IV Jornadas "Peirce en Argentina"
26-27 de agosto del 2010

Las críticas peirceanas al modelo perceptual de William James


Evelyn Vargas


Introducción

  En un importante artículo de 1907 concebido originalmente como una "carta al editor", Peirce observa que aquello que distingue su pragmatismo del postulado por William James reside en que este último hace de los perceptos, signos. La afirmación peirceana reúne tanto los últimos logros de su semiótica como una duradera reflexión sobre la psicología de James. En dicha reflexión el problema de la percepción ocupa un lugar destacado. Como espero mostrar esta diferencia aparentemente colateral encierra divergencias más profundas respecto de la percepción y su rol cognitivo.

I. Signo y percepto

El texto editado en EP2 que mencionamos al comienzo se propone articular pragmatismo y semiótica mediante la elaboración de una nueva doctrina del interpretante. Es con relación a ésta que Peirce busca distinguir su posición filosófica de otras también reconocidas como pragmatistas. Así se refiere a James:

In the first place there is the pragmatism of James, whose definition differs from mine only in that he does not restrict the “meaning”, that is, the ultimate logical interpretant, as I do, to the habit, but allows percepts, that is, complex feelings endowed with compulsiveness, to be such. If he is willing to do this, I do not quite see how he need give any room at all to habit. But practically, his view and mine must, I think, coincide, except where he allows considerations not at all pragmatic to have weight. (EP2, 419)

Además de atribuirle el dar peso a consideraciones no-pragmáticas, Peirce considera que la diferencia con el pragmatismo de James reside sólo en el modo de entender el término "percepto". En tanto el significado incluye al percepto para James, Peirce entiende que el significado se limita al interpretante lógico último. Pero el interpretante lógico último es el hábito, en tanto que los perceptos son sentimientos complejos dotados de compulsividad.

Las afirmaciones peirceanas se inscriben en el marco de la integración del pragmatismo entendido como un método para esclarecer nuestras concepciones intelectuales con la doctrina del hábito como interpretante lógico último. Si la comprensión última de un concepto consiste en la descripción del hábito que ha de producir en el poseedor del concepto, y un hábito se describe por medio de las acciones que se espera que produzca, teoría de los signos y pragmatismo pueden finalmente converger.1 En la base de esta estrategia está la afirmación peirceana según la cual todo concepto y pensamiento más allá de la percepción inmediata es un signo. Consecuentemente, un percepto no es un signo.

Sorprendentemente, al menos para quienes tienen alguna familiaridad con las tesis de James sobre la conciencia empírica, Peirce le atribuye la idea según la cual los perceptos son signos. En SPP escribirá James:

"Things" are known to us by our senses, and are called "presentations" by some authors, to distinguish them from the ideas or "representations" which we may have when our senses are closed. I myself have grown accustomed to the words "percept" and "concept" in treating of the contrast, but concepts flow out of percepts and into them again, they are so interlaced, and our life rests on them so interchangeably and indiscriminatingly, that is often difficult to impart quickly to beginners a clear notion of the difference meant (WWJ2, 1007).

En primer lugar el percepto se distingue del concepto. Esta oposición puede aparecer bajo otras denominaciones; los perceptos también se denominan presentaciones, sensaciones, sentimientos, intuiciones, lo inmediato o simplemente experiencia sensible; se equiparan a "concepto" los términos como idea, pensamiento, intelección, e incluso representación. Más adelante James enfatiza la oposición entre percepto y representación:

The great difference between percepts and concepts is that percepts are continuous and concepts are discrete. Not discrete in their being, for conception as an act is part of the flux of feeling, but discrete from each other in their several meanings. (…) the perceptual flux as such, on the contrary, means nothing, and is but what immediately is (Ibid.).

Si bien perceptos y conceptos se entrelazan en nuestra vida mental, los perceptos son continuos, los conceptos son discretos. Esto último debe entenderse en el sentido que los conceptos son discretos en cuanto a su significado. Pero el flujo perceptual no significa y es lo que es inmediatamente. Cualquiera sea la concepción de signo que se presuma aquí, es claro que para James una sensación no es una representación.

Pero entonces cabe preguntarse por qué razón le adjudica Peirce la tesis contraria. La respuesta, creo, debe buscarse en una oposición más fundamental a nivel de sus concepciones de la percepción.

