III Jornadas "Peirce en Argentina"
11-12 de septiembre del 2008

Lo incognoscible y los límites del sentido


Daniel Kalpokas
fidias@radar.com.ar

Esta comunicación examina los argumentos de Peirce en contra de la idea de lo incognoscible a fin de sostener i) que "incognoscible" es un término que no carece de usos significativos y ii) que, sobre esa base, cabe defender una actitud agnóstica sobre lo incognoscible: la de que no podemos saber si hay incognoscibles. A través de tres instancias distintas pero interconectadas, el trabajo examina especialmente "Questions Concerning Certain Faculties Claimed for Man". En la primera, se sostiene, por un lado, que "incognoscible" es un término significativo. Esto se argumenta mostrando de qué modo dicho término es explicable mediante la máxima pragmática. Por otro, se muestra, en contra de Peirce, en qué sentido lo que es absolutamente incognoscible es concebible. En la segunda instancia, se ofrecen distintas razones en contra de la tesis peirceana según la cual el concepto "incognoscible" es autocontradictorio. En este punto, sin embargo, se argumenta que, si bien la pretensión de conocer algo que se reconoce como incognoscible es pragmáticamente autocontradictorio, la mera afirmación de que hay incognoscibles no lo es. La inteligibilidad de una afirmación semejante puede demostrarse, no sólo advirtiendo que no es pragmáticamente autocontradictoria, sino además mostrando que son perfectamente concebibles sus condiciones de verdad. Finalmente, se objeta la tesis peirceana según la cual la cognoscibilidad y el ser son metafísicamente lo mismo. El argumento de Peirce supone una premisa idealista injustificada que, de explicitarse, invalidaría su argumento. Por tanto, es posible que lo real se extienda más allá de lo cognoscible, aunque no podamos saberlo.

Palabras clave: incognoscible, autocontradicción, realidad, sentido.

En varios lugares de su obra, Peirce argumenta en contra de la idea misma de lo incognoscible. Su tesis es que "Lo absolutamente incognoscible es absolutamente inconcebible", CP 5.310. En este trabajo quiero discutir esta tesis. Sin embargo, no pretendo sostener que esa afirmación es falsa. Por el contrario, pienso que, de acuerdo a cierta interpretación que propondré más adelante, dicha tesis es verdadera. Más bien, mi propósito es mostrar –por medio de un análisis de algunos textos peirceanos- que el término "incognoscible" no carece de usos significativos. Sobre esa base, creo que cabe defender una actitud agnóstica sobre lo incognoscible: la de que no podemos saber si hay incognoscibles.

En "Questions Concerning Certain Faculties Claimed For Man", Peirce pone en duda la tesis según la cual puede usarse significativamente un signo que se refiera a algo absolutamente incognoscible. Si bien el pasaje decisivo constituye un todo articulado, a los fines expositivos convendrá analizarlo en tres partes. La primera dice así:

Obtenemos todas nuestras concepciones por medio de abstracciones y combinaciones de cogniciones que se dan primero en los juicios de experiencia. De acuerdo a ello, no puede haber ninguna concepción de lo que es absolutamente incognoscible, pues en la experiencia no ocurre nada por el estilo. Pero el significado de un término es la concepción que transmite. Por ende, un término no puede tener tal significado1 (CP 5.255).

Explicitando el papel de la máxima pragmática, el argumento de Peirce puede reconstruirse del siguiente modo:

Premisa 1- Obtenemos todas nuestras concepciones por medio de cogniciones que se dan en la experiencia.

Premisa 2- La experiencia no puede manifestar lo que es absolutamente incognoscible.

Premisa 3- El significado de un término es la concepción de los efectos prácticos concebibles que el término transmite (Máxima pragmática).

Conclusión: Lo que es incognoscible no puede tener significado.

