre no puede a un tiempo saber e ignorar una ciencia, pero puede saber una e ignorar otra. Tampoco puede ser apto e inepto para un negocio, pero puede ser apto para uno e inepto para otro. Todo cuerpo o sustancia corpórea puede en distintos puntos o partes tener atributos diversos o contrarios, por ejemplo, un cuerpo puede estar bien formado, ser hermoso en una parte y estar mal formado o ser feo en otra. Un hombre puede tener frías las manos y calientes los pies, etcétera.



ILUSTRACIONES PERTENECIENTES A LA IDEOLOGÍA.

SU AUTOR EL DR. D. MIGUEL GARCÍA DE LA MADRID



"Nihil ergo magis nobis praestandum est quam ne pecorum ritu
sequamur antecedentium greges, pergentes, non qua eundum est,
sed qua itur
". Séneca, De vita beata.

~

BARCELONA:
EN LA IMPRENTA DE D. ANTONIO BRUSI.
AÑO DE 1820




ILUSTRACIÓN I

 

¿Qué entiende Vd. por sentidos?

Sentidos según su etimología es participio pasivo derivado del verbo sentir, y no pudiendo verificarse pasión sin acción o efecto sin causa, nada significa dicho participio, si no se suple el sustantivo objetos o cuerpos, porque sólo estos pueden ser sentidos por nosotros tocando en la superficie de nuestro cuerpo. "Tangere enim et tangi —dice Lucrecio— nisi hábeas nulla res potest". Según los físicos los sentidos son unas fibras o conductos sutilísimos de una sustancia blanda y mollar, cuyos principales troncos partiendo desde el cerebro se esparcen o extienden en muchísimas ramificaciones por toda la superficie de nuestro cuerpo. Dichos sentidos o fibras pudieran con relación a su fin llamarse también instrumentos de la sensación o conductos por donde percibimos las ideas de los objetos corpóreos. Digo "instrumentos", porque ni los ojos ven, ni los oídos oyen etc..., sino nuestra alma por medio de ellos. Según Condillac, lec. VIII, pág. 52, todos los sentidos pueden reducirse al tacto.



ILUSTRACIÓN II


Si hemos de hablar con propiedad y precisión, sólo la causa eficiente debe llamarse causa, porque es la única que produce el efecto. Léase la nota 5.

Axiomas111 acerca de las causas.

Iº "Toda causa es principio respecto de su efecto, mas no todo principio es causa". Véase el ejemplo del párr.IV.

IIª "Toda causa es anterior a su efecto, si no con anterioridad de tiempo, a lo menos de naturaleza". Así, en el efecto no puede haber cosa alguna que no se contenga o haya estado antes en la causa, a lo menos formalmente, según la expresión de la escuela.

IIIº. "No puede darse causa sin efecto, ni efecto sin causa, la cual si no le produce, será solamente un ser o sustancia existente".

IVº "Toda causa obra con algún fin; si es intelectual, según el fin que se haya propuesto, si es irracional o inanimada, según el fin de aquel por quien es dirigida".

Vº. "Ningún ser es causa eficiente de sí mismo112", porque para eso era necesario que existiese para producirse, y que dejase al mismo tiempo de existir o fuese posterior a sí mismo para ser producido, lo cual es un absurdo.

VIº "Dos seres no pueden ser recíprocamente el uno causa del otro". Así, el hijo no puede producir a su padre ni el fruto a la planta o al árbol, por el cual fue producido.

VIIº "No puede darse progresión infinita de causas", esto es, sin principio o hasta lo infinito, porque toda progresión supone una continua alteración y todo lo que es o puede ser alterado, no existe necesariamente sino que ha tenido principio. Además de esto el infinito de los matemáticos es diverso del de los metafísicos, los cuales tienen por infinito "sólo aquello que no puede recibir aumento", y según esta definición es indubitable que no puede existir tal progresión produciendo su efecto; y así respectivamente. Storm Van St. Gravesande, párr. 96 y 97, cap. VIII, parte I, lib I, de su Introductio ad philosophiam: metaphysicam et logicam continens.


ILUSTRACIÓN III

¿Qué entiende Vd. por filosofía especulativa o teórica?

Filosofía especulativa o teórica es la que considera o medita sobre las propiedades de su objeto ya sea espiritual, ya corpóreo, al fin de conocerle. Tal es la metafísica y parte de la lógica y de la física.

¿Y por filosofía práctica?

Pero la filosofía práctica es la que dirige los actos u operaciones de dicho objeto. Tal es también parte de la lógica y de la física, y toda la ética.

¿Cómo dividieron los escolásticos la filosofía?