II. La crítica de la concepción de James

La reflexión peirceana acerca de la filosofía de la psicología de James recorre su obra pero la reseña de los Principios de Psicología ocupa una posición central (W8: 231-39). Publicada anónimamente2 en julio de 1891 en The Nation, contiene dos partes; la primera de ellas está dedicada a aspectos metodológicos, en particular se objeta lo que ha de considerarse los datos y su relación con las hipótesis, pues la discusión de estas últimas es relegada por James a la metafísica. La segunda parte, en cambio, tiene por objeto el análisis de los contenidos de la obra. De entre ellos Peirce selecciona la que seguramente consideró una cuestión central: la breve sección del capítulo 19 donde James discute la concepción de la percepción como inferencia inconciente. La asimilación del proceso perceptual a una forma de inferencia había sido una tesis fundamental de la psico –fisiología de Helmholtz y sus seguidores, cuya obra era bien conocida tanto por James como por Peirce.

El propósito de James era probar que la percepción al igual que la inferencia son formas de la asociación de ideas. Peirce por su parte sostiene que su argumentación es o bien circular o bien se autorrefuta. En primer lugar se debe dar una formulación correcta de lo que se entiende por inferencia inconciente; para ello es necesario explicitar las características de la inferencia en sentido estricto. Lo que distingue a ésta es, precisamente, la referencia a un género de argumento. De hecho, la asociación de ideas y toda otra forma de producción de creencia cognitiva son formas de la inferencia hipotética, cuya primera premisa está en la mente como un hábito y la conclusión aunque no es estrictamente un juicio es equivalente a él (S es de la clase M). La ventaja de asimilar el proceso asociativo a una inferencia reside en su inteligibilidad, pero James es naturalmente opuesto al enfoque lógico, lo que Peirce ilustra mediante la siguiente cita:

If every time a present sign suggests an absent reality to our mind, we make an inference; and every time we make an inference, we reason, then perception is indubitably reasoning (W8: 236).3

Peirce insiste en que la percepción es más afín a la inferencia que la mera asociación debido a que presenta dos características que la asemejan a aquella y están ausentes en la asociación, a saber: (i) la percepción subsume algo bajo una clase general, es un juicio virtual, (ii) une virtualmente a la proposición el asentimiento.

Estos aspectos fundamentales no deben hacernos perder de vista que para James, en cambio, en la percepción un signo presente sugiere una realidad ausente, y en ese sentido podría calificarse como inferencia en sentido amplio. Pero, agrega James, no se ve por qué esta "inferencia" sólo puede ser inconciente:

Only one sees no room in it for any unconscious part. Both associates, the present sign and the contiguous things which it suggests, are above board, and no intermediary ideas are required (Ibid.).

En la asociación, y,  por tanto, en la percepción, según James, tanto el signo como lo sugerido por el signo están presentes a la conciencia; simplemente no se requieren ideas intermediarias. Para Peirce la explicación de James contiene dos errores; lo que es inconciente es el reconocimiento de que se está haciendo una inferencia (es decir, el pensamiento de que se cumpliría del mismo modo en casos similares) y no algún término medio; la asociación podría equipararse a un modus ponens cuya primera premisa (es decir, el condicional que enuncia la asociación) está en la mente como un hábito. Consecuentemente, tampoco quienes sostienen que la percepción debe considerarse una inferencia inconciente suponen que se trata de una inferencia mediata cuyo término medio es inconciente. Sería cometer un grave error lógico.

Pero James, al atribuirles tal doctrina a los autores alemanes les objeta además que dicha concepción involucra una regresión al infinito puesto que la primer premisa es a su vez una percepción, y por tanto una inferencia cuya primer premisa es también una percepción, y así sucesivamente:ç

When the sensation which I have called ‘this’ is felt, they think that some process like the following runs through the mind:

‘This is M;

but M is A;

therefore ‘this’ is A.

(…) The classification of ‘this’ as M is itself an act of perception, and should, if all perception were inference, require a still earlier syllogism for its performance, and so backwards ad infinitum (W8: 237; 238).

Peirce responde que dicha supuesta desventaja, en realidad, no sería tal; aún cuando nadie ha sostenido semejante posición, pues nadie considera que la sensación es una inferencia, suposición requerida para que se produzca la regresión, puede haber un número infinito de procesos intelectuales teniendo lugar en un intervalo finito. Más aun, de haber probado que efectivamente la percepción implica un regressus, James se habría autorrefutado, al haber extraído de la teoría una consecuencia desconocida hasta entonces.

En suma, Peirce objeta que pueda rechazarse la idea de que la percepción es una forma de inferencia asumiendo en cambio que se trata de una variedad de la asociación de ideas. Pero podemos responder ahora por qué atribuye a James la idea de que los perceptos son signos; si la percepción es una forma de asociación, el percepto o sensación es un signo de la cosa que se asocia a él.

