EL PRAGMATISMO


Julián Marías (1958)



El primer brote importante y original del pensamiento americano es el pragmatismo. Antes, los "trascendentalistas" —entre ellos Ralph Waldo Emerson (1803-82) y Henry David Thoreau (1817-62)— habían iniciado en Nueva Inglaterra, en torno a Boston y Cambridge, sede de la Universidad de Harvard y núcleo inicial de la vida intelectual americana, una reacción contra el materialismo y el predominio del pensamiento positivistas. Pero sólo con los pragmatistas se llega a una primera madurez filosófica. El nombre pragmatismo se une sobre todo al de William James; éste fue el primero en usar por escrito esta denominación, en 1898; pero la había recibido de Peirce, iniciador de la doctrina, que expuso ya veinte años antes. Sobre las relaciones entre Peirce y James se ha discutido mucho: oscurecido el primero durante muchos años, su figura ha suscitado recientemente vivo interés; ha sido valorado mucho más alto que James, que había gozado de enorme prestigio y ha sido sometido después a dura crítica; se ha discutido la conexión entre las dos intepretaciones del pragmatismo; incluso se ha dicho que "el movimiento filosófico conocido como pragmatismo es en gran parte el resultado de haber malentendido James a Peirce". Hay, sin duda, en esto una exageración, debida al "descubrimiento" tardío de Peirce y a la reacción contra el exclusivismo de vincular el pragmatismo a James y sus continuadores inmediatos. Aquí no se puede entrar en las numerosas implicaciones del problema; baste con señalar la forma originaria en que aparece la doctrina en una y otro y en la tradición posterior.

PEIRCE.— Charles Sanders Peirce (1839-1914), coetáneo de Dilthey, Brentano y Nietzsche, nació en Cambridge (Massachusetts); enseñó ocasionalmente algunos años en Harvard y en Johns Hopkins, y publicó muy poco, artículos y reseñas de libros filosóficos, que se han ido reuniendo en volúmenes después de su muerte: en 1923, el volumen Chance, Love and Logic, editado por M. R. Cohen; desde 1931, los seis primeros tomos de The Collected Papers of Charles Sanders Peirce, al cuidado de Ch. Hartshorne y P. Weiss; finalmente, otro volumen antológico, The Philosophy of Peirce, por J. Buchler. Entre los escritos de Peirce, uno de los más influyentes fue el artículo "How to Make Ours Ideas Clear", publicado en enero de 1878, texto inicial y básico del pragmatismo. Sólo llego a terminar un libro, The Grand Logic, publicado como obra póstuma entre sus papeles reunidos.

Las primeras lecturas filosóficas de Peirce fueron las Cartas sobre la educación estética del hombre, de Schiller: la Lógica, de Whately, y la Crítica de la razón pura, que llegó a saberse casi de memoria; también recibió la influencia de Escoto y de su propia formación matemática. Peirce toma una actitud primariamente teórica: para él la filosofía pertenece, como una "subclase", a la ciencia del descubrimiento, la cual, a la vez, es una rama de la ciencia teórica. La función de la filosofía es explicar y mostrar la unidad en la variedad del universo, y tiene un doble punto de partida: la lógica, es decir, las relaciones de los signos con sus objetos, y la fenomenología, esto es, la experiencia bruta del mundo real objetivo. Las dos disciplinas convergen en tres categorías metafísicas fundamentales, de muy compleja articulación, que pueden denominarse cualidad, relación y mediación. El pensamiento de Peirce, muy fragmentario y poco sistemático, tocó numerosos problemas de teoría del conocimiento, lógica y metafísica; pero, sobre todo, se propuso establecer un método y éste es justamente el pragmatismo.

Se trata de "un método de averiguar la significación de palabras difíciles y concepciones abstractas", o también "un método de determinación de las significaciones de conceptos intelectuales, esto es, de aquellos que pueden ser el gozne del raciocinio". Más concretamente, Peirce se proponía clarificar las cuestiones metafísicas tradicionales, y en ocasiones eliminarlas como sinsentidos. Esto muestra que el pragmatismo de Peirce es, sobre todo, lógico, a diferencia de la imagen habitual, derivada de una interpretación parcial e inexacta de la forma que adquirió en la obra de James. Pero hay que advertir que ni el aspecto "lógico" es ajeno a James, ni el "práctico" a Peirce. La función del pensamiento es para éste producir hábitos de acción; y por esta vía llega, trabajosamente y en formulaciones con frecuencia oscuras y poco afortunadas, a la idea del pragmatismo.

