IV Jornadas "Peirce en Argentina"
26-27 de agosto del 2010

Asociación de ideas en Peirce:
de la psicología a la lógica


Sandra Visokolskis
Gonzalo Carrión


1. Introducción

Aún cuando ya en Platón1 podemos detectar planteos anticipatorios en torno al tema de la asociación, es Aristóteles donde se encuentra el punto de partida teórico de la noción de asociación mental. El estagirita ofrece una clasificación que, con ciertos matices y/o variantes, se conserva en la actualidad, consistente en tres tipos de asociaciones: semejanza, contigüidad y contraste2.

Pero es recién con la psicología británica que esta temática adquiere un auge considerable. Fue John Locke quien le asignara el nombre de "asociaciones" a este tipo de planteos, aunque fuera empleado por éste sólo para explicar rasgos de carácter.

En su largo peregrinaje histórico, este concepto toma una forma singular de la mano de David Hume, quien lo aplica a procesos cognitivos, dándole un marco teórico que vincula psicología con filosofía, aún cuando el énfasis psicológico en Hume es crucial. Cabe recalcar que los autores que trataremos —David Hume (1711-1776), Adam Smith (1723-1790) y  finalmente Charles Sanders Peirce (1839-1914)— exponen su noción de asociación vinculada con varios ámbitos del saber, entre los cuales se destaca la presencia filosófica. Este trabajo no intenta ingresar en las discusiones psicologistas del asociacionismo inglés, sino más bien, busca capturar el contexto filosófico que impera en los autores examinados.

2. La Asociación en Hume

El Tratado de la Naturaleza Humana de Hume divide las percepciones de la mente, por un lado, en impresiones e ideas, y por otro, en simples y complejas. Las ideas simples pueden ser separadas y reunidas por la imaginación según ciertos principios universales que aseguran la coherencia de la propia facultad, logrando su conexión en determinadas ideas complejas, de manera regular en coordenadas témporo-espaciales diversas, a través de una "cualidad asociativa", una "fuerza suave, que normalmente prevalece y es causa, entre otras cosas, de que convengan tanto los lenguajes entre sí"3 (Hume, 1984: 99).

Hume menciona tres cualidades que generan la asociación de ideas: la semejanza, la contigüidad y la causa y efecto4. Dichas cualidades permiten el paso fluido de la imaginación entre una y otra idea, cosa que el filósofo escocés toma prácticamente como un "factum".

Ahora bien, para dar cuenta del funcionamiento de la asociación, Hume retoma la noción de gravitación newtoniana. Dice:

Hay aquí [en los principios de unión que conectan las ideas simples] una especie de ATRACCIÓN, que se encontrará tiene en el mundo mental efectos tan extraordinarios como en el natural, y que se revela en formas tan múltiples como variadas. Sus efectos son visibles por todas partes, aunque sus causas sean en su mayor parte desconocidas y deban reducirse a las cualidades originarias de la naturaleza humana —cualidades que yo no pretendo explicar— (Hume, 1984, 101)

.

Al utilizar la noción de "atracción", Hume se opone a la concepción racionalista cartesiana sobre el conocimiento absoluto a través de la claridad y distinción de las ideas, puesto que el origen de dicha atracción permanece sin explicación. De allí que importe más estudiar los efectos de tal atracción que sus causas últimas5.

Ahora bien, importa señalar la fuerte connotación psicológica que enmarca la utilización de la asociación en los escritos humeanos. Costa, refiriéndose a la interpretación positivista del pensamiento del escocés dice: "En cuanto a la lógica, algunos críticos de Hume han sido severos en este aspecto. John Passmore, por ejemplo, asevera que 'toda constante lógica y la entera noción de forma es oficialmente expulsada de la lógica de Hume'. De ahí que, si bien es posible interpretar a Hume como un positivista, no se lo pueda incluir entre los ‘positivistas lógicos’ àvant la lettre" (Costa, 2003: 164).

Cabe también acotar que el énfasis psicologista en este autor, en desmedro de la lógica —en el contexto de las asociaciones—, lo aleja de una postura fuertemente racionalista, acercándolo al empirismo.

Por otra parte, teniendo en cuenta el objetivo primordial de Hume en el Tratado, i.e., sentar las bases de la ciencia de la naturaleza humana, afirma Deleuze:

Toda elección siempre se define en función de lo que excluye, y un proyecto histórico es una sustitución lógica. Para Hume se trata de sustituir una psicología del espíritu por una psicología de las afecciones del espíritu. La psicología del espíritu es imposible, inconstituible, no pudiendo encontrar en su objeto ni la constancia ni la universalidad necesarias. Únicamente una psicología de las afecciones puede constituir la verdadera ciencia del hombre (Deleuze, 1977: 13).

