III Jornadas "Peirce en Argentina"
11-12 de septiembre del 2008

Percepto y falibilismo en C. S. Peirce


Evelyn Vargas
vargaset@yahoo.com.ar


Introducción

En sus estudios lógicos de mediados de los ochenta Peirce introduce los índices en el análisis de la proposición1; éstos son signos que representan su objeto mediante una conexión real pero no aseveran nada con respecto a él, tal como los pronombres demostrativos en una proposición. Para algunos especialistas esta innovación implicó reevaluar la importancia de lo individual y con ello, el reconocimiento de que lo individual provee un enlace directo e inmediato con la realidad. Consecuentemente, se haría necesario revisar la teoría de la realidad y la explicación de la percepción que de cuenta de ella.

Esta nueva teoría de la percepción se basa en las nociones de juicio perceptual y percepto. En las Harvard Lectures de 1903 Peirce sostendrá que todo nuestro conocimiento descansa en juicios perceptuales, los cuales son veraces e indisputables. Todas las demás proposiciones, si son verdaderas, se siguen lógicamente de juicios perceptuales (EP 2.204). Tales afirmaciones por parte de Peirce parecen implicar el abandono del falibilismo. Y dada la relevancia de esta doctrina en el pensamiento peirceano no se trata simplemente de constatar un cambio de opinión. Debemos examinar entonces de qué modo la doctrina del percepto se integra a su pragmatismo maduro.

I. La noción de falibilismo

En un conocido artículo de 1988 Stewart Cohen ofrece una caracterización de la tesis falibilista en los siguientes términos:

Any theory that endorses the principle that S knows q on the basis of reason r only if r entails q, is doomed to a skeptical conclusion. Fallibilist theories reject this entailment principle thereby avoiding this inmediate skeptical result (Cohen 1988: 91)

Explicar la justificación en términos de una implicación entre las razones y las creencias hace prácticamente imposible tener conocimiento. Para el falibilista, en cambio, la razón r hace de la proposición q sólo suficientemente probable (Ibid.). Ahora bien, es posible sostener que de ese modo no se eluden las consecuencias escépticas pues el falibilista no está exento de su propia paradoja en la medida que debe aceptar que S puede saber que q en base a r, aun cuando hay una proposición h, por ejemplo, una hipótesis escéptica, que es compatible con r pero que es incompatible con q.

Por una parte, podemos afirmar que, en principio, Peirce habría adherido a la tesis falibilista en los términos en que la hemos caracterizado:

On the whole, then, we cannot in any way reach perfect certitude nor exactitude. We never can be absolutely sure of anything, nor can we with any probability ascertain the exact value of any measure or general ratio. (CP 1. 147)

Sin embargo, es necesario profundizar en el pensamiento peirceano con el objeto de examinar si ofrece una respuesta a la paradoja del falibilismo. Un problema adicional relativo a la exégesis peirceana lo constituye la teoría de la percepción que elaborara en los primeros años de 1900, pues algunos textos parecen admitir el falibilismo respecto del conocimiento perceptual. Dice Peirce:

The data from which inference sets out and upon which all reasoning depends are the perceptual facts, which are the intellect's fallible record of the percepts, or "evidence of the senses." It is these percepts alone upon which we can absolutely rely, and that not as representative of any underlying reality other than themselves (CP 2.143).

Al mismo tiempo, la nueva teoría de la percepción parece entrar en conflicto con su adhesión al falibilismo. Como expresa en las Harvard Lectures2 de 1903 todo nuestro conocimiento descansa en juicios perceptuales, a los que califica como veraces e indisputables. Todas las demás proposiciones, si son verdaderas, se siguen lógicamente de juicios perceptuales:

In the first place, all our knowledge rests upon perceptual judgments. (…) Now consider any other judgment I may make. That is a conclusion of inferences ultimately based on perceptual judgments, and since these are indisputable, all the truth which my judgment can have must consist in the logical correctness of those inferences (EP 2.204).

Esta caracterización de los juicios perceptuales como indisputables y la relación así establecida entre los juicios perceptuales y las proposiciones derivadas lógicamente de ellos parecen favorecer el principio de implicación infalibilista en tanto que en 1902 afirmaba que los hechos perceptuales, en tanto descripción o registro intelectual de perceptos (CP 2.142), son falibles. Si un juicio perceptual consiste en tal registro de perceptos, la nueva doctrina de la percepción parece simplemente inconsistente. En lo que sigue examinaré los problemas interpretativos en relación con aquellas doctrinas peirceanas, propondré una solución y en base a ella esbozaré brevemente una respuesta posible a la paradoja falibilista.