Los escolásticos como Goudin, artic. III, cuest. I de su "Disposición Preliminar", y Tomás Vicente Tosca en su prefacio a la filosofía, tom. I, pág. 5, dividieron la filosofía en ciencia racional, cual es la lógica, llamada así porque dirige nuestra razón; en natural o real, como la física, que examina las propiedades o atributos propios de los cuerpos a fin de conocer las causas de los efectos físicos; transnatural o sublime, cuando trata del ente en general y de los espíritus, como la metafísica; y ética o moral cuando dirige nuestras costumbres. Ireneo de Lyon en el artículo II, cap. II, de sus prolegómenos divide la filosofía en natural o que se adquiere sólo por la razón de cada uno, y en artificial o que se adquiere por medio del estudio y de la instrucción. Francis Bacon de Verulamio ideó en su obra inmortal De dignitate et augmentis scientiarum, un árbol genealógico de las ciencias, el cual intentaron ampliar los enciclopedistas. Entre estos, D’ Alembert distinguió la filosofía conforme a los cuatro objetos sobre que medita el filósofo, a saber: espacio, tiempo, espíritu y materia. Según esto el espacio es objeto de la geometría, el tiempo de la astronomía y de la historia, el espíritu de la metafísica y la materia de la física. De dos o más de estos objetos reunidos resultan otras ciencias secundarias, por ejemplo, la ética de la metafísica y de la física, la mecánica de la materia, del tiempo y del espacio, y así todas las demás.


ILUSTRACIÓN IV

¿Qué entiende Vd. por división?

Es frecuentísimo así en la conversación, como en algunos diccionarios113 abusar de la palabra división aplicándola, como si significara lo mismo que partición o que separación, a ideas cuyos objetos son impartible o inseparables, o que aun cuando sean partibles, si no están actualmente partidos, sólo por abstracción pueden considerarse como si lo estuvieran. Si según Cicerón en sus Topica, Tomá Vicente Tosca proposición 36, cap. VIII, lib. I, Heinecio, pár. 44, sec. III, cap. II de su lógica, la división sólo en lo incorpóreo, potencial o metafísico puede tener lugar, es consiguiente que los cuerpos podrán ser partidos o separados, mas no divididos. Y al contrario, sus ideas podrán ser divididas por abstracción, mas no partidas ni separadas. Pero si por división se ha de entender según el vulgo lo mismo que por partición o por separación, entonces deberemos decir que toda idea, ya sea adventicia, ya facticia, es tan indivisible como nuestro espíritu a causa de no ser aquella otra cosa que un diverso modo de existir de esta, y por consiguiente espiritual. Baldinoti, párr. XI, cap. I, libro I, de su Lógica.


ILUSTRACIÓN V

¿Qué entiende Vd. por definición?

Aunque definición según su etimología es un signo ideal agregado que formamos de las cosas definidas, sin embargo, por definición se entiende comúnmente un brevísimo discurso por medio del cual se desvanece la duda que hay acerca de la idea, o de algún signo ideal que tenemos de un objeto o acerca del cual es la idea o el signo ideal que expresa con una palabra. En el primer caso la definición se llama ideal y vulgarmente real, y en el segundo nominal o verbal. Y habiendo de constar toda definición de género y diferencia puede considerarse como un argumento que comprende dos silogismos, y se funda en los mismos principios que ellos, por ejemplo: "Todo lo que se afirma o niega del género o de la especie, se puede afirmar o negar también de cualquier individuo comprendido en dicho género o en dicha especie": cuanto dos ideas o signos ideales más se asemejen a otra tercera idea o signo ideal tanto se asemejarán entre sí, y cuanto discreparen de dicha idea o signo ideal tanto discreparán entre sí. En estos dos principios se fundan las reglas de toda definición, por ejemplo: que haya de constar de género y diferencia, que haya de ser recíproca con lo definido, que éste no entre en la definición, así como el medio nunca debe entrar en la conclusión. Por consiguiente, toda definición puede considerarse como una reducción o expresión abreviada de dos silogismos, y será defectuosa la definición que no equivalga a ellos. En la nominal suele omitirse el primer silogismo en que se prueba haber sido arbitraria la invención de las palabras, y por consiguiente, tanto su primitiva significación, como las demás que se suelen añadir, porque de la verdad de estas proposiciones sólo un idiota o un escéptico dudará, pero determinada ya dicha significación primitiva o algunas de las metafóricas, el silogismo que prueba usarse conforme a ella la palabra que se disputa, constituye la diferencia, por ejemplo: hombre.



Notas

61. ¿Qué es signo? Signo es dativo del sustantivo signum, que significa señal, indicio; y así debería usarse de este nombre señal y nunca signo, porque es un idiotismo. Cuando una sustancia es signo de otra, la idea de la primera viene a ser compleja, porque representa a un tiempo dos.

62. Ya queda advertido que no es posible conocer sustancia alguna sino por sus atributos.

63. Léanse las Ilustraciones VII y VIII.

64. Siempre que hayamos usado o usemos de esta expresión "la idea de cuerpo" o de otras semejantes, por ejemplo, "la idea de causa", "la idea de espíritu", se ha de entender suplida la siguiente proposición, a saber, "la idea para cuya expresión nos servimos del término cuerpo", pues si se omite dicha proposición, expresamos, no la idea de la cosa, sino la del termino o palabra de que usamos. Vuélvase a leer la nota 45.