A lo cual podría agregarse una de las conclusiones a las que arriba el trabajo de Costa:

Hume hace depender todo conocimiento de la ciencia de la naturaleza humana, que podemos calificar como una antropología o, en terminología más actual, como psicología (Costa, 2003: 210)6.

3. Las Asociaciones en Adam Smith

Adam Smith7, aplica los principios de la ciencia de la naturaleza humana de Hume manifiestamente en sus Ensayos Filosóficos8. En “De los sentidos externos”, recurriendo a la  separación entre cualidades primarias y secundarias, Smith se pregunta acerca de las causas por las que los hombres realizan constantes e inmediatas asociaciones entre los objetos de la vista y el tacto, puesto que son realmente distintos. Niega explícitamente que esto pueda explicarse por el uso de la razón (Smith, 1998:160) y resuelve el inconveniente apelando a la acción de la imaginación mediante la aplicación del principio de asociación de ideas a partir de la observación, y a la frecuencia y uniformidad de la experiencia9.

En la serie de ensayos que habitualmente se reconocen por los nombres de "Historia de la astronomía", "Historia de la física" e "Historia de la lógica y la metafísica", la intención principal del autor queda expuesta en la parte de los títulos que los tres ensayos comparten y que generalmente se omite en las referencias: "Los principios que presiden y dirigen las investigaciones filosóficas, ilustrados por la historia (…)". Y haciéndose eco de la premisa humeana de buscar tales principios en la estructura pasional de la naturaleza humana, en el ensayo que toma como base la historia de la astronomía, comienza distinguiendo y describiendo tres sentimientos: la sorpresa (surprise) causada por lo inesperado, el asombro (wonder) ante lo nuevo y singular, y la admiración (admiration) producida por lo grandioso o bello (Smith, 1998: 43); y a continuación Smith manifiesta el objetivo del escrito: "considerar en profundidad la naturaleza y causas de cada uno de estos sentimientos, cuya influencia es mucho más amplia de lo que un análisis descuidado podría hacernos imaginar" (Smith, 1998: 45).

La sección III de este opúsculo se ocupa del origen de la filosofía. Se sostiene allí que, dadas las condiciones institucionales garantes de la seguridad y subsistencia, el hombre observa diversas irregularidades en los fenómenos de la naturaleza y tiende a hallar los vínculos ocultos que los conectan:

Su imaginación, que acompaña con sosiego y deleite el progreso regular de la naturaleza, es obstruida y turbada por esas aparentes incoherencias; ellas provocan el asombro y parecen exigir una cadena de hechos intermedios que, al conectarlas con algo que ha venido antes, pueden así lograr que el curso total del universo sea consistente y armado. El asombro, por ende, y no una expectativa de obtener una ventaja por sus descubrimientos, es el primer principio que empuja a las personas al estudio de la filosofía (…)" (Smith, 1998: 61)10.

El origen de la filosofía se explica entonces mediante un sentimiento, i.e.,  el asombro ante la novedad o singularidad, que saca a la imaginación de su natural estado de reposo y la incita a asociar fenómenos inconexos para retornar a su tranquilidad habitual. Para Smith la filosofía es, pues, la "ciencia de los principios conectivos de la naturaleza”, y tiene como objetivo primordial "apaciguar el tumulto de la imaginación y restaurar en ella el tono de tranquilidad y compostura que le es al tiempo más grato de por sí y más conforme a su naturaleza" (Smith, 1998: 57)11.

De acuerdo con Lázaro Cantero12, creemos que en Smith se produce una "serie psicológica para la investigación científica: Surprise, Wonder y Admiration. Pero, no es que de esta serie el Wonder sea lo propiamente científico, sino que se trata más bien de una búsqueda despertada en el primero, aquietada en el último y que tiene en el segundo el principio del interrogar científico. Los tres principios son inspirados por el mismo fenómeno y se apoyan mutuamente. Al inicio este fenómeno aparece como inesperado, luego como nuevo e interrogativo y, por último, como precioso" (Lázaro Cantero, 2002:121).