La conclusión de este argumento puede entenderse, por lo menos, de dos maneras distintas. Por un lado, puede leerse como diciendo que el término "incognoscible" carece de significado. Por otro, como sosteniendo que aquello que se postula como incognoscible carece de sentido. Mientras que la primera lectura cuestiona la significatividad del término "incognoscible", la segunda critica la inteligibilidad de cualquier postulación de entidades de las que se predique la incognoscibilidad (el ejemplo prototípico es la cosa en sí kantiana). Aunque ambas posibilidades hermenéuticas apuntan al sin sentido de lo incognoscible, para distinguirlas llamaré a la primera "interpretación metalingüística"; y a la segunda, "interpretación epistémica"2.

Ambas alternativas tienen sus problemas. Para empezar, consideraré la interpretación metalingüística. Si reparamos en el argumento reconstruido arriba, cabe observar que, en su primera premisa, Peirce da por sentado que todos nuestros conceptos provienen, en última instancia, de la experiencia. Esto no ha de entenderse meramente en el sentido de que aprendemos todos nuestros conceptos por medio de la experiencia, sino como diciendo que todo concepto significativo ha de tener contenido empírico, contenido que se especifica en términos de los efectos que podrían tener repercusiones prácticas. Así, cuando Peirce sostiene que el término "incognoscible" no puede tener significado está sosteniendo que carece (y no puede sino carecer) de contenido empírico.

Ahora bien, aunque no pretendo cuestionar la primera premisa del argumento, es preciso observar que disponemos de otros conceptos que parecen estar en una situación semejante a la que Peirce atribuye a "incognoscible". Por ejemplo, "nada" o "imposible" no tienen de forma inmediata su asiento en la experiencia. Si el razonamiento que Peirce elabora para "incognoscible" fuera correcto, el mismo análisis podría aplicarse a tales términos y, seguramente, a muchos conceptos más. Pero entonces, gran parte de las palabras que actualmente usamos en nuestras aserciones deberían ser declaradas como carentes de significado.

Además, si Peirce estuviera en lo cierto al sostener que "incognoscible" carece de significado, nos encontraríamos con el hecho verdaderamente curioso de que "cognoscible" poseería significado, mientras que su opuesto no. Lo cierto es que "incognoscible" no es un ruido sin sentido para nosotros. Prueba de ello es que puede ser utilizado significativamente en distintas aserciones3. De hecho, el propio Peirce hace uso del término "incognoscible" para formular el problema que pretende tratar, a saber, si un signo puede aludir a lo que es absolutamente incognoscible4. En consecuencia, puesto que de facto tenemos el concepto "incognoscible" y –según toda evidencia- parecemos utilizarlo significativamente, debemos haberlo adquirido de algún modo y con algún contenido específico.

Para explicar este hecho no es preciso ir más allá del propio Peirce. Valiéndonos de la máxima pragmática cabe explicar cómo el término "incognoscible" posee el contenido que tiene. En efecto, si tenemos en cuenta que "incognoscible" refiere a una propiedad epistémica (a la imposibilidad de una relación cognoscitiva entre la comunidad indefinida de investigadores y el mundo), podría explicarse el contenido empírico de este término apelando a nuestros reiterados fracasos por resolver un problema o por conocer algún aspecto del mundo. La idealización de esos fracasos cognitivos podría explicar cómo es que hemos adquirido, por abstracción y generalización a partir de la experiencia, el concepto "incognoscible". Así, la imposibilidad fáctica de traspasar la barrera de la ignorancia sobre algunas cuestiones podría pensarse –idealización mediante- como el efecto práctico que da contenido a la noción de lo incognoscible.

Por otro lado, teniendo en mente los usos del término "incognoscible" que se presentan en aserciones como "No hay incognoscibles", "Ningún signo con significado puede referirse a algo que es incognoscible", podría sostenerse que "incognoscible" funciona como un concepto que pone de manifiesto ciertos límites a lo que puede decirse inteligiblemente, de modo semejante al papel que desempeñan términos como "nada", "imposible", "ininteligible", "sin sentido" y "contradicción". El lenguaje cuenta con recursos para nombrar los límites de la inteligibilidad y la cognoscibilidad; y el término "incognoscible" podría concebirse como uno de esos términos que expresan dichos límites.