65. ¿Qué entiende Vd. por cierto? Cierto es adjetivo derivado de otro latino, que según el Diccionario de Valbuena fol. 142 primera edición, significa, seguro, manifiesto, claro, verdadero, indubitable. Pero si según González Valdés, párr. III, artíc. "De la composición de los verbos", pág. 100, Gramática completa grecolatina y castellana combinada en caracteres latinos, edición del año 1798, los latinos dijeron con anomalía crevi cretum, en lugar de cerni y certum, como derivados del verbo latino cerno cernis que significa ver; claro está que creer como derivado del verbo latino credo, es dar una cosa por vista o por tan cierta como si se estuviera viendo. De aquí se infiere, primero, que certidumbre es la acción de dar por cierta o vista una, dos o más cosas; o según mi sistema un signo ideal agregado que formamos de las cosas dadas por ciertas o vistas; y segundo, que los escolásticos definen justamente a la fe: "creer lo que no se ve, como si se estuviera viendo" ("fides est credere, quod non vides").

66. No me atrevo a calificar de axiomas estas reglas por si acaso tienen algunas excepciones. Y espero no se me tache de temerario por haber emprendido ilustrar una materia tan importante y tan abandonada de todos los demás lógicos. In magnis sat est coepisse.

67. Si pueden las ideas reputarse mas bien por signos de las cosas que por imágenes de ellas. San Agustín, cap. I, lib II De doctrina cristiana, Santo Tomás cuest. IV De veritate, art. IV, Tomás Vicente Tosca prop. VI cap. III lib. I Compendium philisophicum praecipuas philisophiae partes completus: nempe rationalem, naturalem et transnaturalem sive logicam, physicam et metaphisicam. Goudin párr. I, art. I , cuest. I, part. I Logica Minor, Amat de Palou y Font, art. I, cuest. I, Logicae Rudimenta: ad usum seminarii episcopalism Barcinonensis edita. Según la definición que dan todos estos autores del signo, no siendo idea alguna el mismo objeto a quien representa, sino una imagen de él, se infiere que toda idea es un signo de su sustancia. Por eso dijo el Sr. Palanco en lib. I de su Cursus philosophicus, pág. 4, col. II : "Signum dividitur in informale, quod per se ipsum et non mediante alio representat, ut conceptus, sive idea hominis, quae per se ipsam reddit hominem mentaliter praesentem, licet non sit praesens, sed absens".

68. Todo verbo según el tiempo que de él se use puede ser signo demostrativo, rememorativo o pronóstico.

69. ¿Qué entiende Vd. por objeto motivo? "Objeto motivo" llaman los escolásticos (Palanco, párr. II, cuest. I, lib. I, de su Cursus philosophicus, Amat de Palou y Pont, nota al artic. I, cuest. I, de sus Logicae rudimenta) a aquel que mueve o excita en nuestro espíritu primeramente la idea de otro objeto a quien representa o indica, y después la suya, como sucede en una imagen, una estatua, por ejemplo. Objeto terminativo es aquel cuya idea es expresada, recordada, anunciada o indicada por algún signo, v. gr. el sujeto representado por dicha estatua; y mixto o juntamente motivo y terminativo, es cualquier objeto respecto de la idea que causa, por ejemplo, una pared, el fuego, etcétera.

70. ¿Qué otros nombres tiene? Llámese también cualidad, accidente y según mi sistema, signo objetivo o ideal.

71. No hablamos aquí de los atributos o signos objetivos, considerados en concreto, o según están unidos con la sustancia; porque no pudiendo sustancia alguna contener a un mismo tiempo ( y si fuere corpórea en un mismo punto) cualidades o atributos contrarios, todos cuantos contenga, han de tener necesariamente alguna conexión o relación entre sí.

72. Así como la semejanza o la desemejanza de efectos supone la de causas, del mismo modo la de estas supone la de aquellos. Pero esta regla tiene así en lo físico como en lo moral no pocas excepciones, pues vemos en la física, como advierte muy bien Boscovich en sus notas a Musschembroek, que un reloj de agua, otro de arena, otro de sol, otro de pesas y otro de péndola real, producen efectos semejantes, cuales son señalar las horas; y al contrario el ácido muriático y la sosa, separados o tomado cada uno solo, es un violento cáustico ingratísimo a nuestro paladar, y reunidos forman la sal común de un sabor agradable. Y en cuanto a las causas intelectuales o morales, ¿quién duda de que es culpable de homicidio el que intentó matar a otro aunque no lo haya logrado, y que al contrario puede un cirujano por algún descuido involuntario en la cura causar al paciente la muerte, y sin embrago no ser culpable? No obstante esto, el hombre se ve precisado por la imperfección de su entendimiento a arreglar sus pensamientos, palabras y acciones según lo que más frecuentemente sucede, aunque algunas veces nos engañemos, hasta que se sepa la verdad, y entonces es necesario atenerse a la probabilidad. Por eso de la posibilidad a la existencia no vale la consecuencia, pero sí al contrario, porque lo que existe necesariamente ha de haber sido posible, o si no, no existiría.