La primera expresión (en "How to Make Our Ideas Clear") es ésta: "Considérese qué efectos que pudieran tener concebiblemente alcance práctico concebimos que tenga el objeto de nuestra concepción. Pues bien, nuestra concepción de esos efectos es la totalidad de nuestra concepción del objeto". Una segunda fórmula, algo más ligera y clara, dice: "Para averiguar la significación de una concepción intelectual se debe considerar qué consecuencias prácticas podrían concebiblemente resultar por necesidad de la verdad de esa concepción; y la suma de esas consecuencias constituirá la significación íntegra de la concepción". Por último, una tercera tesis precisa más el sentido del pragmatismo en Peirce: "El pragmatismo es el principio de que todo juicio teórico expresable en una frase en modo indicativo es una forma confusa de pensamiento, cuya única significación, si la tiene, está en su tolerancia a reforzar una máxima práctica correspondiente, expresable como una frase condicional que tiene su apódosis en el modo imperativo".

Peirce, ante el creciente uso de la palabra pragmatismo en un sentido distinto del que él quiso dar al término, renunció a él y acuñó para su propio pensamiento el nombre "pragmaticismo", que juzgaba "lo bastante feo para estar seguro de raptores". La obra de Peirce, todavía no íntegramente publicada y sólo en parte estudiada y conocida, aparece hoy como muy fecunda y valiosa.

JAMES.— William James (1842-1910), de la misma generación de Peirce, nacido en Nueva York, profesor de Harvard desde 1872, médico, psicólogo y filósofo, es la figura de más relieve de la filosofía americana. James, escritor y conferenciantes vivísimo y sugestivo, lleno de ideas, contribuyó más que nadie a la aclimatación del pensamiento filosófico en los Estados Unidos. Se orientó primero hacia la psicología, disciplina de la que ha sido uno de los más fecundos clásicos; sus dos libros psicológicos son dos obras maestras, en ciertos aspectos insuperadas, todavía vivas y fértiles en muchas de sus partes; su atención se concentró después en temas morales y religiosos y, por último, en la metafísica. Sus principales obras son: The Principles of Psychology, en dos volúmenes, y un tratado más breve y denso, A Textbook of Psychology; The Will to Believe (La voluntad de creer), The Varieties of Religious Experience (Las variedades de la experiencia religiosa), Pragmatism: a New Name for Some Old Ways of Thinking (Pragmatismo: un nuevo nombre para algunos antiguos modos de pensar), A Pluralistic Universe (Un universo pluralista), The Meaning of Truth (El significado de la verdad), Some Problems of Philosophy (Algunos problemas de filosofía), Essays in Radical Empiricism (Ensayos de empirismo radical).