Examinemos ahora la interpretación epistémica. Si lo que Peirce realmente quiere expresar es la tesis de que cualquiera sea la entidad que se postule como incognoscible no puede ser conocida y, por tanto, tampoco concebida positivamente en sus rasgos concretos5, entonces creo que está en lo cierto. Empero, agregaría por mi parte dos observaciones. La primera es que tal tesis supone un uso significativo del predicado "incognoscible", pues es a partir de su uso atributivo que puede concluirse que "lo que es absolutamente incognoscible", no puede tener sentido alguno. Esto significa que, si la interpretación epistémica es correcta, entonces la interpretación metalingüística no puede serlo6.

En segundo término, si la tesis de Peirce según la cual "lo absolutamente incognoscible es absolutamente inconcebible" pretende decir que ni siquiera podemos hablar en términos abstractos de "lo incognoscible", entonces creo que la tesis no es verdadera. Como hemos visto, es una presuposición de la idea de que lo incognoscible no puede concebirse en sus rasgos específicos el que podamos referirnos con sentido a "lo incognoscible" en abstracto. Así pues, dada la estrecha vinculación entre cognición y concepción establecida por Peirce, cabe decir que, aunque no podamos concebir los rasgos particulares de aquello que es absolutamente incognoscible, podemos ciertamente concebir una situación posible en la que exista algo incognoscible. Conviene distinguir aquí dos sentidos de "concebir". Por un lado, concebir algo positivamente requiere que podamos concebir una situación particular en la que S (una afirmación cualquiera) sea el caso7. Por otro lado, concebir negativamente algo requiere, en cambio, que S no pueda ser rechazada a priori o que no sea contradictoria8. Como se verá más adelante, en estos dos sentidos de “concebir” podemos formarnos una concepción de lo incognoscible.

La segunda parte del texto que nos interesa dice:

[...] Lo que pienso es de la naturaleza de una cognición y, por tanto, de nada más que pueda ser experimentado. En consecuencia, el concepto más alto que puede ser alcanzado por medio de abstracciones a partir de juicios de experiencia -y por tanto, el concepto más alto que puede ser alcanzado en absoluto- es el concepto de algo que es de la naturaleza de una cognición. No, entonces, o lo que es otro que, si es un concepto, es un concepto de lo que es cognoscible. Por ende, no-cognoscible, si es un concepto, es un concepto de la forma "A, no A" y es, al menos, autocontradictorio. Por lo tanto, la ignorancia y el error únicamente pueden ser concebidos como correlativos de un conocimiento y verdad reales, teniendo estos últimos la naturaleza de las cogniciones (CP 5.257).

Aquí es más claro el blanco de la crítica peirceana: el concepto mismo de "incognoscible". Mientras que en la cita anterior (en la que llamé "interpretación metalingüística") se nos decía que "incognoscible" no tiene significado porque carece de contenido, ahora se nos dice que dicho concepto es autocontradictorio9. El argumento de Peirce discurre de la siguiente manera. Por un lado, tenemos que "incognoscible", en tanto concepto, es una cognición de algo. Por otro, sin embargo, el concepto pretende expresar en su contenido la incognoscibilidad. Por tanto –parece razonar Peirce- existe una incompatibilidad entre el hecho de que "incognoscible" sea una cognición y el contenido que pretende expresar. Pareciera, entonces, que "incognoscible" es una cognición de la imposibilidad de toda cognición.