73. ¿Qué es palabra? "La palabra tomada físicamente no es otra cosa que un efecto de la colisión o vibración de aire" Condillac pág. 77, lec.XI y pág. 93, lec. XIII traducido por D. Valentín de Foronda, edición de Madrid de 1800, "se diferencia de la voz en que ésta es una colisión fuerte dirigida a expresar algún afecto, como cuando llamamos a una persona". "Las palabras —dice Simón Abril, cap. IV, Lib. III, pág. 61, col. II— pueden considerarse o materialmente como respiración del aire que alentamos, y en cuanto a esto son cosa natural, pues proceden de instrumentos naturales, o formalmente, en cuanto articulada una palabra por el hombre, significa una idea, y esto es lo que no tiene de la naturaleza sino de la voluntad o aceptación libre de los hombres".

74. ¿Y articulación? Articulación es el impulso de la respiración vocal modificada, pura, permanente, rápida o sorda; y la voz o respiración sonante que estrechada en la laringe sale de la boca, se llama sonido, cuando se imprime y percibe en el oído. González Valdés, Gramática completa grecolatina y castellana combinada en caracteres latinos, pág. I, edición de 1798.

75. ¿Qué es sílaba? Sílaba en su riguroso significado, equivale a comprensión o compuesto de letras, en cuyo sentido la palabra oía, que tiene tres módulos o tiempos, no tendría tres sílabas. Pero por sílaba según la ortología se entiende un sonido puro o vocal sólo o unido con otros, pronunciados todos en un solo tiempo, y formando el todo o parte de una palabra. En castellano hay sílabas que comprenden hasta cinco sonidos como giráis, piléis, en agriáis, ampliéis. "Así como el punto matemático es parte indivisible de la línea, del mismo modo lo es el sonido de la sílaba, esta de la palabra, la palabra de la proposición, y esta de la oración; aunque alguna vez el sonido es sílaba, palabra, y en la apariencia proposición, por ejemplo 'di', en donde falta el pronombre yo o tu, según el verbo que se use y el acusativo"· González Valdés, ibid., pág. 3, 4 y 146, y en la edición de 1791, pág. 2 y 134, cuaderno II, de D Gregorio García del Pozo en su Paralelo entre la ortología y la ortografía castellanas y propuesta para su reforma, pág. 9 y nota 57, pág. 6.

76. ¿Y término? "Término es vocablo propio de la agricultura en la cual significa los mojones que declaran hasta dónde se extienden las posesiones y jurisdicción de los pueblos o comunidades y de los particulares. A imitación de este en la lógica llamaron los escolásticos términos los extremos del pronunciado dentro de los cuales está incluida su verdad o falsedad, como cuando decimos el hombre es mortal, pues la verdad está incluida entre los dos términos hombre y mortal. Aristóteles fue el primero que uso de la voz término en este segundo sentido, como se colige del primer libro de sus analíticos", Simón Abril en el cap. II, lib. II, de su Filosofía racional, fol. 56, col. II, edición de Alcalá de Henares año de 1587.

77. Léase el cap. I de la parte II.

78. Véase el ejemplo puesto en el párr. VII.

79. ¿Qué palabras tienen alguna semejanza con la idea que expresan? "Solas las palabras que representan las ideas de otros sonidos como aullar, relinchar, silvar, pueden tener alguna semejanza con los objetos representados por dichas ideas", cap. II, lib. V, pág. 130, Tratado lógico-metafísico escrito por D. Mariano Pérez Hecho y Aguirre, manuscrito debido a la generosidad de Don Ventura Aribau.

80. ¿Tienen las palabras necesaria conexión con las ideas o sus signos? Si fuera cierto como sostiene Platón en su Crátilo y Juan Bautista Vico en Principi d’una scienza nuova in torno alla natura delle nazioni, que para que los nombres se hayan puesto a las cosas rectamente debe haber cierta correspondencia o semejanza entre las cosas y sus nombres nacida de la naturaleza de las mismas cosas, no debería haber variedad de lenguas porque objetos semejantes debieron causar en todos los hombres ideas semejantes, y por consiguiente, ser representadas por unas mismas palabras o signos. Pero es indubitable que exceptuando según queda dicho en la nota anterior las palabras destinadas a representar las ideas de otros sonidos, es imposible que haya semejanza alguna entre las ideas que son espirituales y los signos corpóreos de que nos servimos para representarlas, cuales son las palabras, supuesto que cada cosa es de diferente naturaleza.