II. Percepto y juicio perceptual

He señalado al comienzo que Peirce somete a revisión su teoría lógica mediante la introducción de un tipo de signo que se refiera a individuos directamente. Así describe Peirce la importancia de los índices en 1885:

The index asserts nothing; it only says "There!" It takes hold of our eyes, as it were, and forcibly directs them to a particular object, and there it stops (...) The actual world cannot be distinguished from a world of imagination by any description. Hence the need of pronouns and indices, and the more complicated the subject the greater the need of them. (W5: 163-4)

Al igual que Kant, Peirce sostiene que la existencia sólo puede mostrarse, de allí la necesidad de incorporar signos específicos que cumplan esta función. Para los especialistas esta innovación implicó no sólo reconocer la importancia de lo individual sino también el reconocimiento de que lo individual provee un enlace directo e inmediato con la realidad3. Consecuentemente, Peirce debió revisar su teoría de la realidad y examinar el rol de la percepción como modo de cognición inmediata de lo existente individual4.

En primer término, debemos precisar si la percepción constituye una forma de cognición por derecho propio. De manera interesante dice en 1885 respecto de Kant que su mayor mérito:

It lays in his sharp discrimination of the intuitive and the discursive processes of the mind (...) But he drew too hard a line between the operations of observation and of ratiocination. He allows himself to fall into the habit of thinking that the latter only begins after the former is complete; and wholly fails to see that even the simplest syllogistic conclusion can only be drawn by observing the relations of the terms in the premises and conclusion (W 5.258).

Cualquiera sea la justeza que atribuyamos a esta lectura de la distinción kantiana entre sensibilidad y entendimiento es claro que Peirce no acepta una separación tajante entre las operaciones de una y otro, y así como la observación tiene un rol en el razonamiento, es de esperar que, a la inversa, la facultad receptiva involucre ya un elemento de naturaleza intelectual, esto es, de conceptos. Sin embargo en 1911 Peirce admite expresamente que junto con el razonamiento, la experiencia constituye una segunda vía cognitiva, (EP 2.454); más aun, la experiencia constituye una vía distinta puesto que no se justifica en cogniciones previas. A mi entender, no se trata empero de una contradicción ni tampoco de un cambio doctrinal. En efecto, se trata de dos puntos de vista epistémicos; la distinción entre las vías cognitivas apela a la estructura de la justificación en tanto que la distinción entre los elementos sensibles e intelectuales del conocimiento hace referencia a la naturaleza de la representación. Si tenemos en cuenta el enfoque correspondiente a cada caso sería posible en principio eludir las aparentes inconsistencias que le atribuimos al pensador norteamericano.

Recordemos que en las HL Peirce sostiene que el conocimiento es o bien un juicio perceptual o bien es inferido de juicios perceptuales, y también que los juicios perceptuales son indisputables, es decir, infalibles, e indubitables. Allí también caracteriza los juicios perceptuales como aquellos que expresan perceptos directamente (EP 2.155)5. El juicio perceptual no sólo expresa perceptos sino que, más precisamente, un juicio perceptual interpreta un percepto:

The perceptual judgment is a proposition of existence determined by the percept, which it interprets6.

Pero no se asemeja al percepto, dado que éste no es un juicio (EP 2.155). Al mismo tiempo, sostiene también que la percepción es interpretativa puesto que el juicio perceptual es una forma extrema de abducción:

The fact is that it is not necessary to go beyond ordinary observations of common life to find a variety of widely different ways in which perception is interpretative.

(…)I should tire you if I dwelt further on anything so familiar, especially to every psychological student, as the interpretativeness of the perceptive judgment. It is plainly nothing but the extremest case of Abductive Judgments (EP 2.229).

Por tratarse de una abducción, el juicio perceptual es un modo de formular una hipótesis predictiva7. Su única diferencia, insiste Peirce, radica en su incorregibilidad pues es inconcebible que podamos negarlos. El juicio perceptual, entonces, es una abducción por la que atribuimos existencia a un objeto percibido (CP 4.541). Peirce nos dice que el juicio perceptual interpreta un percepto directamente y a la vez, que resulta de una inferencia abductiva. Debemos examinar entonces si se trata de dos puntos de vista respecto del juicio perceptual que pueden hacerse compatibles, según se refiera a su naturaleza representativa, o a su lugar en la estructura del conocimiento, respectivamente. Sólo entonces estaremos en condiciones de responder al problema planteado por los textos precedentes.

III. Percepción y semiótica

En cuanto a la naturaleza representativa de la percepción, nuevamente nos encontramos con afirmaciones que parecen claramente incompatibles pues en 1904 afirma expresamente que los perceptos son signos:

But percepts are themselves signs, whether veracious or not (EP 2.328).

Pero también nos dice que todo concepto y pensamiento más allá de la percepción inmediata es un signo (Ibid.). En una carta a James de octubre de 1904 aclara que los perceptos son signos desde el punto de vista de la psicología pero considerados fenomenológicamente no son signos:

Percepts are signs for psychology; but they are not so for phenomenology (CP 7.300).