Pero, ¿qué tipo de contradicción está implicada supuestamente aquí? Según Peirce, el concepto "incognoscible" (o "no-cognoscible") es de la forma "A, no A". ¿Hay entonces una contradicción lógica involucrada en este concepto? Creo que no. En primer lugar, si atendemos al contenido del concepto, es claro que éste no involucra contradicción alguna. Habría una contradicción lógica si el contenido de "incognoscible" fuera "cognoscible, no cognoscible"; pero no es este el caso. Es manifiesto que tampoco hallamos aquí una contradicción semántica, una contradicción entre significados. Ejemplos de conceptos semánticamente autococontradictorios son "círculo cuadrado", "hierro de madera", "triángulo de cuatro lados". Pero, una vez más, si prestamos atención al contenido de "incognoscible", no hallamos nada semejante.

En segundo lugar, ¿hay efectivamente una contradicción entre el hecho de que este concepto sea una cognición y el contenido al que refiere? En tanto concepto, "incognoscible" es ciertamente una cognición. Sin embargo, en mi opinión, tampoco aquí hay una contradicción, pues no hay ningún problema en concebir un concepto cuyo contenido niega alguno de sus rasgos en tanto concepto. Por ejemplo, no hay contradicción entre el concepto de "contradicción" y su contenido. Como es evidente, el de "contradicción" no es un concepto en sí mismo contradictorio, aunque por su contenido pretenda manifestar la contradictoriedad. De modo semejante, la noción de "sin-sentido" tiene, según las doctrinas filosóficas que consideremos, un sentido más o menos definido. De modo que, en tanto concepto, posee un sentido, aunque en su contenido aluda a la carencia de sentido. Ahora bien, no hay contradicción entre el hecho de que tal concepto posea un sentido definido y, sin embargo, aluda al sin-sentido. Otro tanto vale para conceptos como "nada", "ininteligible" e "imposible". Se trata de dos niveles de análisis que no tienen por qué ser contradictorios entre sí. Así, pues, aunque "incognoscible", qua concepto, sea una cognición de algo, puede referirse perfectamente a la incognoscibilidad.

Si hay involucrada aquí alguna clase de autocontradicción, debe concernir al uso de "incognoscible" en enunciados u oraciones cuando estas pretenden referirse a algo que no puede conocerse. Son estas entidades lingüísticas (y no los conceptos solos) las que podrían ser autocontradictorias. Sugeriré a continuación una manera de entender el tipo de contradicciones a las que dan lugar ciertos usos del término en discusión.

Considérese el siguiente enunciado:

1) Hay incognoscibles10.

Si el contenido proposicional de 1) se usa para realizar una pretensión de saber, entonces, al explicitar el contenido performativo de este enunciado, tendríamos la siguiente aserción:

2) [Sé que] hay incognoscibles11.

Una vez que se explicita el uso que se pretende hacer del contenido proposicional especificado en 1) se pone de manifiesto el carácter autocontradictorio de 2) Una manera de entender esta contradicción es interpretarla como una contradicción pragmática. Una contradicción pragmática (o performativa) es aquella que se produce entre lo que Austin llamaba el "contenido locutivo" y el "contenido ilocutivo" de un acto de habla. Se trata de una contradicción que tiene lugar entre el contenido semántico de lo que decimos, y lo que hacemos en el mismo acto de decirlo.

Así pues, quien afirme 2) con pretensión de conocimiento incurre en una contradicción pragmática, pues, por un lado, de acuerdo al contenido proposicional afirmado, sostiene que hay entidades que ni él ni nadie podría conocer; y por otro, al ejecutar su acto de habla, pretende hacer una aserción cuya verdad él conoce. No se puede sostener consistentemente la pretensión de conocer algo que se dice que no se puede conocer. Por ende, si esto es correcto, en cierto sentido Peirce tenía razón: al menos los usos del término "incognoscible" a través de los cuales se pretende hacer una afirmación de conocimiento resultan intrínsecamente autocontradictorios.

Por las mismas razones, lo dicho aquí vale también para una aserción como la siguiente:

3) [Sé que] es posible saber que hay incognoscibles.

Una vez más, si hay incognoscibles, no es posible saberlo. Pero la siguiente aserción siempre es verdadera:

4) [Sé que] no es posible saber si hay incognoscibles.