Ello nos mueve a caracterizar la sorpresa, el asombro y la admiración como estados afectivos denotando curiosidad indagatoria en diferentes modalidades reflejadas en el hecho que éstas acompañan típicamente a las respectivas áreas disciplinares siguientes: lógica, psicología y filosofía. En el inciso 2 quisimos enfatizar que en Hume se da una predominancia psicológica del tratamiento asociacionista, y creemos que en Smith domina la veta filosófica. En cambio, en el inciso siguiente veremos que en Peirce, si bien están presentes tanto la psicología como la filosofía, la tónica se halla en la lógica. De allí que observamos un deslizamiento histórico del tratamiento de las asociaciones desde la psicología hacia la lógica en Peirce, como un antecedente relevante para posteriores posturas anti-psicologistas en el ámbito del desarrollo científico.

Estos estados emocionales son tales que la dirección hacia la que se volverán los pensamientos en el curso de la investigación no se puede separar de estos sentimientos específicos. Más aún, este vínculo se mantiene en ambos sentidos, dado que la dirección a la que se vuelven los pensamientos no sólo incide sobre las emociones, sino que también las emociones refuerzan la orientación a la que se aferran los mismos.

Frente a la tarea rutinaria del investigador surge algo inesperado. En la medida que la sorpresa lo invade, comienza una carrera vertiginosa y activa de pensamientos en torno a la configuración del problema, originada por esta situación insospechada13. Una vez hallada la novedad, emerge la interrogación que busca justificación y ella se acompaña del sentimiento de asombro. En la medida que sus pensamientos se vuelven a dar respuesta a la cuestión planteada, cada vez toma más cuerpo el sentirse maravillado por la búsqueda interrogativa. Una vez alcanzada la respuesta hay un cese de la agitación antes experimentada en los procesos de búsqueda innovativa, y nace la admiración propia del descanso de la imaginación, en un sujeto que está ya en condiciones de dar un paso atrás para poder observar panorámicamente el problema como una totalidad, independiente del investigador14.

Este acompañamiento interactivo entre pensamientos y emociones muestra que existe una relación entre "el sentido" (lo racional en juego en la relación) y "lo sentido" (la cara emocional de la relación)15, de tal manera que hay momentos de la investigación donde predomina lo sentido sobre el sentido, y viceversa.

Cabe observar en Smith un curioso desarrollo plasmado a través de su concepción de la filosofía en torno a las asociaciones, y cómo ello conlleva el aspecto emocional. Podemos entonces afirmar que hay un supuesto subyacente a la aplicación smithiana de la teoría de las asociaciones, que consiste en sostener que el mejor estado posible en el ser humano es el de continuidad fenoménica absoluta, en donde la tarea humana por excelencia consiste en lograr que cada nodo asociativo esté conectado con otros, conformando una única realidad fenoménica, aquella en donde todo tiene relación con todo, y nada queda fuera. Y es la mente humana, mediante la facultad imaginativa la encargada de proceder asociativamente a fin de lograr eliminar toda brecha.

Este estado idealizado de permanente equilibrio no condice con el espíritu creativo, que busca constantemente un avance cognitivo. Por tanto, el estado natural humano es el de un juego recíproco entre balance y desbalance asociativo, entre pacigüidad y estados de alerta positivos y negativos, en busca de un crecimiento continuo, tendiente al hallazgo de principios unificantes de fenómenos, acompañados de una cierta emoción gratificadora.

4. Las Asociaciones en Peirce

Al comienzo de sus Collected Papers, Peirce se posiciona en relación con el tema de las asociaciones: "The doctrine of association of ideas is, to my thinking, the finest piece of philosophical work of the prescientific ages" (CP 1.5).

Asume, al igual que Hume, que existe una atracción entre las ideas, que constituye "the great law of association (including fusion), a principle strikingly analogous to gravitation" (CP 1.270).

Si bien Peirce menciona y aplica la asociación por contigüidad (CP 1.383), considera más importante la asociación por semejanza que, para él, incluye todas las asociaciones de ideas diferentes (CP 1.313).

Más aún, asume que la semejanza tiene un carácter más fundamental que la contigüidad. En esto Peirce se opone a una tendencia psicologista dominante en su época a resaltar la contigüidad en desmedro de otros tipos de asociación. A punto tal de, en algunos casos, negar la existencia de la asociación por semejanza o reducirla a un caso especial de la contigüidad (CP 7.498).