81. ¿De dónde proviene que sean arbitrarias las definiciones de los nombres? De aquí proviene que sean arbitrarias las definiciones de los nombres primitivos, o considerados según su origen o primitiva significación; mas no de las ideas.

82. Se experimenta esto en los infantes, los cuales si oyen dar nombre a un objeto, por ejemplo, pan, en viendo otro semejante le dan inmediatamente el mismo nombre, porque no meditan ni se paran a reflexionar que el un objeto no es el otro por muy semejantes que sean.

83. ¿Hay en lengua alguna tantas palabras como hay de seres reales e intelectuales en la naturaleza? Por no haber en lengua tantos nombres como hay de seres reales e intelectuales en la naturaleza, y por ser frecuentísimo en todas aplicar un mismo nombre adjetivo a cuantas sustancias se asemejan en alguna cualidad o atributo. Siendo así que por mucha que sea la semejanza de ellas, el atributo de la una no puede ser el de la otra. Se han visto los lógicos precisados a establecer por regla general que en ninguna proposición universal afirmativa puede el atributo tener mayor extensión que el sujeto o convertirse en él, a no ser que dicho atributo sea tan propio del género o de la especie de que se habla, que no pueda aplicarse a otro género o a otra especie. Por ejemplo, "todo hombre es racional", "todo racional es hombre". O cuando haga veces de sujeto otro atributo dependiente o unido necesariamente con el primero, por ejemplo, "todo lo espiritual es inmortal". En los demás casos debe limitarse el sujeto de toda proposición universal afirmativa, o aplicar el atributo o predicado a menor número de sujetos o individuos para que la proposición no deje de ser verdadera; por ejemplo, "todo hombre es animal" debe convertirse así en "algún animal es hombre".

84. ¿Son necesarias las metáforas? Las metáforas según Cicerón en De oratore, 3, 38 "se introdujeron por necesidad" ("modum transferendi verba necesitas genuit inopia coacta et angustiis"). Y ciertamente careciendo de forma externa, según Baldinoti (Párr. LXVII cap. V, lib. I de su Lógica), y de sonidos los seres intelectuales y sus afecciones o propiedades, sólo por comparación y semejanzas, aunque remotas, podemos explicar lo que nosotros experimentamos a otros que no lo experimentan o no lo advierten. Así por la imperfección de las lenguas en las ciencias abstractas o metafísicas, hay que valerse de metáforas para expresar las ideas intelectuales, y explicar con imágenes sensibles las propiedades y acciones del espíritu o sus pasiones. Así decimos un corazón duro, abrasado de amor, hinchado de orgullo, anegado en dolor, y muchas veces usamos de las metáforas por mero adorno.

85. Léanse los párrafos VI y VIII del cap. VI.

86. ¿Qué es incomplejo? Incomplejo es término bárbaro, desconocido de los latinos e inventado sin razón por los escolásticos que dejándose llevar de su fantasía prefirieron usar de un término negativo para expresar un signo positivo o distinguir la palabra que es suficiente, o basta para expresar una idea o signo ideal, de cuando para expresar uno u otro, son necesarias dos o más palabras. En el primer caso el término se llama incomplejo en vez de suficiente porque para expresar dichas ideas basta una palabra; y en el segundo complejo, porque comprende dos o más palabras necesarias para expresar dicha idea o signo ideal. Se ha de advertir que la idea puede ser compleja y el signo incomplejo: así la palabra hombre expresa una idea compleja (léase el párr. XXII cap. I y la nota 36), y al contrario, la idea puede ser una sola y el término con que la expresamos complejo, por ejemplo, cuando en vez de decir cuerpo decimos sustancia extensa, divisible, sólida, etcétera.

87. ¿Cuántas son las partes de la oración? Las demás partes que los gramáticos las llaman partes de la oración, y deberían llamarse de la proposición, son también signos ya de unión o afirmativos, ya de desunión o negativos, según la palabra, el término o la proposición a que modifiquen o de la cual dependan.

88. ¿Por qué razón las llaman los gramáticos partes de la oración? La causa por la que los gramáticos las llaman partes de la oración es por haber creído ser imposible que en una sola proposición se encontrasen palabras de las ocho o nueve especies que formaron, como vemos en el siguiente ejemplo: "¡Oh infeliz de mí, porque no he conocido el verdadero bien!".

89. ¿De dónde se deriva las división que hacen los escolásticos del término en singular y común? De aquí se deriva la división que hacen los escolásticos de la suposición del término en singular o propio y en común. Pero pudiéndose usar en una proposición el nombre propio por el común o este por aquel, que es lo que los retóricos llaman antonomasia, cuando el común se usa como tal, y lo mismo el propio, se llama por los escolásticos suposición simple o inmediata, por ejemplo "El hombre es especie", "Cicerón fue orador": y cuando se usa el nombre propio por el común, o este por aquel como "Granada es nuestro Cicerón", "el hombre es médico", se llama suposición mediata o secundaria. Por eso no vale la consecuencia en este silogismo: "El hombre es especie = Pedro es hombre = luego Pedro es especie"; pero sí en este "Todo hombre es viviente = Pedro es hombre = Pedro es viviente"; y también si se toma el término en sentido metafórico, por ejemplo: "Todo hombre elocuentísimo es un Cicerón = Granada fue elocuentísimo = luego fue un Cicerón".