Esta es una tesis mucho más débil que la que pretende defender Peirce. En efecto, nada de lo que he dicho hasta aquí autoriza a concluir algo como lo siguiente:

5) [Sé que] no hay incognoscibles.

Menos aun algo como

6) [Sé que] no es posible que haya incognoscibles.

Como en el caso de 2), 5) y 6) resultan autocontradictorios pragmáticamente hablando. La verdad de 4) deja espacio para un uso menos pretencioso del contenido proposicional expresado en 1), a saber

7) [Afirmo que] hay incognoscibles.

La diferencia entre 2), por un lado, y 7), por el otro, es que en estas últimas no se está elevando una pretensión de conocimiento, sino meramente una pretensión de verdad. Hasta donde alcanzo a ver, quien afirma 7) no incurre en contradicción pragmática alguna. Ciertamente, desde la posición de alguien que sostenga una teoría verificacionista del significado, podría decirse que no puede haber aserciones verdaderas inverificables12. Desde una posición semántica semejante, no sólo 2) sería autocontradictoria, sino también 7). Sin embargo, para extraer una contradicción de 7) es preciso introducir más de lo que hemos supuesto hasta aquí. 2) es autocontradictoria cualquiera sea la teoría semántica que utilicemos; mientras que 7) sólo se torna autocontradictoria si recurrimos a una semántica verificacionista. Desde esta última, 7), por ejemplo, se convierte en algo como

7') [Afirmo justificadamente (o con posibilidades de verificación) que] hay incognoscibles.

Pero esto convierte a 7’) en una aserción equivalente a 2) o 3). La intuición que pretende rescatar 7) es simplemente que el conjunto de las aserciones verdaderas no es equivalente al de las aserciones cuyo valor de verdad es posible conocer. Dicho escuetamente, el ámbito de la verdad es más amplio que el del conocimiento. Esta es la distinción que se pierde si interpretamos 7) en términos verificacionistas. Además, de la verdad de 4) se infiere que es posible que haya incognoscibles, aunque nunca podamos saberlo. Pero del hecho de que sea posible que haya incognoscibles se desprende que, o bien la afirmación "Hay incognoscibles" es verdadera; o bien "No hay incognoscibles" lo es. De modo que esta disyunción está implicada por 4) y, por ende, 7) (uno de los términos disyuntos) tiene que ser inteligible. Finalmente, este resultado concuerda con la intuición de que 7) sostiene algo que, según toda evidencia, resulta inteligible. Con ello se eleva solamente una pretensión de verdad. Al renunciar a la pretensión de conocimiento, se exime a 7) de la pesada carga de la justificación. Así, podemos explicitar las condiciones de verdad de 7) apelando a Tarski.

T) La afirmación "Hay incognoscibles" es verdadera si y sólo si hay incognoscibles.

El que nunca podamos averiguar si efectivamente se cumplen las condiciones de verdad señaladas en el lado derecho del bicondicional no torna autocontradictoria la aserción realizada en 7). Al concebir las condiciones de verdad de 7) hemos concebido positivamente una situación posible en la cual esa afirmación podría ser el caso. Y, puesto que 4) y 7) no son contradictorias, también hemos dado un ejemplo de cómo puede concebirse negativamente lo incognoscible. En consecuencia, pienso que es perfectamente inteligible afirmar "Hay incognoscibles", aunque resulte imposible averiguar si esa aserción es verdadera. Así como podemos concebir lo que no es y la posibilidad de lo que es imposible que sea, así también podemos concebir la posibilidad misma de la incognoscibilidad. Esto explicaría por qué podemos usar "incognoscible" para hacer aserciones inteligibles: porque la inteligibilidad de las aserciones no supone necesariamente una pretensión de saber.