Para entender esta distinción y supremacía de la semejanza, conviene aclarar que para Peirce la contigüidad surge como consecuencia de un hábito experiencial, y por ello, de algo "adquirido". Supone que ideas similares han sido unidas en la experiencia lo suficiente como para llegar a asociarse entre sí (CP 7.499). Esto significa, entre otras cosas, que la contigüidad nunca está en condiciones de aportar novedad. En cambio, Peirce atribuye tal cualidad a la semejanza. En efecto, la asociación por semejanza constituye una disposición natural de la mente, que, de manera generalizada engloba la concepción acorde a la lógica peirceana de relativos, que incluye todos los grados de relaciones lógicas entre ideas (CP 7.499).

La novedad ligada a la semejanza se basa en el proceso mediante el cual dos ideas se conectan en una conjunción no existente anteriormente. Esta combinación novedosa es caracterizada por Peirce como la clase más elevada de síntesis que se da cuando:

la mente está compelida a hacer, ni por las atracciones internas de las sensaciones o representaciones en sí mismas, ni por la fuerza trascendental de la necesidad, sino por el interés de inteligibilidad, i.e. por el interés en sintetizar el "yo pienso" mismo; y esto se logra introduciendo una idea no contenida en los datos (CP 1.383).

También distingue entre asociaciones por semejanza y aquellas por contigüidad denominándolas "internas" y "externas" respectivamente, queriendo enfatizar con esto que la semejanza consiste en un "habito" del mundo interno, mientras que la contigüidad refleja nuestros pensamientos basados en los "hábitos" de reacción (externa), que significan proximidad espacial en un determinado tiempo (CP 4.157). Podemos así entender que Peirce tome como la "gran ley de la asociación de ideas" a la ley del hábito, lo que considera como la única ley de toda acción psíquica (CP 7.388).

Es interesante observar que, Peirce se nutre de las ideas de Hume, haciéndose deudor de su modo de llamar "sugestiones" a las asociaciones, a pesar que critica como falaces las descripciones que ofrece su antecesor (CP 7.391).

En (CP 7.389), Peirce rinde tributo a Hume "whose cogitations led up to the recognition of Association as the one law of mind", remarcando con las propias palabras de este último el papel que la mente cumple al unir dos ideas a partir de una fuerza gentil que comúnmente prevalece. Dice a continuación: "That phrase ‘a gentle force which commonly prevails’ describes the phenomenon to perfection".

Peirce caracteriza a la contigüidad como la sugestión de una idea sobre otra, la cual ha sido asociada con ella, no debido a la naturaleza del pensamiento sino por experiencia adquirida en el curso de la vida (CP 7.391).

Así como en el caso de la contigüidad, todavía en (CP 7.391), Peirce se aferra al término "sugestión" cuando habla de la semejanza de dos ideas como una unión mental natural16: dadas dos ideas A y B (por ejemplo una A obtenida ayer y otra B hoy, donde A representa mi visión del color azul y B me muestra que es el color azul), ellas en principio "no tienen nada en común, salvo que se da que la mente naturalmente las arroja juntas a ellas" (CP 7.391). De allí resulta una nueva idea a partir de la relación entre éstas, A y B, dado que ellas "tienen una y la misma relación hacia la idea conectora (C)".  Es allí, a posteriori, cuando emerge la semejanza. En efecto, para Peirce: "it is not the resemblance which causes the association, but the association which constitutes the resemblance" (CP 4.157). No es que ambas compartan la azulidad que hay en ellas, sino que la azulidad no es más que la idea de esas sensaciones y de otras que han sido arrojadas juntas y pensadas indistintamente de manera unísona. La azulidad, dice, es la idea de la clase: es absurdo decir que cosas diferentes que no se pueden comparar son similares, excepto en el sentido que ellas actúan similarmente. Ahora bien, las dos ideas A y B se acompañan sólo en la idea C de la clase a la cual pertenecen; y ellas actúan similarmente sólo en tanto que tienen una y la misma relación con esa idea conectora. Así, Peirce termina describiendo la semejanza como un modo de asociación producto de la naturaleza interior de las ideas y de la mente, de una fuerza o pulsión interna.