La fenomenología es una rama de la filosofía que sirve de base a la lógica y que estudia los elementos universales de los fenómenos, las categorías, en su forma de primeridad, es decir, sus elementos no relativos. Cuando consideramos al percepto sin relación al juicio perceptual, no es un signo pues carece de función representativa, aunque desde el punto de vista de nuestros procesos mentales efectivos no los podamos separar. Sólo el juicio perceptual pretende representar algo, esto es, al percepto. Si añadimos lo afirmado precedentemente vemos que la percepción es un proceso interpretativo en la medida en que constituye una forma de abducción, esto es, una explicación predictiva.

El percepto no es una proposición; por tanto, el juicio perceptual profesa representar el percepto sólo como un índice de él (CP 7.628), y así involucra también mediación o "terceridad" pues incluye en su significado la idea de determinar una cosa como referida a otra en la medida en que profesa representar el percepto como un índice.

El juicio perceptual separa el sujeto y el predicado en tanto que el percepto no analiza su objeto, lo presenta como un todo:

The judgment, "This chair appears yellow," separates the color from the chair, making the one predicate and the other subject. The percept, on the other hand, presents the chair in its entirety and makes no analysis whatever (CP 7.631).

En tanto el sujeto del juicio perceptual es un índice (CP 7.635), el predicado del juicio perceptual es un término general (CP 7.633-4), tiene así un elemento sensible o receptivo y un elemento conceptual.

Aunque especificamos un poco más la función representativa del juicio perceptual, dichas características no nos permiten clarificar en qué sentido un juicio perceptual es una forma extrema de abducción o hipótesis predictiva. Es necesario considerar su posición en la estructura justificacional. Para ello me valdré de las nociones de interpretante y objeto, que de acuerdo con la teoría semiótica de Peirce, constituyen los correlatos de todo signo. Un signo media entre un objeto que lo determina y determina a su vez su interpretante. Ahora bien, el juicio perceptual es el interpretante dinámico del percepto (o el efecto real en el intérprete), en tanto que el percepto es el objeto dinámico del juicio perceptual (CP 4.539).

El objeto dinámico es el objeto tal como es, y el interpretante dinámico es el efecto realmente producido en la mente por el signo, por lo que se distinguen del objeto inmediato, esto es, lo que el signo representa que es ese objeto real, y el interpretante inmediato del signo (EP 2.409). Dicho de otro modo, el objeto dinámico es el objeto real, donde 'real' significa algo cuyas características son verdaderas de él independientemente de lo que cualquier hombre piense que son esos caracteres, en tanto que el objeto inmediato es la idea que nos hacemos del objeto. El percepto es pues el objeto real del juicio perceptual pero con relación a todo conocimiento es sólo su objeto inmediato, una aprehensión subjetiva, lo que el signo representa que es (EP 2.477).

Al criticar la teoría de las impresiones sensoriales de Pearson afirma que son los perceptos los datos iniciales de todo razonamiento. Pero dado que les atribuye generalidad debemos entender que se trata de los perceptos en tanto son interpretados en los juicios perceptuales:

It is the external world that we directly observe. (…) Our logically initial data are percepts. Those percepts are undoubtedly purely psychical, altogether of the nature of thought. (...) I see an inkstand on the table: that is a percept. Moving my head, I get a different percept of the inkstand. It coalesces with the other (EP 2.62).

Un objeto físico es entonces un percepto generalizado; el proceso de generalización conduce a la aceptación de la hipótesis de un objeto externo como explicación de la reacción contra mi voluntad envuelta en el percepto:

What I call the inkstand is a generalized percept, a quasi-inference from percepts, perhaps I might say a composite-photograph of percepts. In this psychical product is involved an element of resistance to me, which I am obscurely conscious of from the first. Subsequently, when I accept the hypothesis of an inward subject for my thoughts, I yield to that consciousness of resistance and admit the inkstand to the standing of an external object. Still later, I may call this in question. But as soon as I do that, I find that the inkstand appears there in spite of me. If I turn away my eyes, other witnesses will tell me that it still remains (Ibid.).

De ahí concluimos que es un objeto real, es decir, que sus propiedades son las que son independientemente de cualquier mente:

Thus, or otherwise, I confirm myself in the opinion that its characters are what they are, and persist at every opportunity in revealing themselves, regardless of what you, or I, or any man, or generation of men, may think that they are. That conclusion to which I find myself driven, struggle against it as I may, I briefly express by saying that the inkstand is a real thing. Of course, in being real and external, it does not in the least cease to be a purely psychical product, a generalized percept, like everything of which I can take any sort of cognizance (Ibid.).

Mediante la teoría del percepto y el juicio perceptual Peirce pretende sostener al mismo tiempo que los objetos percibidos son mentales y que mediante la percepción conocemos el mundo externo directamente.