III. La percepción como inferencia

Peirce admite que sólo en un sentido amplio puede considerarse la percepción como una forma de inferencia. En la inferencia en sentido estricto una creencia es adoptada de manera conciente y controlada; extraer una conclusión implica pensar que todo razonamiento similar sería igualmente análogo, de lo contrario sería una mera sugerencia4:

(...) a person who draws a conclusion not only thinks it to be true, but thinks that similar reasoning would be just in every in every analogous case. If he fails to think this, the inference is not to be called reasoning. It is merely an idea suggested to his mind and which cannot resist thinking is true (EP2: 249)

La percepción carece de este pensamiento que acompaña a la inferencia en sentido estricto. Pero más importantes son las semejanzas entre ambos procesos. Entre las características que Peirce señala como aquellas que hacen de la percepción una forma de inferencia en sentido amplio se destacaban dos; (i) el proceso perceptual involucra un aspecto judicativo pues "algo" se subsume bajo una clase y (ii) el sujeto presta su asentimiento a ese contenido proposicional.

En principio es necesario distinguir entre la mera imagen sensorial, que Peirce prefiere denominar percepto para evitar que se le atribuya un rol representativo, y el juicio perceptual. El percepto escapa al control racional, se impone al sujeto percipiente y no pretende representar nada (CP 7.619). En el uso ordinario también llamamos percepción al juicio que representa al percepto. Sin embargo, el juicio no representa al percepto en un sentido lógico, sino como un índice (CP 7.628); dice, por ejemplo "esto es azul", siendo el predicado un término general. Y en tanto pretende representar algo involucra un elemento de terceridad o mediación. Ahora bien, lo que distingue una percepción de una mera alucinación es su relación con otras percepciones, pues se supone que las predicciones basadas en aquella no serán refutadas (por ejemplo, que otro sujeto también verá que esto es azul). En la medida en que el juicio perceptual es interpretativo puede considerarse una forma de juicio abductivo o la adopción de una hipótesis predictiva (EP 2, 229).

La naturaleza del juicio perceptual también nos permite entender de qué modo lo general está ya presente en la experiencia. El percepto interpretado en el juicio (el percipuum) no debe concebirse como un evento absoluto sino que incluye tanto memoria como expectativa acerca del futuro (CP 7.675). Podemos decir que el futuro se conoce sólo por generalización (CP 7.649) o también que la temporalidad es de naturaleza general (CP 7.673).  En cualquier caso el carácter continuo del flujo perceptual permite rechazar la concepción atomista de la conciencia empírica, tal como había sido concebida por el empirismo y también por Kant.5 Este es en realidad un punto de convergencia con James, pero son las falencias desde el punto de vista de su lógica las que deben ser enmendadas.

IV. Conclusión

El asociacionismo de James no puede dar cuenta de aquellos aspectos que Peirce considera fundamentales desde el punto de vista del valor cognitivo propio de la percepción. Aun cuando ambos autores buscan superar las dificultades inherentes al empirismo moderno, sólo el análisis del juicio perceptual como caso límite de la abducción, piensa Peirce, puede asegurarnos que conocemos los objetos reales directamente, esto es, sólo si lo general, en el sentido peirceano, es ya un elemento de lo real. 


Notas

1. V. Houser 1998: xxxvvi; Short 2007: 56-59; 168-74.

2. Para una discusión acerca de la posibilidad de que James conociera la autoría de Peirce véase la introducción de Houser a W8, que considera improbable  que no lo reconociera (li), en tanto Girel (2003) sostiene lo contrario. (174; 195n58).

3. Las diferencias con el texto original de james se consignan en W8: 624-26.

4. Recuérdese que en la asociación de James un signo sugiere otra cosa.

5. En una redacción alternativa del comienzo del capítulo V de A Guess at the Riddle  escribe  Peirce: "Ideas are thought as directly connected, when one is discharged into the other, that is to say, when one is present just before a movement of nervous energy and the other just after it. But Kant gives the erroneous view that ideas are presented separated and then thought together by the mind. This is his doctrine that a mental synthesis precedes every analysis. What really happens is that something is presented which in itself has no parts, but which nevertheless is analyzed by the mind, that is to say, its having parts consists in this that the afterward recognizes those parts in it. Those partial ideas are really not in the first idea, in itself, though they are separated out from it" (W6; 449).



Fecha del documento: 21 de noviembre 2010
Ultima actualización: 26 de noviembre 2010

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