Peirce ofrece como ejemplo de asociaciones por semejanza "all the suggestions of pure Mathematics (...)" (CP 7.392). Más aún, como dijimos subsume los diversos tipos de asociación al caso de la semejanza. Uno de sus más fuertes argumentos para sostener esta tesis —contraria a la de la tendencia psicologista dominante en su época—, consiste en lo siguiente:

Dado un problema que ha concentrado mucha energía sobre él, sea por ejemplo el caso de construir una máquina de escribir realmente buena; varias ideas en mente han sido ofrecidas, ninguna de las cuales tomadas aisladamente posee una analogía concreta con el problema original a resolver. Pero algún día, todas esas ideas presentes en la conciencia pero a la vez nadando en las profundidades del pensamiento subconsciente logran combinarse de manera vívida; pero no lo hacen por contigüidad, dado que la combinación resulta una nueva idea  que antes nunca había sido ocurrida, y por ello no es producto de un hábito adquirido. Por tanto, su vivacidad será producto sólo de una semejanza. Recordemos que toda asociación por semejanza se caracteriza por vincular elementos de un modo novedoso y hace emerger algo que antes nunca había ocurrido así en ese contexto17.

Ahora bien, ya Peirce en (CP 5.189) se encarga de aclarar que en todo proceso de búsqueda cognitiva donde emerge una innovación, coexiste un factor sorpresa que se plasma a través de la detección de una anomalía en el curso regular de un razonamiento. Tal anomalía a su vez tiene un fuerte matiz lógico más que psicológico en tanto que enciende el motor de la abducción, que auxilia en el restablecimiento del orden perdido, guiando hacia la generación de nuevas ideas18. De este modo, también en Peirce, así como ocurrió en Smith, se da la conjunción de pensamiento y estados afectivos. Sólo que aquí ya no es el asombro (wonder) lo que se liga a las asociaciones sino la sorpresa (surprise), y, como veremos ahora, la dominancia disciplinaria ya no se da en la Filosofía en forma general sino más bien en los aspectos lógicos que emergen en el proceso cognitivo.

En efecto, aunque el ámbito primario de la temática de la asociación sea la psicología, en (CP 7.4) Peirce aclara que, como el razonamiento es realizado por la mente, los lógicos "must not be entirely neglected of the science of mind" (CP 7.418). Esta recomendación permite mostrar este deslizamiento hacia la lógica llevado a cabo de la siguiente manera: todas las inferencias caen bajo el influjo de las asociaciones (cfr. CP 7.444), aunque las asociaciones son el tipo de razonamiento más primitivo, pero razonamiento al fin. Ahora bien, las acciones psíquicas pueden dividirse en dos grandes grupos; por un lado están aquellas acciones conscientes, dominadas por la autocrítica y el autocontrol, las cuales no operan principalmente bajo la tutela de las asociaciones primitivas sino por los razonamientos más sofisticados y pueden ser clasificadas como acciones buenas o malas, según corresponda. Pero por otro lado existen acciones psíquicas que son ejecutadas bajo el gobierno incontrolado de la asociación. El segundo caso, objeto de nuestro interés, describe las llamadas "inferencias asociativas no controladas".

Aún siendo inferencias, de estas últimas debe ocuparse la psicología en la medida que escapan al dominio de la conciencia operando a otro nivel (CP 7.444).

Estas inferencias incontroladas pueden clasificarse entonces como asociaciones por contigüidad y asociaciones por semejanza, habiendo una diferencia de grado entre estos dos tipos, marcada por el hecho que las primeras se producen a nivel  experiencial mientras que las segundas son de tipo más mental (CP 7.463).

De esta manera, las asociaciones por contigüidad resultan ser las inferencias más rudimentarias que existen, ya que dependen de hábitos adquiridos por contactos externos (CP 7.454). En cambio, las asociaciones por semejanza son un poco más elaboradas en tanto que allí operan elementos más internos, conectados con los sentimientos y sobre todo con el lenguaje: "Inference from resemblance perhaps implies a higher degree of self-consciousness than any of the brutes possess. It involves somewhat steady attention to qualities, as such; and this must rest on a capacity, al least, for language, if not on language, itself"19 (CP 7.446).

Por último, conviene completar la imagen peirceana del papel inferencial de las asociaciones, que, aunque menor, cae en algún rincón del dominio de la lógica:

Association is the only force which exists within the intellect, and whatever power of controlling the thoughts there may be can be exercised only by utilizing these forces; indeed, the power, and even the wish, to control ourselves can come about only by the action of the same principles. Still, the force of association in its native strength and wildness is seen best in persons whose understandings are so little developed that they can hardly be said to reason at all (CP 7.453)

5. Conclusión

Si bien la temática asociacionista se desarrolla originariamente en el contexto psicológico, lo trasciende de múltiples maneras, llegando incluso a incidir en el ámbito de la lógica.

En torno a los tres autores aquí tratados, observamos que Hume sienta las bases psicológicas del asociacionismo; Smith utiliza esto para explicar el nacimiento y desarrollo del pensamiento filosófico, y Peirce hace su contribución incorporando estas ideas en el contexto de la lógica.