Si este análisis es correcto, profundas implicaciones se ciernen sobre la concepción peirceana de la realidad y de la cognición. En efecto, dada la inteligibilidad de aserciones del tipo de 4) y 7), carecemos de toda garantía a priori de una equivalencia entre la cognoscibilidad y el ser. Si estas aserciones no son intrínsecamente autocontradictorias, entonces no podemos saber si lo que es cognoscible y lo que es coinciden en extensión. Es una posibilidad lógica que el reino del ser se extienda más allá de lo cognoscible; y, aunque podemos saber que eso es posible, no podemos saber si esa posibilidad es efectivamente el caso.

En "How to Make Our Ideas Clear", Peirce definía la realidad como el objeto representado por esa opinión final en la que la comunidad indefinida de investigadores estaba destinada a converger. Sostenía que "La realidad es independiente, no necesariamente del pensamiento en general, sino sólo de lo que usted o yo, o cualquier número finito de hombres, pensamos de ella" (CP 5.408).

En contraposición, las consideraciones que he presentado aquí sugieren que la dependencia del pensamiento en general que Peirce atribuye a la realidad sólo puede sostenerse a partir de premisas idealistas que garanticen la equivalencia entre la cognoscibilidad y el ser. Puesto que se ha mostrado que no hay razones para ello, ya no cabe defender esa dependencia. Ontológicamente hablando, la realidad es lo que es con independencia, no sólo del pensamiento de cualquier número finito de personas, sino también del pensamiento en general. No hay garantía a priori de una identidad entre la opinión final y la realidad, pues ni siquiera la opinión final podría excluir la posibilidad de lo incognoscible.

El pasaje que estamos considerando culmina con una afirmación ontológica:

Frente a cualquier cognición, hay una realidad desconocida pero cognoscible; pero contra toda cognición posible, sólo existe lo autocontradictorio. En resumen, la cognoscibilidad (en su sentido más amplio) y el ser no son sólo metafísicamente lo mismo, sino que son términos sinónimos (CP 5.257).

El argumento seguido por Peirce para arribar a esta conclusión parece ser este:

Premisa 1: si algo es incognoscible, entonces es inconcebible.

Premisa 2: Si algo es inconcebible, entonces no puede existir.

Conclusión: Si algo es incognoscible, entonces no puede existir.

De la imposibilidad epistémica, Peirce infiere la imposibilidad lógico-conceptual; y de esta, la imposibilidad metafísica (de aquí que Peirce concluya afirmando que el ser y lo cognoscible sean metafísicamente lo mismo). Sin embargo, para poder pasar del antecedente de la primera premisa a su consecuente, es preciso probar que algo incognoscible es inconcebible. Pero, aunque es cierto que no podemos concebir cómo sería algo que es incognoscible, no es obvio que no pueda concebirse una situación en la que se postule la posibilidad de que algo incognoscible exista. Mientras que no se demuestre que afirmaciones del tipo de 7) son autocontradictorias, será concebible (positiva y negativamente) la posibilidad de lo incognoscible. Se precisa aquí, pues, un argumento que pruebe que "contra toda cognición posible, sólo existe lo autocontradictorio".

Empero, aun cuando fuese cierto que la incognoscibilidad implica la inconcebibilidad (premisa 1), todavía debería demostrarse que, si algo es inconcebible, entonces no puede existir (premisa 2). Y al menos prima facie, este salto parece cuestionable. Si lo real es aquello "cuyas características son independientes de lo que cualquiera podría pensar que son" (CP 5.405), entonces no hay ninguna razón de tipo lógico-conceptual que nos permita afirmar que la cognoscibilidad y el ser son "metafísicamente lo mismo", ni que ambos términos sean sinónimos. Lo único que se sigue del hecho de que algo sea inconcebible es que no podemos hacernos idea alguna de cómo podría ser ese algo. Pero el que exista o no algo así no puede depender de nuestro conocimiento posible. Por ende, la conclusión del argumento de Peirce no se sostiene por sí sola a partir de sus premisas. Se requiere de una premisa adicional (como "La existencia de la realidad depende de la posibilidad de que sea conocida", o "Todo lo que es real tiene que poder conocerse") para poder extraer la conclusión de Peirce. Sin embargo, es obvio que, de introducir dicha premisa, el argumento perdería su pretensión probatoria.