IV. Percepción y Opinión Final

En suma, en la medida en que los objetos reales son perceptos generalizados, son mentales y a la vez externos. Llama a esta concepción la doctrina de la percepción inmediata, a la que considera un corolario del principio según el cual el objeto percibido es el objeto inmediato de la opinión destinada última. Así, Peirce puede sostener a la vez que el objeto percibido es el objeto real y un percepto generalizado, en cuanto es el objeto dinámico del juicio perceptual, pero es sólo el objeto inmediato con relación al conocimiento y la verdad. Esta identidad, nos dice, resulta una consecuencia del pragmaticismo:

Of course, this doctrine of immediate perception is a corollary from the corollary of pragmaticism that the object perceived is the immediate object of the destined ultimate opinion, -not of course, identical as a psychological phenomenon, for there never will be a necessarily ultimate opinion as a psychological phenomenon, but identical logically and metaphysically (CP 7.261).

Por medio de esta compleja caracterización del objeto de la percepción, que es real con respecto al juicio perceptual pero sólo inmediato respecto de la verdad, sería posible rechazar el representacionismo. Para el representacionismo, define Peirce en el Diccionario Baldwin el percepto representa algo más allá de él, su causa oculta. Para el presentacionista, en cambio, el percepto no representa nada, no es un signo de alguna realidad oculta o cosa en sí.

(...) the representationist regards the percept in the light of testimony or a picture, from which by inference, or a mental act analogous to inference, the hidden cause of the percept may become known; while the presentationist holds that perception is a two-sided consciousness in which the percept appears as forcibly acting upon us, so that in perception the consciousness of an active object and of a subject acted on are as indivisible as, in making a muscular effort, the sense of exertion is one with and inseparable from the sense of resistance (CP 7.607).

Los elementos esenciales de la percepción nos muestran que experimentamos las cosas externas como externas al sujeto. El percepto, aun cuando es sólo el objeto inmediato de la opinión final no es un intermediario entre una cosa externa y un sujeto sino que percibimos las cosas directamente, presentes al pensamiento mediante los signos indexicales. Ahora bien, si el objeto percibido es el objeto inmediato de la opinión final que la investigación a lo largo del tiempo está destinada a sostener, la garantía del juicio perceptual no está en el pasado, en el percepto que interpreta sino en un tiempo indefinidamente futuro, en la medida en que nuestras predicciones acerca del objeto no nos defrauden.

V. Conclusiones

En cuanto a la cuestión exegética, no creemos que Peirce haya caído en una inconsistencia. Queda por ver si resulta una propuesta satisfactoria de falibilismo frente a las posibles consecuencias escépticas. El pragmatismo peirceano no admite la legitimidad de la duda escéptica. Si nos valemos de la distinción entre objeto inmediato y objeto dinámico la justificación del juicio perceptual no es conjugable con la duda escéptica, que recomienda la suspensión del juicio (con respecto a la causa y el contenido representativo de las ideas sensibles) a la vez que deja lugar para la duda genuina, que sirve de impulso a la investigación. Recordemos también que en consonancia con su definición de verdad no estamos obligados a aceptar implicaciones escépticas:

Truth is the accordance of the abstract statement with the ideal limit towards which endless investigation would tend to bring scientific belief, which concordance the abstract statement may possess by virtue of the confession of its inaccuracy and one-sideness, and this confession is an essential ingredient of truth. (CP 5.565)

Esta confesión es el acto de contrición del falibilista. Y es un ingrediente esencial de la verdad. En nuestra investigación no hemos alcanzado la certeza absoluta. En todo caso el falibilismo peirceano es una doctrina que nos enseña una lección de humildad, que nunca debemos ser presuntuosos respecto de nuestras creencias. A la luz del falibilismo nuestros esfuerzos cognoscitivos no deben interpretarse como una invitación al escepticismo, sino más bien esta falibilidad es un incentivo para hacer lo mejor que podemos. Como otros ideales, el ideal cognitivo es valioso aunque debamos reconocer que su logro satisfactorio está fuera de nuestro alcance.

 


Notas

1. W5: xx, xlvi; Murphey (1961): 298-9.

2. En adelante HL.

3. Hookway 2002: 108.

4. Recordemos que según su teoría temprana no tenemos acceso directo a los objetos extramentales [(v. Vargas (2008)].

5. v. también CP 2.141-2.

6. En Prolegomena to an Apology of Pragmaticism, The Monist 16 (1906), 492-546.

7. An Abduction is a method of forming a general prediction without any positive assurance that it will succeed either in the special case or usually, its justification being that it is the only possible hope of regulating our future conduct rationally, (…) ( EP 2.299).

 


 

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Fecha del documento: 10 de diciembre 2008
Ultima actualización: 10 de diciembre 2008

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