La filosofía de James es uno de los intentos que el final del siglo XIX realiza para pensar y entender la vida humana. Su psicología representa una penetrante comprensión de la efectividad de la vida psíquica en su dinamicidad: la imagen del stream of consciousness, la corriente o flujo de la conciencia, es reveladora. Pero este interés por la vida toma la forma, habitual en su tiempo, de antiintelectualismo, más aún, de irracionalismo; desde Kierkegaard hasta Spengler y Unamuno, pasando por Nietzsche y Bergson, éste fue el riesgo de todas las tendencias análogas. En esta actitud toma James el tema del pragmatismo. Entiende que no puede haber ninguna diferencia que no haga ninguna diferencia; podríamos decir que ninguna diferencia puede ser indiferente: "Toda la función de la filosofía — dice— debería ser averiguar qué diferencia definida hará para ti y para mí en instantes definidos de nuestra vida, que esta o aquella fórmula del mundo sea la verdadera". Este pragmatismo, en opinión de James, no es nuevo : sus antecedentes son Sócrates y Aristóteles, Locke, Berkeley; es la actitud empirista, pero en forma más radical y menos objetable; significa apartarse de la abstracción y la insuficiencia, de las soluciones verbales, las malas razones a priori, los principios fijos, los sistemas cerrados, los presuntos absolutos y orígenes, y volverse hacia la concreción y la adecuación, los hechos, la acción y el poder. Frente a la concepción de la metafísica como un enigma que se resuelve con una palabra o principio, James pide a cada palabra su valor efectivo (cash-value); es menos una solución que un programa más de trabajo y sobre todo una indicación de cómo pueden cambiarse las realidades existentes. "Las teorías resultan así instrumentos, no respuestas a enigmas, en las que podamos descansar". El pragmatismo así entendido no tiene dogmas ni doctrinas; es un método, compatible con doctrinas diversas; es "la actitud de apartarse de primeras cosas, principios, categorías, supuestas necesidades, y de mirar hacia las últimas cosas, frutos, consecuencias, hechos".

Esto conduce a una idea de la verdad. James renuncia a la idea de una concordancia entre el pensamiento y las cosas, pues sólo por el pensamiento podría juzgarse de ellas y sólo en él las cosas son accesibles. Las ideas, que son parte de nuestra experiencia, son verdaderas en la medida en que nos ayudan a entrar en relación satisfactoria con otras partes de nuestra experiencia. Verdad es lo que "resulta", la que "sale bien", lo que "sería mejor creer", en otros términos lo que "deberíamos creer". Las formulaciones de esta concepción de la verdad son relativamente vagas y oscilantes en James y en sus continuadores; el núcleo fecundo que esta idea encierra se encuentra oscurecido por el irracionalismo que la amenaza, por la propensión a una interpretación estrecha y utilitaria de ese "salir bien" o tener éxito, que amputa toda una serie decisiva de actos vitales, como son los de estricta intelección; y con ello significa el pragmatismo una degradación de la idea de la verdad, incluso desde su propio punto de vista, es decir, de lo que éste sería si se comprometiese a tomarlo rigurosamente en serio.

LOS CONTINUADORES DEL PRAGMATISMO.— Los más importantes son Dewey, Schiller y Ralph Barton Perry (1877-1957). John Dewey (1859-1952), nacido el mismo año que Husserl y Bergson, profesor en Columbia University durante muchos años, ha sido, en su larga vida, uno de los hombres que han influido más en la vida intelectual de los Estados Unidos, sobre todo en educación. Sus libros más importantes son: How We Think, Democracy and Education, Essays in Experimental Logic, Reconstruction in Philosophy, Experience and Nature, A Common Faith, Logic: the Theory of Inquiry, Problems of Men. Dewey usó el nombre de instrumentalismo para designar su versión personal del pragmatismo.

F. C. S. Schiller (1864-1937), nacido en Altona, cerca de Hamburgo, profesor en Cornell, Oxford, y después en California, cuyos libros principales son Humanism y Studies in Humanism, se enlaza también con la filosofía de James, y considera su propio pensamiento, el humanismo, como un pragmatismo más amplio, que se extiende a todas las disciplinas filosóficas y es favorable al ateísmo. Como el pragmatismo, Schiller sostiene que la verdad depende de las consecuencias prácticas; como toda la vida mental tiene finalidad y esos fines son los del ente que somos nosotros, todo conocimiento queda subordinado a la naturaleza humana y a sus necesidades fundamentales. "El humanismo —dice Schiller— es simplemente la comprensión de que el problema filosófico concierne a seres humanos que intentan comprender un mundo de experiencia humana con los recursos de la mente humana". Y entiende que transformamos realmente las realidades mediante nuestros esfuerzos cognitivos, y que, por tanto, nuestros deseos e ideas son fuerzas reales en la configuración del mundo.



Fin de "El pragmatismo" (1958). Fuente textual en J. Marías, Historia de la filosofía, Madrid, Manuales de la Revista de Occidente, 11ª edición, pp. 387-392.

Fecha del documento: 2 mayo 2006
Ultima actualización: 22 noviembre 2006

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