En consecuencia, pienso que debemos aceptar que la realidad se define como lo que es ontológicamente independiente de nuestras cogniciones actuales y posibles. Si mi análisis es correcto, no podemos descartar la posibilidad de que la realidad independiente no coincida con lo cognoscible. No es un rasgo necesario de lo que es, el que sea cognoscible.




Notas

1. En otro lugar, sostiene Peirce: "Puesto que el significado de una palabra es la concepción que transmite, lo absolutamente incognoscible no tiene significado porque ninguna concepción se aplica a ella. Es, por tanto, una palabra sin significado; y consecuentemente, cualquier cosa que sea significada por un término como 'lo real', es cognoscible en algún grado, y por tanto tiene la naturaleza de una cognición, en el sentido objetivo de ese término" (CP 5.310). Un argumento semejante puede hallarse en Quine, W., (1972). Al final de este artículo, Quine afirma: "Hay una resistencia a asignar significado a preguntas que no pueden estrictamente responderse. Las preguntas (...) están en un lenguaje. El lenguaje es aprendido por las personas, de las personas, únicamente en relación, en última instancia, con las circunstancias observables de la proferencia. La relación del lenguaje con la observación es frecuentemente errática, pero la observación es finalmente todo lo que hay para que el lenguaje tenga su anclaje. Si una pregunta no pudiera en principio nunca ser respondida, entonces uno sentiría que el lenguaje ha estado equivocado; el lenguaje ha roto sus amarras y la pregunta no tiene significado", p. 67.

2. La ambigüedad se mantiene en otros pasajes de la obra de Peirce. Por ejemplo: "Puesto que el significado de una palabra es la concepción que transmite, lo absolutamente incognoscible no tiene significado porque ninguna concepción se aplica a ella. Es, por tanto, una palabra sin significado". CP 5.310.

3. Por ejemplo, al decir "No hay incognoscibles".

4. Cfr. "Question 6" de "Questions Concerning Certain Faculties Claimed For Man".

5. Incluyendo su existencia.

6. Aunque aquí tenemos que tener presente que el supuesto de que "incognoscible" puede usarse con sentido es fuertemente desmentido por la mayor parte de la "Question 6" de "Questions Concerning Certain Faculties Claimed For Man".

7. Por ejemplo, "Hay incognoscibles".

8. Por ejemplo, en el caso de que "Hay incognoscibles" no sea autocontradictoria. La distinción entre concebibilidad positiva y negativa se encuentra en Chalmers, (2002).

9. Las dos críticas pueden complementarse. La primera dice que el concepto de "incognoscible" carece de contenido empírico (dado que no cumple con los requisitos impuestos por la máxima pragmática); mientras que la segunda, al señalar que dicho concepto es autocontradictorio, excluye también la posibilidad de que "incognoscible" posea algún contenido empírico.

10. Esta formulación austera se debe a que, si habláramos de "cosas", "hechos" o "propiedades", por ejemplo, ya habríamos dicho demasiado. Si todas esas entidades fueran en verdad incognoscibles, no podríamos saber siquiera que son cosas, ni hechos ni propiedades.

11. Entre corchetes se expresa el contenido performativo de las aserciones.

12. Tomando en cuenta un sentido amplio del término "verificacionismo", esa es la posición de Habermas. Por ejemplo, en (1990) dice Habermas: "Entendemos un acto de habla si conocemos el tipo de razones que un hablante podría aducir para convencer a un oyente de que en las circunstancias dadas está justificado pretender validez para tal emisión", p. 130.


Referencias


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Fecha del documento: 10 de diciembre 2008
Ultima actualización: 10 de diciembre 2008

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