Podemos resumir entonces los tres tipos de planteos aquí caracterizados, teniendo en cuenta especialmente los estados afectivos diferenciados involucrados en los procesos indagatorios, y así aislando "idealmente" la tendencia dominante disciplinaria que está en juego, aclarando que no creemos enteramente correcto adjudicar estos tipos "puros" a ninguno de los autores presentados.

5.1.  Planteo psicológico (predominante en Hume): del asombro a la curiosidad imaginativa.
5.1.1. Los objetos sensibles nos afectan.
5.1.2. La imaginación opera excitando la curiosidad del hombre.
5.1.3. Se despierta el asombro, ante la novedad.
5.1.4. Se busca calmar esta curiosidad de la imaginación.

5.2. Planteo filosófico (predominante en Smith): de la admiración al conocimiento.
5.2.1.  Los objetos sensibles nos afectan.
5.2.2.  El ser humano contempla/observa la naturaleza.     
5.2.3. Siente admiración ante la naturaleza y ante lo alcanzado por él mismo.
5.2.4. Se despierta el deseo de conocer.
5.2.5. Se buscan los principios que explican la realidad.


5.3. Planteo lógico (predominante en Peirce): de la sorpresa a las razones.
5.3.1.   Los objetos sensibles nos afectan.
5.3.2.   La realidad causa sorpresa.
5.3.3. Las sorpresas esconden contradicciones, paradojas, anomalías, incoherencias, inconsistencias.
5.3.4. Se busca resolver tales inconsistencias, proveyendo de razones que garanticen las conexiones.

Sorpresa, asombro y admiración constituyen así tres elementos emotivos que se filtran en el avance cognoscitivo, y por ello son interpretados aquí como movimientos de la búsqueda gnoseológica. Quizás una metáfora que se adecua más a nuestra contribución consiste en la imagen de una columna vertical, con base en la psicología humeana, techo en la filosofía smithiana y cuerpo en la lógica peirceana, representando el pilar de todo saber posible.


Bibliografía



Notas

1. Véase el diálogo Fedón, donde la asociación se puede vincular con la teoría platónica de la anamnesis.

2. Para más detalles, confrontar (Aristóteles, 1993: 74, 451b).

3. Sobre las consideraciones de Hume acerca de su utilización del principio de asociación, véase (Owen, 2009: 84). Cfr. (Hume, 2007: 23).

4. Cfr. (Hume, 2007: 23). No obstante esta enumeración, Hume destaca especialmente a la relación causal como la más extensa de las tres y la que genera conexiones más intensas. (Hume, 1984: 99-100)

5. Cfr. (Barco, 1981: 65).

6. Lo destacado es nuestro. Con relación al psicologismo unido a las nociones de creencia y costumbre, véase (Mercado, 2002: 193-198, 218-231).

7. Sobre la influencia de Hume sobre Smith véase (Griswold, 1999: 155-178) y (Carrión, 2008: 17-68).

8. Sobre la legitimidad de apoyarse en estos escritos de juventud para la interpretación de pensamiento smithiano, véase (Carrión 2008, 44 nota 100).

9. Refiriéndose a la percepción de los niños dice Smith "(…) la observación y la experiencia, por el conocido principio de la asociación de las ideas, han conectado suficientemente en sus jóvenes intelectos cada objeto visible con el objeto tangible correspondiente que representa" (Smith,1998: 166) Cfr. Ibid., pp. 143, 160, 163.

10. Lo destacado nos corresponde.

11. Acerca de la influencia de la asociación en la relación entre la ciencia y el arte en el pensamiento de Adam Smith puede consultarse (Carrión, 2010: 194-202).

12. Para más detalles, cfr. (Lázaro Cantero, 2002).    

13. Cfr. Visokolskis (2009:39-42) para un desarrollo de esta etapa inicial en la investigación.

14. Acerca del proceso de descubrimiento implícito en el ciclo indagatorio, véase (Visokolskis, 2010).

15. Cfr. Marina & López Menas (1999: 134-135).

16. Luego se va a desembarazar del mismo, creemos a favor de una versión menos psicologista y más lógica.

17. Cfr. (CP 7.498) para más detalles.

18. En relación con esto, véase (Visokolskis, 2006).

19. En (CP 7.451) podemos hallar interesantes ejemplos de lo expuesto.



Fecha del documento: 21 de noviembre 2010
Ultima actualización: 26 de noviembre 2010

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