90. ¿Qué otro nombre tiene esta suposición? A esta suposición llama también copulativa Amat de Palou y Pont en el párr. 48, art. II, cuest. I, de su lógica (Logicae Rudimenta); y cuando el término comprende sólo a algunos individuos y excluye a los demás, como "algunos hombres descubrieron el nuevo mundo", la llama disyuntiva. Confusa si no se determina el sujeto como "uno de los dos ojos es necesario para ver"; y si se determina, como "algunos hombres entraron en el arca de Noe", determinada.

91. Goudin, art. II, cuest. II, parte I, de la Logica minor, Tomás Vicente Tosca, fol. 58, prop. XXV, cap.VII, lib. Icompendium philosophicum praecipuas philisophiae partes completus: nempe rationalem, naturalem et transnaturalem sive logicam, physicam et metaphisicam, y Amat de Palou y Pont, art. II, cuest. I, de Logicae Rudimenta.

92. Amat de Palou y Pont, pág. 47 d. 1.

93. Amat Palou y Pont, allí mismo.

94. ¿Qué entiende Vd. por idea primitiva? Por idea primitiva o propia se entiende aquélla que excita en nuestro entendimiento toda palabra usada en su sentido propio o primitivo, como rayo, báculo. Y por signo objetivo primitivo se entiende el primero, para cuya expresión se inventó cada adjetivo. Ideas secundarias o accesorias y signos secundarios o accesorios son todas las demás ideas o atributos que excita en nuestro espíritu además de la primaria o primitiva, todo vocablo o palabra usada en diverso sentido del propio a causa de cierta semejanza o relación que nos imaginamos hay entre dicha idea primitiva y la accesoria para cuya significación nos valemos del término de la primera; o entre el signo objetivo primitivo y el accesorio, para cuya indicación usamos del término del primero. Por ejemplo, cuando llamamos "báculo de sus padres" a un hijo que los alimenta y ampara en todo lo que han menester, la voz báculo significa una idea accesoria o se toma metafóricamente por la semejanza que se encuentra entre el apoyo de que nos sirve el báculo y el amparo que halla un padre menesteroso en un buen hijo. Del mismo modo el adjetivo o atributo agudo que conviene sólo a los cuerpos, si se aplica a ingenio, cuando decimos "tal hombre manifiesta un ingenio agudo", es por la semejanza que nos imaginamos hay entre penetrar un cuerpo agudo en otro y distinguir prontamente nuestro espíritu las relaciones más remotas entre las ideas y sus signos. No puede palabra alguna tener más que una significación propia o primitiva, todas las demás son accesorias o metafóricas así como las figuras cuadradas sólo de un modo pueden ser regulares, pero de infinitos irregulares o trapecios como las llaman los matemáticos.

95. ¿Qué entiende Vd. por suposición? Por suposición se entiende poner, usar, sustituir o tomar una cosa en lugar de otra que queremos expresar o dar a entender a los demás. Así, no pudiendo, cuando disputamos, hacer presentes a los demás nuestras ideas, ni muchas veces los objetos representados por ellas o sus atributos, nos vemos precisados a usar de ciertos signos convencionales, cuales son las palabras que representan las ideas o los signos ideales o atributos de dichos objetos. De aquí se infiere, como dice muy bien Amat de Palou y Pont, párr. 44, que lo que llaman los escolásticos suposición material, por ejemplo, si consideramos las palabras sólo como partes de la oración o como ciertas combinaciones de sonidos, no es suposición, porque no sirven para representar alguna idea o atributos antes al contrario, viene a ser entonces cada palabra o término objeto de otra idea o signo ideal, según se considere. En cuanto a las especies o división que hacen los escolásticos de la suposición, vuélvase a leer el párrafo CXXII.

96. ¿Qué entiende Vd. por ampliación? La ampliación de un término consiste en aplicarle a mayor número de sujetos o de sucesos que los que significa en la proposición, por ejemplo, "los mansos poseerán la tierra", pues esta proposición es verdadera ya se extienda o amplíe a los mansos que han existido o ya a los que existirán.

97. ¿En qué consiste la restricción de un término? Al contrario, la restricción limita la proposición a menor número de sujetos o de sucesos, añadiendo algún adjetivo o proposición como si a "todos los hombres" se añade "datos" o la proposición "que habitan en Barcelona", pues entonces comprende sólo a los habitantes de dicha ciudad.

98. ¿En qué consiste la apelación? La apelación consiste en modificar un término que regularmente es un adjetivo, la significación de otro; pero como la unión de un atributo con una sustancia es lo que se llama concreto (dativo derivado del participio latino concretum), el cual según Jambert, autor de las Institutiones philosophicae: ad usum seminariorum et collegiorum, nota al párr. 17 de su introducción pág 21, es participio derivado del verbo neutro latino concresco y significa 'conglutinado, compuesto, combinado' según debe estar todo atributo con su sustancia pues sin ella no puede existir. Por eso es un principio "que de las cosas se afirman los concretos mas no los abstractos", regla V párr. 223, pág. 160, "Tratado de la dialéctica" en dichas instituciones. Por término concreto dice Du Hamel en el cap. I, sec. I, de sus instituciones lógicas, Philosophia vetus et nova ad usum scholae accommodata, in regia Burgundia olim pertnatata, tomus primus qui logicam completitur, tom. I, pág. 3, se entiende lo mismo que por complejo, pues significa la cosa unida con la forma o modificada, puede ser ya material, que es cuando el atributo o predicado recae sobre lo material del sujeto, de suerte que no tenga necesaria conexión con lo demás que se atribuye en la proposición, como si dijéramos "el médico canta", pues no cantaría como médico, sino como músico; ya formal, que es cuando el atributo recae sobre lo formal del sujeto, por ejemplo, "el médico sana", pues quien sana materialmente, en realidad, no es el médico sino la medicina que él prescribe, de ahí depende que la apelación sea de dos especies, a saber, material y formal.

99. ¿Qué entiende Vd. por estado? Por estado según Tomás Vicente Tosca porp. XI cap.IV lib. I pág. 29 se entiende retener el término la misma diferencia de tiempo que expresa el verbo que le acompaña como en esta proposición "el hombre corre", pues habla de los que actualmente existen. Pero no debiéndose llamar propiamente verbo sino las terminaciones del verbo presente, según Amat de Palou y Pont, párr. 22, art. III cuest. I, de sus Logicae rudimenta, porque respecto del pasado es necesario que el sujeto haya existido, según se dice para que la proposición sea verdadera; y respecto del futuro es necesario que exista; y consistiendo la suposición en esta existencia o conexión con el término o sujeto con el verbo según el tiempo que exprese debió Tosca omitir esta división cuando falta dicha conexión como si dijese "Adán me habla" llaman a esta proposición los escolásticos "de sujeto que no supone" a causa de que no existiendo el sujeto la proposición no se puede verificar.

100. Decimos "se quería expresar" cuando se habla impropiamente por ignorancia o descuido irremediable; pero no cuando es por malicia porque entonces se expresa la idea o el signo ideal u objetivo que se quiere, mas no el que se debería expresar para no engañar a nuestro semejante.

101. ¿En qué consiste la ambigüedad? Así la ambigüedad como contraria que es a la propiedad, consiste en la elección de palabras que expresen no la idea o el signo objetivo que se quiere o debe dar a entender, sino otra diversa. O aunque sean propias, colocarlas tan mal que dejen dudoso al lector u oyente acerca del sentido en que se usó cada palabra, o aun cuando sean propias y estén bien colocadas, pronunciarlas tan mal que causen semejante duda, o finalmente en la incoherencia de un término con otro en cualquiera proposición.

102. Véanse la regla V y siguientes del cap. VI.

103. ¿Qué entiende Vd. por duda? Por duda según Louis-Alexandre Jambert, Institutiones philosophae: ad ususm seminariorum et collegiorum, pág. 35, se entiende "una prudente o premeditada suspensión de nuestro espíritu en juzgar" porque ignora si una idea tiene relación u oposición, semejanza o desemejanza con otra, o con un atributo o signo objetivo, o este con otro diverso.

104. Ya queda advertido en el párr. XXV, cap. I, parte I, que cuando una sustancia modifica a otra, como el vestido al hombre, la que modifica, que regularmente es al menos principal, se ha de tener por adjetivo o predicado respecto de la otra, y está por sujeto.

105. Decimos "suelen", porque no debieran, supuesto que la afirmación pertenece al juicio, no a término alguno, y que hablando con propiedad, como debe un lógico, no hay juicios negativos (Dumarsais en su Logique ou reflexions sur les operations de l’esprit, art. V: "Hay una afirmación en todo juicio negativo en lo que se afirma o se asegura que no se ha sentido", y Borrelly, Elementos del arte de pensar o la lógica reducida a lo que es meramente útil, en la sección I, parte II, pág. 108: "negar que hay conveniencia entre dos objetos, y afirmar que se diferencian, son dos juicios equivalentes". Finalmente el Dr. D. Josef Pablo Ballot y Torres en su Lógica y arte de bien hablar, pág. 70: "En todo juicio negativo hay una afirmación en cuando se afirma o asegura la negación"). Por eso es un axioma que de "premisas negativas no se deduce consecuencia". De haber considerado los atributos o signos objetivos en abstractos, o como si pudiesen existir sin la sustancia, se derivó la invención de los negativos y de los privativos, los cuales, aunque atendida la construcción gramatical, están siempre unidos con un sustantivo callado o expresado, sin embargo, nada significan si no se suple mentalmente el signo positivo que recuerda o al cual se refiere el negativo o el privativo de que usamos, ya esté el positivo unido con otros sujetos diversos de aquel de quien se habla, como en esta definición, "por bruto se entiende todo animal irracional", o ya haya estado el término positivo unido con el sujeto en cuestión, como "Pedro cegó", lo cual recuerda o supone que tuvo vista, o que disfrutó de un sentido común a los demás seres de su especie. Por consiguiente, tanto los términos negativos como los privativos, pudieran llamarse signos facticios porque son obra de nuestra mente o no existen fuera de ella, así como lo son las ideas facticias y las palabras con que se expresan dichas ideas y dichos signos, los cuales son también relativos o rememorativos, porque siempre se refieren o recuerdan otros signos objetivos o positivos.

106. ¿Es arbitraria la subdivisión de los términos en relativos contrarios? No ha sido menos arbitraria la subdivisión que han hecho los escolásticos (Goudin, artículo único, cuest. VII, disput.II, parte I, de la Logica Mayor, Tomás Vicente Tosca, propos XXXIV, cap. VII, tratado de Lógica, Amat de Palou y Pont, cuest. V, disput. II, lib I, de sus Institutiones philosophiae: ad usum Seminarii Episcopalis Barcinonensis) de los términos en relativos, contrarios, privativos y contradictorios, pues siendo uno de los seis postpredicamentos establecidos por Aristóteles la oposición por la cual se entiende la repugnancia de dos atributos o la imposibilidad de que estén juntos en un mismo sujeto o si es corpóreo, en una misma parte de él, los escolásticos han distinguido cuatro especies de términos opuestos, a saber: los relativos o que expresan atributos o ideas relativas como mayor respecto de menor, padre respecto de hijo; los contrarios, como frío, cálido; los privativos, como vivo, muerto; y los contradictorios, como ser y no ser, igual y desigual. Pero era bien fácil conocer, primero que los relativos si no tienen relación o conexión directa (Decimos "directa" porque indirecta la tienen las palabras o términos, especialmente si son unívocos con las ideas o con los atributos que expresan o indican, como que son sus signos; y de ahí proviene que pronunciada una palabra o término, se recuerde su idea o signo ideal, y viceversa, recordado este se recuerde también la palabra) entre sí, ni con las ideas o atributos que expresan por haber sido arbitraria la formación de las palabras y su significación primitiva, tampoco tienen entre sí, ni con dichas ideas o atributos, oposición alguna, como sienten los aristotélicos; segundo, que entre los atributos contrarios puede darse un medio, ya por participación de ambos extremos, como el color moreno entre el blanco y el negro, ya por negación de ambos, así la liberalidad es un medio entre la avaricia y la prodigalidad; tercera, que dicha clasificación de términos pertenece más bien al aspecto bajo del cual consideramos en nuestro juicio y raciocinios las ideas o atributos significados por dichos términos, o sea, al uso que hacemos de ellos en las proposiciones y en los silogismos, que no a las mismas ideas o atributos que significan. Léase la nota 33.

107. ¿Qué entiende Vd. por tolerar? Tolerar no es aprobar, sino reprobar lo mismo que se tolera; y así, si pudiera no se toleraría o sufriría, sino que se impediría o quitaría.

108. Ya directamente si es término de primera intención, ya indirectamente, si lo es de segunda.

109. Si se entiende según Borrelly, sec. II, pág. 63, parte I, por idea compleja la que representa un objeto compuesto o una sustancia modificada y se tiene todo atributo por idea, entonces todo término se debe tener por complejo, a lo menos respecto de su significación, aunque conste de una sola palabra, que es lo mismo que sentamos acerca de las ideas en el párrafo LXVI.

110. Teodoro de Almeida, pág. 374, párr. VIII, tomo VII de su Recreación filosófica o diálogo sobre filosofía moral.

111. ¿Qué entiende Vd. por axioma? Llámase "axioma" una proposición cuya verdad es tan evidente que no necesita de prueba, por ejemplo, el todo es mayor que cada una de sus partes.

112. "Nulla enim omnino res est, quae se ipsam gignat, ut sit", dice San Agustín en el cap. I, lib. I, De trinitate.

113. ¿Y por partición? Partición según el diccionario de Terreros col. II, pág. 48, tom. II, es la división de una cosa en muchas partes; y en la col.II, pág. 470: separación es lo mismo que división, partición. Esta según el diccionario de la Real Academia Española, col. II, pág. 602, es división o repartimiento que se hace entre algunas personas de herencia, hacienda, etcétera.


Fecha del documento: 3 de septiembre 2008
Última actualización: 3 de septiembre 2008


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